INDIA - DIA 14. Jaipur: Del fuerte Amber a otras joyas históricas

3 de Septiembre de 2025.

El amanecer en Jaipur teñía el cielo de suaves tonos anaranjados cuando me desperté, listo para comenzar una jornada intensa explorando la capital de Rajastán. Conocida como la Ciudad Rosa, Jaipur no solo es la puerta de entrada al estado, sino también un lugar donde la historia y la arquitectura se entrelazan de manera espectacular. Fundada en 1727 por el maharajá Sawai Jai Singh II, la ciudad fue diseñada meticulosamente siguiendo principios del Vastu Shastra, la antigua ciencia hindú de la arquitectura, lo que le otorga su disposición ordenada y simétrica.

Jaipur fue una de las primeras ciudades planificadas de la India y ha sabido conservar su esencia a lo largo de los siglos. Sus edificios teñidos de rosa, el color de la hospitalidad según la tradición rajput, le dan un carácter inconfundible. Más allá de su estética, la ciudad ha sido un centro de poder, astronomía y cultura, con Jai Singh II a la cabeza de innovaciones como el observatorio Jantar Mantar, aún en funcionamiento.

Para recorrer sus principales monumentos, existe el Tourist Composite Ticket, una opción que permite acceder con un solo pase a varios lugares emblemáticos de la ciudad y sus alrededores. Entre ellos se incluyen el Fuerte Amber, Nahargarh, Jantar Mantar y el Palacio de la Ciudad, lo que supone un ahorro tanto en dinero como en tiempo al evitar comprar entradas individuales en cada sitio. Con esto en mente y la emoción de un día lleno de historia y arquitectura por delante, salí del hotel rumbo a mi primera visita.

PANNA MEENA KA KUND

El día prometía ser realmente exigente, con una agenda repleta de visitas que requerían empezar muy temprano. A las siete de la mañana ya había terminado de desayunar en el hotel, preparado para afrontar la jornada. En Jaipur las distancias entre los principales enclaves son considerables, y disponer de un coche o vehículo privado no es un lujo, sino una necesidad. Rajesh ya me esperaba en la entrada, listo para emprender el recorrido.

Nuestra primera parada fue Panna Meena Ka Kund, un antiguo baori o aljibe escalonado que se encuentra a los pies del Fuerte Amber. Aunque menos conocido que otros monumentos de Jaipur, su diseño geométrico y su función histórica lo convierten en un lugar fascinante, donde la arquitectura y la ingeniería se combinan en perfecta armonía.

Construido en el siglo XVII, este baori no solo servía como reserva de agua, sino que también era un punto de encuentro para los habitantes de la zona. Su diseño es fascinante: una compleja red de escalinatas idénticas desciende hasta el agua, creando un patrón geométrico tan preciso que parece sacado de una ilusión óptica. En el pasado, la gente bajaba hasta el fondo para refrescarse o llenar cántaros, mientras que los escalones ofrecían un espacio para la conversación y el descanso, especialmente en los meses de calor extremo.

Panna Meena Ka Kund

Hoy en día, por motivos de conservación, no está permitido descender hasta el agua, pero aún así, recorrer su perímetro es suficiente para apreciar la maestría de su construcción. Me detuve a observar cómo los rayos del sol resaltaban los tonos ocres y anaranjados de las paredes, mientras el agua en el fondo reflejaba el cielo con un verde profundo. Era fácil imaginar la vida de hace siglos en este mismo escenario: mujeres en saris de vivos colores descendiendo con cántaros, mercaderes descansando en los escalones, viajeros deteniéndose un instante antes de seguir su camino.

La entrada es gratis y está abierto todos los días de 07:00 a 18:00.

FUERTE AMBER

Tras la visita a Panna Meena Ka Kund, continuamos el camino hacia uno de los enclaves más impresionantes de Rajastán: el Fuerte Amber, situado a unos 11 kilómetros de Jaipur. La carretera serpenteaba entre colinas áridas y pequeños pueblos hasta que, al girar en una curva, apareció ante mí la imponente silueta de la fortaleza, con sus murallas extendiéndose por las colinas como si abrazaran el paisaje.

Fuerte Amber y Lago Maota

Fuerte Amber y Lago Maota

A los pies del fuerte, el Maota Lake ofrecía una imagen de postal: sus aguas tranquilas reflejaban las murallas doradas y los bastiones de la fortaleza, creando un contraste perfecto entre el azul del lago y los tonos cálidos de la piedra. Desde esa perspectiva, el conjunto se alzaba con una armonía imponente, como una puerta de entrada a la historia de los maharajás.

Lago Maota

Lago Maota

Decidí, en la subida de acceso, renunciar a ascender a lomos de un elefante, como hacen muchos turistas, y hacerlo a pie. No era especialmente larga ni demasiado inclinada por lo que no me supuso demasiado esfuerzo. No podría evitar detenerme varias veces para contemplar las vistas del Maota Lake desde las alturas con sus aguas tranquilas, sirviendo en su época como la principal fuente de agua para el fuerte. Todo ello mientras las nubes quitaban el protagonismo al sol y el cielo se empezaba a encapotar.

Fuerte Amber

Lago Maota desde Fuerte Amber

Al llegar a la cima, crucé la Suraj Pol o Puerta del Sol, llamada así porque es por donde entraba el maharajá en sus retornos triunfales, bañado por la luz matutina. Desde aquí, el fuerte revelaba su grandeza poco a poco. A diferencia de otras fortalezas más sobrias y militares, Amber tenía la delicadeza y el refinamiento propios de una residencia real.

Fuerte Amber

Singh Pol. Fuerte Amber

Singh Pol. Fuerte Amber

No tardaría mucho en darme de bruces con Ganesh Pol, quizás la más hermosa de todas las puertas. Sus vibrantes pinturas, que aún conservaban su color original a pesar del paso de los siglos, representaban a Ganesha, el dios que elimina los obstáculos. Este acceso no estaba pensado para cualquiera: era la entrada a la parte privada del palacio, reservada solo para la familia real y sus invitados más selectos.

Ganesh Pol. Fuerte Amber

Una vez dentro, recorrí el Diwan-i-Aam, el Salón de Audiencias Públicas. Era un gran pabellón sostenido por columnas de arenisca roja y mármol blanco, donde el maharajá atendía las peticiones de su pueblo. La arquitectura combinaba los estilos mogol y rajput, un reflejo de la fusión cultural que caracterizaba a Rajastán en aquellos tiempos.

Diwan I Aam. Fuerte Amber

Diwan I Aam. Fuerte Amber

Desde allí, pasé al Diwan-i-Khas, el Salón de Audiencias Privadas. Más pequeño pero mucho más ornamentado, era el espacio donde el maharajá se reunía con embajadores, ministros y personajes influyentes. Sus columnas, incrustadas con piedras semipreciosas, aún brillaban con la luz del sol que se filtraba por las ventanas de celosía.

Diwan E Khas.Fuerte Amber

Uno de los espacios más fascinantes del fuerte fue el Sheesh Mahal, o Palacio de los Espejos. Construido con miles de fragmentos de espejo traídos desde Bélgica, este salón tenía la magia de reflejar incluso la más tenue luz de una vela, creando un efecto de cielo estrellado en su interior. Cuenta la leyenda que una de las esposas del maharajá quería ver las estrellas desde su habitación, pero como no podía salir al aire libre por las estrictas normas del harén, los arquitectos diseñaron este palacio para que con solo encender una lámpara, el techo y las paredes se iluminaran con reflejos centelleantes.

Sheesh Mahal. Fuerte Amber

Sheesh Mahal.Fuerte Amber

Sheesh Mahal.Fuerte Amber

Después de explorar el palacio privado, me dirigí a los jardines y a otros rincones del fuerte. Paseé por el Jai Mandir, donde el maharajá celebraba reuniones más informales, y por el Sukh Niwas, un espacio diseñado para combatir el calor con ingeniosas corrientes de aire y un canal de agua que recorría el suelo para refrescar la estancia. También crucé el Zenani Deorhi, la zona que daba acceso a los aposentos de las mujeres de la corte, un espacio más íntimo cuya arquitectura revela la vida cotidiana dentro del palacio.

Fuerte Amber

Zenani Deorhi. Fuerte Amber

Fuerte Amber

El cielo, entretanto, se había ido volviendo cada vez más gris, hasta que casi al final de la visita comenzó a diluviar como si no hubiera un mañana. Era la primera vez desde mi llegada a la India que llovía con tanta fuerza durante la mañana. Afortunadamente, el aguacero duró poco más de una hora, lo que me permitió continuar después con mis planes sin mayores contratiempos.

El recorrido por Amber fue una inmersión en la historia y en la opulencia de la corte rajput. A pesar de los siglos transcurridos, el fuerte conserva su esencia majestuosa, como si en cualquier momento sus estancias pudieran llenarse de nobles, músicos y cortesanos.

El Fuerte Amber está abierto todos los días de 8:00 a 18:00. Además, ofrece una entrada nocturna de 19:00 a 21:00. Las entradas se pueden adquirir en el patio Jaleb Chowk, frente a la puerta Suraj Pol y cuestan 600 INR.

FUERTE NAHARGARH

Tras Amber, retomé el viaje en coche con Rajesh hacia el Fuerte Nahargarh. Ubicado en lo alto de las colinas Aravalli, esta imponente estructura fue construida en el siglo XVIII por el maharajá Sawai Jai Singh II como una extensión defensiva del Fuerte Amber y un refugio seguro en tiempos de conflicto. Con el tiempo, Nahargarh también se convirtió en un lugar de retiro para la realeza, ofreciendo un ambiente más relajado y vistas privilegiadas de la ciudad.

El ascenso por la carretera serpenteante me llevó a descubrir la verdadera magnitud del fuerte: una muralla sólida y serpenteante protegía la estructura, con bastiones estratégicamente situados para vigilar cualquier aproximación desde las colinas cercanas. A lo largo de la historia, Nahargarh sirvió no solo como puesto defensivo, sino también como lugar seguro donde la familia real se retiraba durante revueltas o amenazas externas. Su diseño combina austeridad militar con detalles refinados en los interiores, mostrando el equilibrio entre función y estética.

Fuerte Nahargarh

Fuerte Nahargarh

Fuerte Nahargarh

Al llegar a la cima, mientras caminaba por los patios, me encontré con una sesión de fotos: una modelo posaba elegantemente junto a uno de los bastiones, contrastando con la robustez de la piedra y la solemnidad del entorno. La escena añadía un toque moderno y artístico a la historia centenaria del fuerte.

Fuerte Nahargarh

Jaipur desde Fuerte Nahargarh

Exploré las estancias más importantes comenzando por el Madhavendra Bhawan, un conjunto de aposentos reales del siglo XIX construidos por Maharajá Madho Singh. Las habitaciones interconectadas permitían una circulación fluida para la familia y sus invitados, mientras que los frescos coloridos en techos y paredes mostraban escenas de la vida cortesana, batallas y ceremonias religiosas. Cada sala estaba diseñada para combinar comodidad con prestigio, incorporando espacios privados y salones de recepción.

Fuerte Nahargarh

Fuerte Nahargarh

El Diwan-i-Aam de Nahargarh era más modesto que el de Amber, pero igualmente significativo, con columnas de arenisca y detalles tallados que reflejaban la importancia de las audiencias públicas en la vida de los maharajás. Sus paredes conservaban inscripciones y símbolos de los distintos gobernantes que habitaron el fuerte, ofreciendo una línea temporal de la dinastía Kachwaha.

Otros pabellones interiores, aunque pequeños, mostraban una atención meticulosa al detalle: ventanas de celosía que controlaban la luz, techos pintados con motivos florales y patios interiores que proporcionaban ventilación natural. Algunos corredores ofrecían vistas parciales de los alrededores, aunque limitadas por la función defensiva de la fortaleza.

Fuerte Nahargarh

Fuerte Nahargarh

Fuerte Nahargarh

Antes de salir, visité el Nahargarh Baori, una estructura escalonada utilizada en su momento como depósito de agua. Su diseño, aunque funcional, incorporaba elementos decorativos en las esquinas y una geometría simétrica que permitía almacenar grandes cantidades de agua en una zona de clima árido.

Tras disfrutar de las estancias y la historia de Nahargarh, era momento de continuar con la ruta del día.

El fuerte está abierto todos los días de 10:00 a 17:00. La entrada cuesta 200 INR.

FUERTE JAIGARH

Tras la visita a Nahargarh, retrocedimos por la estrecha carretera hasta llegar en coche al Fuerte Jaigarh. Este imponente enclave, construido en el siglo XVIII por Jai Singh II con finalidad puramente militar, se alza con murallas gruesas, bastiones y amplios patios, diseñado para proteger el tesoro real y las armas del ejército de Jaipur.

Fuerte Jaigarh

Fuerte Jaigarh

A diferencia de Amber, su estética austera refleja su carácter defensivo, pero desde sus alturas se disfrutan vistas espectaculares sobre Amber y todo el valle de los Aravalli. La panorámica es soberbia: Amber se despliega en todo su esplendor, con sus murallas dominando el paisaje verde, mientras el valle se extiende hasta donde alcanza la vista. Una de las mejores vistas de Rajastán, sin duda.

Fuerte Jaigarh

Entorno del Fuerte Jaigarh

Dentro de sus muros se encuentra una de sus joyas más célebres: el Jaivana, considerado el cañón sobre ruedas más grande del mundo. Fundido en la propia fundición del fuerte en 1720, este gigantesco arma apenas fue utilizado en combate, pero su sola presencia bastaba para infundir respeto. La estructura del fuerte también albergaba amplios patios, torres de vigilancia y túneles subterráneos que, según se dice, conectaban con el propio Amber.

Cañón Jaivana.Fuerte Jaigarh

No hay que conformarse solo con las murallas que rodean el cañón; merece la pena seguir dando un paseo por el complejo hasta llegar a una torre tipo alminar, justo detrás de la cual se encuentran varios puntos que brindan las vistas más espectaculares de Amber, aunque el resto del fuerte no desmerece.

Fuerte Amber desde Muralla del Fuerte Jaigarh

El fuerte está abierto todos los días de 09:00 a 16:30. Su entrada cuesta 700 INR, al entrar con coche.

JAL MAHAL

Tras salir de Jaigarh, Rajesh me llevó en coche hasta el siguiente destino: el Jal Mahal, el icónico palacio flotante de Jaipur. El trayecto no fue largo, y en pocos minutos ya me encontraba junto a la carretera que bordea el lago Man Sagar, donde se alza esta maravilla arquitectónica que parece suspendida entre las aguas.

Lago Man Sagar y Jal Mahal en la lejanía

Desde la distancia, el Jal Mahal se mostraba imponente y misterioso, con sus muros de arenisca rojiza reflejándose en el lago. Este palacio, construido en el siglo XVIII por el maharajá Madho Singh I, nunca fue concebido como residencia real, sino como un pabellón de recreo para la caza de aves acuáticas. Lo más sorprendente es que, de sus cinco pisos, solo el nivel superior permanece visible, mientras que los cuatro inferiores permanecen sumergidos en el agua.

Lago Man Sagar y Jal Mahal

El acceso al palacio está restringido al público, por lo que mi visita se limitó a contemplarlo desde la orilla. Aun así, la vista era impresionante. Alrededor, varias tiendas y vendedores ambulantes ofrecían desde recuerdos hasta aperitivos locales. Algunas parejas y familias se detenían a tomar fotografías, mientras que otros simplemente disfrutaban de la brisa y la paz del entorno.

Me tomé mi tiempo para apreciar cada detalle: las cúpulas, las delicadas jharokhas (ventanas de celosía) y la quietud del agua que hacía del Jal Mahal una imagen casi irreal.

Después, Rajesh me llevó a un restaurante cercano que conocía, donde pude disfrutar de una comida agradable.

GAITOR KI CHHATRIYAN

De vuelta al coche, Rajesh me esperaba con el motor en marcha, listo para continuar el recorrido por Jaipur. El trayecto hacia Gaitor Ki Chhatriyan fue corto, descendiendo por las colinas Aravalli hasta adentrarnos en una zona más tranquila y apartada del bullicio de la ciudad. A diferencia de los grandes palacios y fortalezas, este lugar se sentía íntimo, casi como un rincón secreto de la realeza rajputa.

Ubicado en un pequeño valle a los pies de Nahargarh, Gaitor Ki Chhatriyan es un conjunto de cenotafios dedicados a los gobernantes de la dinastía Kachwaha, los mismos que dejaron su huella en Amber y Jaipur. A diferencia de las tumbas musulmanas, estos monumentos no contienen restos humanos, sino que sirven como memoriales simbólicos de los maharajás.

Cenotafios Gaitor Ki Chhatriyan

Cenotafios Gaitor Ki Chhatriyan

Nada más cruzar la entrada, me encontré rodeado de estructuras esculpidas en mármol y piedra arenisca, cada una con su propio diseño, pero todas compartiendo una misma elegancia. La más impresionante era la de Maharajá Sawai Jai Singh II, el fundador de Jaipur, con su cúpula de mármol blanco y delicadas tallas florales. También destacaban los chhatris de Madho Singh II y Ram Singh II, cada uno con motivos geométricos y minaretes que recordaban la fusión del arte rajput y mogol.

Cenotafios Gaitor Ki Chhatriyan

Cenotafios Gaitor Ki Chhatriyan

El silencio envolvía el recinto, roto solo por el sonido ocasional del viento entre las columnas y el murmullo de algún visitante. No había grandes multitudes ni vendedores insistentes, lo que me permitió caminar sin prisa, observando los relieves esculpidos en cada cenotafio, tratando de imaginar la grandeza de aquellos gobernantes que en su día forjaron la historia de Rajastán.

Cenotafios Gaitor Ki Chhatriyan

Cenotafios Gaitor Ki Chhatriyan

Desde la parte más elevada del complejo, el silencio y la calma del lugar ofrecían una sensación de aislamiento y contemplación. La luz de la tarde acentuaba el color del mármol, dándole un tono cálido y dorado. Un último vistazo a aquellos chhatris y regresé al coche, listo para seguir explorando Jaipur.

Cenotafios Gaitor Ki Chhatriyan

El complejo está abierto todos los días de 09:30 a 17:00. La entrada cuesta 50 INR.

GALTA JI TEMPLE

Cuando el sol comenzaba su descenso sobre Jaipur, subí al coche con Rajesh para la última visita del día: Galta Ji, conocido popularmente como el Templo de los Monos. Ubicado a unos 10 kilómetros del centro, este complejo de templos y piscinas naturales se encuentra encajado entre colinas rocosas, proporcionando un entorno que parece sacado de otro tiempo.

Al llegar, la escena era distinta a cualquier otro lugar visitado en Jaipur. A diferencia de los majestuosos palacios y fortalezas, Galta Ji tenía un aire de espiritualidad más cruda, más conectada con la naturaleza. A ambos lados del camino, pequeños santuarios y edificaciones en tonos terrosos daban la bienvenida a los peregrinos y visitantes. Pero lo que realmente destacaba era la presencia de los macacos rhesus, los verdaderos dueños del lugar.

Galta Ji Temple o Templo de los Monos

Galta Ji Temple o Templo de los Monos

Los monos estaban por todas partes: trepaban por las fachadas, se asomaban curiosos desde las cornisas y saltaban de un tejado a otro. Algunos jugaban entre ellos, otros buscaban comida con mirada astuta. Sabía que había que mantener la precaución, pues aunque en apariencia inofensivos, podían ser impredecibles si olían comida o se sentían amenazados.

Galta Ji Temple o Templo de los Monos

El complejo de Galta Ji está compuesto por varios templos, pero lo más llamativo son sus kunds, piscinas naturales de agua sagrada donde los peregrinos se sumergen para realizar sus abluciones. La más importante es el Galta Kund, que, según la leyenda, nunca se seca. El ambiente era sereno, con fieles orando, algunos bañándose en las aguas, mientras los monos observaban desde los bordes con aparente indiferencia.

Galta Ji Temple o Templo de los Monos

Galta Ji Temple o Templo de los Monos

Emprendí la subida al Surya Mandir, y desde los primeros escalones me encontré con un espectáculo sorprendente: por las escaleras corría agua como si fueran cascadas provenientes del río de la parte superior. Avanzar con el agua hasta los tobillos resultaba increíble, y afortunadamente los zapatos habían quedado en la entrada, según las normas de acceso a los templos. Esta corriente de agua daba al recorrido un carácter único y refrescante.

Galta Ji Temple o Templo de los Monos

Después de esta maravillosa subida, llegué al Surya Mandir, un pequeño templo dedicado al dios Sol, situado en lo alto de la colina. El ascenso, aunque corto, fue un esfuerzo bajo el calor del atardecer, pero la recompensa valió la pena.

Permanecí un rato allí, disfrutando de la brisa y de la paz del momento, mientras el cielo iba oscureciendo poco a poco. Era la despedida perfecta para un día repleto de historia, arquitectura y experiencias únicas.

Galta Ji Temple o Templo de los Monos

Con el crepúsculo marcando el final de la jornada, descendí de la colina y regresé con Rajesh al coche. Era momento de cerrar el día con una buena cena.

Cansado tras tantas horas de exploración, decidí cenar de bufet en el Vesta Maurya Palace, donde ya me alojaba. Fue un final cómodo y relajante para un día repleto de experiencias, disfrutando de la comida del hotel sin necesidad de salir, mientras me preparaba para descansar y recargar energías para la siguiente jornada en Jaipur.


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