Nada más levantarme me dirigiría a recepción a pagar, donde
una vez más comprobaría que el dinero en efectivo en este país está en vías de
extinción, obligándome a hacerlo con tarjeta. También me ofrecerían el desayuno
del hostel, aceptándolo para así desayunar tranquilo y empezar con fuerza la
jornada.
Gotemburgo es una
metrópoli volcada hacia el mar y ha constituido durante siglos una de las
puertas de Suecia al mundo exterior. En el pasado, el río Göta Älv era la única salida del país hacia
el oeste, como demuestran los restos de fortalezas que antaño la protegían. La
ciudad sigue poseyendo el puerto más importante de la nación, enorgulleciéndose
así de su pasado marítimo.
La segunda ciudad más grande de Suecia es, probablemente, la
más abierta al exterior, siendo el visitante siempre bien recibido, no en vano
la oferta de ocio y el ambiente que se respira en Gotemburgo le ha merecido el
sobrenombre de Little London.
Cuatro asentamientos han precedido a la actual ciudad a
orillas del río. Todos ellos desempeñaron un importante papel en un periodo
marcado por continuos conflictos entre Dinamarca y Suecia. El primero fue
construido por colonos holandeses en la
isla de Hisingen a comienzos del siglo XVII, no olvidando su origen, recordando
por ello la red de canales a los de Ámsterdam.
Es cierto que al haber sido una ciudad eminentemente
industrial, no puede competir con otras urbes suecas, pero posee un centro
histórico revitalizado con agradables espacios verdes, bonitas plazas y
edificios, los misteriosos canales y hasta un parque de atracciones,
constituyendo un buen punto de partida para realizar excursiones a la cercana
costa oeste con bonitos pueblos pesqueros.
Me volvía a encontrar con un día excepcional, de esos que
insuflan positivismo por todo tu cuerpo y mente, así que no dudaría en empezar
a caminar desde el minuto uno aunque el centro me pillara algo alejado.
Tomaría la calle
Linnégatan, una de las calles más importantes de la ciudad en la que se
concentran buen número de restaurantes, terrazas, cafeterías y pubs, más allá
del propio centro. Ahora todo estaba desierto pero tendría oportunidad de verla
en su máximo apogeo al regresar por la tarde.
Llegaría hasta la plaza
Järntorget donde me llamaría la atención la hermosa fuente “Las partes del
mundo” que adorna el centro, la cual representa los continentes utilizando el
exotismo de cinco damas, respondiendo así al imaginario europeo de la época en
relación con los prototipos de mujer. Así África estaría personalizada por una
preciosa esclava en vez por un guerrero masai, o América sería encarnada por
una nativa en vez de por un indio sioux y así sucesivamente.
Plaza Järntorget |
Continuaría por la avenida
Södra Allegatan, encontrándome a mi derecha la iglesia Hagakirkan, ubicada en el acogedor barrio de Haga que
dejaría para más adelante. En su interior se celebran conciertos y otros
eventos.
Iglesia Hagakirkan |
Sin darme cuenta había llegado hasta Kungsportsavenyen, otra de las arterias más importantes de la urbe,
atravesándola por completo. Comienza casi en la cima de una colina y casi
termina en el puerto, encontrándote a cada paso edificios históricos y cívicos,
además de instituciones artísticas como el Gran
Teatro o Stora Teatern. Es curioso ver cómo va cambiando según vas avanzando
por ella y va dejando paso a un hermoso bulevar con vías verdes para bicicletas,
raíles para tranvías y parques como el hermoso Bältespännarparken.
Bältespännarparken |
Gran Teatro o Stora Teatern |
Dejaría para mañana la zona más famosa de la gran avenida,
donde se encuentra la mítica estatua de Poseidón y, por el momento, seguiría
caminando en sentido contrario hasta atravesar el puente Kungsportsbron desde donde observaría mi primer canal en la
ciudad.
Puente Kungsportsbron |
Canal desde Puente Kungsportsbron |
Metros después encontraría una oficina de turismo, donde
accedería para recoger la Gotemburgo pass, la cual compraría hace unas semanas
por su página oficial, https://www.gothenburgpass.com
, y ahora sólo tenía que canjear el bono que me habían mandado por la original.
Optaría por comprar la de dos días por un precio de 557 SEK.
Y qué mejor que estrenarla con una de las atracciones
estrecha de Gotemburgo: un paseo en las famosas barcas conocidas como Paddan que tienen la característica de
ser completamente planas para evitar chocar con el fondo. Sin el pase serían
190 SEK.
Me pareció una buena idea, antes de continuar caminando,
para así obtener una primera impresión del centro de la ciudad y de sus
principales puntos de interés desde el agua, navegando a través de fosos,
canales y puertos. Además pasas por debajo de más de quince puentes, teniendo
que agachar la cabeza en varios de ellos lo que le da a la excursión cierto
carácter curioso y divertido. El recorrido dura cincuenta minutos. Es una
excursión que recomiendo pues es muy agradable y más si hace buen tiempo como
era el caso.
En Paddan por los Canales de Gotemburgo |
En Paddan por los Canales de Gotemburgo |
Läppstiftet y Barken Viking desde Paddan |
En Paddan por los Canales de Gotemburgo |
Al desembarcar mis pasos me llevarían a la cercana Gustav Adolfs Torg, una hermosa plaza
presidida por la estatua del monarca que le da nombre y que pronunciaría las
históricas palabras “La ciudad se levantará aquí” y que es como aparece
retratada al apuntar con el dedo este lugar. El aniversario de la muerte del
rey en la batalla de Lützen el 6 de noviembre de 1632 se conmemora en la plaza
todos los años.
Gustav Adolfs Torg |
Gustav Adolfs Torg |
Flanqueándola se hallan los edificios del Ayuntamiento (Radhuset) y las oficinas del Gobierno municipal (Stadshuset
y Börsen). Además se consiguen bonitas vistas del canal Stora Hamn.
Tan sólo unos cuantos edificios más allá se encuentra el Stadsmuseet o museo de la ciudad,
incluido en la Gotemburgo pass, por lo que aprovecharía para entrar a dar una
vuelta por él. Sin el pase son 60 SEK. El museo explica la historia de la
ciudad desde su fundación. Es interesante la sala dedicada a la cultura vikinga
y en especial a la transformación de su arte, desde el paganismo al
cristianismo, y en la que hay restos de un barco vikingo. También se exponen
mapas, ropas, juguetes y otros utensilios de diferentes épocas. Me gustó
también la sección dedicada a la evolución de Gotemburgo a lo largo de los
siglos.
Stadsmuseet |
A la salida y tras
detenerme unos instantes en la Iglesia
Alemana (Tyska Kyrka) con el típico interior desnudo de las iglesias protestantes,
me dirigiría a la agradable calle peatonal Korsgatan
que me conduciría hasta la catedral o
Domkyrkan. El edificio se levanta sobre las ruinas de sus dos predecesoras,
ambas devastadas por sendos incendios. Frente a esta se encuentra uno de los
aguaderos que se conservan en la ciudad. La entrada es gratuita sin necesidad
de pase alguno.
Iglesia Alemana |
Catedral o Domkyrkan |
Retrocediendo sobre mis pasos llegaría hasta el Kronhuset, un enorme edificio de
ladrillo de estilo holandés del siglo XVII, que ostenta el título de la construcción
civil más antigua de la ciudad. Esta zona de Gotemburgo fue en sus orígenes un
área de almacenaje para la artillería. La planta baja se reformó para albergar el salón de plenos del Parlamento
en 1660.
Kronhuset |
La plaza en la que se encuentra el edificio anterior está
rodeada por otros edificios, valga la redundancia, que hacían las veces de
cobertizos. Hoy es un agradable entorno donde los artesanos muestran sus cerámicas, piezas de cristal,
relojes y dulces caseros, habiendo incluso una cafetería, en una antigua
tienda, con su respectiva terraza, que aprovecharía para sentarme y comer allí.
Pediría un sándwich y una buena cerveza,
además de unas bolitas de chocolate que estaban espectaculares.
Comiendo en Kronhuset |
Tras el merecido descanso me desplazaría a la zona portuaria Lilla Bommen, comenzando
mi visita por el edificio de oficinas conocido popularmente como Läppstiftet (lápiz de labios), debido a
su forma. Con sus casi 90 metros de altura y 22 pisos es considerado uno de los
edificios más altos de la ciudad y del país. Mi intención era subir al mirador
situado en su parte más alta para disfrutar de las vistas del puerto y de otras
zonas de la urbe, pero me lo encontraría cerrado, probablemente por ser fin de
semana.
Läppstiftet o Lápiz de Labios |
Muy cerca se encuentran otros dos puntos ineludibles que verás
aunque no quieras, pues te impactan sobremanera. Por un lado el Barken Viking, una de las embarcaciones
de cuatro mástiles que mejor se conserva de la gran era de los veleros, la cual
se encuentra amarrada de forma permanente en el puerto de Gotemburgo. El
espectacular barco navegó por la Ruta del Trigo hasta Australia y transportó
cargamentos de güano desde Chile. Consiguió un record de velocidad y fue buque
escuela para marineros y cocineros. En la actualidad hace las veces de hotel y
en verano su cubierta se transforma en café, bar y restaurante.
Barken Viking |
Barken Viking |
Por otro lado destaca el impresionante teatro de la Ópera, cuya estructura se refleja en las aguas del río
Göta y está inspirado en el mismo puerto y su entorno. Pero lo mejor no es el
edificio en sí mismo, sino el área que lo rodea llamada Packhuskajen, con cientos de embarcaciones amarradas, un casino,
restaurantes, bares, museos, donde bien merece la pena recrearse.
Teatro de la Ópera |
Zona de Packhuskajen |
Otro de los lugares que tampoco quería perderme era el Museo Maritiman, incluido también en la
Gotemburgo pass y que sin ella supone 140 SEK. El museo posee quince
embarcaciones ancladas, que según parece forman parte del mayor museo de barcos
flotantes del mundo.
Entre las naves se encuentra el destructor Smaland, sin duda
el más espectacular de los que se pueden visitar, siendo el primer navío en
portar misiles del mundo, además de ser el destructor de mayor tamaño de toda
Escandinavia.
Museo Maritiman |
Resulta apasionante moverte por las entrañas de este barco
de guerra, pudiendo recorrer hasta su último rincón, desde la sala de máquinas
hasta donde se guardaban los misiles, pasando por los salones de los oficiales,
lo camarotes y la sala de transmisiones, entre otras muchas. Cualquier
compartimento es accesible, encontrándose todo tal cual era antes de que el buque
sueco se retirase de la acción en 1979. Es una visita que además te sirve para
darte cuenta de lo complicado que resulta poder moverse en una nave de estas
características, con escotillas, escaleras y puertas de lo más estrechas y
angostas, a lo que habría que sumarle la tensión propia de estar en combate y
el tiempo inestable. No pude evitar que varios escalofríos recorrieran mi
cuerpo.
Destructor Smaland. Museo Maritiman |
Destructor Smaland. Museo Maritiman |
Destructor Smaland. Museo Maritiman |
Destructor Smaland. Museo Maritiman |
Otra visita apasionante sería la del submarino Nordkaparen,
donde puedes utilizar un periscopio para vivir en persona el funcionamiento del
mismo.
También serían interesantes otras embarcaciones como la
patrulla Hugin o el buque Fladen, entre otras muchas.
Museo Maritiman |
Museo Maritiman |
Después de dos horas sintiéndome un marinero, no tardaría
más de diez minutos en llegar hasta una cafetería conocida como Brogyllen Konditori, donde quería darme
un capricho, pero me pareció exageradamente cara y desistí de ello. A cambio la
sustituiría por un bonito y cuidado callejón en las cercanías, de nombre Victoriapassagen, donde sí me sentaría
a disfrutar de un coca cola bien fría.
Victoriapassagen |
Mis cansados pies seguirían por la avenida Magasinsgatan
hasta llegar a la perpendicualr Norra Allégatan y encontrar pocos minutos
después el Mercado del Pescado (Feskekörka),
situado a los pies de uno de los canales. Probablemente sea este el lugar donde
se venden los mejores pescados y mariscos de toda Suecia. El edificio está
inspirado en la arquitectura gótica de las iglesias. La captura diaria que se
hace en el mar del Norte llega aquí directamente, por lo que además de puestos
de pescado, el mercado cuenta con varios restaurantes donde poder degustar
excelentes platos de pescado.
Mercado del Pescado o Feskekörka |
Muelle de Feskekörka |
Estaba ya muy cerca de otra de las zonas cuya visita es
imprescindible en Gotemburgo: el barrio
de Haga, el más antiguo y bohemio de la ciudad que data del siglo XVIII,
pero, sin embargo es el que más de moda está en la actualidad. Aunque no
siempre fue así.
A mediados del siglo XIX era un barrio de clase trabajadora
donde la mayoría de las casas estaban construidas de madera, lo que desencadenó
más de un incendio con consecuencias desastrosas. Esto llevó a que se tomara
como solución construir en piedra la primera planta, evitando así las antiguas
desgracias y por tanto consiguiendo consolidar el barrio.
Pero en la década de 1920 sufrió una importante degradación
considerándose una zona peligrosa de la ciudad y de no muy buena reputación, lo
que llevó a las autoridades a pensar en demolerlo, de lo que le salvaría la
presión de los vecinos.
Afortunadamente, muchas de sus casas fueron restauradas,
adquiriendo la zona un nuevo esplendor con calles adoquinadas, tiendas de
artesanía y detallistas vitrinas.
Barrio de Haga |
Barrio de Haga |
Barrio de Haga |
Antes de detenerme a tomar algo en sus animadas terrazas,
optaría por subir a la colina cercana cuyo camino parte de una de las calles en
línea recta del propio barrio de Haga. Mi intención era llegar hasta el lugar
desde donde se contempla la mejor vista de Gotemburgo y donde se alza imponente
la torre defensiva de Skansen Kronan,
en la que destaca la corona dorada que remata el edificio. Se erigió en 1687
para proteger la ciudad de los ataques procedentes del sur, aunque
posteriormente se utilizó como refugio para mendigos y como prisión.
Skansen Kronan |
Cañones de Skansen Kronan |
Gotemburgo desde Skansen Kronan |
Me sorprendería la fiesta que tenían montada, en el parque
que rodea la torre, un gran grupo de suecos vestidos con sus mejores galas, con
todo tipo de bebidas y aperitivos y, por supuesto, música de lo más animada.
Una nueva prueba de que en cuanto hace buen tiempo la gente de los países
nórdicos lo aprovecha al máximo.
Ahora sí que no dudaría en volver a bajar hasta el barrio de
Haga y sentarme en una de las terrazas de la calle principal, por cierto
bastante tranquila para las horas que eran.
No tardó mucho en hacerse de noche, por lo que tomé la
cercana avenida Linnégatan y fui
disfrutando, ahora sí, del ambiente espectacular que había a cada paso. Las
terrazas y los restaurantes estaban a rebosar de gente, hacía una temperatura
ambiente de unos 25 grados y la propia calle era un hervidero de personas que
iban y venían sin descanso. La verdad que disfruté mucho de este paseo.
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