5 de Septiembre de 2015.
Comenzaría el día dirigiéndome a la estación para hacer
varias cosas: comprarme el desayuno, dejar gran parte de lo que llevaba en la
mochila en una de las taquillas pequeñas (300 yenes) y, lo más importante de
todo, comprar el billete que te da derecho a montar en la llamada Loop Line, la
cual te permite llegar a todos los lugares de interés que hay que visitar en
Kanazawa. En este autobús turístico no se tarda más de diez minutos en llegar
de unos lugares a otros, ahorrando así un tiempo de oro que, si por el
contrario, se decide recorrer andando. Además eligiendo esta última opción es
probable que se termine fundido porque, parece que no, pero sí que hay
distancia entre todos los lugares de interés.
Cada billete de autobús individual cuesta 200 yenes y el
pase especial para el día entero te cuesta 500 yenes, por lo que se amortiza
rápidamente. Se puede comprar en las taquillas de información que se encuentran
al lado de donde se cogen estos autobuses y nada más salir de la terminal de
trenes.
Kanazawa se encuentra situada en la costa del Mar de Japón y
está bordeada por los Alpes japoneses. Durante el periodo Edo fue una ciudad –
fortaleza gobernada por la familia Maeda, el segundo clan feudal más poderoso
después de los Tokugawa, en términos de tierras y de producción de arroz. En
consecuencia, hoy podemos decir que Kanazawa es uno de los grandes baluartes
del Japón de la época feudal y que su progresivo crecimiento la ha convertido,
por méritos propios, en una ciudad de grandes logros culturales, rivalizando
incluso con Kyoto y Tokyo. No hay que olvidar, además, que tendría la fortuna
de no ser bombardeada durante la II Guerra Mundial lo que la ha permitido
conservar su patrimonio artístico casi intacto.
Tras dos paradas me bajaba en el santuario sintoísta Oyama,
accediendo al recinto por la puerta Shinmon de lo más peculiar y distinta a las
que llevaba vistas hasta ahora y es que combina elementos chinos, japoneses y
europeos. Esta declarada bien de interés cultural.
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Templo Sintoísta Oyama |
Los edificios del templo están dedicados al primer señor de la familia
Maeda y no me aportarían gran cosa, pero sí que me gustaría bastante el jardín
con un estanque y pequeñas islas artificiales adornándolo.
Saldría del complejo por el lado contrario al que había
entrado, dándome de bruces con las espectaculares murallas que protegen el
famoso castillo de Kanazawa, residencia de los poderosos Maeda, a los que ya me
he referido antes, durante más de 280 años.
La construcción sería pasto de las llamas en varias
ocasiones por lo que, a excepción de la Puerta
Ishikawa-mon y la armería, todos los edificios están completamente
reconstruidos, lo cual no es óbice para que, su alargada, elegante e imponente
figura, te siga deslumbrando cuando lo divisas por primera vez. En mi caso
sería después de dar un paseo por sus jardines, a la vez que iba salvando el
desnivel que te encuentras hasta llegar a la inmensa explanada en la que está
situado.
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Castillo de Kanazawa |
No dudaría en visitar su interior, por lo que compraría la
entrada conjunta que te da derecho a acceder a este y a los jardines
Kenroku-en, los cuales visitaría después, por 500 yenes.
Como casi en cualquier interior japonés, no podía faltar el
descalzarse, metiendo los zapatos en una bolsa de plástico y transportándola tú
mismo durante todo el recorrido y es que los impecables suelos de madera se
encuentran deslumbrantes por algo. Pero no sólo son de madera sus suelos.
También lo son los dos increíbles corredores por los que se transita y que
están restaurados basándose en un antiguo método de construcción japonés, donde
se combinan los pilares y las vigas para formar el techo. Los pilares son de
ciprés japonés, las vigas de cedro blanco americano y las vigas del techo de
troncos de pino.
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Interior Castillo de Kanazawa |
Estos dos niveles, que es en lo que se basa la casi
totalidad de la visita, con alguna otra vitrina con material documental y algo
de historia, servían para enlazar las diferente torretas. A lo largo del nivel
superior te puedes ir asomando por las curiosas ventanas, cuyo propósito era
prevenir que los enemigos pudieran subir las paredes de piedra de la fortaleza.
Las vistas del conjunto del castillo merecen mucho la pena desde aquí.
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Castillo de Kanazawa |
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Castillo de Kanazawa |
La salida la llevaría a cabo por la espléndida Hashizume –
mon, la espléndida y principal puerta del segundo recinto, donde podría ver el
enorme foso e irme directo hacia la entrada de uno de los tres mejores jardines
de Japón: los soberbios Kenroku-en.
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Castillo de Kanazawa |
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Castillo de Kanazawa |
Su nombre hace referencia a las seis características
necesarias para que un jardín sea considerado perfecto. Esas serían abundancia
de agua, grandes vistas, amplitud, aislamiento, artificialidad y antigüedad.
En su interior se pueden encontrar hasta 150 especies
diferentes de plantas y árboles, imponentes y majestuosos pinos, infinidad de
arroyos, varios estanques, cascadas, puentes y hasta una villa samurái. Ante
tremendo conjunto, más podría decirse que estás entrando en el paraíso que en un
parque japonés.
La primera visión que tendría sería la del Kasumiga – ike,
el lago más grande y espectacular del jardín. En una de sus esquinas se
encontraba la hermosa linterna de piedra (Kotojitoro) a la que se recurre
constantemente cuando se hace referencia a este jardín en guías y reportajes
fotográficos. Este famoso elemento dicen que recibe su nombre del hecho de que
tiene la forma de los puentes que soportan las cuerdas de un koto, es decir un
instrumento tradicional de cuerda japonés. Mientras que el cuerpo de dicho
instrumento estaría representado por el puente que está en frente de la
linterna, llamándose por ello Kotobashi.
Quería extasiarme con la imagen por lo que me sentaría muy
cerca de esta y me deleitaría con una perspectiva bastante completa del
recinto.
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Jardínes Kenrokuen |
Cuando las masas empezaron a invadir este punto concreto, no
dudaría en poner pies en polvorosa y adentrarme por sus caminos y así seguir
descubriendo nuevos rincones llenos de encanto y calma absoluta. Entre ellos
cabría destacar “La Fuente”, cuyo origen es el estanque Kasumiga-ike, en el que
acababa de estar, consistente en un enorme chorro que funciona por la presión
de agua natural que resulta de la diferencia en la elevación de 3,5 metros que
crea la propia fuente. Construida en la década de 1860 se dice que es la fuente
más antigua de Japón.
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Jardínes Kenrokuen |
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Jardínes Kenrokuen |
Mis pasos continuarían hasta un nuevo estanque llamado
Hisagoike, donde había una pequeña casa de té (Yugaotei), que conseguía una
perfecta armonía con su entorno natural.
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Jardínes Kenrokuen |
Y muy cerca hallaba una nueva construcción (Shiguretei),
similar a la anterior. En este caso se acabaría su restauración en el año 2000
y su función es, principalmente, para eventos culturales.
Otro lugar evocador es el que conforma el paisaje del puente
Hanamibashi, pues la combinación con diferentes tipos de flores y el fluir del
sinuoso arroyo, hacen que sea este otro de esos puntos particularmente
hermosos.
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Jardínes Kenrokuen |
Algún que otro paseo más sería suficiente para finalizar mi
estancia en este maravilloso lugar y dirigirme al exterior a tomar el Loop Bus,
que tras dos paradas me dejaba en Higashi Chaya Gai o más conocido como el
barrio de las Geishas.
Este barrio sería establecido por el gobierno feudal de Kaga
en 1820 con el propósito de conseguir un lugar de ocio y disfrute de la clase
alta de la zona.
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Barrio Higashi Chaya Gai |
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Casas Tradicionales.Barrio Higashi Chaya Gai |
Su calle principal está flanqueada por casas de madera con
puertas con celosías que recuerdan la antigua atmósfera de los tiempos
feudales, siendo una de las zonas más sentimentales de Kanazawa.
En aquellos tiempos este lugar estaba lleno de comerciantes
ricos y hombres de letras que buscaban los círculos superiores de la sociedad y
sus placeres. Entre estos últimos uno de los mejores entretenimientos era disfrutar
de la compañía de una geisha, la cual dominaba muchas de las más bellas artes
japonesas. Estas iban desde dominar instrumentos musicales como el arpa
japonesa (koto), llevar a cabo la ceremonia del té, recitar poemas japoneses de
31 sílabas (tanka) y versos de 17 sílabas (haikai), controlas las danzas más
tradicionales de la región, etc.
Todo ello es, en parte, por lo que Kanazawa es conocida como
la ciudad de excelencia en las artes.
En el pasado muchas de las viviendas que componen este
barrio eran sobre todo casas de té. Hoy han cambiado a comercios, tiendas de
recuerdos y restaurantes, gran parte de ellas. Pero todavía queda una antigua y
tradicional casa de Geishas que no quería ni podía perderme: Shima.
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Casa de Geishas Shima.Barrio Higashi Chaya Gai |
Esta Ochaya o casa de té ha cambiado muchas veces de nombre
a través de su larga historia, llamándose hoy en día Shima que significa “Buena
voluntad de la casa de Huéspedes”.
En su interior se pueden apreciar modalidades de
habitaciones únicas sin armarios que hacen esta casa muy distinta de las que se
pueden ver en las ciudades. Según el arte que se fuera a representar, los
diferentes espectáculos se realizaban en una sala u otra, así por ejemplo el
baile se llevaba a cabo en la sala de espera. También se pueden ver la cocina,
el jardín y el resto de estancias con algunos objetos de la época.
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Casa de Geishas Shima.Barrio Higashi Chaya Gai |
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Casa de Geishas Shima.Barrio Higashi Chaya Gai |
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Casa de Geishas Shima.Barrio Higashi Chaya Gai |
La entrada cuesta 600 yenes y como curiosidad no se permite
entrar con cámara réflex o trípode, los cuales si se llevan hay que dejarlos en
unas casillas en la entrada.
Desde aquí un pequeño paseo, atravesando el río Asanogawa
por el puente del mismo nombre, me permitía llegar hasta otro barrio
tradicional: Kazue Machi Chaya gai.
Este área se caracteriza por la gran cantidad de
restaurantes que hay por los alrededores y por las cuidadas viviendas de madera
con similares característica a las del barrio de las Geishas como las celosías
y los pequeños farolillos, permitiendo todo ello ser un claro recordatorio de
una era célebre.
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Barrio de Kazue Machi Chaya Gai |
Quince minutos andando, atravesando calles que no aportan
nada, serían suficientes para llegar hasta el mercado Omicho, en el que se
ofrecían una gran variedad de productos como infinidad de pescados, verduras y
frutas. Aquí aprovecharía para por 400 yenes tomarme una bandeja de piña y otra
de melón, que estaban frescos y jugosos.
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Mercado Omicho |
Y así engañando un poco al estómago, cogía otra vez el
autobús para bajarme en el Barrio Samurai o Nagamachi, donde residían los
samuráis del clan Kaga.
Aquí volvería a respirar un ambiente histórico pues sus
calles están formadas por antiguas residencias samuráis restauradas que te vas
encontrando mientras paseas al lado de los muros amarillos de adobe que las
salvaguardan de miradas curiosas.
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Barrio Samurai Naga Machi Buke Yashiki |
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Barrio Samurai Naga Machi Buke Yashiki |
Ello se debe a que la práctica totalidad de ellas hoy son
viviendas particulares de familias adineradas, por lo que no se puede visitar
casi ninguna de ellas. Y digo casi porque, afortunadamente, sí que hay una
donde poder apreciar la esencia de lo que era la vivienda de los temibles
guerreros. Es la casa de la familia Nomura. (500 yenes).
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Residencia Samurai Nomura-ke |
Aunque en Kanazawa se disfrutó de un periodo de paz y
prosperidad sin precedentes y raro de encontrar en otro lugar de Japón, cuando
se terminó el sistema feudal y comenzó el periodo de la Restauración Meiji,
también se introdujeron importantes cambios que afectaría igualmente al modo de
vida de los samuráis, siendo destruidas muchas de sus viviendas, otras
convertidas en huertos y otras vendidas.
Ante ese panorama muy pocas casas conseguirían aguantar en
pie y las que lo hicieron sólo conservaron una pequeña parte de lo que
realmente fueron, como los muros y algunas puertas, siendo el resto
reconstruído. En la visita se pueden recorrer las estancias de las dos plantas
que componen la vivienda, encontrándote con la agradable sorpresa de poder ver
una armadura samurái y una katana. Pero, sin duda, lo más increíble del
recorrido es su pequeño pero fabuloso jardín, donde me sentaría a disfrutar del
silencio que en ese momento reinaba en la casa, pudiendo apreciar los detalles
del riachuelo que corría sinuoso entre varias piedras, un puente de granito y varias
linternas estratégicamente situadas.
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Armadura.Residencia Samurai Nomura-ke |
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Residencia Samurai Nomura-ke |
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Jardines Residencia Samurai Nomura-ke |
Este jardín tiene el honor de ser uno de los más importantes
de su estilo en Japón y cuando se está delante de él, fijándose en todo lo que
ofrece, uno comprende que no es por casualidad.
Ahora sí que no había quien engañara al estómago, por lo que
no muy lejos del barrio samurái encontraría un inmenso centro comercial, donde
tras preguntar me indicarían que en la planta baja podría hallar todo lo que
quisiera de comida. Me decantaría por la repostería DONQ Française donde me
pondría ciego a base de algunas de sus especialidades. (1200 yenes).
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Repostería DONQ Française |
Sólo me quedaba una última visitar por realizar en Kanazawa,
a la que llegaría andando, pues no quedaba lejos. Hablo del área llamada Nishi
Chaya gai, donde tan sólo cabe destacar una pequeña calle compuesta por casas
de madera que no me aportaron nada nuevo, después de todo lo que ya llevaba
visto. Pero el desplazarme hasta aquí no sería en balde, pues aquí encontraría
una chocolatería, de nombre Sampaka, en la que anunciaban que vendían helados
de chocolate. Sólo ya el aspecto exterior indicaba que los precios podían ser
desorbitados, pero aun así no me importaría y entré en su interior. Tal y como
preveía tras las vitrinas de cristal se podían apreciar todo tipo de exquisitos
bombones y delicias de chocolate. Pero a mí se me había antojado el helado y
eso fue lo que me pedí y, efectivamente, me quitarían un ojo de la cara, pues
me cobrarían 500 yenes por él. No me importó pagarlos porque creo que ha sido
el helado más bueno y que mejor me ha sentado en mi vida. Tras saborearlo con
tranquilidad y mucha calma en el banco que había en la entrada, me encaminaría
a la parada de autobús para volver a coger uno de los autobuses de la Loop
Line con dirección a la estación.
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Barrio Nishi Chaya Gai |
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Heladería Sampaka. Barrio Nishi Chaya Gai |
El Shinkansen con dirección Kyoto partiría a las 18.42,
llegando, de nuevo, a esa ciudad a las 20.54, por lo que apenas me enteraría al
quedarme frito en el minuto uno.
En diez minutos me plantaba, otra vez, en el K´s House
Kyoto, donde no tardaría nada en hacer el check-in, pues ya me conocían y no
tenían que explicarme nada, por lo que tras darme la llave del cuarto y mi
maleta, que había dejado en consigna durante las dos noches que había estado
fuera, marché hacia la nueva habitación que me había correspondido, también de
cuatro plazas. Y ¡sorpresa!, como compañeras de cuarto tendría a dos canarias
simpatiquísimas, Cristina y Elena, con las que conectaría rápido y con las que
estaría hablando hasta las dos de la madrugada. Creo que el inglés que también
estaba con nosotros se acordó un poco de nuestros padres, pero el pobre ni se
quejó.
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