EGIPTO - DIA 10. Saqqara, Dahshur, Menfis y el barrio Copto de El Cairo

17 de Noviembre de 2008.
Nuestro grupo dedicaría la mañana de hoy a realizar la visita de las pirámides y la esfinge de Giza y aunque son espectaculares y nos encantaron era evidente que no íbamos a repetir la excursión, por lo que le dijimos a Alí que hoy volaríamos solos durante toda la jornada. Lo único que le pediríamos era que si podía ayudarnos a contratar un taxi a un precio asequible para realizar la escapada que teníamos pensada, a lo que accedió sin problema. Nuestra idea era desplazarnos hacia el sur del país para poder ver la que fue la antigua capital del Imperio Antiguo: Menfis y las pirámides de Dahshur y Zoser, que aunque no reciben el aluvión de visitas que tienen las de Giza, también tienen una gran importancia en la historia egipcia.
El taxista que nos tocó era un hombre de unos cincuenta años, bonachón y simpático que hablaba un inglés bastante aceptable y que iría hablando con nosotros buena parte del viaje, aunque mejor tendría que decir que lo haría con Tony y este, a su vez, iría traduciendo lo que iba diciendo y viceversa respecto a lo que yo quería decirle a él, pero el caso que tuvo más paciencia que un santo y nos lo pasamos bien.
Empezaríamos conociendo la célebre pirámide escalonada de Saqqara, de la que dicen es el edificio más antiguo del mundo y el que inició el “fenómeno piramidal” hace 4600 años.
Entrada a Pirámide de Saqqara
Sería diseñada como tumba del faraón Zoser por el primer arquitecto de nombre conocido, Imhotep, que también es una figura clave en la historia de la medicina. Imhotep proyectó la pirámide alrededor del siglo XXVII a.n.e.
Los escalones de piedra y arcilla, cada vez más reducidos, se alzan hasta una altura de 61 metros y originalmente estaban cubiertos con resplandeciente piedra caliza. Las cuatro caras de la base cuadrada de la pirámide estaban orientadas hacia los puntos cardinales. Había varias puertas, pero la principal estaba entre las columnas y daba a un patio central.
Pirámide de Saqqara

Pirámide de Saqqara
Bajo la pirámide, había una estructura subterránea de un tamaño y complejidad sin precedentes, con galerías y alrededor de 400 salas. Además estaba en medio de una serie de edificaciones, algunas de las cuales eran aparentemente recreativas, quizá para que el espíritu del rey se regocijara después de la muerte o porque estaban relacionadas con las ceremonias de jubileo. También había tumbas para otros miembros de la dinastía gobernante.
Pirámide de Saqqara

Pirámide de Saqqara

Tumba de Saqqara
Para que uno pueda hacerse una idea del tamaño de lo que llegó a ser el complejo, la muralla que lo rodeaba tenía más de 1,6 metros de longitud y, originalmente, 11 metros de alto.
Sólo habría dos cosas que desmerecerían la visita, por un lado el gran número de andamios de madera que sostenía la totalidad de unos de sus costados y que parecían que de un simple soplido se iban a derrumbar, y por otro, el continuo atosigamiento que sufrimos por parte de los supuestos guías del monumento, que no paraban de ofrecer sus servicios y a los que cada diez minutos había que estar diciéndoles que no estábamos interesados.
Andamios en la Pirámide de  Saqqara

Pirámide de Saqqara
Tras descubrir esta interesante zona arqueológica saldríamos del recinto y allí estaba nuestro agradable taxista esperándonos para quitarnos de encima a otros cuantos compañeros del gremio y conducirnos hasta nuestro siguiente destino.
Pero antes de llegar hasta él tendríamos oportunidad de pasar, durante el trayecto, por alguna que otra pequeña aldea, donde pudimos comprobar la verdadera realidad del país, que no es otra que la pobreza extrema de la población, con las calles repletas de basura y los edificios en unas condiciones deplorables.
Casa Egipcias camino Dahshur

Casas Egipcias camino Dahshur
Y, ahora sí, después de recorrer unos veinte kilómetros desde Saqqara llegaríamos hasta la necrópolis de Dahshur, de la que emergen dos de las tres pirámides mandadas construir por el faraón Seneferu, el padre de Keops. La tercera se encuentra en Meidum.
En la inmensa llanura que se abría ante nosotros se podían observar sus espectaculares siluetas, apreciando en ellas un importante avance arquitectónico respecto a la pirámide escalonada de Zoser, que habíamos podido visitar hacía apenas unas horas.
Comenzaríamos con la visita de la llamada Pirámide Roja. Su nombre se debe al color de la piedra caliza utilizada y cuenta con una amplia base de 220 x 220 metros, de hecho es la tercera más alta de Egipto con permiso de las de Keops y Kefrén.
Pirámide Roja de Dashur

Pirámide Roja de Dashur
Su interior es el único que se puede visitar por lo que a ello que nos pusimos. Para empezar tendríamos que ascender una empinada escalera compuesta por piedras, arena y polvo que nos dejaría como a la mitad de la pirámide, que era donde estaba situado el acceso a la misma. Las vistas desde este punto del desierto eran fantásticas y sólo por ello ya había merecido la pena el esfuerzo.
Pirámide Roja de Dashur

Entrada a la Pirámide Roja de Dashur

Desierto desde Pirámide Roja de Dashur
Pero no habíamos hecho el sacrificio sólo para tener unas buenas vistas, por lo que nos dispusimos a afrontar el profundo y largo corredor interior que nos llevaría al corazón de la construcción. Al igual que en la de Kefrén, no te queda otra que ir en cuclillas pero casi el doble de tiempo, al contar con un tramo de mucha más pendiente, por lo que cuando terminamos la bajada casi que no podíamos estirar las piernas. Tras este esfuerzo era el momento de subir por una escalera de madera que nos llevaría hasta donde se encontraba enterrado el faraón.
Hacía muchísimo calor, estábamos empapados y olía realmente mal, pero es cierto que podía más la emoción de estar donde estábamos a la sensación de claustrofobia y calor sofocante que estábamos soportando. Pasados cinco minutos la emoción se disipó y lo único que queríamos era salir de allí, por lo que a paso ligero desharíamos el camino hasta el corredor y volveríamos a afrontar este, aunque ahora el esfuerzo sería todavía mayor al ser cuesta arriba. La verdad que no quiero pensar lo que debe suponer un desmayo por lipotimia en el interior de uno de estos colosos y lo complicado que debe ser asistir a quien lo sufra, porque las condiciones que se dan es cierto que no son las mejores para ello.
Justo en frente de la Pirámide Roja se encuentra la Pirámide Romboidal o acodada, la cual tuvimos que conformarnos con verla desde una distancia prudencial ya que al estar en zona militar y no poderse visitar por dentro, los soldados que andaban por la zona, le dirían a nuestro amigo el taxista que no se acercara más allá de un punto y, evidentemente, este obedecería. Los arqueólogos opinan que esta pirámide serviría de prueba para construir después la Roja, ya que varios errores de cálculo en sus ángulos afectarían a su estabilidad, por lo que se dejaría en desuso.
Pirámide Romboidal de Dashur

Pirámide Romboidal de Dashur
También, por los alrededores y a lo lejos, podríamos ver la llamada pirámide Negra cuya característica principal es que ha desaparecido su recubrimiento y tan sólo se puede apreciar el adobe de su interior. Tampoco es visitable.
Pirámide Negra de Dahshur
Poco más quedaba hacer por aquí, así que le pediríamos a nuestro amigo taxista que nos llevara hasta Menfis, el último lugar que queríamos conocer antes de volver a El Cairo.
De la gran urbe faraónica que fue durante más de tres mil años, no queda apenas nada. Ahora han hecho un museo compuesto por una especie de corral, y han cubierto con un edificio al coloso yacente de Ramsés II, que es por lo que merece la pena visitar el lugar, ya que está considerada como una de las mejores del faraón. Esta gran estatua, procedente del antiguo templo de Ptah de Menfis, está hecha de alabastro y mide unos diez metros de longitud, por lo que al rodearla en su planta baja o al admirarla desde la planta superior, uno se queda impresionado por sus dimensiones y la perfección de sus rasgos.
Estatua de Ramsés II. Menfis

Estatua de Ramsés II. Menfis
En el pequeño recinto también se puede apreciar una esfinge y nuevas estatuas y esculturas del poderoso faraón, pero que no nos aportarían nada nuevo, después de todo lo que ya llevábamos visitado en el viaje.
Estatua Ramsés II. Menfis

Esfinge.Menfis
Dejaríamos atrás la antigua capital de Egipto para emprender el camino hacia la actual, la cual ya no abandonaríamos hasta la vuelta a España. Llegábamos dispuestos a ver todo lo que el tiempo, siempre escaso, nos permitiera, teniendo además en cuenta de que se trata de una urbe descomunal y superlativa, que puede llegar a dar la sensación de reunir varias ciudades en una.
El Cairo, al margen de grandezas faraónicas, se puede considerar una ciudad moderna en el cómputo milenario del país. La fundarían los árabes entre los siglos VII y X, tras la conquista de una fortaleza llamada Babilonia en lo que hoy es el Viejo Cairo, justo por donde comenzaríamos nuestras visitas a la capital egipcia. Sería, por tanto, aquí donde nos despediríamos de nuestro simpático taxista, no sin darle una buena propina por lo bien que nos había tratado.
Una vez que comimos algo en un restaurante a pie de calle, nos perderíamos por las callejuelas del barrio copto, el cual se encuentra en el mismo sector del Viejo Cairo donde estuvo la fortaleza bizantina que mencionaba en el párrafo anterior.
Y, ¿quiénes eran los coptos? Los egipcios cristianos que se sintieron liberados con la conquista árabe y que se encontraban allí desde que el evangelista san Marcos predicara el cristianismo.
Hoy en día son una minoría de unas cuatro millones de almas. De sus antepasados quedan verdaderas joyas de las cuales comenzaríamos visitando la iglesia ortodoxa redonda de San Jorge, ubicada en una de las torres de la fortaleza romana y que fue reconstruida en 1909 después de un incendio.
Iglesia de S.Jorge. Barrio Copto.El Cairo

Iglesia de S.Jorge. Barrio Copto.El Cairo

Iglesia de S.Jorge. Barrio Copto.El Cairo
Después de visitar su interior nos volveríamos a perder por un laberinto de callejones repletos de comercios y gran cantidad de librerías, algo que no sorprendería bastante. Lo que más me gustó de este lugar fue el oasis de tranquilidad que supone respecto a cualquier otro punto de El Cairo, pues por sus calles no hay demasiada gente y se encuentran rincones donde la nota característica es el silencio, algo de agradecer en una ciudad tan apabullante.
Barrio Copto.El Cairo

Barrio Copto.El Cairo
En nuestro periplo por la zona llegaríamos a otros lugares interesantes como la sinagoga de Ben Esra que en sus inicios sería una iglesia cristiana vendida a los judíos egipcios en el siglo XII; la mezquita de Amr Bin Al As, considerada de las más antiguas de la ciudad y una de las primeras en llevarse a cabo en todo el continente africano; la iglesia de San Sergio, la más antigua de El Cairo y de la que se dice se construyó sobre la cueva donde vivieron Jesús, María y José cuando escaparon del rey Herodes a Egipto; las hermosas iglesias de Santa Bárbara y San Mercurio, etc.
Mezquita Ibn Al-As. Barrio Copto.El Cairo

Mezquita Ibn Al-As. Barrio Copto.El Cairo
Pasaríamos también por la puerta del museo Copto, pero desgraciadamente estaban ya cerrando sus puertas. Es de gran interés pues su interior alberga un buen número de antiguos libros gnósticos, escritos en hojas de papiro y, algunos de ellos, son los libros encuadernados en piel más antiguos que se conocen.
Museo Copto.Barrio Copto.El Cairo
Como se ve el barrio no tiene desperdicio, pero una de las construcciones que más merece la pena, y a cuyo interior sí que podríamos acceder, es la iglesia Colgante sita en el callejón de Zuwaila, dedicada a la Virgen María, y en la que se creía se guardaba el hueso de una aceituna que había comido  la Virgen. Posiblemente fundada en el siglo VII, fue reconstruida varias veces y alberga un púlpito excelente y un biombo de la época medieval.
Iglesia Colgante de Sta María.Barrio Copto. El Cairo

Iglesia Colgante de Sta María.Barrio Copto. El Cairo
Allí permaneceríamos casi veinte minutos, pues su interior es realmente bonito, aprovechando mientras nos fijábamos en los detalles para también descansar un poco, pues las piernas ya pesaban lo suyo.
Iglesia Colgante de Sta María.Barrio Copto. El Cairo
Cuando salimos era ya de noche, por lo que no dudamos en volver al hotel cómo lo hacen la mayoría de egipcios al salir de trabajar, es decir, en metro. Había una estación muy cerca por lo que no tardamos ni cinco minutos en llegar a ella. El interior es bastante antiguo, descuidado y nada que ver con los que se pueden ver en Europa. Tenía muy pocas líneas y lo que más nos llamaría la atención es que hay vagones destinados exclusivamente a mujeres, aunque se podía ver alguna que otra, de edad avanzada, también en los de hombres.
Al llegar al hotel nos encontraríamos con parte del grupo de catalanes que nos propusieron irnos a cenar y así poner en común nuestros respectivos días, lo que nos pareció perfecto antes de la retirada final.

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