EGIPTO - DIA 04. Templos de Edfú y Kom Ombo

12 de Noviembre de 2008.
La noche se había aprovechado para atravesar, a través de su esclusa, el desnivel de unos diez metros que tiene el río Nilo en la localidad de Esna y que en ocasiones puede llegar a suponer un tiempo importante de espera al tratarse de un paso obligado para cualquier crucero que realice esta ruta. Tras este trámite, la nave continuó navegando hacia la ciudad de Edfú, donde nos despertábamos a primera hora de la mañana.
El día de hoy no iba a tener nada que ver con el de ayer y el planning iba a ser mucho más relajado y tranquilo.
Sobre las ocho de la mañana desembarcábamos y nos dirigíamos a visitar un nuevo templo: el del dios Horus, una de las deidades de primer orden en el Antiguo Egipto y de las más célebres y populares, pues es la que se identifica con la cabeza de halcón.
Cuando llegamos a su impresionante pilono de entrada lo primero que me sorprendería sería su perfección y las enormes figuras del dios que flanquean el acceso, pues todo parecía casi nuevo. El templo permanece tan entero que hasta casi que me hace ponerme a buscar a los sacerdotes practicando sus antiguos ritos milenarios. La sensación no era para menos pues el templo de Horus se considera el monumento mejor conservado  del mundo antiguo.
Templo de Edfú

Grabado Templo de Edfú
Nos contaba Ali que a este dios se le adoraba como hijo de los dioses Isis y Osiris y que se le suele representar como un hombre o un animal con la cabeza de halcón, o sencillamente como un halcón. De hecho, en el patio principal se puede admirar una gran figura de granito representando a Horus como un majestuoso halcón que lleva la corona de Egipto.
Figura del Dios Horus. Templo de Edfú
La distribución del templo es la clásica que se puede ver en otros muchos con el patio, las salas hipóstilas, la sala central y el santuario. Este último de roca pulida y donde se ocultaba una figura dorada de Horus.
Templo de Edfú

Templo de Edfú

Sala Hipóstila. Templo de Edfú
Los relieves e inscripciones que pueden verse por todas sus dependencias son de una gran belleza y han proporcionado una cantidad ingente de información sobre los rituales, los festivales, el sacerdocio y la mitología del Antiguo Egipto.
Grabados Templo de Edfú
El templo que se puede ver hoy en día, que sustituyó al anterior, fue construido durante 180 años por una sucesión de gobernantes en la dinastía ptolomea, que adoptaron los dioses y la religión de Egipto para afianzar su poder.
Es interesante saber también que en su momento contó con una extensa biblioteca, así como con un laboratorio con inscripciones en las paredes que detallaban recetas para perfumes e inciensos. Además una vez al año, la estatua de la madre de Horus, la diosa Isis, era llevada a Edfú en una barcaza dorada por el Nilo, desde su templo en Dendera, para dar a luz, simbólicamente, al dios en la “Fiesta del Bello Encuentro”.
Tras una hora de tiempo libre por el recinto, volvíamos a la motonave dispuestos a continuar nuestro camino.
Serían muchas las horas las que pasaría en la cubierta del barco, el lugar perfecto para relajarte y descansar de las visitas culturales y, sobre todo, para fijarte en cómo se desarrolla la vida de la gente a lo largo del mítico río. El Nilo no ha cambiado demasiado desde los lejanos días en que Ramsés era niño y sigue siendo fácil observar, en sus orillas de perpetuo color verde, el ritmo de los habitantes instalados en ellas, cómo los niños corren para saludarte, los hombres lavan a sus bueyes o las falúas de vela latina navegan por sus aguas.
Navegando por el Nilo en el Amarante

Navegando por el Nilo en el Amarante
A través de dichas escenas cotidianas es sencillo entender por qué los antiguos egipcios lo veneraban y porqué era el alma de la civilización egipcia, el corazón y el espíritu de su gente. Sin duda, que es un regalo para los cinco sentidos y una herramienta para conseguir una completa relajación, que unida a los refrescantes baños en la pequeña piscina del barco, acompañados por unas buenas cervezas frías, podían hacerte sentir lo que es la perfección más absoluta.
Navegando por el Nilo en el Amarante

Falua vista desde el Amarante
Tras la sustanciosa comida, no podía faltar una buena siesta, sintiendo, al despertar de esta, que el barco ya no se movía. Era señal de que habíamos llegado a, seguramente, un nuevo puerto y a la visita de un nuevo templo. No me equivocaba. Una vez en la cubierta, y desde estribor, podía ver como el sol se iba escondiendo tímidamente y cómo proyectaba sus últimos rayos de luz sobre el templo de Kom Ombo.
Templo de Kom Ombo
Justo encima de un promontorio rocoso, sobre un meandro del Nilo,  se encuentra este santuario dedicado a los dioses Horus y Sobek. A este último suele representársele con la forma de un cocodrilo y a eso se debe el emplazamiento del templo, pues los cocodrilos solían tomar el sol en esta ribera arenosa.
Templo de Kom Ombo
Desgraciadamente, el templo no se conserva como cabría esperar ya que gran parte del techo se ha caído así como la parte delantera de la fachada. Son en realidad, dos templos gemelos, uno para cada dios. El de Horus está situado en el norte y el de Sobek en el sur. Ambos conservan las mesas de ofrendas labradas en diorita negra.
La orientación de los edificios indica que, además de los motivos religiosos, los ptolomeos encargaron la construcción de estos templos para vigilar las rutas del este y el oeste del río Nilo.
Templo de Kom Ombo
Pero sin duda lo mejor de esta visita, más allá de su apasionante historia, sería poder apreciar la construcción iluminada con un cielo repleto de estrellas, mientras que Ali nos contaba una leyenda según la cual Sobek maquinaba contra su hermano Horus la forma de expulsarle del pueblo, lo que lograría. Pero al ver la población que su amado dios les abandonaba decidieron seguirle, dejando la aldea completamente desierta. Sobek al querer continuar con la vida en el poblado, decidiría resucitar a los muertos quienes en lugar de construir, destruían y en vez de sembrar trigo, sembraban arena.
Templo de Kom Ombo

Templo de Kom Ombo

Grabados Templo de Kom Ombo

Grabados Templo de Kom Ombo
Otra cosa curiosa sería poder ver un profundo pozo que servía para medir el caudal del río, estableciendo los impuestos en base a donde llegara el agua, permitiendo así un sistema de recaudación justo de acuerdo con la cosecha obtenida cada año.
Nilómetro del Templo de Kom Ombo
Tras la visita del templo y las obligadas fotografías decidiríamos dar una vuelta por un mercadillo que se encontraba justo detrás del mismo y muy cerca de donde se encuentran amarrados todos los cruceros. Nuestra idea era encontrar varios recuerdos y alguna chilaba a buen precio para la fiesta que teníamos esta misma noche en el barco. Podríamos comprobar que había cientos de telas, figuras, papiros y otras muchas cosas, pero también viviríamos en nuestras carnes lo cansinos que pueden llegar a ser los vendedores egipcios, además de maleducados y desagradables si no les doras la píldora. Era la primera vez que nos atosigaban tanto y que teníamos que vivir un acoso fuera de lo normal, por lo que también sería la primera vez, por nuestra parte, que contestábamos con varios secos y repetitivos – “ la, la, shukran” que me había enseñado un compañero del trabajo y que significaba “no, no, gracias”. Parecía que funcionaba y que era efectiva, aunque es verdad que a más de uno le sentó todavía peor y nos llamó de todo menos guapos.
Así que al final decidimos no comprar nada, también motivado porque las chilabas que vimos eran de muy mala calidad, y nos fuimos directos a la tienda del barco, en la que también las vendían, siendo de mejor tela e incluyendo todas las partes del traje, para así guardarlo luego de recuerdo. Además el precio era bastante similar al que nos pedían en el mercadillo, después de los regateos.
Todo lo anterior sería la antesala de la fiesta de chilabas que nos esperaba en pocas horas, como ya he comentado, y que apenas tardaron en pasar. Ataviados con nuestros trajes egipcios disfrutaríamos de una contundente cena con especialidades del país, para inmediatamente después admirar como unas increíbles  y bellas bailarinas movían las caderas como en las mil y una noches. La cosa se iba animando y había llegado el momento, ayudado por alguna que otra copa, de hacer lo que se podía en la pista de baile, no pudiendo haber mejor manera de ponerle la guinda a la jornada que terminaba.

No hay comentarios :

Publicar un comentario