Aunque pueda parecer mentira no sería hasta este día, el
décimo desde mi llegada a Suecia, donde me encontraría con una jornada
desapacible, es decir con fresco, pequeñas lloviznas y algo de aire, que me
harían hacerme una idea de lo que puede llegar a ser el clima sueco en estas
fechas y que seguramente no tiene nada que ver cuando el otoño está más
avanzado, por no hablar del invierno. Aunque a decir verdad tampoco es que
estuviese muy interesado en ello y sólo esperaba que fuese un día de transición
y mañana volviera el buen tiempo.
Lo primero que haría hoy sería llevar la maleta al coche,
para poco después buscar el tranvía, incluido en la Gotemburgo pass, al igual
que el resto del transporte, que me llevase al centro, pues hoy no era el día
más propicio para andar demasiado.
Sin querer me daría de bruces, para empezar, con el mercado
de productos suecos Stora Saluhallen,
con más de cuarenta puestos en su interior pero que en estos momentos se
encontraba cerrado a cal y canto. Es un buen lugar para degustar lo más
destacable de la gastronomía del país.
Stora Saluhallen |
Ayer me quedaría con ganas de entrar en el parque Trädgardsföreningen al haber leído que
es uno de los más bonitos de la ciudad, por lo que decidiría encaminarme hacia
él. Fundado a mediados del siglos XIX fue diseñado como un lugar de encuentro
en el corazón de la ciudad y como un lugar donde los horticultores podrían
perfeccionar sus habilidades para el cultivo de plantas. Hoy en día, su legado
vive a través de una serie de jardines y bosques meticulosamente cuidados con
preciosos estanques, fuentes, esculturas y rocas, con miles de especies de
plantas inusuales.
Trädgardsföreningen |
Trädgardsföreningen |
Trädgardsföreningen |
Pero su lugar más destacado se encuentra en el centro del
recinto y es conocido como Palmhuset
(invernadero de palmeras), en el que se encuentra representada la flora de
los cinco continentes con algunas de las especies más exóticas del parque bajo
sus techos arqueados. Está repleta de camelias en flor, bambúes gigantes,
orquídeas, nenúfares gigantes, además de, cómo no, grandes palmeras.
Trädgardsföreningen |
Trädgardsföreningen |
Trädgardsföreningen |
Saldría por la entrada contraria de por dónde había accedido
al parque y justo enfrente podría ver el Estadio
Nuevo de Gotemburgo, adornado con balones en las inmediaciones de las
puertas de acceso que le dan cierta originalidad al entorno frío y aburrido del
gigante de hormigón. Casi enfrentado a este, se puede ver también el Estadio Antiguo o Ullevi, el mayor
estadio de Suecia, que fue inaugurado en 1958 con motivo del Mundial de Fútbol
y desde entonces ha albergado multitud de eventos. Se caracteriza por la
elegante elipse en forma de ola que lo rodea.
Estadio Gamla Ullevi |
Seguiría caminando por la calle Skanegatan hasta el cruce
con Berzeliigatan, vía que me llevaría directo a la plaza principal de la
ciudad: Götaplatsen. Esta fue
inaugurada en 1923 para conmemorar el 300 aniversario de Gotemburgo. Se
encuentra flanqueada por importantes edificios como el Museo de Arte, el Teatro
de la Ciudad, la Biblioteca Municipal y la Sala de Conciertos, por lo que
claramente, como se puede comprobar, es el centro cultural de la urbe. Pero si
hay algo que destaca por encima de cualquier edificio es, sin lugar a dudas, la
emblemática estatua de Poseidón,
presidiendo el centro de la plaza, con una altura de siete metros, en la que el
Dios griego levanta con orgullo una concha marina y un gran pez hacia los
cielos.
Götaplatsen |
Estatua de Poseidón. Götaplatsen |
Parece que Poseidón sería benevolente conmigo al permitirme
fotografiar la plaza y su escultura, antes de mandar descargar una fuerte
tromba de agua sobre la ciudad que duraría como media hora y me haría
mantenerme resguardado en una parada de autobuses cercana que estaba cerrada
por lo cuatros costados. Mientras pasaba la tormenta aprovecharía para decidir
qué hacer cuando esta escampase.
Dado que la distancia era larga, pues tenía que atravesar
toda la avenida Kungsportsavenyen,
optaría por tomar un autobús que me llevara hasta Kungsportsplatsen, en la que se encuentra la oficina de turismo,
donde me volvería a animar a realizar una ruta en las famosas barcas paddan y es que ayer disfrutaría
mucho con dicha actividad.
La ruta que elegiría para hoy sería la de dos horas,
incluida en la Gotemburgo pass. Sin ella supone280 SEK. Y si sólo puedes hacer
una creo que es la más interesante, pues te permite llegar hasta lo que aquí se
conoce como el Amazonas de Gotemburgo: Sävean,
es decir la navegación hasta el río Gota, después de atravesar el Gran Canal
Portuario, donde te encuentras un área de frondosa y exuberante vegetación
conocida por su rica avifauna, en la que se pueden ver especies como el martín
pescador, además de patos, gansos y cisnes, junto con curiosas especies
vegetales de raíces aéreas que crecen por encima del nivel del suelo por la
peculiar área pantanosa en la que se encuentran. A todo ello hay que sumarle
las pequeñas casitas que se sitúan en las orillas de los canales, muchas de
ellas abandonadas, y otras utilizadas como pequeños retiros para pescar.
También hay viejos barcos oxidados y carcomidos por el paso del tiempo,
haciendo todo ello en su conjunto, que esta sea una zona de los más peculiar y
diferente, un mundo desconocido con un encanto especial.
En Paddan por Sävean |
En Paddan por Sävean |
En Paddan por Sävean |
En Paddan por Sävean |
Tendría suerte y es que aunque hacía fresco y cielo volvía a
estar a punto de caer sobre las cabezas de los que allí nos encontrábamos,
aguantaría todo el trayecto.
No pasarían más de diez minutos desde el desembarco, cuando
una nueva tormenta empezaría a descargar agua, por lo que no me lo pensé dos
veces y cogería el tranvía número siete para atravesar todo la avenida
Linnégatan y llegar hasta mi hostel, donde me refugiaría, al seguir teniendo
las claves de la puerta de acceso, hasta que dejó de llover.
No quería irme de Gotemburgo sin visitar el parque que se
encontraba justo delante del que había sido mi alojamiento, denominado Slottsskogen. Uno de los espacios
verdes más elegantes de la ciudad, cuyos caminos discurren entre estanques, prados,
flores, lagos y hasta un zoológico. En este último los animales están en
régimen de semilibertad y no hay que abonar nada, pues se encuentran en
recintos específicos dentro del propio parque.
Slottsskogen |
Slottsskogen |
Slottsskogen |
Entre los jardines también se pueden contemplar varias
casitas antiguas traídas del oeste de Suecia, que en verano realizan algunas
actividades, además de servir comidas y bebidas, aunque el horario es limitado.
Sólo me quedaba ya abandonar el gran parque por la salida
cercana a la calle donde había aparcado el coche ayer por la mañana, pues había
llegado el momento de abandonar Gotemburgo y dirigirme a mi nuevo alojamiento
que me iba a acoger durante casi una semana y que iba a utilizar como centro de
operaciones para conocer la costa oeste de Suecia o, más popularmente, conocida
como Bohuslän.
Había elegido la localidad de Uddevalla, que se encuentra a mitad de camino entre la zona más al
norte que iba a visitar y la más al sur, con la intención de hacer todos los
días un número similar de kilómetros y no pegarme, ningún día, una excesiva
paliza conduciendo. Además estaba justo al lado de la autovía, lo que me
permitía salir a esta sin tener que aguantar ningún atasco en el centro de la
ciudad, por lo que me pareció que la situación era ideal.
Desde Gotemburgo recorrería algo más de ochenta kilómetro en
aproximadamente una hora, llegando a las 19:00 al alojamiento. Este se llamaba Uddevalla Vandrarhem y había optado por
una habitación individual con baño compartido, pues no me pareció caro pagar
280 euros por seis días. Además tenía una cocina a mi disposición con una balda
de la nevera y un cesto para uso personal, donde podía meter todos los
productos que yo quisiera.
De esta manera cogería otra vez el coche y me desplazaría
hasta un inmenso centro comercial, situado a sólo cinco minutos, donde pude
comprar todo lo que quise y así abastecerme para las tres comidas de cada una
de las jornadas sucesivas. Además muy cerca se encontraba también una zona de
restaurantes en la que en cualquier momento podría darme un capricho si al
llegar por la noche era lo que más me apetecía.
El alojamiento en cuestión estaba muy limpio, la habitación
era de lo más agradable, con un escritorio y suficientes cajones y perchas para
colocar la ropa. Las zonas comunes también estaban muy bien. Los baños tenían
pinta de nuevos y la cocina estaba equipada con todo tipo de utensilios sin
faltar de nada.
Tendría suerte y es que por la época no coincidiría con
nadie, teniendo todo el edificio para mi uso personal la mayoría de días y los
pocos que coincidí con gente nunca llegué a encontrármela pues los horarios
estaban siempre encontrados y cuando yo llegaba los otros huéspedes ya estaban
durmiendo y cuando me levantaba ya se había marchado, por lo que al final si el
precio ya de por sí era económico, al disfrutar yo sólo toda la semana de las
instalaciones, lo compensaría con creces.
Tras deshacer la maleta y reorganizar todo, me pondría a
cenar, preparándome unos espaguetis, que me supieron a gloria, para inaugurar
la cocina. También probaría unas patatas con una salsa similar al ali oli que
me encantarían.
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