El nuevo día en Jaipur comenzaba con energías renovadas.
Tras haber explorado las colinas y fortalezas que protegían la ciudad desde las
alturas, era momento de descender a su corazón palpitante, a sus calles
vibrantes donde la historia y la vida cotidiana se entrelazan sin esfuerzo.
Hoy, mi ruta me llevaría a descubrir los tesoros que se esconden entre los
muros del casco histórico, aquellos monumentos que han hecho de Jaipur una de
las ciudades más emblemáticas de la India.
JANTAR MANTAR
Mi primera parada fue el Jantar
Mantar, uno de los lugares más singulares y enigmáticos de
Jaipur. A primera vista, este conjunto de estructuras geométricas podía parecer
más un decorado de ciencia ficción que un observatorio astronómico del siglo
XVIII. Sin embargo, este lugar es una de las mayores demostraciones del ingenio
matemático y científico de su época, un testimonio del afán de la dinastía
rajput por comprender el movimiento de los astros con una precisión
sorprendente.
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| Jantar Mantar |
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| Jantar Mantar |
Construido en 1734 por el maharajá Sawai Jai Singh II, el Jantar Mantar de Jaipur es el más grande y mejor conservado de los cinco observatorios que mandó edificar en la India. Sus colosales instrumentos de piedra y mármol fueron diseñados para medir el tiempo, predecir eclipses, calcular posiciones planetarias e incluso determinar los signos zodiacales con una exactitud que aún asombra a los astrónomos modernos. No es de extrañar que haya sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
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| Jantar Mantar |
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| Jantar Mantar |
Me deslicé entre sus impresionantes estructuras, cada una con su función específica. El más imponente era sin duda el Samrat Yantra, un gigantesco reloj de sol inclinado a 27 metros de altura, capaz de medir la hora con una precisión de hasta dos segundos. Observar su sombra desplazarse lentamente me hizo pensar en cómo, siglos atrás, los astrónomos rajput se valían de estos cálculos para organizar la vida en la corte.
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| Jantar Mantar |
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| Jantar Mantar |
También exploré el Jai Prakash Yantra, una especie de hemiesfera excavada en el suelo con marcas y cuerdas tensadas que servían para determinar la posición exacta de los astros. A su lado, el Rama Yantra y el Narivalaya Yantra seguían cumpliendo su cometido, demostrando que este observatorio no era solo un vestigio del pasado, sino una máquina de precisión atemporal.
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| Jantar Mantar |
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| Jantar Mantar |
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| Jantar Mantar |
La visita al Jantar Mantar me dejó con una sensación de asombro. Era un recordatorio de cómo la India, mucho antes de la llegada de telescopios modernos, ya miraba al cielo con una inquietud científica admirable.
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| Jantar Mantar |
Su horario es de 09:00 a 16:30 y la entrada cuesta 200 INR. Incluido en el Tourist Composite Ticket.
PALACIO DE JAIPUR
A pocos pasos del observatorio, se alza otro de los grandes
emblemas de la ciudad: el Palacio de la Ciudad de
Jaipur, una joya arquitectónica construida en el siglo XVIII
por el maharajá Sawai Jai Singh II. Más que un simple conjunto de edificios,
este complejo real es una representación viva del esplendor y la sofisticación
de la dinastía Kachwaha, que gobernó Jaipur durante siglos. Aquí, la
arquitectura rajput, mogol y europea se combinan con una elegancia que sigue
fascinando a quienes lo visitan.
Entré por la Singh Pol, la
puerta habilitada actualmente para el acceso turístico y que servía
antiguamente para la entrada de oficiales de la corte. Su nombre significa Puerta del León y, al igual que
muchas estructuras rajput, simboliza poder y protección. Presenta un arco
apuntado, decoraciones geométricas y relieves florales que muestran la
transición entre el estilo mogol y el rajput tardío.
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| Singh Pol. Palacio de la Ciudad |
Las otras dos entradas principales del complejo, hoy cerradas al uso común, tienen también su propia historia. La Udai Pol era utilizada por el maharajá y los miembros de la realeza durante procesiones ceremoniales o actos militares. Su fachada, revestida de estuco y policromías tradicionales, conserva inscripciones en sánscrito dedicadas a la victoria y la prosperidad del reino. Por otro lado, la Virendra Pol, situada al sur del recinto, fue una adición posterior del siglo XIX bajo el reinado de Sawai Madho Singh II, y servía como acceso de estado para visitantes ilustres y delegaciones extranjeras. Su ornamentación muestra un mayor influjo europeo, con cornisas molduradas y balcones enrejados de hierro forjado.
Tras atravesar la Singh Pol, me dirigí al Mubarak Mahal, el “Palacio de
la Bienvenida”, construido a finales del siglo XIX por el maharajá Madho Singh
II para recibir a dignatarios. Su fachada de mármol blanco y arenisca rosada
combina columnas talladas y balcones esculpidos, mientras que en el interior se
expone hoy una cuidada colección de textiles, vestimentas reales y tejidos
bordados con hilos de oro.
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| Mubarak Mahal. Palacio de la Ciudad |
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| Mubarak Mahal. Palacio de la Ciudad |
Continué después hacia el Sarvato Bhadra, espacio reservado para ceremonias privadas y audiencias selectas de la familia real. Su diseño cuadrangular y la simetría de sus pilares reflejan la función de intimidad y protocolo del lugar. Luego avancé al Sabha Niwas, la sala de audiencias públicas, donde el maharajá recibía a sus súbditos y delegaciones. Sus amplios espacios, arcos decorativos y frescos narran la historia de la ciudad y la importancia de la monarquía.
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| Palacio de la Ciudad |
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| Sarvato Bhadra. Palacio de la Ciudad |
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| Sarvato Bhadra. Palacio de la Ciudad |
El sector más exclusivo del complejo es el Chandra Mahal, la residencia real privada, a la que solo se puede acceder mediante el tour Royal Grandeur. Sin embargo, el coste actual de la entrada se ha disparado hasta las 5000 rupias (unos 50 euros), un precio que me pareció excesivo tras haber visitado ya numerosos palacios y fortalezas durante el viaje. Decidí, por tanto, no realizar esta visita y limitarme a contemplar su elegante fachada desde los patios interiores, imaginando los lujosos salones que esconden sus muros.
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| Palacio de la Ciudad |
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| Palacio de la Ciudad |
Aun sin acceder, es posible conocer detalles fascinantes del Chandra Mahal: el palacio fue ampliado y decorado por sucesivos maharajás, incorporando influencias europeas en los acabados interiores y manteniendo la esencia rajput en la arquitectura general. Destacan los frescos que adornan los pasillos, los techos decorados con motivos florales y geométricos, y la cuidada disposición de los salones que permitía mantener la privacidad de la familia real. Se construyeron balcones para observar ceremonias y eventos en los patios del palacio.
No obstante, también podría disfrutar del patio por el que
se accede llamado Panch Mahal ki Chhatri,
conocido por sus puertas con motivos de pavos reales, un detalle que anticipa
la opulencia de los interiores.
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| Puerta Panch Mahal Ki Chhatri. Palacio de la Ciudad |
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| Puerta Panch Mahal Ki Chhatri. Palacio de la Ciudad |
Con la segunda visita del día completada, me dirigí de nuevo al corazón de Jaipur, listo para continuar descubriendo los monumentos que la han convertido en una de las ciudades más fascinantes de la India.
Su horario es de 09:30 a 17:00 y la entrada general cuesta 600
INR.
GOVIND DEU TEMPLE
Aprovechando la cercanía mi siguiente destino sería el Govind Dev Temple y los
jardines Jai Niwas Bagh.
Dediqué unos minutos a recorrer las calles de la ciudad
vieja, donde el bullicio de los mercados y el ir y venir de la gente formaban
parte del inconfundible ritmo de Jaipur. El trayecto era corto, pero permitía
observar la vida cotidiana en esta parte histórica de la ciudad: comerciantes
acomodando sus puestos, fieles en camino a los templos y el aroma de especias
flotando en el aire.
A medida que me acercaba al Govind Dev Ji Temple, su imponente
estructura de piedra arenisca roja y mármol blanco destacaba entre los
edificios aledaños. Considerado uno de los templos más importantes de la India
dedicados a Krishna, es
un lugar de gran devoción para los habitantes de Jaipur, quienes creen que la
imagen sagrada de la deidad alojada en su interior es una de las siete formas
originales de Krishna enviadas desde Vrindavan por el propio emperador Akbar en
el siglo XVI.
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| Govind Deu Temple |
Al cruzar la entrada, el ambiente era vibrante: cientos de fieles se reunían para el darshan (la contemplación de la imagen sagrada), mientras los sacerdotes entonaban cánticos devocionales. Las paredes del templo estaban adornadas con grabados y pinturas que narraban episodios de la vida de Krishna, y en el centro, la deidad se encontraba ricamente vestida con sedas y joyas.
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| Govind Deu Temple |
Una de las particularidades del templo es la organización de sus ceremonias: a diferencia de otros templos donde el ídolo solo se muestra en momentos específicos, aquí el ritual del darshan ocurre varias veces al día, permitiendo a los devotos ver la imagen de Krishna en distintos momentos, desde el despertar hasta su descanso nocturno. La energía del lugar era sobrecogedora y me quedé un rato en una de las galerías laterales, observando cómo los fieles realizaban sus plegarias y ofrendas.
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| Govind Deu Temple |
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| Govind Deu Temple |
Justo detrás del templo, se encuentra el Jai Niwas Bagh, un jardín histórico que sirvió en su momento como un retiro real y hoy en día sigue siendo un lugar de descanso para los devotos y visitantes. Al atravesar su acceso, el contraste con el bullicio del templo era inmediato: el sonido de los mantras quedaba amortiguado por la frondosa vegetación, y la brisa ligera hacía que el ambiente se sintiera más fresco.
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| Jardín Jai Niwas Bagh |
El jardín está diseñado con la simetría característica de los antiguos jardines mogoles, con estanques reflectantes, fuentes ornamentadas y senderos bordeados de árboles, aunque su cuidado deja bastante que desear.
La entrada es gratuita. Abierto desde temprano hasta la
noche.
TORRE ISWARI MINAR SWARGA SAL
A no demasiada distancia del Govind Dev Temple, se alzaba
imponente sobre el casco antiguo de Jaipur la Iswari
Minar Swarga Sal. Construida por Iswari Singh, uno de los
maharajás de la ciudad, se dice que la mandó erigir tras una disputa con su
hermano para dejar su propia marca en el horizonte de la ciudad.
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| Torre Iswari Minar Swarga Sal |
La torre, de arquitectura sobria y sólida, se mantiene como un ejemplo del estilo constructivo de la época. Aunque no accedí a su interior, desde allí se obtienen buenas vistas de la ciudad y de los monumentos cercanos, incluyendo los templos y palacios del casco antiguo.
La entrada creo que tiene un costo de 50 rupias para
extranjeros. Se recomienda visitarlo durante las horas de luz diurna para
aprovechar las vistas panorámicas.
TRIPODIA GATE
La jornada por el centro de Jaipur continuaba con una breve
pero significativa parada en Tripolia Gate,
una de las entradas más imponentes de la ciudad. Este majestuoso portal, con su
característico color rojo y sus intrincados detalles arquitectónicos, no solo
servía como acceso restringido al Palacio de
la Ciudad, sino que también representaba una división simbólica
entre la realeza y el resto de la ciudad.
A diferencia de otros puntos turísticos más accesibles, Tripolia Gate
no permitía el paso habitual de visitantes, ya que seguía siendo utilizado
exclusivamente por la familia real y personal autorizado. Aun así, detenerse a
admirarlo desde el exterior permitía captar un destello de la grandiosidad de
Jaipur, de su pasado principesco y de las tradiciones que aún perviven en sus
calles. Frente a la puerta, el bullicio del mercado cercano contrastaba con la
solemne presencia de la estructura, creando una escena vibrante donde lo
antiguo y lo moderno se entrelazaban con naturalidad.
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| Tripodia Gate |
Tras unos minutos absorbiendo la atmósfera de este rincón histórico, aprovecharía para comer algo de fruta en un puesto cercano, tomando, por supuesto, las medidas higiénicas necesarias para ello. Era la manera de concluir las visitas de la mañana.
PATRIKA GATE
Después de comer, volví a ponerme en manos de Rajesh, para
continuar la ruta hacia Patrika Gate,
una de las estructuras más recientes y espectaculares de Jaipur, conocida por
su deslumbrante ornamentación y su carga simbólica como homenaje a la identidad
del Rajastán.
Inaugurada en 2016, esta monumental puerta fue concebida
como un tributo al patrimonio cultural del estado, combinando la elegancia
arquitectónica rajput con un enfoque moderno. Su diseño se inspira en las
antiguas puertas que custodiaban el acceso a la ciudad amurallada, pero aquí
los arcos se multiplican en una sucesión armoniosa de nueve portales que
representan las diferentes regiones de Rajastán. Cada arco está decorado con
frescos, inscripciones y relieves que narran la historia, las tradiciones y los
mitos que conforman el alma de este territorio.
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| Patrika Gate |
Desde el primer instante, Patrika Gate impresiona por su riqueza cromática: los tonos rosados, dorados y turquesas se entrelazan en un equilibrio perfecto que parece resumir la esencia visual de Jaipur. En el interior, cada muro y bóveda está cubierto con pinturas al fresco que representan escenas de la vida real y simbólica del Rajastán: palacios, templos, músicos, bailarines, elefantes engalanados y motivos florales que evocan la abundancia y el esplendor de la cultura local.
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| Patrika Gate |
El trabajo artesanal es de una precisión admirable; los detalles minuciosos de cada panel dan la sensación de estar dentro de una galería de arte al aire libre. La luz natural que se filtra entre los arcos crea reflejos cambiantes que acentúan el colorido y la profundidad de las decoraciones, ofreciendo un espectáculo visual incesante.
BIRLA MANDIR
Era el momento de volver a contar con los servicios de Rajesh,
para dirigirnos al siguiente punto de interés: el templo Birla Mandir. Dejando
atrás las callejuelas del centro, el trayecto en coche me permitió ver otra
cara de Jaipur, más ordenada y menos bulliciosa, con avenidas amplias y
edificios modernos que contrastaban con la estética tradicional de la ciudad
vieja.
Cuando llegamos a nuestro destino, el Birla Mandir se alzaba ante mí
en todo su esplendor. Construido en mármol blanco puro, su estructura brillaba
con los reflejos del sol, resaltando sus detalles intrincados y la armonía de
sus formas. Este templo, relativamente moderno en comparación con otros santuarios
de la ciudad, fue erigido por la influyente familia Birla en 1988 y está
dedicado a Lakshmi, la
diosa de la prosperidad, y Vishnu,
el protector del universo.
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| Birla Mandir |
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| Birla Mandir |
Al acercarme, lo primero que me llamó la atención fueron los grabados y esculturas que adornaban las fachadas exteriores. Aunque es un templo hindú, los muros exhibían figuras de distintos personajes religiosos y filosóficos, incluyendo a Buda, Jesucristo, Confucio y Sócrates, en un claro mensaje de armonía entre credos. Este eclecticismo en su decoración lo diferenciaba de otros templos más tradicionales de la India.
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| Birla Mandir |
Subí las escalinatas que conducen al interior, donde el ambiente se volvía inmediatamente más sereno. La luz natural se filtraba a través de los coloridos vitrales, proyectando tenues reflejos en el mármol pulido del suelo. A diferencia de los templos antiguos con sus muros recargados de ornamentación, aquí predominaba la sencillez y la amplitud, lo que acentuaba la sensación de paz.
En el santuario
principal, la imagen de Vishnu y
Lakshmi presidía el altar, rodeada de lámparas de aceite
encendidas y ofrendas de flores depositadas por los fieles. A un lado, algunos
devotos se sentaban en el suelo en profunda meditación, mientras un suave
murmullo de oraciones llenaba el aire. Permanecí allí unos instantes, dejándome
envolver por la espiritualidad del lugar.
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| Birla Mandir |
Tras recorrer el interior, salí nuevamente al amplio patio del templo. Desde allí, la vista era espectacular: el templo se encuentra a los pies de la colina Moti Dungri, en cuya cima se alza un antiguo palacio fortificado que, aunque no es accesible al público, añade un aire místico al paisaje.
La entrada es gratuita. Abierto todos los días de 6:00 a
12:00 y de 15:00 a 21:00.
ALBERT HALL MUSEUM
La última parada del día iba a ser el Albert Hall Museum, el edificio
más antiguo de Jaipur dedicado a la conservación del arte y la historia de
Rajastán. Situado en el corazón del Ram Niwas
Garden, su fachada de piedra arenisca y mármol destacaba con
los tonos dorados de la luz de la tarde, que realzaban sus finos detalles
indo-sarracenos y su aire señorial.
Diseñado por el arquitecto británico Sir Samuel Swinton Jacob
durante el reinado del maharajá Sawai Ram
Singh II, el edificio fue concebido originalmente como una sala
de conciertos y lugar de recepción pública, aunque más tarde se decidió
transformarlo en museo para albergar las colecciones artísticas del estado.
Inaugurado oficialmente en 1887, el Albert Hall se convirtió en un símbolo del
intercambio cultural entre la tradición rajput y la estética colonial
británica.
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| Albert Hall Museum |
Aunque no llegué a entrar en su interior, me detuve un buen rato a contemplar la armonía de su arquitectura. Las cúpulas, los balcones con celosías de piedra y los arcos multiformes componían una silueta elegante que reflejaba la fusión de estilos que caracteriza a muchos edificios históricos de Jaipur.
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| Albert Hall Museum |
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| Albert Hall Museum |
El museo alberga una extensa colección de piezas que abarcan siglos de historia: esculturas de piedra y bronce, manuscritos, instrumentos musicales, miniaturas rajputas, cerámicas persas y trajes tradicionales de las distintas regiones de Rajastán. También se exhiben armas, joyas y objetos de uso cotidiano que permiten comprender la vida y el arte de la época. Entre las piezas más singulares destaca una momia egipcia, uno de los atractivos más curiosos de su colección.
Su horario es de 09:00 a 17:00 y de 19:00 a 22:00. El precio
es de 300 INR.
Después de contemplar el Albert Hall Museum y disfrutar del
ambiente tranquilo del final de la tarde, regresé al hotel para descansar un
rato y reponer energías. Más tarde salí a cenar al Domino’s Pizza que
había justo al lado, poniendo así punto final a una jornada intensa.
Mañana, al amanecer, dejaría atrás la ciudad, despidiéndome de su vibrante energía y su inconfundible color rosado. Con ese pensamiento en mente, regresé al hotel para descansar, listo para continuar mi viaje con las primeras luces del día.




































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