13 de Julio de 2013.
La verdad que la noche que había pasado no había sido de las mejores que recuerdo, entre el terrible calor que hacía en la habitación, que los japoneses coñazo no callaron ni apagaron la luz hasta casi la una y que la tiritona me duró hasta la mitad de la noche, me levanté a eso de las ocho como si me hubieran pegado una paliza, pero bueno, afortunadamente parecía que sólo era cansancio y que los síntomas de lo que yo creía podía ser una gripe habían desaparecido. No sé, de esos misterios sin resolver a los que no encuentras una explicación.
La verdad que la noche que había pasado no había sido de las mejores que recuerdo, entre el terrible calor que hacía en la habitación, que los japoneses coñazo no callaron ni apagaron la luz hasta casi la una y que la tiritona me duró hasta la mitad de la noche, me levanté a eso de las ocho como si me hubieran pegado una paliza, pero bueno, afortunadamente parecía que sólo era cansancio y que los síntomas de lo que yo creía podía ser una gripe habían desaparecido. No sé, de esos misterios sin resolver a los que no encuentras una explicación.
Así que la verdad que
estaba contento de que las aguas volvieran a su cauce y después de pegarme una
buena ducha y desayunar unos bollos con un batido de chocolate en una cafetería
cercana (7 francos), me lancé como un poseso a disfrutar de Berna. El día que
me encontré era inmejorable, con un cielo azul radiante y una temperatura que
provocaba incluso algo de bochorno a esas primeras horas de la mañana, así que
no podía pedir nada más.
La ciudad vieja de Berna está declarada patrimonio de la
Humanidad desde 1983 debido a su núcleo medieval, el cual no ha sufrido cambios
desde su construcción durante los siglos XII al XV y ello a pesar del
devastador incendio que asoló la ciudad en 1405 e hizo que la misma tuviera que
ser reconstruida, sustituyéndose la madera por la piedra arenisca de color
verde grisáceo tan característica.
Mi visita a esta comenzaría por una de las plazas más
representativas y famosas, dado que la tenía nada más salir del hostal, la
llamada Kornhausplatz, en la que pude encontrarme con la primera de las muchas
y famosas fuentes por la que se caracteriza la capital, la llamada fuente del
Ogro que representa a un gigante devorando niños y aparte de estar zampándose
uno, también tiene un saco con otros cuantos a la espera de ser engullidos. Esta era la manera de
advertir lo que les pasaría a los niños desobedientes, así que no se andaban
con tonterías.
Kornhausplatz y Fuente del Ogro |
Fuente del Ogro |
También aquí se encuentra el edificio que da nombre a la
plaza, el Kornhaus o Granero, que le da un carácter señorial a la plaza. Hoy es
un teatro, así como un centro de conferencias.
Después de recrearme un rato en este lugar con el que
empezaba a descubrir la ciudad, sólo tuve que avanzar unos metros para darme de
bruces con el edificio más famoso de toda la capital y uno de sus símbolos, el
Zytglogge o Torre del Reloj que formaba parte de la puerta occidental de la
ciudad y recuerda un montón al reloj astronómico de Praga. Se dice que este
ayudaría a Albert Einstein a afinar su teoría de la relatividad, ya que mientras
viajaba en un tranvía que salía de la torre, el gran científico supuso que, si
el tranvía fuera a la velocidad de la luz, la torre del reloj marcaría la misma
hora, mientras que en su reloj el tiempo seguiría pasando, lo que probaba, al
final, que el tiempo es relativo. En fin demasiado complicado para la gente de
a pié. Igualmente curioso fue ver como empezaban a desfilar varias figuritas de
osos y caballeros y es que cada hora se produce este pequeño desfile en su
carrillón que es ya todo un símbolo de la ciudad.
Zytglogge o Torre del Reloj |
Zytglogge o Torre del Reloj |
En este monumental edificio comienza la Kramgasse, sin duda
la calle más famosa y de más solera de Berna, toda adoquinada y con edificios
del siglo XV, por la que continuaría mi largo paseo matutino. Toda ella al
igual que el resto del casco antiguo está formada por soportales (6 km en
total), que protegen toda clase de comercios y tiendas, lo que le da un aire
romántico y encantador a la misma. Pronto me encontraría con dos nuevas fuentes
decorativas, por un lado la llamada Zahringer en honor al fundador de la ciudad
y cuya estatua es un oso con armadura completa y con un cachorro a sus pies y
que representaría, según la leyenda, al oso al que disparó el fundador cuando
buscaba un lugar para fundar la ciudad. Por otro lado y prácticamente pegada
pude ver la fuente de Sansón con este personaje bíblico matando a un león.
Kramgasse |
Fuente de Sansón y Kramgasse |
Entre una y otra fuente, me encontraría con la casa donde
vivió uno de los científicos más importantes de la historia, nada más y nada
menos que Einstein, el cual creo que no necesita muchas presentaciones. Como ya
estaba abierta decidí subir las escaleras que te llevan hasta el primer piso y
pagar la entrada de 6 francos que te da derecho a entrar al que fue su hogar
durante 1903 y 1905 y en el qué elaboró su teoría de la relatividad. Se visitan
dos plantas. La primera de ellas donde te encuentras la casa decorada con
muebles, muchos de ellos restaurados y no originales y con cuadros del
científico y de su esposa Mileva y algún que otro escrito original del genio y
la segunda con una sala de proyecciones acerca de su vida y más información en
paneles.
La verdad que me pareció cara en cuanto lo que ofrece, aunque por otro
lado, el hecho de estar donde vivió tal eminencia y que fuera aquí donde se le
ocurrió la famosa ecuación que cambiaría las teorías sobre el universo, también
hizo que no me doliesen tanto pagarlos.
Casa de Einstein |
Casa de Einstein |
En 40 minutos se ve de forma sosegada la vivienda y de nuevo
en la histórica avenida, continué mi paseo hasta llegar a una calle que la
cruzaba y por la que giré a la izquierda, para de esta manera llegar a la
pequeña y encantadora plaza del Ayuntamiento, sede del gobierno municipal y un
ejemplo del gótico tardío. Además aquí también pude ver y entrar a la iglesia
de San Pedro y San Pablo y ver otra de esas bonitas fuentes, en este caso la
llamada Vennerbrunnen que representa a un político militar de la época medieval
con su armadura completa y una bandera.
Rathaus o Ayuntamiento |
Después de pulular un rato por esta zona, volví a la calle
principal y continué avanzando con dirección al río y sin mucho tardar,
encontraría la fuente de la justicia, coronada por una representación de esta.
Estaba llegando al final de la monumental avenida y en unos minutos más y
después de pasar al lado de la iglesia de Nydegg, me encontraría al lado de la
ribera del río Aare dispuesto a cruzar el pequeño puente de Untertorbrücke, no
sin fijarme antes en los detalles de otra fuente pegada al mismo de nombre
Läuferbrunnen.
Había optado por perderme por una pequeña calle que me había
llevado a este encantador rincón, perteneciente a otro de los barrios
característicos de la ciudad y desde el que tenía unas vistas estupendas del
inmenso puente de Nydegg, el cual atravesaría más tarde.
Puentes de Nydegg y Untertor y Río Aar |
Atravesé el río y comencé a subir la colina verde con la que
me encontré, por una pequeña senda a la izquierda en continuo ascenso, la cual
me llevaría hasta el jardín de las rosas, popularmente llamado, jardín del
Edén. Este es un remanso de paz repleto de un gran número de estas flores. Pero
además es un excepcional mirador desde el que disfrutar de todo el casco
medieval de Berna y del río Aare. Ante este panorama tan increíble no pude
evitar la tentación de aprovechar uno de los bancos vacíos que allí se
encontraban y sentarme durante unos veinte minutos para recrearme con tan
fabulosas vistas.
Berna desde el Jardín de las Rosas |
Me daba pereza tener que irme, pero todavía quedaban muchos
lugares interesantes que visitar, por lo que me levanté y comencé a bajar la
colina por otro caminito que me llevaría directo a otro de los lugares más
famosos de la capital suiza: el Barenpark o parque de los osos.
Cuenta una leyenda que el nombre de Berna deriva de la
palabra oso (Bar en alemán), pues el fundador de la ciudad, Bertoldo V, duque
de Zahringen, atrapó uno aquí en una cacería. De esta manera este precioso animal
se convirtió en el símbolo de este lugar.
Pues bien, durante mucho tiempo los osos estuvieron afinados
en un foso de 3,5 metros de profundidad, disponiendo de bastante poco espacio
para moverse. Hace poco este se sustituyó por un extenso parque al aire libre
en la ribera del río a rebosar de árboles y terrazas, donde estos por fin,
pueden moverse a sus anchas.
Bärenpark o Parque de los Osos |
Bärenpark o Parque de los Osos |
Por este lugar estaría durante un buen rato dedicándome a bajar
al antiguo foso que ahora se puede visitar y viendo como jugaban, comían fruta,
se echaban la siesta e incluso se bañaban los osos que viven aquí, viendo a
cuatro de ellos. Creo que son hasta siete los que se encuentran en todo el
recinto.
Puente de Nydegg y Río Aar desde Bärenpark |
Después de disfrutar de estos animales, sólo tuve que
atravesar el puente de Nydegg o Nydeggbrücke, desde el que también se obtienen
unas bonitas vistas de Berna, y me encaminé por la calle Junkern–gasse,
paralela a Kramgasse, hasta la Munster
platz, la plaza de la catedral. Aquí me entretendría dando una vuelta por unos
jardines adosados a uno de los laterales del monumental edificio, desde donde
se ven unas fenomenales vistas del río Aare.
Berna desde el Puente de Nydegg |
Río Aar desde los Jardines de la Catedral |
Y mira por donde qué casualidad que en este momento me di de
bruces con unos compañeros de trabajo que estaban con un tour organizado. Lo pequeño
que es el mundo.
Estuvimos charlando un rato, tampoco mucho, ya que su visita
continuaba y no podían pararse demasiado, y nos despedimos. Yo volvería a la
plaza donde me detuve a fijarme en los detalles de la fuente de Moisés y como
no también me quede contemplando durante largos instantes el espectacular
portal principal de la fachada de la catedral, dedicado al Juicio Final.
Münster o Catedral |
Münster o Catedral |
Dado que se encontraba cerrada, decidí animarme a subir a
una de las torres, que sí se encontraba abierto el acceso (5 francos). Después
de subir no sé cuantas peldaños por la interminable escalera de caracol, por
fin, llegaría hasta lo más alto, siendo recompensado con unas tremendas vistas
de toda la ciudad y de los Alpes berneses en la lejanía. Aquí me extasié otro buen
rato, antes de volver a bajar, deteniéndome en el descenso a ver las distintas
campanas con las que te vas encontrando.
Berna desde la Torre de la Catedral |
Ya en el suelo, anduve durante otro rato atravesando lugares
como las plazas del Casino y del Teatro, atravesé el puente de Kirchenfeld,
desde el que se obtiene una nueva vista de Berna, llegué a la Helvetiaplatz y
me di una vuelta por los alrededores de esta, viendo el peculiar exterior de
muchos de los museos con que cuenta la ciudad y deshice mis pasos hasta llegar
a otro de los lugares significativos de la capital: la Bärenplatz, donde me
encontré un mercadillo por el que paseé durante un rato. Pegada a esta plaza
había otra con mucha mayor solera, la Bundesplatz, con nada más y nada menos
que el palacio federal y el Banco Suizo. Hice mis fotos de rigor y me puse a
rodear el enorme edificio, encontrándome en la parte trasera unos carteles que
indicaban que había visitas guiadas por el interior del mismo. Así que, por
supuesto, que entré al interior, me fui a información y allí me dijeron que si
quería todavía quedaban entradas para la visita en italiano que iba a tener
lugar en 10 minutos, es decir a las dos de la tarde. Por supuesto que dije que
sí y me dieron la entrada que era gratuita, pasé el control de seguridad y allí
me encontraba dispuesto a visitar el parlamento suizo.
Bundeshaus o Palacio Federal |
A las dos en punto comenzó la visita y la verdad que entre
el folleto en español que nos dieron y que el italiano se parece en algo al
castellano, pues me iba enterando de cosas interesantes. Así entre lo más
destacable pude saber que el parlamento Suizo está formado por dos cámaras con
los mismo derechos: una el Consejo de Estado, con 46 miembros que representa
los cantones y otra el Consejo Nacional con 200 miembros, que representa el
pueblo. Los miembros de ambos consejos son elegidos por el pueblo para una
legislatura que dura cuatro años. Elaboran y aprueban las leyes, pero en muchas
de ellas el pueblo tiene la última palabra a través de referéndums e
iniciativas.
También nos hablaron del gobierno, de las características
del edificio y algún que otro tema candente y de actualidad en el país y muchas
de estas charlas pudimos escucharlas sentados en los escaños de los diputados,
lo que me encantó.
Al final la visita duraría una hora, por lo que al ser ya
las tres, estaba muerto de hambre, por lo que no dudé en dirigirme al Mc Donald
que hay situado al lado de la Puerta del Reloj y comerme un Menú Big Mag. Sí ya
sé que algunos pensaréis que es para matarme, pero en Suiza todo es muy caro y
la comida rápida es de lo más barato que hay. (13 francos).
Terminaría de comer a
eso de las cuatro pasadas, por lo que como ya me había pateado Berna de arriba
a abajo y entrado en todos los lugares que llevaba previstos y alguno más que
no me esperaba, decidí encaminarme hacia la estación de trenes para poner rumbo
a la idílica región del Oberland Bernés, donde pasaría ya la noche de hoy.
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