13 de Julio de 2013.
Como decía en el capítulo anterior, dado que Berna ya la había recorrido por sus cuatro costados, pues al ser una capital pequeña se visita muy bien en una mañana, madrugando un poquito, me dirigí hacia la estación de trenes, también caminando, y aquí me dispuse a tomar un tren con dirección hacia la localidad alpina de Interlaken y los dos grandes lagos que lo rodean, el Thun y el Brienz.
Como decía en el capítulo anterior, dado que Berna ya la había recorrido por sus cuatro costados, pues al ser una capital pequeña se visita muy bien en una mañana, madrugando un poquito, me dirigí hacia la estación de trenes, también caminando, y aquí me dispuse a tomar un tren con dirección hacia la localidad alpina de Interlaken y los dos grandes lagos que lo rodean, el Thun y el Brienz.
A partir de este momento la totalidad del transporte que
tomaría durante toda mi estancia en esta región lo tendría ya pagado e incluido
en el llamado pase del Oberland Bernés, el cual te permite viajar de forma
ilimitada durante el periodo que hayas elegido, en mi caso cuatro días, en la
gran mayoría de trenes, barcos, teleféricos, funiculares, autobuses,
telecabinas, etc. Lo cual supone un importante ahorro si quieres moverte mucho
por la zona y hacer un montón de cosas. El pase lo saqué por internet en la
página:
Puedes elegir entre el de 4, 6 u 8 días, en primera o
segunda clase. A mí el de los cuatro días en segunda clase me salió por 230
francos, es decir, 192 euros. Además puedes seleccionar que te lo envíen por
DHL (tardan entre 2 y 3 días) o recogerlo en el aeropuerto.
Yo elegí la primera
opción para ir tranquilo y llevarlo ya desde Madrid. Por ello me soplaron 12
euros, mientras que si eliges la otra opción son 8 euros, por lo que apenas hay
diferencia. También hay que decir que la diferencia entre primera y segunda
clase, en cuanto a comodidad se refiere, apenas es significativa, salvo en los
barcos que se nota un poco más, por lo que cogiendo segunda, ahorrarás bastante
más.
Como se puede ver es un dineral pero es que hay que tener en
cuenta que si no compras este, puede costarte todavía más en el momento que
quieras moverte un poco por la zona, por lo que mi recomendación es que salvo que
no vayas a tomar ningún transporte o muy pocos de estos, se opte por sacarlo,
pues te permitirá ir sin preocupaciones.
A eso de las cuatro y cuarto me encontraba ya subido en el
tren que me llevaría hasta la localidad suiza de Interlaken, el cual llegaría
primero hasta el pueblo de Thun y después iría bordeando todo el lago del mismo
nombre hasta llegar a la famosa villa alpina. Ni que decir tiene que las
primeras sensaciones que tuve al ver por primera vez este lago rodeado por las
montañas que forman parte de los Alpes, fueron sobrecogedoras y me hicieron
saltar del asiento en más de una ocasión para tratar de plasmarlo en mi cámara
fotográfica. A parte de no poder parar de exclamar durante un buen rato el
famoso: ¡oooh, qué chulo! De hecho arranqué alguna que otra sonrisa a los
señores que llevaba en frente, es decir que realmente creo que se notaba que
estaba alucinando.
Lago Thun desde el Tren dirección Interlaken |
Lago Thun desde el Tren dirección Interlaken |
Una vez en Interlaken, como todo iba según lo planeado,
seguí en marcha con lo que tenía en la cabeza, que no era otra cosa que esperar
el tren que me llevaría hasta la localidad de Brienz, situada en el extremo
oriental del lago del mismo nombre. Aquí llegaría a las 18.05, hora perfecta
para poder hacer lo que tenía previsto. Por cierto es importante señalar que
tanto en estos trenes como en todo el transporte que tomé durante mi estancia
en Suiza, me pidieron siempre el billete, incluso cuando ya creías que el
revisor no iba a llegar porque sólo faltaban cinco minutos para bajarte, de
repente, aparecía este con su educación exquisita y te requería el título de
transporte correspondiente. Por lo que no se os ocurra viajar sin billete,
aunque pueda parecer tentador, porque las multas si te pillan son altísimas y
pasarás una vergüenza tremenda, ya que tampoco me encontré con nadie que no lo
llevara.
Una vez en el andén de este pequeño pueblecito me dispuse a
recorrerlo tranquilamente de punta a punta, por lo que elegí ir por el interior
del mismo hasta llegar al final, donde acababan las últimas casas y para volver
caminar por la ribera del lago, disfrutando de las imponentes montañas que lo
rodean. Así pude ir fijándome en las preciosos chalets de madera adornados de
flores y con un sinfín de detalles colgados de sus balcones como cencerros para
vacas, gnomos adornando las repisas de las ventanas, pequeños abrevaderos en
las puertas de entrada, esculturas en madera, etc. Propio todo ello de
cualquier cuento de Walt Disney o sacado de la serie de Heidi, de la que nunca
hubiera imaginado al verla de pequeño por televisión, que cada detalle que
salía en ella, podía existir de verdad.
Casas tradicionales en Brienz |
Casa tradicional en Brienz |
Al llegar al final del pueblo me encontraría en lo alto de
una pequeña colina con la iglesia, por lo que decidí subir hasta ella para así
deleitarme con una perspectiva encantadora de las vistas de Brienz y de su
lago. Aquí me detendría unos momentos para relajarme ante semejante panorama.
Iglesia de Brienz |
Brienz desde su Iglesia |
Lago Brienz desde la Iglesia |
Después de estos momentos, volvería a bajar hasta las
inmediaciones del lago, para ya seguir una pequeña pista de tierra por la que
mientras paseaba me iría fijando en las cristalinas y turquesas aguas, además
de ir atravesando pequeños puertos deportivos y parques infantiles. Incluso me
encontré con una exposición de tallas de madera de lo más originales, adornando
las orillas.
Paseo junto a la ribera del Lago Brienz |
Paseo junto a la ribera del Lago Brienz |
Paseo junto a la ribera del Lago Brienz |
Así sin darme cuenta llegaría hasta el punto de partida de
los barcos que atraviesan el lago, justo en frente de la estación de trenes.
Tan sólo tendría que esperar 20 minutos para que llegara la última de las
embarcaciones que atravesaría por hoy las aguas, saliendo esta a las 20.40
minutos exactos (incluido en el pase del Oberland Bernés).
En el Puerto de Brienz esperando el Barco |
Puerto de Brienz |
Subiría a bordo, me iría para la popa y me acomodaría en un
lado de uno de los bancos que había y me preparé para disfrutar del pequeño
crucero de hora y veinte de duración.
Durante el trayecto iríamos parando en
pequeñas y encantadoras localidades para que bajasen y subiesen pasajeros,
mientras el sol poco a poco se iba poniendo en el horizonte y convertía al lago
en un espejo improvisado donde se reflejaban los pequeños pueblos y las
montañas que nos rodeaban. Me sentía feliz, como si fuese cierto que cuando
pisas este país, tú vida se convierte automáticamente en una historia de
cuento, donde es imposible ante tanta belleza, poner un gesto triste o
desagradable.
Navegando por el Lago Brienz |
Navegando por el Lago Brienz |
Navegando por el Lago Brienz |
A las 22.00, bajo un cielo estrellado llegaba al puerto de
Interlaken Ost, donde bajaría del barco con una sonrisa de oreja a oreja, pues
esto había sido sólo el primer día y todavía me quedaban otros dos y medio por
delante, lo que presagiaba muy buenos augurios ante los acontecimientos que
tenían que llegar y los lugares tan espectaculares que vendrían por descubrir.
Tras un paseo de un cuarto de hora llegaba al hostal Backpackers
Villa Sonnenhof, donde en recepción me atendió un chico mexicano, por lo que yo
tan contento ante no tener que chapurrear mi inglés. Me dio las sábanas,
toalla, las llaves de la taquilla y cuatro fichas para utilizarlas en la
máquina de bebidas calientes o en la conexión a internet a elegir. Me comentó
que el desayuno estaba incluido en el precio y pagué los 86 francos por las dos
noches.
No hay comentarios :
Publicar un comentario