Varios de nosotros nos despertaríamos con el sonido del
motor y la sensación de que el barco ya estaba navegando y es que efectivamente
Yago, nuestro capitán, había decidido madrugar y comenzar la travesía temprano
y es que teníamos por delante unas 10 millas náuticas hasta Virgin Gorda Island, donde hoy pasaríamos todo el día.
El trayecto duraría algo más de hora y media por lo que
aprovecharíamos para desayunar y practicar algunos nudos que habíamos aprendido
durante el tiempo que ya llevábamos en el catamarán tales como el ocho, un nudo
que sirve de tope para que no pueda escaparse de una polea, por lo que es muy
práctico y fácil de deshacer; ballestrinque, que se utiliza para aguantar pesos
similares en ambos lados; o el as de guía, probablemente uno de los más
utilizados en muchas embarcaciones.
Muchos de los nombres de las islas, bahías y playas de las
BVI están estrechamente relacionados y tienen una conexión especial con la
historia. En el caso que nos ocupa no iba a ser menos y es que cuando Cristóbal
Colón se aproximó a esta isla vio en ella la imagen de una mujer reclinada con
exceso de peso, por lo que no tendría problema en llamarla Virgin Gorda. Las
curvas en realidad provienen de la actividad volcánica, al igual que sus
características geológicas que la diferencian del resto de las islas del
archipiélago.
Llegando a Virgin Gorda Island |
Llegando a Virgin Gorda Island |
Virgin Gorda ha tenido la suerte de permanecer intacta
durante mucho más tiempo que otros vecinos caribeños y mucho antes de que los
europeos comenzaran a establecerse aquí en el siglo XVII, los pueblos indígenas
poblaron y cultivaron la fértil isla durante al menos un milenio. Estos
primeros residentes incluyeron a los Arawak, Ciboney y Caribs, entre otras
tribus, que sobrevivieron gracias a los vastos recursos del Océano Atlántico,
el Mar Caribe y la vegetación tropical.
Algunas de las primeras familias de Virgin Gorda sabían algo
que los europeos no descubrirían hasta casi un milenio después: era una rica
fuente de cobre. Los arqueólogos y antropólogos tienen evidencia de joyas y
armas artesanales de este material, que prueban que hubo algunas operaciones
primitivas de minería y metalurgia mucho antes de que la civilización
occidental supusiese de ello.
Serían los piratas los que iniciarían el proceso de
colonización, aprovechando la costa de la isla para emboscar a los barcos
españoles. Sus arrecifes, acantilados y calas provenían de volcanes de antaño,
pero hicieron del valle costero el lugar ideal para que estos infractores de la
ley cometieran sus crímenes marítimos.
No sería hasta la década de 1960 cuando sus pueblos y playas
rocosas comenzaron a atraer visitantes internacionales y debido a que estos
incluían a algunas de las familias más ricas del mundo, se convirtió
rápidamente en una mezcla de tierras protegidas y resorts tropicales.
La isla es realmente grande, ocupando el tercer lugar en
tamaño, después de Tórtola y Anegada, pero sería fácil elegir el lugar que
visitaríamos durante toda la mañana: el más famoso y espectacular no sólo de
Virgin Gorda sino de todas las BVI. Me refiero a The Baths, un Parque Nacional situado en el sur que se caracteriza
por ser de origen volcánico y contar con inmensas piedras graníticas que forman
túneles, galerías, piscinas naturales, grutas misteriosas, recovecos imposibles
y cuevas increíbles con salida al mar. Sin duda un lugar espectacular que nos
moríamos de ganas por conocer.
The Baths. Virgin Gorda Island |
The Baths. Virgin Gorda Island |
Afortunadamente no tendríamos problemas para coger boya,
pues todavía quedaban varias libres, pero hay que advertir que al ser un
espacio protegido no se puede pernoctar en esta parte de la isla y por tanto no
se pueden reservar boyas en este lugar. Las que hay están disponibles sólo para
pasar el día y luego abandonarlas y por tanto si hay mucha afluencia de
visitantes puede ocurrir que te quedes sin ellas y te veas obligado a
marcharte, ya que no estoy seguro si se puede fondear. Así que ahora
entendíamos porqué nuestro capitán se había dado tanta prisa en madrugar y
ponernos en marcha tan temprano.
The Baths. Virgin Gorda Island |
Habíamos dejado el catamarán en las boyas más alejadas de la
bahía del Diablo (Devil´s Bay) que
se encuentra al lado de The Baths, con la intención de llegar a tierra nadando
y desde allí hacer una ruta hasta esa área caminando, pero tendríamos que
conformarnos con empezar con unos relajados baños y nada más porque el camino
estaría cortado por inmensas moles rocosas que nos impedirían el paso. Así que
disfrutamos del chapuzón, volvimos al barco y cogimos la dinghy o lancha motora
para trasladarnos justo enfrente de la mencionada área conocida como The Baths.
Como decía esta es una zona de lo más turística y para salvaguardar el entorno
no se permite acercar las lanchas motoras a la orilla, por lo que la única
opción es llegar nadando, en Kayak o con paddle surf. Pero no hay que
preocuparse porque la distancia son apenas cincuenta metros.
Ya en la arena no nos lo pensamos y comenzamos a buscar el
inicio de la famosa ruta de senderismo que te permite acceder al corazón de
“Los baños”, como se conoce en castellano. No tardaríamos casi nada en
encontrarla pues está bien señalizada, por lo que tras unos minutos hallaríamos
la entrada inicial que no es más que una pequeña abertura entre dos grandes
moles rocosas. Varias gigantescas cavernas iluminadas por diversas aberturas en
la roca, conocida una de ellas como “La Catedral”, nos daban la bienvenida,
sobrecogiéndonos ante la espectacularidad de lo que estábamos contemplando.
The Baths. Virgin Gorda Island |
The Baths. Virgin Gorda Island |
The Baths. Virgin Gorda Island |
Continuaríamos abriéndonos camino entre las rocas,
brindándonos imágenes sacadas de una película de ciencia ficción, con formas
estrambóticas y extrañas que te hacían detenerte cada poco tiempo.
The Baths. Virgin Gorda Island |
The Baths. Virgin Gorda Island |
Seguiríamos encontrando nuevos túneles, pasillos y piscinas
que podríamos salvar en todo momento gracias a lo bien equipada que está la
ruta, con escaleras, plataformas de madera y cuerdas estratégicamente situadas
que te permiten avanzar sin el mayor problema.
The Baths. Virgin Gorda Island |
De esta manera y tras unos 400 metros llegaríamos a la bahía
del Diablo, el final de la ruta y otro lugar paradisiaco donde, nuevamente, se
pueden apreciar cantos rodados gigantes, aunque en menor medida. Sin embargo su
hermosa playa es ideal para tomar el sol, nadar y hacer snorkel, algo que tras
descansar un poco, también realizaríamos, no pudiendo tomar mejor decisión, ya
que gracias a ello pudimos ver y casi tocar una manta raya, además de miles de
peces de colores.
The Baths. Virgin Gorda Island |
The Baths. Virgin Gorda Island |
Es aconsejable para realizar la susodicha ruta llevar unas
sandalias o escarpines que te protejan los pies, así como una bolsa estanca
para evitar que se mojen los objetos de valor y, por supuesto, el equipo de
snorkelling para no perderse la gran cantidad de fauna marina que se encuentra
en la zona.
The Baths. Virgin Gorda Island |
Era evidente que había que volver al área donde dejamos la
dinghy, así que no contentos con una, realizaríamos por segunda vez la ruta The
Baths que tanto nos había entusiasmado. Tras terminarla estábamos hambrientos y
como hoy no teníamos ganas de hacer la comida en el barco, optamos por comer en
el pequeño bar que se encuentra en la zona y que sirve unas hamburguesas
deliciosas con patatas fritas.
Bar en la playa The Baths. Virgin Gorda Island |
Después de comer regresaríamos a nuestra embarcación y
pondríamos rumbo hacia la zona norte de Virgin Gorda, exactamente a un lugar
conocido como Leverick Bay, donde
habíamos reservado una boya por la web a primera hora de la mañana para evitar
complicaciones como las de ayer.
Leverick Bay. Virgin Gorda Island |
Tendríamos que recorrer unas nueve millas, tardando un poco
menos de hora y media en llegar, pero en esta ocasión no sería Yago, el capitán,
el que pilotaría el barco, sino quien escribe estas líneas y es que me
ofrecería la oportunidad de vivir esta experiencia, algo que no podría
rechazar. Lo primero que no me imaginaba es que el timón fuese tan
increíblemente sensible, virando el barco de forma rápida y brusca si los
movimientos no eran suaves y mínimos, por lo que tendría que emplearme a fondo
hasta que le cogí el truco y pude navegar en línea recta. Después aprendería
otros temas importantes como el significado del color de las balizas que te vas
encontrando antes de llegar a puerto o a controlar siempre la profundidad para
evitar encallar, así como estar pendiente de arrecifes y otros asuntos
importantes claves para que todo se desarrolle con éxito.
Después de esta increíble experiencia y antes de llegar a
puerto, el capitán volvería a tomar el control del barco, siendo él, como
siempre, quien se ocuparía de las últimas maniobras necesarias antes de quedar
amarrados en la boya respectiva.
Leverick Bay es otra de esas bahías tranquilas y agradables
en la que muchos optamos por pasar la noche, aunque es cierto que pierde algo
de encanto debido al gran resort que está construido en primera línea.
Leverick Bay. Virgin Gorda Island |
Leverick Bay. Virgin Gorda Island |
Después de tener bien amarrador el barco, optaríamos por coger la dinghy e irnos al muelle para así poder acercarnos a un supermercado cercano y comprar nuevas provisiones con las que regresaríamos al catamarán y ya pasar allí las últimas horas del día entre juegos de mesa y unos sándwiches mixtos para cenar.
Leverick Bay. Virgin Gorda Island |
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