Hay que
decir que, de nuevo, los temores que te infunden los medios de comunicación no
tienen nada que ver con la realidad de un país, una vez que te encuentras en él
y compruebas, sobre el terreno, que la inseguridad no es tanta y que el
manejarte y moverte por ti mismo no supone mayor problema que el que se pueda
dar en cualquier otro lugar del mundo. Esa fue mi sensación tras varios días
visitando Egipto y observar que muchas actividades las puedes hacer,
perfectamente, por tu cuenta.
Amanecíamos
en Asuán, el último puerto y, a la vez, la puerta de Egipto. Desde el Imperio
Antiguo – más de 4500 años atrás -, aquí se encuentran dos mundos y todos los
colores de piel. Beduinos, nubios y sudaneses se mezclan en sus mercados. En
ellos se regatea y se compran dátiles, ropa, guindillas o azafrán, pero no
podría comprobarlo in situ porque no estaba dentro del programa de la agencia.
De ello sabría gracias a Pere, un agradable señor gerundense que en sus tiempos
mozos ya se había dejado caer por aquí y ahora después de treinta años
regresaba con su mujer en este viaje organizado.
Lo que sí
tendría oportunidad de visitar, junto con el resto de mis compañeros, sería la
impresionante presa de unas dimensiones desproporcionadas, considerada como una
de las obras de ingeniería más importantes que se han realizado.
Presa de Asuán |
Antes de
bajar del autobús, Ali nos daría algunas pautas acerca de las fotografías y es
que al ser un punto estratégico fundamental
para el país no podías apuntar con la cámara hacia cualquier sitio que
te apeteciera, sino sólo hacia determinadas direcciones y nunca a los militares
que custodiaban el lugar.
Presa de Asuán |
Presa de Asuán |
Haciendo
caso a lo anterior no tendríamos problemas en movernos a nuestro antojo por el
espacio desde el que se contempla la misma.
Es
complicado abarcarla con la mirada ya que no es fácil determinar dónde acaba la
tierra y donde comienza la presa, de hecho se puede estar en ella y no saberlo,
lo que da una idea de cómo es de grande la presa de Asuán. Tras ella se
almacena el agua de tres años, lo que supone que si se soltara de una vez
barrería el valle del Nilo, llevándose por delante el país en un día.
Río Nilo desde Presa de Asuán |
Con esos
datos no es de extrañar la fuerte presencia militar que hay en la zona y las
medidas extremas de seguridad que se dan en este área de Egipto.
La
siguiente parada sería para visitar el obelisco inacabado de Asuán, uno de los
lugares más enigmáticos del país. Es curioso observar que la cantera está casi
en pleno centro de la ciudad.
Se
comenzaría a elaborar durante el reinado de la reina Hatshepsut con la
finalidad de ser pareja de otro que hoy en día se encuentra en Roma, pero que
en aquella época se hallaba en Karnak.
Obelisco Inacabado de Asuán |
Lo más
curioso de este obelisco inacabado es que mide 41 metros y pesa 1267 toneladas,
es decir lo que equivaldría a 1200 coches uno encima de otro. El gran problema
fue que cuando los canteros estaban trabajándolo se les partió, lo que hizo que
tuvieran que abandonar la obra. Sin embargo, es aquí donde aparece el primer
enigma, ya que en Egipto muchas obras de granito y otros materiales eran
reutilizadas mientras que aquí no se hizo, ¿por qué?
Obelisco Inacabado de Asuán |
Otro gran
dilema que se plantea es el cómo pensaban moverlo con el peso tan brutal que
tenía e incluso el cómo cortar la parte interior del obelisco que hoy en día
está enclavada en la roca.
Muchas
preguntas sin respuestas y que parece seguirán así durante muchos siglos.
Terminada
esta visita, sería el turno de la segunda y, menos mal, última decepción del
viaje. Es cierto que cuando vienes a este tipo de escapadas organizadas tienes
que venir con la mentalidad de que lo que prima en las agencias turísticas y en
los guías es lo económico y los intereses y acuerdos monetarios, pero lo que
clama al cielo es que no tengan una coordinación y pretendan y consigan someter
al viajero varias veces al mismo tipo de actividades lucrativas donde sólo
salen ganando ellos y perdiendo nosotros.
Lo
próximo que tenían preparado era una visita, para todo el grupo, a una fábrica
de papiros y a dos tiendas, una de cerámicas y otra de esencias, que iba a
durar la friolera de tres largas horas, es decir todo lo que restaba de mañana.
Mi cara
sería un poema y en cuanto Ali dejó de hablar me acerqué a él y le expliqué que
nosotros ya lo habíamos hecho en El Cairo y que, por tanto, no deseábamos
repetir otra vez esta actividad y a cambio queríamos sustituirla por la visita
al templo de Philae que sabíamos que estaba muy cerca, prescindiendo así del
coñazo que suponía vivir de nuevo toda esa parafernalia.
La cara
del guía también sería de circunstancia y se notaba que le había pillado,
empezó a poner excusas absurdas tipo de que si no tenían nada que ver con lo
que ya habíamos visto, que si encontraríamos nuevos géneros que en nada se
parecerían a los de la otra vez, etc.
Yo me
mantendría firme y le diría que me daba igual y que aunque fuese por nuestra
cuenta queríamos ir a visitar el dichoso templo mientras ellos hacían lo otro,
a lo que me respondería que no tenía permitido, por seguridad, dejarnos a nuestro
aire en esta zona y que debíamos hacer lo que decidiera la mayoría, que para mi
sorpresa sería el ir a ver las demostraciones y de compras alegando que estaban
ya cansados de templos. Verlo para creerlo. Así que tras alguna discusión más,
varias malas caras y algunos comentarios desagradables entre unos y otros, al
final me tocó joderme y aguantar toda la puñetera mañana el fantástico plan.
Cuando
todo terminó y volvimos al autobús, este pararía en un punto panorámico desde
donde se veía a lo lejos el templo, como intentando con esta tontería dejarme
contento, lo cual, evidentemente, no consiguieron.
Después
de comer en el barco, evidentemente con nuestros adeptos, pues la tensión de la
mañana todavía seguía presente por ambos lados, había llegado la hora de una de
las actividades que más me apetecía realizar: el paseo en faluca por el Nilo.
Paseo en Falúa por el Nilo |
Paseo en Falúa por el Nilo |
Nada tuvo
que ver esta experiencia con la que tuvimos oportunidad de vivir de forma fugaz
cuando nos dirigimos al Valle de los Reyes. En esta ocasión la embarcación era
grande, espaciosa y repleta de cojines donde poder tumbarte e ir la mar de a
gusto. Si a ello le sumabas un refresco como fue el caso, pues no se podía
pedir más.
Pero más
allá de las comodidades lo mejor serían, sin duda, las vistas de las riberas
del río desde el velero y las diferentes panorámicas del mausoleo del Agha
Khan, la isla Elefantina o el jardín botánico. Navegar por el mayor curso de
agua de África en este tipo de embarcación estaba siendo regenerador y me
estaba sirviendo para olvidarme de los malos rollos de la mañana y cargar las
pilas.
Paseo en Falúa por el Nilo |
Paseo en Falúa por el Nilo |
Paseo en Falúa por el Nilo |
Paseo en Falúa por el Nilo |
Cuando
llevábamos como media hora de camino, de repente, seríamos sorprendidos por
varios niños que salieron del agua y nos deleitaron con varias canciones
populares españolas. Nuestra reacción sería entre la sorpresa y la carcajada y
tras el improvisado concierto no dudaríamos en darles algunas propinas, hecho
lo cual desaparecieron en cuestión de segundos.
Tras una
hora de travesía desembarcábamos en un pequeño muelle perdido en la nada, donde
íbamos a llevar a cabo una nueva actividad: montar en camello por el desierto.
Para mí era algo totalmente nuevo y la verdad que me hacía ilusión. Cuando
llegamos los animales estaban tumbados en el suelo, por lo que nos indicaron
que nos subiéramos a ellos y esperáramos. Una vez que estuvimos todos
preparados, los diferentes dueños les darían la señal en árabe y un pequeño
toque con una vara y todos se pusieron
en pie y en fila india. Tengo que reconocer que el primer impacto que tuve fue
de impresión pues la altura que había hasta el suelo no me pareció ninguna
tontería, añadiendo a esto que me pillaría de sorpresa la incorporación tan
rápida del animal, pensando que me tiraría.
Paseo en Camello hacia Pueblo Nubio |
Paseo en Camello hacia Pueblo Nubio |
Una vez
que nos hicimos a los primeros momentos en nuestro nuevo transporte, los
camellos comenzaron a caminar. Aquello parecía una montaña rusa de los botes
que pegaban y para ser sincero no le cogí el truco a mantenerme erguido, porque
a cada dos por tres el dueño del camello me tenía que estar diciendo que me
pusiera recto y no me ladeara. Así que la experiencia no fue del todo
satisfactoria, porque tenía la sensación de que en cualquier momento me caería
por el pequeño precipicio que había a nuestra izquierda. Por lo menos serviría
para que más de uno se lo pasara bien a mi costa.
Paseo en Camello hacia Pueblo Nubio |
Paseo en Camello hacia Pueblo Nubio |
Paseo en Camello hacia Pueblo Nubio |
Después
de unos treinta minutos los animalitos nos dejaban, otra vez, en el suelo, el
cual casi me faltó besar. Habíamos llegado a un poblado Nubio, el lugar con el
que íbamos a terminar las visitas de hoy.
Paseo en Camello hacia Pueblo Nubio |
El pueblo
Nubio es uno de los que más han sufrido en la historia de Egipto, especialmente
cuando se vieron obligados a marcharse de casi la totalidad de los terrenos que
ocupaban y desplazarse varios cientos de kilómetros Sudán adentro, tras la
inundación provocada por la construcción de la gran presa de Asuán a mediados
de los sesenta del siglo pasado. Sus rasgos difieren totalmente de los de otras
zonas del país, siendo de piel más oscura y adoptando una fisionomía más propia
del África central y del sur.
La aldea
estaba formada por casitas encaladas de un blanco inmaculado, decoradas muchas
de ellas con preciosos dibujos en sus fachadas. Nada más acceder a la aldea
varios grupos de niños nos rodearon esperando recibir algún tipo de regalo. A
mí esto ya me lo habían contado unos amigos que estuvieron por aquí, por lo que
nosotros habíamos traído unos lápices de colores que los repartiríamos entre
los chavales, los cuales quedaron tan contentos.
Tras esto
nos separarían en dos grupos y seríamos invitados a entrar en alguna de sus
viviendas donde seríamos obsequiados con postres típicos y con un té a la
menta. Sería aquí donde nos darían a elegir entre hacerte un tatuaje con henna
o una fotografía con un pequeño cocodrilo. Yo optaría por lo segundo, pues no
todos los días se tiene a uno de estos animalitos tan cerca.
Anfitrionas en el Pueblo Nubio |
Por
último seríamos conducidos a la humilde escuela donde nos invitarían a
sentarnos en los pupitres de los muchachos y, en una breve clase de gramática,
un profesor nos enseñaría a escribir nuestros nombres en árabe, haciéndonos un
pequeño examen final en la pizarra a cada uno de nosotros, el cual pasaríamos
todos con éxito.
Anfitrionas en el Pueblo Nubio |
Aunque
las actividades de esta tarde es cierto que pudieran parecer demasiado
turísticas, creo que son un buen contraste a la visita de los templos y a la
navegación por el Nilo con el crucero, por lo que lo recomiendo. Yo disfrutaría
mucho y volvería encantado al barco, el cual nos esperaba no muy lejos de la
aldea y casi con la noche echada encima.
Estaba cansado, por lo que
nada más cenar me retiraría al camarote, dejando para mejor ocasión las amenas
charlas que se formaban en el salón principal de la motonave.
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