SUECIA - DIA 09. Gotemburgo: Centro histórico

31 de Agosto de 2019

Nada más levantarme me dirigiría a recepción a pagar, donde una vez más comprobaría que el dinero en efectivo en este país está en vías de extinción, obligándome a hacerlo con tarjeta. También me ofrecerían el desayuno del hostel, aceptándolo para así desayunar tranquilo y empezar con fuerza la jornada.

Gotemburgo es una metrópoli volcada hacia el mar y ha constituido durante siglos una de las puertas de Suecia al mundo exterior. En el pasado, el río  Göta Älv era la única salida del país hacia el oeste, como demuestran los restos de fortalezas que antaño la protegían. La ciudad sigue poseyendo el puerto más importante de la nación, enorgulleciéndose así de su pasado marítimo.

La segunda ciudad más grande de Suecia es, probablemente, la más abierta al exterior, siendo el visitante siempre bien recibido, no en vano la oferta de ocio y el ambiente que se respira en Gotemburgo le ha merecido el sobrenombre de Little London.

Cuatro asentamientos han precedido a la actual ciudad a orillas del río. Todos ellos desempeñaron un importante papel en un periodo marcado por continuos conflictos entre Dinamarca y Suecia. El primero fue construido por colonos  holandeses en la isla de Hisingen a comienzos del siglo XVII, no olvidando su origen, recordando por ello la red de canales a los de Ámsterdam.

Es cierto que al haber sido una ciudad eminentemente industrial, no puede competir con otras urbes suecas, pero posee un centro histórico revitalizado con agradables espacios verdes, bonitas plazas y edificios, los misteriosos canales y hasta un parque de atracciones, constituyendo un buen punto de partida para realizar excursiones a la cercana costa oeste con bonitos pueblos pesqueros.

Me volvía a encontrar con un día excepcional, de esos que insuflan positivismo por todo tu cuerpo y mente, así que no dudaría en empezar a caminar desde el minuto uno aunque el centro me pillara algo alejado.

Tomaría la calle Linnégatan, una de las calles más importantes de la ciudad en la que se concentran buen número de restaurantes, terrazas, cafeterías y pubs, más allá del propio centro. Ahora todo estaba desierto pero tendría oportunidad de verla en su máximo apogeo al regresar por la tarde.

Llegaría hasta la plaza Järntorget donde me llamaría la atención la hermosa fuente “Las partes del mundo” que adorna el centro, la cual representa los continentes utilizando el exotismo de cinco damas, respondiendo así al imaginario europeo de la época en relación con los prototipos de mujer. Así África estaría personalizada por una preciosa esclava en vez por un guerrero masai, o América sería encarnada por una nativa en vez de por un indio sioux y así sucesivamente.

Plaza Järntorget

Continuaría por la avenida Södra Allegatan, encontrándome a mi derecha la iglesia Hagakirkan, ubicada en el acogedor barrio de Haga que dejaría para más adelante. En su interior se celebran conciertos y otros eventos.

Iglesia Hagakirkan

Sin darme cuenta había llegado hasta Kungsportsavenyen, otra de las arterias más importantes de la urbe, atravesándola por completo. Comienza casi en la cima de una colina y casi termina en el puerto, encontrándote a cada paso edificios históricos y cívicos, además de instituciones artísticas como el Gran Teatro o Stora Teatern. Es curioso ver cómo va cambiando según vas avanzando por ella y va dejando paso a un hermoso bulevar con vías verdes para bicicletas, raíles para tranvías y parques como el hermoso Bältespännarparken.

Bältespännarparken

Gran Teatro o Stora Teatern

Dejaría para mañana la zona más famosa de la gran avenida, donde se encuentra la mítica estatua de Poseidón y, por el momento, seguiría caminando en sentido contrario hasta atravesar el puente Kungsportsbron desde donde observaría mi primer canal en la ciudad.

Puente Kungsportsbron

Canal desde Puente Kungsportsbron

Metros después encontraría una oficina de turismo, donde accedería para recoger la Gotemburgo pass, la cual compraría hace unas semanas por su página oficial, https://www.gothenburgpass.com , y ahora sólo tenía que canjear el bono que me habían mandado por la original. Optaría por comprar la de dos días por un precio de 557 SEK.

Y qué mejor que estrenarla con una de las atracciones estrecha de Gotemburgo: un paseo en las famosas barcas conocidas como Paddan que tienen la característica de ser completamente planas para evitar chocar con el fondo. Sin el pase serían 190 SEK.

Me pareció una buena idea, antes de continuar caminando, para así obtener una primera impresión del centro de la ciudad y de sus principales puntos de interés desde el agua, navegando a través de fosos, canales y puertos. Además pasas por debajo de más de quince puentes, teniendo que agachar la cabeza en varios de ellos lo que le da a la excursión cierto carácter curioso y divertido. El recorrido dura cincuenta minutos. Es una excursión que recomiendo pues es muy agradable y más si hace buen tiempo como era el caso.

En Paddan por los Canales de Gotemburgo

En Paddan por los Canales de Gotemburgo

Läppstiftet y Barken Viking desde Paddan

En Paddan por los Canales de Gotemburgo

Al desembarcar mis pasos me llevarían a la cercana Gustav Adolfs Torg, una hermosa plaza presidida por la estatua del monarca que le da nombre y que pronunciaría las históricas palabras “La ciudad se levantará aquí” y que es como aparece retratada al apuntar con el dedo este lugar. El aniversario de la muerte del rey en la batalla de Lützen el 6 de noviembre de 1632 se conmemora en la plaza todos los años.

Gustav Adolfs Torg

Gustav Adolfs Torg

Flanqueándola se hallan los edificios del Ayuntamiento (Radhuset) y las oficinas del Gobierno municipal (Stadshuset y Börsen). Además se consiguen bonitas vistas del canal Stora Hamn.

Tan sólo unos cuantos edificios más allá se encuentra el Stadsmuseet o museo de la ciudad, incluido en la Gotemburgo pass, por lo que aprovecharía para entrar a dar una vuelta por él. Sin el pase son 60 SEK. El museo explica la historia de la ciudad desde su fundación. Es interesante la sala dedicada a la cultura vikinga y en especial a la transformación de su arte, desde el paganismo al cristianismo, y en la que hay restos de un barco vikingo. También se exponen mapas, ropas, juguetes y otros utensilios de diferentes épocas. Me gustó también la sección dedicada a la evolución de Gotemburgo a lo largo de los siglos.

Stadsmuseet

A la salida  y tras detenerme unos instantes en la Iglesia Alemana (Tyska Kyrka) con el típico interior desnudo de las iglesias protestantes, me dirigiría a la agradable calle peatonal Korsgatan que me conduciría hasta la catedral o Domkyrkan. El edificio se levanta sobre las ruinas de sus dos predecesoras, ambas devastadas por sendos incendios. Frente a esta se encuentra uno de los aguaderos que se conservan en la ciudad. La entrada es gratuita sin necesidad de pase alguno.

Iglesia Alemana

Catedral o Domkyrkan

Retrocediendo sobre mis pasos llegaría hasta el Kronhuset, un enorme edificio de ladrillo de estilo holandés del siglo XVII, que ostenta el título de la construcción civil más antigua de la ciudad. Esta zona de Gotemburgo fue en sus orígenes un área de almacenaje para la artillería. La planta baja se reformó para albergar el salón de plenos del Parlamento en 1660.

Kronhuset

La plaza en la que se encuentra el edificio anterior está rodeada por otros edificios, valga la redundancia, que hacían las veces de cobertizos. Hoy es un agradable entorno donde los artesanos  muestran sus cerámicas, piezas de cristal, relojes y dulces caseros, habiendo incluso una cafetería, en una antigua tienda, con su respectiva terraza, que aprovecharía para sentarme y comer allí. Pediría un sándwich  y una buena cerveza, además de unas bolitas de chocolate que estaban espectaculares.

Comiendo en Kronhuset

Tras el merecido descanso me desplazaría a la zona portuaria Lilla Bommen, comenzando mi visita por el edificio de oficinas conocido popularmente como Läppstiftet (lápiz de labios), debido a su forma. Con sus casi 90 metros de altura y 22 pisos es considerado uno de los edificios más altos de la ciudad y del país. Mi intención era subir al mirador situado en su parte más alta para disfrutar de las vistas del puerto y de otras zonas de la urbe, pero me lo encontraría cerrado, probablemente por ser fin de semana.

Läppstiftet o Lápiz de Labios

Muy cerca se encuentran otros dos puntos ineludibles que verás aunque no quieras, pues te impactan sobremanera. Por un lado el Barken Viking, una de las embarcaciones de cuatro mástiles que mejor se conserva de la gran era de los veleros, la cual se encuentra amarrada de forma permanente en el puerto de Gotemburgo. El espectacular barco navegó por la Ruta del Trigo hasta Australia y transportó cargamentos de güano desde Chile. Consiguió un record de velocidad y fue buque escuela para marineros y cocineros. En la actualidad hace las veces de hotel y en verano su cubierta se transforma en café, bar y restaurante.

Barken Viking

Barken Viking

Por otro lado destaca el impresionante teatro de la Ópera, cuya estructura se refleja en las aguas del río Göta y está inspirado en el mismo puerto y su entorno. Pero lo mejor no es el edificio en sí mismo, sino el área que lo rodea llamada Packhuskajen, con cientos de embarcaciones amarradas, un casino, restaurantes, bares, museos, donde bien merece la pena recrearse.

Teatro de la Ópera

Zona de Packhuskajen

Otro de los lugares que tampoco quería perderme era el Museo Maritiman, incluido también en la Gotemburgo pass y que sin ella supone 140 SEK. El museo posee quince embarcaciones ancladas, que según parece forman parte del mayor museo de barcos flotantes del mundo.

Entre las naves se encuentra el destructor Smaland, sin duda el más espectacular de los que se pueden visitar, siendo el primer navío en portar misiles del mundo, además de ser el destructor de mayor tamaño de toda Escandinavia.

Museo Maritiman

Resulta apasionante moverte por las entrañas de este barco de guerra, pudiendo recorrer hasta su último rincón, desde la sala de máquinas hasta donde se guardaban los misiles, pasando por los salones de los oficiales, lo camarotes y la sala de transmisiones, entre otras muchas. Cualquier compartimento es accesible, encontrándose todo tal cual era antes de que el buque sueco se retirase de la acción en 1979. Es una visita que además te sirve para darte cuenta de lo complicado que resulta poder moverse en una nave de estas características, con escotillas, escaleras y puertas de lo más estrechas y angostas, a lo que habría que sumarle la tensión propia de estar en combate y el tiempo inestable. No pude evitar que varios escalofríos recorrieran mi cuerpo.

Destructor Smaland. Museo Maritiman

Destructor Smaland. Museo Maritiman

Destructor Smaland. Museo Maritiman

Destructor Smaland. Museo Maritiman

Otra visita apasionante sería la del submarino Nordkaparen, donde puedes utilizar un periscopio para vivir en persona el funcionamiento del mismo.

También serían interesantes otras embarcaciones como la patrulla Hugin o el buque Fladen, entre otras muchas.

Museo Maritiman

Museo Maritiman

Después de dos horas sintiéndome un marinero, no tardaría más de diez minutos en llegar hasta una cafetería conocida como Brogyllen Konditori, donde quería darme un capricho, pero me pareció exageradamente cara y desistí de ello. A cambio la sustituiría por un bonito y cuidado callejón en las cercanías, de nombre Victoriapassagen, donde sí me sentaría a disfrutar de un coca cola bien fría.

Victoriapassagen

Mis cansados pies seguirían por la avenida Magasinsgatan hasta llegar a la perpendicualr Norra Allégatan y encontrar pocos minutos después el Mercado del Pescado (Feskekörka), situado a los pies de uno de los canales. Probablemente sea este el lugar donde se venden los mejores pescados y mariscos de toda Suecia. El edificio está inspirado en la arquitectura gótica de las iglesias. La captura diaria que se hace en el mar del Norte llega aquí directamente, por lo que además de puestos de pescado, el mercado cuenta con varios restaurantes donde poder degustar excelentes platos de pescado.

Mercado del Pescado o Feskekörka

Muelle de Feskekörka

Estaba ya muy cerca de otra de las zonas cuya visita es imprescindible en Gotemburgo: el barrio de Haga, el más antiguo y bohemio de la ciudad que data del siglo XVIII, pero, sin embargo es el que más de moda está en la actualidad. Aunque no siempre fue así.

A mediados del siglo XIX era un barrio de clase trabajadora donde la mayoría de las casas estaban construidas de madera, lo que desencadenó más de un incendio con consecuencias desastrosas. Esto llevó a que se tomara como solución construir en piedra la primera planta, evitando así las antiguas desgracias y por tanto consiguiendo consolidar el barrio.

Pero en la década de 1920 sufrió una importante degradación considerándose una zona peligrosa de la ciudad y de no muy buena reputación, lo que llevó a las autoridades a pensar en demolerlo, de lo que le salvaría la presión de los vecinos.

Afortunadamente, muchas de sus casas fueron restauradas, adquiriendo la zona un nuevo esplendor con calles adoquinadas, tiendas de artesanía y detallistas vitrinas.

Barrio de Haga

Barrio de Haga

Barrio de Haga

Antes de detenerme a tomar algo en sus animadas terrazas, optaría por subir a la colina cercana cuyo camino parte de una de las calles en línea recta del propio barrio de Haga. Mi intención era llegar hasta el lugar desde donde se contempla la mejor vista de Gotemburgo y donde se alza imponente la torre defensiva de Skansen Kronan, en la que destaca la corona dorada que remata el edificio. Se erigió en 1687 para proteger la ciudad de los ataques procedentes del sur, aunque posteriormente se utilizó como refugio para mendigos y como prisión.

Skansen Kronan

Cañones de Skansen Kronan

Gotemburgo desde Skansen Kronan

Me sorprendería la fiesta que tenían montada, en el parque que rodea la torre, un gran grupo de suecos vestidos con sus mejores galas, con todo tipo de bebidas y aperitivos y, por supuesto, música de lo más animada. Una nueva prueba de que en cuanto hace buen tiempo la gente de los países nórdicos lo aprovecha al máximo.

Ahora sí que no dudaría en volver a bajar hasta el barrio de Haga y sentarme en una de las terrazas de la calle principal, por cierto bastante tranquila para las horas que eran.

No tardó mucho en hacerse de noche, por lo que tomé la cercana avenida Linnégatan y fui disfrutando, ahora sí, del ambiente espectacular que había a cada paso. Las terrazas y los restaurantes estaban a rebosar de gente, hacía una temperatura ambiente de unos 25 grados y la propia calle era un hervidero de personas que iban y venían sin descanso. La verdad que disfruté mucho de este paseo.

Eran las 21:30 cuando entraba por la puerta del hostel, por lo que sólo tendría ya tiempo para dejar todo el equipaje preparado para mañana e irme a descansar, que el día había sido intenso.

No hay comentarios :

Publicar un comentario