AMSTERDAM - DIA 04. Descubriendo la zona este de la ciudad

1 de Noviembre de 2010.


La jornada no comenzaría de la mejor manera y es que me llevaría un importante susto, nada más salir del hotel e intentar cruzar la calle, pues estaría a punto de ser arrollado por una bicicleta y es que acostumbrado en Madrid a sólo tener en cuenta el tráfico motorizado, no podía imaginarme lo peligroso que puede llegar a ser también este medio de transporte para el peatón. Y es que aquí lo tienen muy claro y los ciclistas no dudan en hacer prevalecer sus derechos aunque se tengan que llevar por delante a quien sea. No olvidemos de que se trata de la ciudad del mundo con más bicicletas por metro cuadrado. Mirándolo por el lado bueno, también me llevaría la experiencia de ver cómo es un holandés realmente cabreado y la verdad es que se te ponen los pelos de punta. Menos mal que no paró y se bajó del vehículo.

Hoy no habíamos tenido fuerzas para madrugar después de la juerga de anoche, por lo que nuestro plan no era demasiado ambicioso hasta que saliera el vuelo de la tarde, pero sí que queríamos todavía ver algunos lugares importantes de la ciudad y, cómo no, nos dirigiríamos a ellos caminando.

Comenzaríamos paseando por la ribera del canal Reguliersgracht, desde el que se pueden observar siete puentes consecutivos que atraviesan el agua. Aunque las vistas son mejores desde los cruceros, como ya podríamos comprobar días atrás, también merece la pena hacerlo de esta manera.

Aunque también habíamos tenido oportunidad de verlo desde el paseo en barco, es cierto que todavía no me había referido a uno de los puentes más conocidos de Ámsterdam llamado Magere Brug y es que quería acercarme hasta él caminando y recrearme un rato observándolo. Este tradicional puente levadizo, que todavía se controla manualmente, es una de las señas de identidad de la ciudad, y uno de los más fotografiados. Situado sobre el río Amstel, el actual puente de madera blanca es una réplica realizada en el siglo XX del original del siglo XVII. Cuenta la tradición que tomó el nombre de dos ancianas hermanas llamadas Mager, que vivían en 1670 a un lado del Amstel y construyeron un puente muy sencillo para acceder a sus establos en la otra orilla. Sin embargo, parece más probable que tomara su nombre de sus estrechas dimensiones, pues Mager significa delgado en holandés, aunque con los años se haría más ancho.

Magere Brug

Magere Brug

Por cierto que, entre otras muchas películas, aparece en “Diamantes para la Eternidad” donde 007 pone la ciudad patas arriba.

Justo enfrente del anterior es interesante fijarse también en las antiguas esclusas que se conocen como Amstelsluizen y aunque la mayoría fueron renovadas en el siglo XIX también es una imagen característica de los canales.

Amstel Sluizen

A continuación teníamos por delante dos kilómetros de nueva caminata, pero no quería irme de Holanda sin ver de cerca uno de sus famosos molinos y, afortunadamente, no hay que salir de la ciudad para ello. Así que entre nuevos canales llegaríamos hasta el llamado De Gooyer. La primera visión es imponente y es que además de su altura, sus aspas de casi 27 metros te dejan en el sitio. Como cualquier molino, al principio serviría para moler maíz, pero hoy su tradicional función ha pasado a mejor vida y hace las veces de cervecería y restaurante.

Molino de Viento De Gooyer

Molino de Viento De Gooyer

Aunque era un poco paliza, decidiríamos regresar al centro, otra vez caminando, y ya en las proximidades del mismo, cruzar el Waterlooplein, uno de los más grandes y elegantes puentes adornado con gigantescas farolas, además de observar el exterior de la iglesia Zuiderkerk, la primera protestante de los Países Bajos y realmente bonita. También parece que las vistas desde su torre son espectaculares pero, igual que sucedería ayer con la Westerkerk, también estaba cerrada.

Waterlooplein

Zuiderkerk

A partir de este momento decidiríamos vagar sin rumbo fijo por las calles y canales de Ámsterdam disfrutando de la tranquilidad de nuevas zonas y del mayor alboroto de otras ya conocidas, volviendo a pasar por lugares ya familiares como el Barrio Rojo, la Oude Kerk o la plaza Dam.

Oudezijds Voorburgwal

Oudezijds Voorburgwal

Sex Shop en el Barrio Rojo

Sería aquí cuando valoraríamos el acercarnos a conocer uno de los famosos Coffee Shops, pero teniendo en cuenta que quedaban pocas horas para dirigirnos al aeropuerto y no era plan de montar un espectáculo en el mismo, seríamos sensatos y al final optaríamos por dejarlo para mejor ocasión y ahora sentarnos en una cafetería normal y corriente.

A veces es increíble como por no saber decir una simple palabra en inglés, puedes llegar a hacer el ridículo sobremanera y quedarte al final sin lo que tanto te apetecía tomar. Eso sería lo que me sucedería a continuación. El caso es que se me había antojado un batido de chocolate y cuando llegó el momento de pedírselo a la camarera ni mi amigo Raúl ni yo sabíamos cómo decirlo. Por más que utilizaba chocolate adornándolo con otras palabras como leche, zumo y demás la chica no conseguía adivinar lo que quería, así que no se me ocurriría otra cosa que empezar a decirle marcas de batidos en castellano tales como Cacaolat u Okey, lo que haría empeorar más aún la situación y que nuestra interlocutora pusiera aún más cara de circunstancia y empezara a perder la paciencia, todo mientras mi amigo se partía de risa, justo al lado. Al final y para no empeorar más la situación acabaría tomándome una coca cola, con una gran sensación de frustración. Por lo menos ya no olvidaré nunca que batido se dice smoothie o milkshake.

Después de los últimos paseos por los canales, terminaríamos comiendo en el Hard Rock Café e iríamos en búsqueda de nuestro equipaje al hotel, poniendo así la guinda a estos agradables días en la capital de los Países Bajos, antes de regresar al quehacer diario en Madrid.

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