Aracena se
encuentra enclavada en el corazón de la sierra del mismo nombre, ejerciendo
como capital de la comarca. Muestra de ello son los destacados edificios de
carácter religioso y civil que presiden el casco urbano, por lo que pensamos
que lo mejor era tomárnoslo con calma y dedicar la jornada completa tanto a la
localidad como a su secreto mejor guardado: la cueva de las Maravillas.
Iniciaríamos el recorrido por sus calles en la zona más alta
de su casco urbano, catalogado como Conjunto Histórico Artístico. Allí nos
esperarían los restos de la antigua
fortaleza y la iglesia prioral de Nuestra
Señora del Mayor Dolor, así como como unas espectaculares vistas del
entorno.
Para llegar a los puntos anteriores optaríamos por tomar,
desde la plaza Alta, el antiguo
camino, en la parte izquierda, que marca la calle Zilla y su empinado ascenso. Poco antes de llegar al famoso campanario de entrada al recinto del
castillo podríamos ver un monolito coronado
por una humilde cruz realizada en hierro, la cual es un homenaje a Blas Noja, vecino de la población que
murió en este punto durante la ocupación napoleónica.
Arco de entrada al Castillo y vistas de Aracena |
El casco urbano actual es de época medieval y nació justo en
esta zona de la villa. Por aquel entonces Aracena era una villa fortificada y
todavía quedan vestigios de aquellas defensas. El castillo es una antigua fortaleza almohade reconstruida y
reutilizada por los templarios en el siglo XIII, tras la reconquista cristiana
de la villa. Aún perdura de él una torre, algún lienzo de muralla y dos
aljibes. La pérdida de su carácter defensivo tras el asentamiento de las
fronteras hispano – lusas y la expansión urbanística de Aracena hacia el valle,
llevaron a la utilización de los materiales de sus murallas para la
construcción de nuevas viviendas, algo que sería totalmente prohibido en 1917.
Restos del Castillo |
Como decía antes, al lado del castillo se levanta la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores,
el templo más antiguo de la ciudad. El edificio data del siglo XIII y se
construyó en estilo gótico sobre los restos de una mezquita árabe, de la que se
conserva el alminar del siglo XII que hace las veces de campanario. Hay que
fijarse bien en su decoración, resaltando los motivos geométricos y los arcos
polilobulados inspirados en la Giralda de Sevilla.
Iglesia Nuestra Señora del Mayor Dolor |
Iglesia Nuestra Señora del Mayor Dolor |
En el interior se encuentra la imagen de la Virgen, patrona
de la localidad, sobre un retablo mayor, tras una reja de hierro forjado. La
iglesia casi siempre está abierta por lo que se puede acceder a ella en
cualquier momento.
Al salir de la iglesia no perderíamos la oportunidad de
realizar el recorrido a pie del camino
que rodea a las ruinas del castillo, que nos permitiría obtener una
excelente panorámica del casco urbano de Aracena, envuelto por el monte
mediterráneo y el castañar.
Vistas de Aracena |
Nuestra siguiente parada estaría situada algo más abajo, en
la plaza Alta, donde llegaríamos, en
esta ocasión, por la calle Mayor Dolor.
Como ya hemos visto, la época medieval supuso que Aracena
estuviera resguardada por una muralla y por su castillo. A medida que la
antigua población fue expandiéndose, sobrepasó dichos límites y se expandió por
la ladera sur, siendo el punto neurálgico de este nuevo espacio la mencionada
plaza Alta, en la que se pueden observar numerosos ejemplos de casas hidalgas con detalles en
cantería.
En este nuevo espacio destacan la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y el Cabildo, destacando en este último su portada. En su larga
existencia, este edificio ha sido utilizado como pósito, prisión y dependencias
municipales, aunque hoy acoge en su piso superior la oficina del parque
natural, mientras que en su planta baja se sitúa el centro de recepción de
visitantes, pudiendo así conocer con más detalle los secretos y detalles de
este entorno sin igual.
Respecto a la iglesia comentar que es el templo más grande
de toda la comarca de Aracena y uno de los más amplios de la provincia de
Huelva. Exteriormente lo que más impresiona es su impacto visual, pues lo
elevado de la construcción choca con el caserío popular de dos alturas. En su
interior destacan, sobre todo, sus esbeltos pilares que soportan su
impresionante techumbre y una espectacular Custodia que procesiona durante la
festividad del Corpus Christi.
Nuestro camino continuaría bajando por una calle
cercana que nos permitiría sumergirnos
en la arquitectura medieval de la villa, transitando por nuevas callejuelas de
trazado irregular y empedradas que nos trasladaron a siglos pasados.
Otro edificio interesante sería el casino de Arias Montano en el que se puede observar una interesante
decoración como las guirnaldas distribuidas por buena parte de la fachada. Muy
cerca de aquí se encuentra también la iglesia
de Nuestra Señora del Carmen de estilo mudéjar, aunque ha sido objeto de
importantes reformas a lo largo del tiempo. Todo su exterior está realizado en
piedra con dos vistosas espadañas en su fachada principal.
Para acabar con este sector de la población nos
desplazaríamos hasta la plaza de Santa
Catalina, en la que se encuentra una ermita
de gran sencillez y austeridad y cuya localización en el pasado correspondía a
las afueras de la población. En este espacio también se sitúa el Ayuntamiento, otro importante edificio
de la localidad por las características de su arquitectura y su situación, pues
trasmite un efecto de sorpresa al combinar el ladrillo rojo con la blancura de
la piedra caliza en el marco de las ventanas o en las cornisas.
Era el momento de darnos un respiro y dedicar el tiempo
suficiente a descansar, tapear y saciar la sed que teníamos. Para ello elegiríamos
el restaurante Montecruz, uno de los
mejores de Aracena, donde pudimos degustar el excelente jamón de la zona,
además de huevos rotos con patatas panaderas y flamenquines. Todo de excelente
calidad y muy buena relación con el precio.
Al terminar nos dirigimos a la zona de Aracena que nos
faltaba por conocer, justo en el otro extremo de donde habíamos estado por la
mañana.
Así comenzaríamos relajándonos en uno de los bancos de la plaza de San Pedro, caracterizada por
tener un buen número de esculturas contemporáneas al aire libre y una ermita múdejar.
Muy cerca se encuentra la plaza de las Aguadoras con bancos decorados con azulejos que hacen
referencia a la gruta de las Maravillas. Y a un nivel inferior está el lavadero
de la Fuente del Concejo que se
surte de las aguas de la cueva. Posee veinte pilas realizadas en mármol y una
enorme cubierta hecha con madera y tejas.
Y sin más preámbulos había llegado el plato fuerte de la
jornada, localizado en el subsuelo de Aracena. Me estoy refiriendo, claro está,
a la gruta de las Maravillas, una de
las más fascinantes de la mitad sur peninsular.
Entrada Cueva de las Maravillas |
La cueva está dividida en tres niveles de galerías
superpuestas, alimentada por el agua infiltrada desde el cerro del Castillo. Su
recorrido es de 1200 metros a través de un alucinante paisaje subterráneo
formado por estalactitas, estalagmitas, cortinas y otros elementos de
diferentes e irreales colores.
La visita se realiza de forma guiada, habiendo un pase cada
hora entre las 10:30 y las 13:30 por las mañanas y de 15:30 a 18:00 por las
tardes. Hay que esperar a que se forme el grupo para comenzar el recorrido.
La aventura comienza por “la catedral”, que recibió este
nombre porque las formaciones recuerdan a los tubos verticales de los órganos
de las catedrales. A partir de ahí, las salas se suceden dejando boquiabierto a
cualquiera: “el salón de los brillantes”, “el baño de la sultana”, el “lago de
las esmeraldas” (las calizas erosionadas semejan nenúfares sobre la superficie),
o “la cristalería de Dios” (particularmente interesante, porque en esta sala se
dan las llamadas excéntricas, formaciones similares a las estalactitas pero que
crecen en todas direcciones), entre otras muchas sorpresas.
Tras disfrutar de todo lo anterior a la salida teníamos
pensado entrar en el museo Geológico –
Minero, situado frente a la entrada de la gruta de las Maravillas, pero al
final lo desestimamos dado que preferimos pasar lo que quedaba de tarde
disfrutando de diferentes bares y cafeterías. Para aquellos que estén
interesados en él podrán encontrar una interesante colección compuesta por más de un millar de minerales, fósiles y
rocas procedentes de todo el mundo, con contenidos explicativos de carácter
técnico.
Sin duda que Aracena puede verse en menos tiempo y dedicar
el resto de la jornada a la visita de algún pueblo más de los alrededores, pero
en nuestro caso nos apetecía tener una jornada tranquila y sin prisas y es por
ello que nos lo tomaríamos con más tranquilidad de lo normal. Mañana, sin
embargo, el ritmo impuesto se incrementaría algo más, pero sin dejar de
saborear estos hermosos parajes onubenses.
No obstante todavía no había llegado la hora de irnos a
dormir y es que tuvimos la suerte de coincidir con una de las festividades más importantes
de Aracena: “Los Rehiletes”, celebrada
cada año la víspera del festivo de la “Purísima Concepción”.
El fuego es el elemento principal de la celebración,
creándose numerosas hogueras por todo el pueblo en las que se procede a la
quema del rehilete, es decir una vara de olivo compuesta por hojas de castaño
prensadas y con una castaña en cada extremo, evitando así que estas salgan
disparadas. Lo más impresionante es ver como los niños hacen diferentes
movimientos en todas direcciones con el rehilete ardiendo, lo que te hace temer
por su seguridad, pero afortunadamente todo lo tienen perfectamente controlado.
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