11 de Diciembre de 2006.
Setenta kilómetros y una hora, desde Huelva, nos separaban
de ese lugar tan diferente al que me refería en las últimas líneas del capítulo
anterior. Hablaba del complejo minero de
Riotinto, localizado en las cercanías de El campillo, pueblo que sirve de
pórtico al paisaje sorprendente que íbamos a encontrar durante la visita.
Explotadas desde hace casi 5000 años, las minas de Riotinto
se encuentran entre las más antiguas del mundo. Centran la explotación de la
caja pirítica, un área de extraordinaria riqueza de minerales. En estas minas a
cielo abierto extrajeron oro, plata y, sobre todo, cobre. Una destacada página
de la actividad minera se inició en
1873, cuando los británicos hicieron acto de presencia, y se terminó en 1954,
año en la que la abandonaron.
Su interés histórico es paralelo al de sus paisajes,
existiendo pocos lugares donde se pueden ver parajes tan sorprendentes y
desgarrados, con grandes cráteres en los que aflora la belleza pictórica de los
metales escondidos, profundos socavones, un río que tiñe sus aguas de rojo,
cerros descarnados que trazan galerías en forma de espiral hacia el abismo. Y
un amplio muestrario de vagonetas oxidadas, andenes vacíos y locomotoras
paradas en vías que sólo conducen al olvido.
La visita se estructura en tres zonas bien diferenciadas: el
museo minero, la peña de Hierro y el ferrocarril diesel, habiendo diferentes
tipos de entradas con diversas combinaciones para que cada uno elija lo que más
le guste y le venga bien. También se puede optar por comprar por separado una
única opción. Lo mejor es consultar su página web y mirar horarios y precios.
Esta es https://parquemineroderiotinto.es/
Desde mi punto de vista, el museo minero es el mejor pie de entrada y por donde comenzaríamos
nosotros. Instalado en el antiguo hospital de la británica Riotinto Company,
propietaria de las minas entre 1873 y 1954, como ya vimos, en sus instalaciones
se explica la evolución de la minería desde sus inicios en el Calcolítico, así
como el desarrollo de la metalurgia en la edad del Bronce, origen de la mítica
riqueza de los Tartessos.
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Museo Minero. Minas de Riotinto |
Una de las secciones más interesantes del museo lo
constituye la reproducción de una mina romana. A lo largo de 200 metros de
longitud, se recrean las modalidades de excavación empleadas en la minería de
la época (galerías, cámaras y pozos) y su ambiente subterráneo (calor, humedad
y filtraciones de agua). Además, se visualiza el funcionamiento de los ingenios
mecánicos (norias y el tornillo de Arquímedes) que extraían el agua. Las piezas
expuestas en las salas del museo, como cerámica doméstica, vidrio, joyería,
enterramientos, certifican que las minas
ya eran explotadas en la edad del Cobre.
Una sala final con la reproducción de un andén ferroviario
donde se exponen las locomotoras más emblemáticas que eran decisivas en el
sistema de explotación introducido por los ingleses, que llegaron a tener casi
un centenar de locomotoras y tres mil vagonetas, además de una treintena de
vagones de pasajeros, pondrían fin a nuestra visita al museo.
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Museo Minero. Minas de Riotinto |
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Museo Minero. Minas de Riotinto |
Después de documentarnos y de hacernos una idea de lo que
era la durísima labor de los mineros, qué mejor que desplazarnos diez
kilómetros, hasta el complejo de Peña de
Hierro, donde acompañados por un guía y con los respectivos cascos de
protección, se nos introduciría en un túnel de una antigua explotación, que nos
llevaría de forma directa hasta donde nace el río Tinto, el más irreal y
fascinante curso de agua de Europa. El paisaje sobrecogedor de la mina a cielo
abierto, que se obtiene desde el pequeño mirador abierto en uno de los lados,
es impresionante, más no se pueden encontrar calificativos para definir el
pequeño lago de color rojizo que emana del subsuelo terrestre. En este lugar la
NASA ha realizado diferentes investigaciones científicas y en sus conclusiones
ha establecido que las condiciones son tan extremas que podrían compararse con
las del planeta Marte.
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Peña de Hierro. Minas de Riotinto |
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Peña de Hierro. Minas de Riotinto |
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Peña de Hierro. Minas de Riotinto |
La visita a las instalaciones la completaríamos con la mejor
experiencia de todas: un viaje en el ferrocarril
minero que discurre de forma paralela al cauce del río Tinto por una vía
cuya construcción se inició en 1873 y se terminó dos años más tarde. Esto nos
permitiría adentrarnos en la historia minera de la zona y, al mismo tiempo,
contemplar un paisaje único. Un sinfín de objetos van apareciendo a lo largo de
la excursión: instalaciones oxidadas, casetas agónicas, máquinas varadas en las
vías.
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Minas de Riotinto |
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Minas de Riotinto |
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Minas de Riotinto |
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Minas de Riotinto |
La belleza del paisaje descubre una desnudez geológica en estado
puro, las entrañas de la tierra abiertas en bancales. Un color rojizo, propio de una paleta mineral
recubre gran parte del paraje, acompañando a los vagones el lento discurrir del
río, cuyas aguas, rojas de cobre y sangre, se arrastran por una herida que discurre entre los montes.
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Minas de Riotinto |
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Río Tinto |
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Río Tinto |
Al final del recorrido de ida se permite bajar del tren para
que la locomotora realice el cambio de sentido, pudiendo aprovechar para
acercarte hasta la misma orilla del río, aunque te recomiendan que no toques
sus aguas.
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Río Tinto |
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Río Tinto |
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Río Tinto |
De esta manera poníamos punto y final a nuestro viaje
por tierras onubenses, pues por delante todavía teníamos la friolera de 510
kilómetros, lo que haría que no llegásemos a casa hasta la medianoche.
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