Cuando preparaba este viaje
mi intención principal era recorrer la distancia entre Estocolmo y Gotemburgo,
visitando además de las principales ciudades suecas, algún que otro pueblo
interior, como ya se ha visto, y hacer una pequeña incursión por la costa oeste
del país que me permitiera llevarme una idea de la misma y poco más, pero al
empezar a investigar sobre la misma y tratar de decantarme por cuáles eran los
pueblecitos más apropiados o hermosos para conocer, me daría cuenta que la
costa de la región de Bohuslän, que
así se llama, no tenía desperdicio; que era un sinfín de rincones naturales a
cada cual más bello; que estaba repleta de cientos de casitas de madera
pintadas de colores; que gigantescas rocas moldeadas por la fuerza del mar eran
las protagonistas en cada bahía, cada puerto o cada villa; que era el refugio
de multitud de aves; que había sido fuente de inspiración de escritoras como
Camila Läckberg o cuna de actrices de la talla de Ingrid Bergman; que poseía
misteriosos lugares con monumentos megalíticos con una magia y energía que en
nada tenían que envidiar al mítico Stonehenge; que en definitiva que me
encontraba ante uno de los tesoros del país, ante una zona que ofrecía
ilimitadas posibilidades para disfrutar, dándome cuenta que si decidía pasar
sólo uno o dos días, me acabaría arrepintiendo, por lo que digamos que la costa
de Bohuslän sería la culpable de no desplazarme más al norte o al sur de Suecia,
pudiendo garantizar que no sólo no me arrepiento de esa decisión sino que
encima todavía me quedé, después de cinco días por la misma, con ganas de más,
pues su exuberante y espectacular litoral es sencillamente único y maravilloso.
La jornada comenzaba
desayunando relajadamente en la cocina del alojamiento que me acogía, gracias a
la gran compra que había hecho ayer, lo que se iba a convertir en la manera
idónea de ponerme en marcha durante los próximos días.
La climatología para hoy era
excelente por lo que tenía claro que lo iba a aprovechar para llevar a cabo un
plan que incluía navegación, senderismo y la distancia más larga a recorrer en
coche de los días que iba a pasar por esta zona.
El pueblo elegido para poner
en práctica todos esos planes era Strömstad,
muy cercano a la frontera noruega, del que me separaban casi cien kilómetros,
aunque la gran mayoría de los mismos serían por una autovía en perfecto estado
donde por momentos me planteaba si me encontraba sólo en el mundo, pues podían
pasar diez kilómetros sin encontrarme con un solo vehículo.
Cuando pasó a manos suecas
en 1658, Strömstad no era más que un pueblo de pescadores, pero para 1676 se
había transformado en una importante urbe que competía con las ciudades
noruegas de Halden y Fredrikstad. A mediados del siglo XIX se pusieron de moda
los baños de mar y desde entonces es uno de los principales destinos
vacacionales de Suecia.
Eran las 10:00 cuando hacía
acto de presencia por la avenida principal de la población, encontrándome que
al ser septiembre estaba permitido aparcar de forma gratuita en varios sitios
cercanos a la estación de tren, por lo que no dudé en dejar mi coche en uno de
ellos y continuar mi estancia en Strömstad caminando.
Mis primeros pasos serían
por el puerto, donde había un buen
número de embarcaciones de recreo amarradas a los muelles y es que una de las
características de la población sueca es que les encanta navegar y es raro
quien no tenga un amarre en la costa.
Strömstad |
Strömstad |
Flanqueando toda esta zona
se encuentran unas cuantas tiendas y bares, la mitad ahora cerrados, que
enlazan con el mismo centro de la población presido por la iglesia. Estaría recreándome un tiempo prudencial por esta área,
pero tenía especial interés en poder divisar Strömstad desde las alturas para
así hacerme una idea del enclave donde está situado, por lo que me dirigí hacia
la estación, punto desde el que, tras subir algunas calles en cuesta, se
consigue llegar a un mirador conocido como Korpeberget,
desde el que se obtiene una inmejorable vista del puerto, la ciudad y las
cercanas islas Koster. Sólo está a diez minutos de paseo por lo que no hay
excusas para no llegar hasta él.
Strömstad desde Mirador Korpeberget |
Strömstad desde Mirador Korpeberget |
Strömstad desde Mirador Korpeberget |
Es aquí donde tendría el
primer contacto con las características rocas que componen y decoran la costa
oeste sueca, de todo tipo de tamaños y formas, que se convierten en habituales
miradores para observar tanto poblaciones desde lo alto como el entorno que las
rodea. Eso sí no todo iba a ser idílico, pues también pude ser testigo de cómo
algunas inmensas arañas, campaban a sus anchas por las mismas.
Tras deleitarme con estas
primeras imágenes volvería al centro de la población, más exactamente a la
oficina de turismo, que en esta época abría a las 11:00. En ella una simpática
señora me informaría sobre todo lo referente a las islas Koster, mi siguiente objetivo en la jornada que nos ocupa.
Como acceder a ellas, rutas de senderismo, como conectar la isla norte con la
isla sur en el barco respectivo, etc. Da gusto con estos suecos pues son la
eficiencia personificada.
Pero antes de meternos en
faena, ¿qué puedo decir de estas islas? Pues que son famosas por su belleza y
su flora, siendo declaradas reserva natural y la razón por la que quería
conocerlas. Las islas Koster se encuentran situadas a diez kilómetros de
Strömstad, comprendiendo un archipiélago que rodea las dos más grandes, la
norte y la sur.
El paisaje está dominado por
un lecho rocoso liso consecuencia de la actividad volcánica y el desgaste
posterior debido a la Edad de Hielo. El litoral rocoso se rompe a su vez por
muchas playas de arena a cada cual más hermosas que la anterior.
Ambas islas cuentan con
comunidades que tienen una población permanente de alrededor de 300 miembros,
poseyendo escuela, polideportivo, tiendas, iglesia y hasta galería de arte.
Para acceder a ellas no
queda otra que ir en barco, como es evidente, por lo que hay que sacar el
ticket correspondiente, el cual se consigue en unas máquinas que están justo al
lado de la oficina de turismo y donde también se encuentra el muelle desde
donde parte el barco hacia las islas. La ida y la vuelta suponen 130 SEK. Las
máquinas sólo admiten tarjetas, como casi todo aquí.
A las 12:00 partía el barco,
para mi gusto algo tarde, aunque me imagino que en pleno verano saldrá antes
pero tampoco lo sé con seguridad, lo mejor preguntar en la oficina de turismo.
A los pocos minutos de salir del puerto el paisaje se componía de pequeñas
islitas desparramadas por el mar, con rocas de diferentes formas y tamaños que
te permitían hacer volar la imaginación. Era algo así como una “Ciudad
Encantada” (Cuenca) pero en altamar. La luz, como siempre en estas latitudes,
hipnotizadora, transmisora de una paz y una sensación de calma y quietud única.
Dejando Strömstad hacia las Islas Koster |
Dejando Strömstad hacia las Islas Koster |
Navegando hacia las Islas Koster |
Navegando hacia las Islas Koster |
El trayecto dura entre
cuarenta minutos y una hora dependiendo de la parada que elijas para
desembarcar ya que existen varias. Las primeras serían en la isla Sur (Sydkoster), exactamente en Kilesand y Ekenas, para poco después dirigirse hacia la isla norte (NordKoster) y allí parar en otra parada de nombre Vastra Bryggan, que sería donde bajaría
la mayoría de gente, incluido yo. Posteriormente existe una última, en el norte
de la isla sur, conocida como Lángagärde.
Navegando hacia las Islas Koster |
Isla Sur (Sydkoster) |
Isla Norte (Nordkoster) |
Isla Norte (Nordkoster) |
Eran las 13:00 cuando me
encontraba ya en tierra firme, en la recién mencionada Vastra Bryggan. Sin
tiempo que perder pondría en marcha las recomendaciones que me darían en la
oficina de turismo. Estas no eran otras que seguir las balizas de color naranja que te permiten realizar una ruta de
senderismo circular de 5,5 kilómetros,
que te lleva hasta algunas de los lugares más hermosos de la isla norte. Al ser
circular da igual empezar en un sentido o en otro, yo me dirigiría hacia el
lado izquierdo.
Aunque al principio el
camino puede llevar a confusión, una vez que encuentras los primeros postes ya
no tiene pérdida. Es una ruta muy bonita pues vas pasando por ecosistemas
diferentes y entornos que en nada tienen que ver unos con otros. Pero, sin
duda, que lo más espectacular es la zona costera, con unas panorámicas
tremendas del área norte de la isla, con pequeñas playas vírgenes y nuevas
moles rocosas a cada cual más espectacular que la siguiente. Sería este el
lugar que elegiría para comer unos sándwiches antes de completar el resto del
camino, llegando al puerto diez minutos antes de las 15:00, hora en la que
salía el barco hacia la isla sur. Creo que se puede hacer sin ningún problema a
un paso normal y con una parada para descansar como ya se ha podido comprobar,
pero también es importante no dormirse si quieres enlazar con la isla sur. Si
no basta con mirar los horarios de regreso a Strömstad desde esta misma isla y
así tomárselo con más calma.
Ruta Naranja. Isla Norte (Nordkoster) |
Ruta Naranja. Isla Norte (Nordkoster) |
Ruta Naranja. Isla Norte (Nordkoster) |
Ruta Naranja. Isla Norte (Nordkoster) |
En sólo diez minutos
cruzábamos el estrecho que separa la isla norte de la sur, desembarcando en la
parada Lángagärde, a la que hacía
mención antes. Esta isla duplica en tamaño a su compañera por lo que puede ser
una buena idea alquilar una bicicleta para recorrerla, pasar el día entero en
ella si se quieren hacer rutas más largas o hacer un trayecto más corto, como
así haría yo.
Cruzando de Vastra Bryggan (Nordkoster) a Lángagärde (Sydkoster) |
Elegiría la ruta azul de 3,5 kilómetros, muy
sencilla y acta para cualquiera. Esta combina la mitad del recorrido por la
costa con bonitas vistas de la isla norte, con la otra mitad por el interior de
un bosque que te permite subir a un alto y ver algo de perspectiva de la isla
sur, aunque no merece la pena, la verdad. La ruta termina en el puerto de Ekenas, donde se toma el
barco de regreso a Strömstad. Este no saldría hasta las 17:00, lo que me
permitiría tomarme la caminata con mucha mayor tranquilidad, parando varias
veces para disfrutar del entorno tan privilegiado en el que me encontraba.
Ruta Azul. Isla Sur (Sydkoster) |
Ruta Azul. Isla Sur (Sydkoster) |
Ruta Azul. Isla Sur (Sydkoster) |
Aún así y todo llegaba
quince minutos antes de que zarpara el barco, por lo que no hay que tener
ninguna prisa. A las 18:00 desembarcaba en Strömstad y dado que seguía haciendo
un tiempo inmejorable aprovecharía para dar un nuevo paseo. En esta ocasión me
dirigiría al canal que parte la población en dos y por la orilla llegaría hasta
el Stadshus o Ayuntamiento,
construido en estilo Art Nouveau e inaugurado en 1917.
Ferry hacia Strömstad |
Canal de Strömstad |
Ayuntamiento de Strömstad |
Siguiendo el mismo sendero
que me había llevado hasta aquí y con el canal a mi izquierda, un poco más
adelante encontraría a mi derecha, en lo alto de un parque, el museo al aire
libre conocido como Friluftsmuseet
Fiskartorpet, donde se exhiben algunas viviendas tradicionales de
diferentes lugares de Suecia, aunque apenas son diez construcciones y no se
puede comparar con otros como el Skansen en Estocolmo o el de Linköping.
Friluftsmuseet Fiskartorpet. Strömstad |
Friluftsmuseet Fiskartorpet. Strömstad |
Ahora sí que decidiría
volver, por el centro de la población, hasta el puerto, donde había dejado el
coche a primera hora de la mañana. Era el momento de dejar atrás este
maravilloso lugar de la costa sueca que en estos momentos me parecía realmente
complicado poder superarlo, aunque en los días sucesivos me daría cuenta que
estaba equivocado, pues en mi camino se cruzarían otros sitios iguales o más
impresionantes que este.
Quedaba poco tiempo de luz,
pero suficiente como para acercarme a sólo seis kilómetros de donde me
encontraba y así sorprenderme con un lugar único: la construcción megalítica de Blomsholm.
Es conocida como “El barco
de piedra”, Stenskeppet, uno de los
más grandes no sólo de Suecia sino de los países nórdicos, con más de cuarenta
metros de largo y con piedras que llegan a medir hasta cuatro metros de alto.
No se sabe mucho del mismo, no siendo excavado y no habiendo hallazgos
conocidos que se le puedan atribuir.
Túmulo Funerario de Blomsholm |
Túmulo Funerario de Blomsholm |
El lugar en el que se sitúa
es mágico, con unas vistas maravillosas sobre los campos circundantes. Se
encuentra rodeado por un campo de tumbas con alrededor de veinte de estas.
Probablemente se remonten a la última parte de la Edad de Hierro, alrededor del
400 – 600 DC. En ese momento, el nivel del mar era aproximadamente cinco metros
más alto de lo que es hoy, situándose “El barco de piedra” en una bahía
oceánica protegida.
Lo que si hay es un buen
número de leyendas acerca de este lugar. Una de ellas afirma que Stenskeppet
fue erigido para dar sepultura a un jefe vikingo o un héroe marino, junto a sus
hombres.
Túmulo Funerario de Blomsholm |
En cualquier caso es un
lugar que impone y más atardeciendo y en completa soledad, un espacio que
ejercita un fuerte magnetismo, en el que te ves envuelto por el misterio y en
el que no pude evitar que algún escalofrío recorriese mi cuerpo de camino al
vehículo, dándome la vuelta en un par de ocasiones.
Túmulo Funerario de Blomsholm |
Túmulo Funerario de Blomsholm |
Sólo me encontraba a 16
kilómetros de la frontera noruega y no pude evitar dirigirme a la misma, pues
me hacía ilusión atravesar el puente de
Svinesund que atraviesa el estrecho de Iddefjord que hace de frontera entre
ambos países. Pronto llegaría a la frontera en la que seis enormes policías
noruegos no quitaban ojo a todos los coches que entrábamos en su territorio y
es que hay que recordar que Noruega no pertenece a la Unión Europea. No vi que
parasen a nadie, afortunadamente a mí tampoco. Desde aquí sólo hay ya escasos
115 kilómetros hasta Oslo, ciudad que tuve la suerte de conocer en 2014 gracias
a que mi hermana residía allí y cuya experiencia puedes leer, si te apetece, en
el diario respectivo.
Era ya de noche, por lo que
en sólo cinco kilómetros, en la primera oportunidad que tuve de dar la vuelta,
regresaría a Suecia y afrontaría los poco más de cien kilómetros que restaban
hasta Uddevalla, llegando sobre las 21:30 a mi alojamiento. El trayecto fue
prácticamente en completa soledad, pues sólo adelantaría a cuatro camiones y un
vehículo me adelantaría a mí. Tenía una sensación extraña, diferente a la de
otros viajes, y es que parecía que por momentos me encontraba sólo en el mundo.
Para cenar hoy tomaría pasta
y una rica ensalada de patata con alioli que me llamó la atención en el
supermercado y que sería todo un acierto. Por cierto que para variar seguía
completamente sólo en el alojamiento.
No hay comentarios :
Publicar un comentario