INDONESIA - DIA 01. Planificación del viaje y rumbo hacia Yakarta

7 de Septiembre de 2013.

Indonesia sería el país elegido para mi primera incursión por el continente asiático, estado que recorrería durante 23 días, teniendo la oportunidad de observar fauna que no se puede avistar en su hábitat natural en ningún otro lugar del planeta; caminar por el mismo corazón de volcanes todavía activos; vivir la religión hindú, de primera mano, en el templo más importante de la isla de Bali; y un sinfín más de experiencias que hacen de este viaje uno de los más espectaculares que he podido realizar.

Cuando comienzas a preparar un viaje tan largo y de tan tremenda envergadura son tantos los preparativos y cosas a tener en cuenta y tantos los meses, para atarlo todo, que te anticipas a la fecha de partida, que parece que el día D, aquel en el que, por fin, te diriges al aeropuerto para tomar el vuelo hacia tu destino elegido, no va a llegar nunca. Pero el tiempo pasa y al final todo llega y tras la larga espera, el ansiado momento estaba ahí.

Este año, como ya se ha podido ver en el título del diario, el destino elegido, para pasar la gran parte de las vacaciones, ha sido Indonesia. Un país del que, aunque sabía situarlo en el mapa, apenas tenía referencia alguna, pues de primeras nunca hubiera pensado que acabaría en él. Vamos que no estaba ni de lejos entre mis objetivos prioritarios, ni tenía intención de pisar ni siquiera a medio plazo, pero al final, por las cosas de la vida y por auténtico rebote, terminaría descubriendo y viviendo algunas de las mejores experiencias que he tenido de entre todos los viajes que he podido realizar.

La culpa de todo ello se la debo, en primer lugar a la política de vacaciones de mi empresa, ya que más allá del mes de Septiembre, la cosa se complica considerablemente para poder coger más de quince días de vacaciones, por lo que mi idea inicial de irme en Diciembre a recorrer el sur de Argentina y Chile, quedaba en saco roto, un sueño que al final por unas cosas y por otras, y una vez más, deberá seguir esperando otro año más. Las siguientes opciones que contemplaba eran o afrontar algún país del sureste asiático o China o Japón, pero el hecho de que fuera época de monzones, tifones y demás fenómenos meteorológicos, hicieron que acabara descartado todas esas zonas. Soy consciente de que a mucha gente le sale bien, pero yo no quería arriesgar demasiado, ya que si la cosa se torcía y no había suerte podían ser unas vacaciones de lo más desagradables. El caso es que comentando con una amiga todo esto, me dijo: -¿por qué no te metes en la página www.thebesttimetovisit.com/es/ y hechas un vistazo? Lo mismo te ayuda. Y eso fue lo que hice, encontrándome entre los destinos idóneos para visitar en el mes de Septiembre: Indonesia, ya que al estar cerca del ecuador, únicamente se distingue entre época seca y lluviosa, empezando esta segunda a partir de los meses de Octubre y Noviembre.

Fue cuando una vez visto esto me puse a indagar acerca de este país, leyendo guías y relatos de amigos blogueros y cuando, según iba profundizando más acerca del mismo, más me iba fascinando su cultura, su patrimonio, sus gentes y su naturaleza desbordante e indómita. Estaba decidido. Las vacaciones las pasaría en Indonesia, pues la diversidad de opciones para realizar y el gran contraste entre unas islas y otras, apuntaban a que podría ser un destino de los que difícilmente se olvidan. Además el carácter abierto y amable de su población y la seguridad que parecía se daba para recorrer a tu aire el país, lo hacían idóneo para pisar por primera vez el continente asiático.

Lo que vendría después sería poner encima de la mesa esta ambiciosa idea  y ver si alguno de mis amigos se animaba a venirse conmigo durante los 24 días reales que iba a durar la aventura de principio a fin. Por suerte, esta vez sí que sonaría la flauta y conseguía que la idea convenciera a uno de los asiduos a estos viajes y que siempre que puede se apunta a un bombardeo. Hablo de Raúl, el cual ya ha sido compañero de fatigas en unas cuantas ocasiones. Así que ya no se podía pedir más: por un lado iba a poner mis pies en un nuevo continente y descubrir una cultura totalmente diferente de las conocidas hasta ahora y por otro lado lo iba a hacer en compañía de un buen amigo, por lo que todo pintaba de maravilla.

Según me iba empapando de la historia, datos y curiosidades de este increíble país, mientras preparaba el viaje, sus cifras e información no dejaban de sorprenderme: más de 17.000 islas que acogen, nada más y nada menos, que a 245 millones de habitantes, lo que supone el cuarto país más poblado del mundo. Más de 300 lenguas habladas desde la punta occidental de Sumatra hasta el extremo oriental de Papua, indicando una de las zonas del mundo de mayor diversidad en cuanto a culturas, pueblos, animales, costumbres, comidas, etc. se refiere. Un contraste de paisajes asombroso dentro de una misma nación, pero que perfectamente podrían ser una diversidad de ellas, encontrando entre sus fronteras unos cien volcanes, algunos de ellos pudiendo entrar en erupción en cualquier momento; islas paradisiacas de aguas cristalinas y arena rosada; selvas salvajes donde la luz del sol casi no puede penetrar entre los árboles, etc.

Estaba claro que lo que teníamos por delante pintaba muy pero que muy bien.

A tener en cuenta:

VACUNAS: Conviene ir al centro de vacunación internacional para que allí te asesoren acerca de las vacunas necesarias en base a las zonas a visitar. En Madrid hay varios centros. Nosotros iríamos al situado en la calle Montesa, 22 – Edificio A – Planta Baja. Teléfono 91 5298210. Conviene pedir cita previa por Internet. Es casi seguro al 100% que os recomendaran la del Tétanos, Hepatitis A y B y Fiebre Tifoidea, si la idea no es salir de Java y Bali. Fuera de estas también os recetarán las pastillas Malarone para prevenir la Malaria, ya que esta se encuentra presente en muchas islas. Es importante que os la recete vuestro médico ya que la diferencia de comprarla con o sin receta es de casi 50 euros, por lo que creo merece la pena acudir al ambulatorio.

MONEDA: La Rupia indonesia es la moneda oficial del país. La cotización a día de hoy era de 1 euro = 14700 rupias indonesias. Nosotros la primera gran cagada del viaje la haríamos al cambiar en el aeropuerto de Dubái una pequeña cantidad, consiguiendo, tan sólo, el cambio de 1 euro = 11800 rupias. En la segunda ocasión en el aeropuerto de Yakarta conseguiríamos un cambio de 14000 rupias por euro, creyendo que el aeropuerto era la mejor opción, pero también nos equivocaríamos, ya que el premio gordo lo lograríamos en Ubud en la isla de Bali, obteniendo por  un euro = 15125 rupias indonesias. Conclusión que lo mejor, sin duda, si se puede, es esperar a cambiar el dinero en ciudades como Yogyakarta en Java o Ubud en Bali, donde el cambio es mucho más favorable que en los aeropuertos.

VISADO: Si vas menos de un mes puedes realizarlo en el aeropuerto de Yakarta, así como en el de otras islas. Su coste es de 25 dólares y sólo te piden tener el pasaporte en regla con una vigencia mínima de seis meses a partir de la fecha de entrada a Indonesia. Nosotros llevaríamos dólares para pagar este, pero se puede pagar en otras muchas divisas, adaptándose al cambio correspondiente, por lo que al final te da igual pagar en una o en otra.

SEGURO MÉDICO: La tarjeta sanitaria europea sólo cubre los percances médicos en los países miembros y en algún otro estado europeo, asociado para este tipo de temas con la Unión, por lo que en el momento que sales de las fronteras europeas y si no perteneces a ninguna sociedad privada, conviene hacerse un seguro médico que te de cierta cobertura médica si te llegara a suceder algo. En mi caso lo contrataría, al igual que el año pasado, con MAPFRE, al ser el que más me convencería de los que vi. Su coste por los 24 días desde la salida de España hasta la vuelta y un día más sería de 81,60 euros.

Por fin, empieza la aventura:

Y después de tanto prolegómeno, comenzaban nuestras peripecias un día tal como el 6 de Septiembre de 2013, en el aeropuerto de Barajas, en la terminal 4, donde llegaríamos tres horas antes de la salida de nuestro vuelo con la compañía Emirates cuyos billetes habíamos sacado en el mes de Febrero por 750 euros, ida y vuelta. Me habían hablado muy bien de esta compañía, de hecho me la habían puesto como una de las mejores entre todas las aerolíneas existentes. Y ya, de primeras, podríamos comprobarlo en la puntualidad de la salida del vuelo, al ver que la seriedad en este aspecto, era una de sus principales características, entre otras muchas.

A las 22.10 en punto, despegábamos con rumbo a Dubái, la capital de Emiratos Árabes, donde llegaríamos tras seis horas y cuarenta minutos de vuelo. Aquí ya tendríamos que adelantar nuestros relojes dos horas, por lo que en ese momento eran las 07.00 hora local. El vuelo fue de lo más agradable, con todo tipo de comodidades: buen espacio entre las butacas, pantallas individuales con las últimas películas en cartelera (yo me vería Oblivión de Tom Cruise), una gran amabilidad por parte del personal, snacks y una buena cena consistente en piezas de ternera con maíz y vegetales, una ensalada y un trozo de pastel.


Amaneciendo en las cercanías de Dubai


Una vez en la terminal de Dubái, sólo tendríamos que dirigirnos a la puerta de embarque siguiente, la que nos llevaría a Yakarta, pasando un pequeño control de seguridad, donde fueron bastante pasotas, ya que estaban más a sus interesantes conversaciones que a mirar en las pantallas lo que llevábamos los pasajeros. Ya en esta y como nuestro vuelo no salía hasta cuatro horas después, nos entretuvimos dando vueltas de un lado para otro y ya de paso comprobar como el lujo de este país comienza en su propio aeropuerto, pues pudimos encontrarnos desde tiendas con joyas y relojes de oro y plata a unos precios desproporcionados, así como un expositor con un coche descapotable, pasando por la decoración con pequeños estanques y arbolado de la propia terminal, casi nada.


Aeropuerto de Dubai

Decir para interés de los fumadores que este aeropuerto tiene una sala habilitada al efecto, por lo que seguro que más de uno se alegrará.

Mientras seguíamos dando nuestros paseos de un lado para otro, veríamos una oficina de cambio y tras valorar detenidamente que hacer, al final decidiríamos cambiar algunos euros ante la incertidumbre de no saber si en el aeropuerto de Yakarta estaría abierta alguna a las horas que íbamos a llegar. El cambio aplicado sería de 1 euro = 11800 rupias. Menos mal que sólo cambiaríamos lo justo para salir del paso, porque sin duda que es de las mayores estafas que te hacen en comparación con el tipo de cambio en Indonesia.

A las 11.10 volveríamos a despegar, de nuevo, con dirección, ahora sí, a nuestro destino definitivo para el día de hoy: Yakarta, donde llegaríamos tras 8 horas y 20 minutos de vuelo y con otras tres horas más de adelanto de reloj, es decir a las 22.30 de la noche. El vuelo, realmente, fue sensacional, maravilloso, espectacular, pues a las mismas comodidades del anterior, también habría que añadir que este iba con una ocupación inferior a la mitad, lo que suponía que había filas enteras libres de cuatro asientos, por lo que tras preguntar a las azafatas y obtener una respuesta afirmativa a todos los que lo sugerimos, no dudamos en ocupar las mismas y así poder ir tumbados, por lo que me pasé más de la mitad del viaje durmiendo como un bebe y a pierna suelta, nunca mejor dicho. Qué sentimiento de felicidad, la cosa no podía empezar mejor.


Aeronave de Emirates

En el trayecto  también nos pondrían de comer, en esta ocasión pollo marinado, snacks y unos bocatas algo antes de la llegada, así que fenomenal porque así llegaríamos ya con la tripa llena.

Como decía, aterrizaríamos a las 22.30, por lo que una vez fuera del avión, nos dirigimos hacia la salida y comenzaríamos con los trámites de llegada. Lo primero con lo que te encuentras son las ventanillas para tramitar el visado por 30 días. Si es más tiempo ya tienes que realizarlo de otra manera. Primero tienes que dirigirte a pagar el mismo a una primera ventanilla, donde desembolsas 25 dólares o 20 euros. También puedes pagarlo en otras monedas. Allí hay una pantalla donde se puede ver el cambio correspondiente y las divisas admitidas. Después con tú ticket de haber pagado, tú pasaporte y los dos papeles que dan para rellenar a bordo del avión, vas a la ventanilla que pone VISA para extranjeros y te hacen todo el trámite. Son un poco lentos y la hora y pico de espera no nos la quitó nadie.

Una vez que tuvimos todo en regla, ya sólo tendríamos que dirigirnos a coger el equipaje, el cual estaba allí más sólo que la una, y justo después, pasar el control del mismo, que consiste únicamente en meterlo, otra vez, por las máquinas de siempre, presentes en todos los aeropuertos.

Unos metros antes de salir definitivamente a la calle, veríamos que en una oficina de cambio la rupia tenía la cotización de 1 euro = 14000 rupias, lo que aprovechamos para cambiar una parte de lo que llevábamos, por lo que al final lo de Dubái fue un gran error, pero bueno de todo se aprende, afortunadamente tampoco sería mucho lo que cambiaríamos allí.

Tras unos minutos más, por fin saldríamos al exterior de la terminal, donde rápidamente sentimos una bofetada de calor, además de una marea humana de taxistas, abordándonos para que tomáramos uno de sus vehículos. Nosotros íbamos al Pop Hotel Airport, que se encontraba tan sólo a diez minutos y la oferta con la que todo el mundo quería empezar a negociar era, ni más ni menos, que de 100000 rupias, a lo que nos negamos tajantemente, pues había leído que se podía conseguir por unas 40000 rupias. Al final y dado que no se bajaban de la burra después de diez minutos, decidimos decantarnos por un hombre que nos lo dejaba en 70000 rupias. Después nos enteraríamos en el hotel que habiendo cogido los de la compañía Blue Bird nos hubiera salido por unas 30000 a 40000 rupias, lo que nos dio bastante rabia, pero bueno acabábamos de llegar y la inexperiencia era importante en nosotros.

Por fin, sobre las 00.00, entrábamos por la puerta del hotel, el Pop Hotel Airport (24 euros la habitación), donde la reserva estaba correcta y no hubo ningún problema. Bueno, la verdad, que sí que hubo un mal entendido, que a punto estuvo de costarme una agresión y no sé qué más y es que en recepción se equivocaron y me dieron la tarjeta de una habitación que ya estaba ocupada, lo que supuso que abriéramos la puerta de unos indios que afortunadamente tenían la cadena echada. (El año pasado me pasaría lo mismo en el hotel de Victoria en Canadá, ¡manda huevos!). No obstante y aunque volvimos a cerrarles la puerta, el tío se pilló un rebote considerable y salió hecho un energúmeno, sin camiseta y gritando “respeto, respeto” en inglés. Rápidamente le mostraría la tarjeta que me habían dado en recepción y traté de explicarle con mi inglés chapucero que yo no tenía la culpa y que hablara con los responsables, que a mí no tenía que decirme nada ni pegarme esos gritos. Eso parece que no le sirvió de mucho al individuo y continuó aún más exaltado gritando lo de “Respeto” y encarándose casi conmigo. Ahí intervendría magistralmente Raúl, al meterse como pudo entre los dos y, simplemente, pedirle perdón y explicarle con un inglés bastante más aceptable que el mío lo que había sucedido, lo cual parece que valió para que el asunto quedara zanjado  y poder irnos, después de un nuevo cambio de tarjeta, a nuestra habitación. La cosa empezaba con emoción.

La habitación era normalita, con una cabina de las de la calle que hacía las veces de ducha y aseo, limpio y con unos cuantos mosquitos revoloteando por el interior, pero por 24 euros la estancia, no se podía pedir más. Para ser un hotel de paso era aceptable.

Habían transcurrido ya más de 24 horas desde que llegábamos al aeropuerto de Barajas la tarde del día anterior, por lo que cuando me metí en la cama, no me lo podía creer. Así que muy pronto, en unos segundos, caería rendido sin efectos de jet lag, ni nada parecido.

A TENER EN CUENTA:
  • No hay ningún problema para cambiar moneda en el aeropuerto de Yakarta aunque llegues a horas intempestivas. De hecho si tu conexión es en Dubái conviene evitar hacerlo aquí porque el cambio es realmente desfavorable. De todas maneras si puedes esperar y vas a otras ciudades indonesias es mejor cambiar en ellas porque el cambio es todavía mejor.
  • Vete directamente a tomar un taxi de la compañía Blue Bird que disponen de taxímetros y evita negociar te saldrá mucho más barato y estarás pagando lo que realmente cuesta.




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