Si ayer fue un día de los más relajado, hoy sería algo más
intenso, pues eran muchos los lugares que queríamos conocer y el hecho de que
fuera ya casi invierno y contáramos con pocas horas de luz, nos hacía dudar si
conseguiríamos nuestros objetivos.
Es por ello que no nos pensaríamos demasiado madrugar, para
estar en marcha sobre las nueve de la mañana.
Alájar sería el
primer lugar al que nos dirigiríamos, situado tan sólo a veinte kilómetros de
Aracena. Pocos pueblos andaluces pueden presumir de un trazado urbano tan
evocador y un conjunto de casas y palacios tan bien conservado. Es por ello que
no dudaríamos en perdernos por su madeja de callejuelas angostas y tortuosas
que desembocan en plazoletas íntimas de simetría irregular.
La iglesia de San
Marcos constituye el elemento más destacado de su patrimonio monumental,
con una torre rematada por una estructura en forma de pirámide. En su interior,
saqueado durante la Guerra Civil, sobrevive una pila bautismal.
Poco después, una prolongada subida por una carretera bien
asfaltada nos conduciría a uno de los rincones mágicos del Parque Natural. Se
trata de la Peña de Arias Montano,
la cual se yergue sobre la localidad serrana de Alájar, recién visitada, como
un monumento cargado de simbolismo e historia. Desde el Paleolítico estuvo
poblada por distintos pueblos primitivos seducidos por la riqueza de sus
manantiales, fuentes y por su posición estratégica. Fue un lugar de retiro para
eremitas y anacoretas, envuelto por un halo de misterio y un magnetismo que
sigue embriagando a quien lo visita. En el siglo XVI, el teólogo Benito Arias
Montano le dio su actual nombre al erigirla como residencia de meditación y
estudio.
Sierra de Aracena desde Peña de Arias Montano |
La panorámica de la que pudimos disfrutar fue soberbia, con
el casco urbano de Alájar, con forma de lagarto, rodeado por frondosos bosques
de castaños, alcornoques y encinas, así como otras pequeñas aldeas en la
lejanía.
Alájar desde Peña de Arias Montano |
Sierra de Aracena desde Peña de Arias Montano |
La ermita de Nuestra
Señora de los Ángeles, por su parte, que corona la peña, esconde un
interior que se adorna con pinturas y azulejos y guarda la imagen de Nuestra
Señora de los Ángeles, que goza de gran devoción en la comarca. Todos los años
acoge a los participantes de la romería que se celebra el 8 de septiembre y a la
que acuden hermandades de los municipios cercanos, siendo una de las más
concurridas de la provincia.
Campanario Nuestra Señora de los Ángeles. Peña de Arias Montano |
Tomaríamos de nuevo el coche para conducir en dirección
hacia Almonaster la Real, localizada
a quince kilómetros. Las carreteras son objeto de infinitas curvas, lo que hace
que no puedas ir muy rápido pero a la vez te permita disfrutar del hermoso
paisaje que te rodea. De hecho, es desde la distancia desde donde mejor se
puede disfrutar del casco urbano de Almonaster, calificado como Conjunto
Histórico Artístico desde 1982. A medida que nos aproximamos no podremos evitar
fijarnos sólo en el manto verde que rodea la población, sino también en su
majestuosa mezquita que corona uno de los cerros del pueblo.
En esta ocasión dejaríamos lo mejor para el final y antes
nos dedicaríamos a pasear por Almonaster y descubrir algunos de los monumentos
que ofrece.
Hay que decir que este es uno de los pueblos mejor
conservados y más interesantes de todo el Parque Natural, que incrementa su
atractivo con la larga y cambiante historia que atesora y con su disposición a
ser frontera abierta a otras culturas. En Almonaster hubo un asentamiento
romano, un monasterio visigodo, una comunidad islámica de cierta relevancia y,
a partir del siglo XIII, una población cristiana sometida a diversas
jurisdicciones.
Lo primero que nos llamaría la atención serían las propias calles empedradas de Almonaster la
Real, las cuales están jalonadas de casas
populares que exhiben en los dinteles y ventanas de sus fachadas elementos
decorativos mudéjares, renacentistas y barrocos. A estas se suman edificios señoriales de carácter
regionalista coronados por esbeltas
chimeneas de aire oriental.
Tras estos primeros momentos no tardaríamos mucho en
encontrar la iglesia gótico – mudéjar de
San Martín, templo del siglo XIV, cuyo elemento más importante sería la
portada del Perdón. Esta surgió en 1530 como muestra en la sierra de Aracena
del estilo manuelino presente en las iglesias rurales del Alentejo portugués.
El escudo y un gran arco flanqueado por pináculos son sus elementos más
espectaculares.
Iglesia de San Martín. Almonaster la Real |
En la plaza de la
Constitución se levanta el edificio del Ayuntamiento, la capilla de
la Trinidad y también el palacio
decimonónico que perteneció a don Miguel Tenorio de Castilla, secretario
personal de la Reina Isabel II. Muy cerca abre sus puertas el Centro de Interpretación Al – Andalus y la
Sierra, que informa sobre las manifestaciones del legado cultural árabe
presentes en la comarca.
Sería necesario subir por una calle de pendiente pronunciada
para llegar hasta los platos fuertes de la localidad: la mezquita y el
castillo.
La mezquita,
aprisionada por las murallas de un castillo, es el único ejemplo de oratorio
islámico que subsiste en la Sierra de Aracena. Se inspira en modelos califales
para organizar la distribución de los espacios interiores entre los que destaca
el oratorio, que posee cinco naves orientadas al muro de la qibla y un mihrab,
considerado como uno de los más antiguos de la Península Ibérica.
Castillo- Mezquita. Almonaster la Real |
Castillo- Mezquita. Almonaster la Real |
Erigido durante el califato de Córdoba, reforzado en tiempos
de los almorávides y reconstruido tras la conquista cristiana, del castillo sólo se conserva hoy su
muralla, una cerca perimetral de más de trescientos metros que no sólo
encerraba dentro de sus muros la medina, la aljama y el alcázar, sino que
abarcaba toda la población. Destacan la torre del Alcaide, el camino de ronda y
la conocida como “puerta falsa”, impregnada de leyendas.
Sorprendidos por la belleza de Almonaster la Real,
volveríamos a nuestro vehículo para poner rumbo hacia Cortegana, situada a once kilómetros de donde nos encontrábamos.
Cortegana |
Esta villa también está declarada Conjunto Histórico
Artístico. Su desarrollo urbano es paralelo a la importancia que con los siglos
va cobrando la importancia de su castillo,
por donde comenzaríamos la visita, pues no queríamos tentar a la suerte y que pudiera
estar cerrado más tarde.
Castillo de Cortegana |
Castillo de Cortegana |
Se construiría para consolidar los dominios castellanos
frente a las ansias portuguesas por hacerse con estas tierras, formando parte
de un rosario de baluartes mandados edificar por Sancho IV el Bravo. En la
época de los Reyes Católicos los gobernadores de la fortaleza reforzarían sus
murallas y aunque muy afectado por el terremoto de Lisboa de 1755, volvió a
cobrar su aire altanero e inexpugnable
tras la restauración del año 1970.
Castillo de Cortegana |
Castillo de Cortegana |
En su interior esconde una pequeña plaza de armas, un
aljibe, un almacén, una mazmorra y los aposentos del alcalde. Aprovechando el
espacio disponible se ha preparado un museo que recrea el ambiente de la época
e ilustra el recorrido con ballestas, tallas, armaduras, atriles, misales y
piezas arqueológicas.
Aljibe del Castillo de Cortegana |
Pero son sin duda las fabulosas vistas del Parque Natural de
la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, conseguidas desde sus almenas, de lo
mejor de la visita.
Cortegana desde su Castillo |
Sierra de Aracena desde Castillo de Cortegana |
Su horario es de 11:00 a 14:00 y de 16:00 a 18:00 en
invierno y por las tardes en verano de 17:00 a 19:00.
Bajando del bastión, pronto llegaríamos al templo parroquial del Divino Salvador,
que conserva del edificio primitivo la portada del Perdón, el rosetón y la
fachada de los pies. En su interior llama la atención la presencia de labores
de forja y las piezas de orfebrería y ornamentos litúrgicos.
Iglesia del Divino Salvador. Cortegana |
Nuestro paseo se completaría con una visión de las fachadas con interés artístico e histórico,
entre las que no se deben olvidar las que cierran los edificios de los dos casinos,
así como la contemplación de la iglesia
de San Sebastián.
No habría tiempo para detenernos a comer de forma pausada,
por lo que nos conformaríamos con saborear unos sándwiches en un banco de la
localidad y seguir nuestra ruta, recién entrada la tarde.
Aroche sería
nuestro siguiente destino, situado a quince kilómetros. No es poca cosa
mencionar que su nombre ya figuraba en los mapas de Hispania trazados en
tiempos del emperador Constantino y que dólmenes megalíticos y calzadas romanas
rodean la villa. Además sería escenario de importantes luchas fronterizas entre
castellanos y portugueses en la Edad Media.
No cabe duda que lo que más llama la atención es la fortaleza almorávide del siglo XII que
se alza sobre un cerro a cuyos pies se esparce el caserío. La entrada
principal, que recibe el nombre de puerta de la Reina, conserva el primitivo
arco de herradura apuntado y sus muros alcanzan una altura de hasta diez
metros. Lástima que no se puedan apreciar como es debido dado que casi todo su
perímetro está rodeado de viviendas.
Aroche |
Pero si hay algo que sorprende, nada más entrar a lo que fue
su antigua plaza de armas, es la construcción insólita con la que te encuentras,
ni más ni menos, que una plaza de toros. Lo mejor es que gracias al tendido
construido sobre sus muros, puedes disfrutar de unas vistas excepcionales del
valle del Chanza, con Picos de Aroche al fondo, así como de algunas zonas de la
localidad y de los restos de la muralla exterior.
Aroche desde su Castillo |
Otro de los monumentos esenciales de Aroche es su iglesia de la Asunción, cuya planta fue
trazada por los maestros de la catedral de Sevilla, casi nada. En ella se
entremezclan varios estilos como el mudéjar, el gótico y el renacentista. Su
interior guarda valiosas tallas, pinturas, retablos, piezas de orfebrería y
ornamentos religiosos.
Iglesia de la Asunción. Aroche |
Iglesia de la Asunción. Aroche |
Más allá de un tranquilo paseo por sus calles, tampoco
incidiríamos mucho más en Aroche, con lo visto nos dábamos por satisfechos, y
es que queríamos conocer un último lugar antes de que se hiciera de noche.
Calle de Aroche |
Calles de Aroche |
Es por ello que volveríamos al coche para dirigirnos a Fuenteheridos, situado a 33 kilómetros.
Este bonito pueblo tiene una característica especial y es que posee un
microclima durante todo el año, oscilando entre 15 y 24 grados como temperatura
media.
En la visita no hay que dejar de ver su fuente de los doce caños, donde nace el río Múrtigas; la cercana plaza del Coso con una de las posadas
más antiguas de la zona y una cruz de mármol en el centro del espacio y la iglesia del Espíritu Santo, su
monumento más destacado, con una torre bastante curiosa, con planta cuadrada,
construida en ladrillo y rematada con un tejado piramidal de cerámica.
Fuente de los Doce Caños. Fuenteheridos |
Cruz de Mármol. Fuenteheridos |
Iglesia del Espíritu Santo. Fuenteheridos |
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