11 de Octubre de 2015.
Un próspero puerto que catapultó a la ciudad a ser uno de
los centros económicos más importantes de Europa, una soberbia catedral, ser
referente de los últimos estilos en el mundo de la moda y del arte, la casa y el taller del gran maestro Rubens,
ser el centro mundial del diamante, una rica gastronomía, creo que son razones
más que suficientes para sentir la necesidad de pasarse, al menos un día,
descubriendo la monumental ciudad
flamenca.
Pero antes de sumergirme en el magnífico lienzo urbano de
Amberes, tendría que llegar hasta él y la jornada no comenzaría como tenía
previsto, pues, desafortunadamente, no programé bien el despertador del móvil y
no me levantaría hasta las ocho de la mañana. A cualquiera le puede parecer una
hora de lo más apropiada, pero hay que tener en cuenta que me tocaba, desandar
los tres kilómetros hasta la estación, porque al ser Domingo los autobuses eran
bastante escasos, y coger el tren que me llevaría hasta Amberes haciendo
transbordo en Bruselas Norte (14,80 euros).
Como se ve, toda una excursión que me llevaría, entre que me
levantaba y unas cosas y otras, las tres horas, no plantándome en la estación
de esta ciudad hasta las once de la mañana. Una hora decente pero que no me iba
a permitir recrearme todo lo que me hubiera gustado en más de un lugar.
Efectivamente, hacía la entrada triunfal a la ciudad por la
soberbia e inigualable Estación Central, que los amberinos conocen como
“Catedral del ferrocarril”. No es para menos, pues su interior esconde una
espectacular arquitectura de estilo palaciego y por el que merece la pena darse
un paseo. De hecho, la revista Newsweek la elegiría como la cuarta estación más
bonita del mundo y motivos no le faltan. Sorprendentemente se salvaría de la
demolición en 1975 y tras pasar por importantes obras, hoy podemos disfrutarla
con sus mejores galas.
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Estación Central |
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Estación Central |
Nada más salir de esta me perdería por las calles aledañas y
para ser más exactos por las que llevan como nombre Vestingstraat y
Pelikaanstraat, pertenecientes al barrio judío, y a lo largo de las cuales pude
ir admirando un sinfín de tiendas en cuyos escaparates se mostraban
impresionantes diamantes de todo tipo de formas y tamaños. No había visto nunca
tal cantidad de este tipo de piedras preciosas concentradas en tan pocos metros
cuadrados y es que no hay que olvidar que el 85% del diamante en bruto del
mundo se comercializa aquí, así como casi la mitad de los diamantes tallados e
industriales. Este comercio se lleva a cabo en cuatro diferentes ferias,
teniendo en cuenta que en todo el mundo sólo hay 29 ferias de este tipo.
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Joyería de Diamantes en la calle Vestingstraat |
Tras salir de mi asombro, continuaría mi paseo matinal por
las calles Keyserlei y Leysstraat, enlazando así con la famosa avenida peatonal
Meir, repleta de todo tipo de tiendas, un inmenso y elegante centro comercial y
edificios señoriales, elegantes y magníficamente cuidados.
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Escultura de David Teniers |
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Leysstraat |
Desde esta misma avenida, sale una calle llamada Wapper que
esconde en su trayectoria uno de los tesoros de la ciudad: la Rubenshuis o Casa
de Rubens. (8 euros).
No hacía más de cinco meses que había tenido oportunidad de
acudir, con unas amistades, en Madrid, al museo del Prado para asistir a una
visita guiada basada en las obras de carácter mitológico de algunos pintores,
entre ellos Rubens y lo que nos contaron sobre algunos de sus cuadros me
entusiasmaría. Esto haría que si ya antes era uno de los pintores, cuyas obras,
más me gustaban, más aún ahora comprendiéndolas un poco más, por lo que no
tenía ninguna duda de que su casa y taller iban a ser de visita obligada en mi
estancia en Amberes.
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Rubenshuis o Casa de Rubens |
En ella vivió el genio de 1611 a 1640, es decir los últimos
29 años de su vida, y además de cómo vivienda también hacía las veces de
taller. Lo primero con lo que te encuentras nada más pasar el control de acceso
es un increíble pórtico barroco con un friso decorado con escenas de la
mitología griega, para una vez atravesado este ir a parar al pequeño jardín.
Tras pasear un rato por él, entraría en la casa donde podría ir viendo las
diferentes estancias como el comedor, el dormitorio, el salón familiar, etc.
Todos ellos con obras del pintor y de otros artistas de la época. Para terminar
se llega al estudio en el que el Rubens trabajaba y donde realizó unos 2500
cuadros. Como curiosidad decir que él realizaba la composición y parte
principal de la obra y, posteriormente, unos artistas empleados en su estudio,
la concluían.
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Jardines. Rubenshuis o Casa de Rubens |
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Jardines. Rubenshuis o Casa de Rubens |
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Rubenshuis o Casa de Rubens |
Tras haber podido conocer algunos de los lugares más
importantes de la vida personal y
profesional del importante pintor, me pareció una buena manera de terminar lo relacionado con el artista, dirigiéndome a
donde se encuentra enterrado, es decir a la iglesia de San Jacobo o Sint
Jacobskerk, que se halla a menos de diez minutos andando. Pero esta vez la
suerte no estaría de mi lado porque me la encontraría cerrada por reformas en
su interior, por lo que me quedaría con las ganas de conocer su increíble
capilla.
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Sint-Jacobskerk o Iglesia de San Jaime |
Era este un buen momento para desconectar de tanto arte y
relajarme un rato paseando por el Beaterio o Begijnhof, un conjunto de
edificios de fachadas y tejados de tonos rojizos, donde eran acogidas aquellas
mujeres que habían quedado viudas como consecuencia de guerras o graves
enfermedades de sus maridos o, simplemente, por no tener suficientes recursos.
Aquí consagraban su vida a Dios y a la comunidad, siendo un importante refugio
para muchas mujeres que de otra manera hubieran sido abandonadas a su suerte.
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Begijnhof o Beaterio |
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Begijnhof o Beaterio |
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Begijnhof o Beaterio |
Son lugares donde se respira una paz y una calma difícil de
tener en ciudades tan turísticas y creo que es el complemento perfecto para
escaparse un rato de las grandes masas y estar un rato tranquilo.
Sin mucho tardar, me volvería a incorporar al trasiego
constante de personas, pero de forma paulatina, porque antes de verme rodeado
otra vez de gente, me detendría a visitar varios lugares que no son
excesivamente frecuentados. Por una lado la Capilla Imperial o de Santa Ana,
con unas increíbles vidrieras, y por otro el exterior de la casa de Rockox,
quien fuese alcalde de Amberes, además de humanista, filántropo y mecenas de
Rubens. Decidiría no entrar, ya que eran las 14.30 y todavía me quedaban por
visitar algunos de los lugares más importantes de la ciudad.
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Capilla Imperial o de Santa Ana |
Antes de ponerme a ello decidiría comprar una buena cesta de
patatas con diferentes salsas y unas piezas de pollo picante, acompañado por
una buena cerveza (7,5 euros) y disfrutar de todo ello en una plazuela de lo
más encantadora llamada Conscienplein, presidida por la iglesia de San Carlos
Borromeo, con un espectacular interior. El lugar estaba de lo más animado pues
había varios grupos hippies en círculo cantando canciones y tocando guitarras,
con lo que disfrutaría bastante la comida.
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Sint-Carolus Borromeuskerk o Iglesia de San Carlos Borromeo |
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Plaza Conscienceplein |
Abandonaría esta pequeña fiesta improvisada y tomaría una
calle que me llevaría directo y sin más preámbulos al corazón del casco
antiguo, la Grote Markt, donde me encontraría con el espectacular Ayuntamiento
renacentista y sus cientos de banderas, en honor a todos los países con
representación consular en la ciudad, y la famosa estatua erigida en recuerdo
del centurión Silvius Bravo, quien según la leyenda cortaría la mano del
gigante Antigón, el cual cobraba un peaje por el paso de los barcos que navegaban
por el río Escalda. El soldado romano la tiraría al río y acabaría con el feudo
del gigante. De hecho, de esta historia proviene el nombre de Amberes que en
neerlandés significa “lanzar la mano”.
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Stadhuis o Ayuntamiento.Grote Markt |
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Stadhuis o Ayuntamiento.Grote Markt |
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Estatua a Silvio Brabo.Grote Markt |
Por aquí me tiraría un buen rato contemplando además el
conjunto de casas gremiales que flanquean la plaza por sus otros costados,
fijándome a que gremio pertenecían algunas de ellas, pues en sus fachadas
existe alguna marca que permite adivinar esta información.
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Casas Gremiales en la Grote Markt |
Casi adosada a esta plaza se encuentra otro de los símbolos
de Amberes, su catedral que puede enorgullecerse de ser la mayor construcción
gótica de todo el país. Sita en lo que antiguamente se conocía como el mercado
del guante, pues se dedicaban a este tipo de comercio, su torre alcanza los 123
metros de altura y tardaría en acabarse 170 años. Lo que más destaca, nada más
verla, es que le falta la segunda torre, seguramente motivado por la falta de
recursos económicos. Tras recrearme un rato con su fachada y las respectivas
fotografías, me encaminaría a conocer su interior. (6 euros).
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Torre de la Catedral desde Grote Markt |
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Catedral de Nuestra Señora |
Nuestra Señora de Amberes, que así se llama, además de
destacar por sus pilares, bóvedas e inmensas vidrieras, llama también la
atención por la gran cantidad de pinturas que se distribuyen a lo largo de sus
naves y de sus capillas. Entre todas ellas cabe destacar las cuatro que
pertenecen a Rubens y, especialmente, la que preside el altar mayor “La
Asunción de la Virgen”.
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Catedral de Nuestra Señora |
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Altar Mayor. Catedral de Ntra Señora |
Antes de salir de nuevo al exterior, me entretendría un rato
buscando el acceso a la torre, el cual no encontraría, y es que ya me podía
haber tirado toda la tarde intentando descubrirlo, porque resulta que esta
pertenece al ayuntamiento y no hay acuerdo para que se pueda abrir al público,
lo cual es una pena porque las vistas deben ser espectaculares.
Ya en la calle, me perdería por las diferentes calles que
rodean la catedral, repletas de comercios, cafés y restaurantes y con un
ambientazo espectacular gracias al buen tiempo que hacía.
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Plaza de la Catedral |
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Estribaciones Plaza de la Catedral |
Mis siguientes dos visitas serían al Vleeshuis o gremio de
los carniceros y a la iglesia de San Pablo o Sint Pauluskerk, la cual
desafortunadamente estaba cerrada, por lo que me quedaría sin poder ver la
colección de artistas primitivos flamencos y de otros cuatro cuadros de Rubens.
Al ser de la comunidad de Dominicos, encima la entrada era gratuita, por lo que
me marcharía un poco fastidiado por ello.
Desde aquí otra calle me llevaría directo a la ribera del
río Escalda y a su castillo Het Steen,
en cuya entrada se puede ver la escultura del malparado gigante Antigón. Sus
muros sirvieron de prisión durante siglos y también albergó el museo naval.
Tras dar una vuelta por sus miradores exteriores y disfrutar de las vistas,
bajaría a la ribera del río Escalda donde decidiría pasar el resto del tiempo
que me quedaba en esta maravillosa ciudad flamenca.
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Castillo de Het Steen |
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Gigante Druoon Antigoon en el Castillo de Het Steen |
La tarde invitaba a detenerse, sentarse en los muelles,
volver a pasear. Era increíble que hiciera un tiempo tan espectacular en las
fechas que nos encontrábamos, así que había que seguir aprovechándolo y para
ello que mejor que dirigirme hasta el túnel de Santa Ana, el cual conecta una
orilla con otra de la ciudad. Se encuentra en la plaza Sint – Jansvliet, bajo
un edificio de ladrillo marrón.
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Río Escalda a su paso por Amberes |
Si una cosa llama la atención mientras contemplas el río es
la inexistencia de puentes, pues estos tendrían que ser extremadamente altos
para poder permitir el tránsito de los barcos, por lo que la mejor solución que
inventaron para poder cruzar de un lado a otro es a través de túneles para
vehículos, bicicletas y personas. El de Santa Ana es el único para peatones y
bicicletas y se mantiene igual que cuando se construyó a principios del siglo
XX.
Empecé por bajar por sus escaleras de madera a 30 metros por
debajo del río, para encontrarme un mega túnel de casi 600 metros revestido de
azulejos blancos. La sensación al atravesarlo es emocionante al pensar que te
encuentras debajo de tan inmenso volumen de agua. Tardaría como diez minutos en
atravesarlo en plan tranquilo.
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Túnel de Santa Ana |
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Túnel de Santa Ana |
A la salida me acercaría a un pequeño mirador situado a unos
metros de esta entrada, donde podría disfrutar de una fabulosa panorámica de
Amberes con las torres de sus principales edificios religiosos destacando entre
los demás. Los diferentes tonos que iba mostrando la ciudad provocados por los
rayos proyectados de la puesta de sol, hacían de esta imagen uno de los mejores
momentos del día. Cada vez hacía más frío pues el río y la noche habían hecho
que en pocos minutos las temperaturas bajaran considerablemente, por lo que
sería este un buen momento para encaminarme hacia la estación que me quedaba a
unos cuarenta y cinco minutos caminando. En el trayecto podría ir viendo la
imagen nocturna de la ciudad y como los bares y restaurantes estaban hasta los
topes, lo que me daría un poco de envidia de no poder quedarme para
disfrutarlo.
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Amberes desde el margen contrario del Río Escalda |
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Amberes desde el margen contrario del Río Escalda |
A las 19.36 estaba cogiendo el tren hacia Lovaina (7,30
euros), cuando una vez sentado en el tren caí en un pequeño detalle. El Hostel
en el que me iba a alojar esa noche cerraba a las 20.00 en punto y no había
avisado y, evidentemente, no iba a llegar a la hora. El llamar desde mi móvil
me suponía una fortuna, por lo que probé suerte con el chico que iba en frente
mía y le conté lo que pasaba a lo que amablemente me dijo que no me preocupara y que el
llamaría para contar lo que sucedía. En el hostal le pidieron que mandara un
correo con la foto de mi DNI para de esa manera poder enviarle el código de
apertura de todas las puertas, por lo que el chico se ocuparía de todo y me
sacaría de un buen lío si me hubiera tenido que ocupar yo, ya que es probable
que no me hubiera enterado de más de una cosa que le pedían.
Tras casi 45 minutos de viaje entre Amberes y Lovaina,
llegaba a la estación de esta última ciudad, desde donde me encaminaría al
Leuven City Hostel situado en Ravenstraat, 37, a tan sólo diez minutos
caminando desde la estación.
En dicho hostal tenía reservada una cama en una habitación
para cuatro personas (25 euros) y cual sería mi sorpresa, una vez más, que
cuando tecleé los códigos de la habitación,
me la encontraría vacía, así que tan contento. La verdad que era una
pasada porque estaba todo limpísimo y en
muy buen estado. Los cuartos de baño y las duchas en las mismas condiciones y
el salón y la cocina bien podían ser los de una casa privada bien
acondicionada. Y todo sin que hubiera un alma. Aun así decidiría una vez
asentado irme a cenar a algún restaurante cercano, pues no tenía ganas de cenar
de supermercado. Acabaría eligiendo uno situado en la plaza de la biblioteca de
la Universidad que estaba sólo a cinco minutos andando y se llamaba De Layens.
En él me pediría una cerveza Broeder Jacob y una tortilla francesa con jamón y
queso con ensalada. Todo estaba bastante bueno y el servicio muy amable y
correcto. (9,50 euros).
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Cerveza Broeder Jacob en Restaurante De Layens |
No había mucho más por hacer, ya que aunque tuve la
tentación de irme a probar alguna que otra cerveza mientras disfrutaba del
ambiente nocturno de esta famosa ciudad universitaria, al final desistiría, ya
que esta vez no tenía muchas ganas de beber sólo y estaba cansado, por lo que
mañana sería otro día.
Que bueno hubiera sido contar con este blog cuando visité Amberes!
ResponderEliminarTendré que volver para conocer más de un lugar que mencionas!
Siempre es una buena excusa lo de no conocerlo todo para poder disfrutar,de nuevo,de ciudades tan bellas.
EliminarAdemás Flandes tiene tantos lugares espectaculares que se puede complementar de mil maneras.
Gracias por tú comentario!