Por segunda vez en el viaje, comenzaba la jornada con el mar
algo revuelto y el consiguiente malestar que ello me provoca, aunque
afortunadamente sería mucho menos intenso que el que sufriría hacía unos días,
por lo que me animaría a desayunar y poco después estaba ya casi recuperado.
Nuestra travesía esta vez sería con dirección hacia la isla
de Jost Van Dyke, situada a una hora aproximadamente de Guana Island, por lo
que, dada la cercanía decidiríamos hacer una pequeña parada, antes de llegar a
la misma, en la pequeña Sandy Cay,
una joya asentada en el agua azulada que más parece una cucharada de arena
flotando en el inmenso mar con algunas palmera ondulantes.
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Sandy Cay |
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Sandy Cay |
Una boya bastante cercana a la isla nos permitiría asegurar
el barco y poder ir nadando hasta tierra firma, donde, mientras mis amigos se
quedaban bañándose en la playa, yo me animaría a realizar una pequeña incursión
al centro de la isla, por lo que localicé los caminos interiores y me adentré a
través del denso follaje, contemplando hermosas especies de plantas, así como
los famosos cangrejos ermitaños que utilizan conchas y corales para introducir
su cuerpo en los mismos y trasladarse con ellos, protegiéndose así de sus numerosos
depredadores.
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Sandy Cay |
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Sandy Cay |
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Sandy Cay |
Tras llegar a la parte más alta, la maleza cubriría lo que
quedaba de camino, por lo que fui abriéndome paso como pude hasta llegar a la
otra parte de la isla, más agreste y salvaje, y desde la playa rodear lo que me
faltaba de isla hasta llegar donde se encontraba el barco.
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Sandy Cay |
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Catamarán desde Sandy Cay |
Disfrutaría muchísimo de esta pequeña excursión y es que
necesitaba desentumecer las piernas y caminar un rato tras tanto tiempo de
barco y agua. No obstante acabada la caminata me sumergiría en el mar junto con
mis amigos.
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Sandy Cay |
Después de esta pausa, casi no tardaríamos nada en llegar
hasta la cuarta isla en tamaño del archipiélago de las BVI: la popular Jost Van Dyke, cuyo nombre es probable
que provenga del pirata holandés que se refugió en la misma, además de
saquearla después. Hoy es el hogar de unos pocos cientos de residentes que
disfrutan de algo más de tranquilidad que en las otras islas principales,
aunque tampoco se libran de alguna fiesta que se sucede en algunos de sus bares
más famosos durante todo el año. No obstante la isla permanece relativamente
virgen.
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Jost Van Dyke Island |
Esta primera parada la utilizaríamos para comer, pues hoy no
nos apetecía complicarnos en el barco con el menú, así que tras hacernos con la
boya respectiva, utilizaríamos la dinghy para llegar hasta Diamond Cay, donde se encuentra ubicado un restaurante llamado Foxy´s Taboo, ojo no confundirlo con el
famoso Foxy´s que se encuentra en el otro lado de la isla. Cuando llegamos no
había nadie, por lo que elegiríamos mesa y nos dispusimos a pedir. Todos nos
decantamos por Kebabs, creyendo que era la típica comida turca que se encuentra
en todos los países europeos, pero cuando nos sirvieron nos dimos cuenta que no
tenía nada que ver con lo que esperábamos, pues para ellos son pinchos morunos
con pan de pita acompañándolos. Lo importante es que estaban bastante buenos y
nos quedamos satisfechos. De postre optaríamos por tartas de chocolate y mango
que también estaban espectaculares, por lo que el sitio es bastante
recomendable.
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Diamont Cay. Jost Van Dyke Island |
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Restaurante Foxy´s Taboo. Diamont Cay.Jost Van Dyke Island |
Para hacer la sobremesa que mejor que volver a coger la
embarcación y desplazarnos hasta la cercana Great Harbour, una bonita bahía con casitas de colores colgadas de
las montañas y bares hippies de lo más auténticos en la orilla del mar. No nos
olvidaríamos de estos últimos pero antes optaríamos por relajarnos con varios
chapuzones en alta mar y en mi caso para llevar a cabo una actividad que
todavía tenía pendiente desde que comenzó el viaje. Estoy hablando del paddel
surf.
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Great Harbour.Jost Van Dyke Island |
Para quien no lo sepa se trata de una modalidad de surf en
la que se utiliza una tabla más grande que en ese deporte y un remo con el que
diriges la misma para desplazarte donde quieras. Aunque parece fácil, necesitas
habilidad y fuerza, pues la clave está en conseguir mantenerte de pie y en
equilibrio sobre la tabla, sin caerte.
Afortunadamente tendría a Ana, una estupenda profesora
bastante ducha en este deporte y en otros muchos, que me explicaría los pasos
necesarios para que la actividad terminase con éxito. Así, poco a poco, me iría
animando a subirme a la tabla de un impulso, a ponerme de rodillas, a ir
levantándome con cuidado manteniendo los abdominales duros, a flexionar lo
justo las rodillas, a coger el remo de la manera correcta y a empezar a remar
en las tranquilas y cristalinas aguas del Caribe. Evidentemente no sería al
primer ni al segundo intento, pero tras una hora de dedicación estaba haciendo
paddle surf alrededor del barco, algo que no me hubiese imaginado ni en mis
mejores sueños. Disfrutaría mucho con este logro pero también es cierto que me
dejaría agotado.
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Paddle Surf en Great Harbour. Jost Van Dyke Island |
Eso sí, no lo suficiente para, junto con mis amigos, probar
a utilizar el techo del catamarán como plataforma para lanzarnos al agua, un
trampolín inmejorable casi exento de riesgo y con lo que también disfrutaríamos
una barbaridad.
Pero por si todo lo anterior no había sido suficiente, sin
duda, que hoy era nuestra tarde de suerte, porque tendríamos oportunidad de
ver, sin necesidad de snorkel, a varias mantas rayas saltar por encima del agua
y hasta un delfín. Un auténtico espectáculo con el que nos quedaríamos
atónitos.
Después de tantas emociones teníamos claro que había que
celebrarlo y que mejor que desembarcar, utilizando nuestra dinghy, en el puerto
de Great Harbour, donde daríamos un paseo por su única calle principal, viendo
los estragos que dejaron los dos terribles huracanes, Irma y María, que
afectaron a toda esta zona hace dos años, sufriendo nosotros las consecuencias
del primero de ellos al estar en Miami en esas fechas, lo cual te animo a leer
en el diario correspondiente si te apetece.
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Great Harbour. Jost Van Dyke Island |
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Great Harbour. Jost Van Dyke Island |
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Great Harbour. Jost Van Dyke Island |
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Great Harbour. Jost Van Dyke Island |
La zona está relativamente recuperada, pero el estado en el
que quedaron ciertos barcos y edificios era desolador.
El bar que elegiríamos para calmar la sed sería uno llamado
Corsairs y aunque el interior era peculiar y auténtico, decorado cual barco
pirata y con las paredes repletas de comentarios y autógrafos de todos los que
pasan por aquí, más lo era su dueño.
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Corsairs Bar. Great Harbour. Jost Van Dyke Island |
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Corsairs Bar. Great Harbour. Jost Van Dyke Island |
Entre cervezas caribeñas y piñas coladas veríamos
atardecer, llegando al catamarán con la noche como acompañante. Unos perritos
calientes nos bastarían para cenar, para terminar la velada con los juegos y la
charleta tradicionales.
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