INDIA - DIA 09. Templos de Osian y primeras visitas en Jaisalmer

29 de Agosto de 2025.

El amanecer en Jodhpur tenía algo especial. A esa hora temprana, cuando el bullicio del día aún no había despertado por completo, la ciudad parecía envuelta en una calma inusual. Desde la terraza del hotel, con la brisa fresca antes de que el calor del desierto se impusiera, observé por última vez la silueta imponente del fuerte Mehrangarh recortándose contra el cielo que empezaba a teñirse de tonos dorados.

Era el momento de seguir adelante. Bajé con mi equipaje y, en la puerta, Rajesh ya esperaba junto al coche, listo para emprender el viaje hacia un nuevo destino. Con un último vistazo a las callejuelas azules, me acomodé en el asiento y, mientras el motor arrancaba, supe que Jodhpur quedaba atrás, pero no su recuerdo.

TEMPLOS DE OSIAN

El viaje desde Jodhpur hasta Osian tomó aproximadamente una hora y media, recorriendo unos 65 kilómetros por una carretera que poco a poco se fue adentrando en el paisaje árido del desierto de Thar. A medida que avanzábamos, las huellas de la ciudad se desvanecían y daban paso a tierras secas salpicadas de arbustos espinosos y alguna que otra aldea de adobe con techos de paja. De vez en cuando, aparecían camellos caminando junto a la carretera, guiados por pastores envueltos en turbantes de vivos colores, una estampa que recordaba que aquí la vida seguía regida por el ritmo del desierto.

Osian, conocida como la "Khajuraho de Rajastán" por la profusión de sus templos esculpidos, fue en su día un importante centro comercial en la ruta de caravanas que conectaba el noroeste de la India con Asia Central. Entre los siglos VIII y XII, la ciudad floreció bajo el dominio de los Gurjara-Pratihara, que convirtieron la zona en un gran enclave religioso, erigiendo templos tanto hinduistas como jainistas, muchos de los cuales aún permanecen en pie, resistiendo el paso de los siglos y los embates del clima desértico.

El conjunto de templos de Osian es una de las muestras más fascinantes de la arquitectura medieval de Rajastán. Se encuentran distribuidos a corta distancia unos de otros, aunque puede tardarse algo en encontrarlos, por lo que lo mejor es preguntar. La mayoría están construidos en piedra arenisca rojiza, con intrincadas tallas que narran episodios mitológicos, figuras celestiales y escenas de la vida cotidiana.

El primero que visité fue el templo de Mahavira, dedicado al vigésimo cuarto tirthankara del jainismo. Es, sin duda, el más interesante del conjunto y el mejor conservado. Construido en piedra arenisca rojiza, destaca por su simetría y el trabajo minucioso de sus columnas y relieves. Cada pilar tiene un diseño distinto, y la disposición interior forma un recorrido ordenado que conduce hasta la imagen central de Mahavira. La claridad de su estructura y el nivel de detalle en las tallas hablan de una época de esplendor, entre los siglos VIII y X, cuando Osian fue un importante centro religioso jainista. Es un templo sobrio, pero lleno de equilibrio y precisión, el que más merece la visita.

Templo de Mahavira.Osian

Templo de Mahavira.Osian

Templo de Mahavira.Osian

Templo de Mahavira.Osian

A continuación, me dirigí al templo de Sachiya Mata, situado en lo alto de una colina. La escalinata de acceso, flanqueada por elefantes esculpidos, es lo más destacable del conjunto, junto con la vista exterior del santuario principal. En el interior no se permiten fotografías y la visita resulta algo incómoda. El acceso al altar se realiza a través de un pasillo formado por verjas metálicas que obligan a avanzar en fila, sin posibilidad de salir hasta llegar al final. La sensación es agobiante y, en caso de emergencia, sería un auténtico problema. Todo está orientado al culto, y el visitante que no participa en la ceremonia tiene poco que hacer más allá de observar el movimiento de los fieles.

Templo de Sachiya Mata. Osian

Templo de Sachiya Mata. Osian

El siguiente fue el templo de Surya, dedicado al dios del sol. Construido en el siglo X, este templo es uno de los más antiguos de la región y presenta un shikhara (torre) decorado con relieves detallados de divinidades y símbolos solares. En su interior, la imagen de Surya destaca por un detalle poco común en la iconografía hindú: aparece representado con botas altas, un rasgo que lo vincula con representaciones de dioses solares en otras culturas antiguas. En el mandapa (sala de columnas), los grabados de los siete caballos que tiran de su carro recuerdan la importancia de esta deidad en la mitología hindú.

Templo de Surya. Osian

Templo de Surya. Osian

Por último, visité el templo de Piplad Mata, más pequeño y sencillo, y bastante olvidado. De esta manera completaba la ruta por los principales templos de Osian, regresando al coche, donde Rajesh ya me esperaba para continuar con la ruta de la jornada.

Templo de Piplad Mata. Osian

Templo de Piplad Mata. Osian

Los templos suelen estar abiertos desde temprano en la mañana hasta el atardecer. La entrada a los templos de Osian es gratuita. Sin embargo, es común que se soliciten donaciones voluntarias para el mantenimiento de los templos.

LAGO GADISAR (JAISALMER)

El camino desde Osian hasta Jaisalmer se extendería a lo largo de unos 240 kilómetros, un trayecto de aproximadamente cuatro horas y media atravesando el desierto de Thar. Conforme avanzábamos, la vegetación escasa se volvía aún más austera, y los tonos ocres y dorados dominaban el paisaje. A los lados de la carretera, pequeños asentamientos y algún pastor solitario rompían la monotonía del desierto, recordando que, pese a su aridez, esta tierra siempre ha estado habitada.

Finalmente, sobre el mediodía, las murallas de Jaisalmer comenzaron a recortarse en el horizonte, emergiendo de la arena como un espejismo. Conocida como la "Ciudad Dorada", Jaisalmer debe su apodo al tono amarillo de sus construcciones, todas talladas en piedra arenisca que, bajo la luz del sol, adquieren un brillo especial. Fundada en 1156 por Rawal Jaisal, la ciudad prosperó gracias a su estratégica ubicación en la Ruta de la Seda, acumulando riqueza y erigiendo impresionantes havelis, templos y una imponente fortaleza que aún hoy sigue habitada.

Fuerte Sonar Quila

Fuerte Sonar Quila

En lugar de dirigirnos directamente al hotel, decidí aprovechar el tiempo y hacer la primera parada en el lago Gadisar, una de las joyas más serenas de Jaisalmer.

El calor del mediodía se haría notar cuando llegué al lago Gadisar, pero la brisa ligera que corría sobre el agua templaba un poco la sensación sofocante del desierto. Este embalse artificial, construido en el siglo XIV por Maharawal Gadsi Singh, no solo fue una fuente vital de agua para Jaisalmer durante siglos, sino que también se ha convertido en uno de sus rincones más pintorescos.

El acceso al lago está enmarcado por el Tilon ki Pol, un hermoso arco de piedra arenisca con detalles intrincados, que según cuenta la leyenda, fue mandado construir por una cortesana. Se dice que el maharajá de la época no quería que una mujer de su condición dejara su huella en la ciudad, pero ella, con astucia, hizo que el arco incluyera un pequeño templo a Krishna en la parte superior, lo que obligó a que fuera respetado y no derribado.

Tilon Ki Pol. Lago Gadisar

A lo largo de la orilla, templos y chhatris surgían entre los árboles, mientras pequeños ghats servían como lugares de encuentro y descanso para los locales. La luz del mediodía se reflejaba en sus cúpulas y columnas, proyectando siluetas sobre el agua inmóvil que, junto con la brisa, daba al lago una sensación de paz absoluta.

Lago Gadisar

Lago Gadisar

Rajesh se unió a mí en una de las barcas disponibles, y juntos iniciamos un paseo de unos cuarenta y cinco minutos por 600 rupias. Avanzamos sin prisa, dejando que el roce del agua contra la embarcación y el vaivén suave del bote marcaran el ritmo. Desde allí, se podían ver los contornos de los templos y santuarios a lo largo de la orilla, reflejándose en la superficie dorada, mientras el pabellón abovedado que se adentraba en el lago parecía suspendido sobre el agua.

Lago Gadisar

Lago Gadisar

Caminando por el borde del lago después del paseo, pude detenerme frente a cada chhatri y santuario, observando los detalles de las columnas y las cúpulas, imaginando cómo, durante siglos, este lugar había sido punto de reunión, refugio y ceremonia.

Lago Gadisar

BADA BAGH

Después del paseo por la ribera del lago Gadisar, me encontré de nuevo con Rajesh, que ya me esperaba en el coche. El siguiente destino era Bada Bagh, un conjunto de impresionantes cenotafios reales situados a unos seis kilómetros al norte de Jaisalmer. El trayecto apenas tomó unos quince minutos, saliendo de la ciudad y adentrándonos en un paisaje más árido, donde la arena dorada y la vegetación dispersa se extendían hasta el horizonte.

Cenotafios Bada Bagh

Cenotafios Bada Bagh

Bada Bagh, que significa literalmente “Gran Jardín”, fue construido en el siglo XVI por el maharajá Jai Singh II como un homenaje a su padre, Maharawal Jait Singh, quien había ordenado la construcción de un embalse en la zona para abastecer de agua a la ciudad. Con el tiempo, el lugar se convirtió en un complejo funerario para los gobernantes de Jaisalmer, con cenotafios (chhatris) de piedra arenisca que honraban a distintos miembros de la dinastía real.

Cenotafios Bada Bagh

Cenotafios Bada Bagh

El complejo se extendía sobre una suave colina, con sus elegantes estructuras elevándose entre el paisaje desértico. A medida que avanzaba entre los cenotafios, me detendría a observar los intrincados detalles tallados en la piedra arenisca, cada uno reflejando la importancia del gobernante al que honraba. Algunos chhatris eran más imponentes, con grandes cúpulas y columnas ornamentadas, mientras que otros mantenían una sobria sencillez, pero todos compartían el mismo aire solemne y majestuoso.

Cenotafios Bada Bagh

Cenotafios Bada Bagh

Cenotafios Bada Bagh

Desde lo alto, el paisaje se abría ante mí: el embalse cercano, que en su momento había dado vida a la región, contrastaba con los áridos campos que lo rodeaban. El viento soplaba suavemente, añadiendo un matiz casi etéreo al silencio del lugar. Había pocos visitantes, lo que hacía que la atmósfera fuera aún más especial.

Cenotafios Bada Bagh

Cenotafios Bada Bagh

Tras recorrer el recinto con calma y disfrutar de las vistas, regresé al coche. Ahora sí, era momento de dirigirme al hotel para hacer una breve pausa antes de continuar descubriendo Jaisalmer.

Bada Bagh está abierto todos los días de 8:00 a 18:00. La entrada tiene un precio de 300 INR.

PLEASANT HAVELI

Al llegar al Pleasant Haveli, me recibió un ambiente tranquilo y un personal atento que se encargó rápidamente del check-in. Agradecí la cálida bienvenida antes de dirigirme a mi habitación, donde encontré un espacio amplio, limpio y decorado con un estilo rústico, pero acogedor. La cama, grande y cómoda, prometía un buen descanso tras la jornada. Desde la terraza del hotel, se podía disfrutar de una vista espectacular del fuerte de Jaisalmer, que se alzaba majestuoso sobre la ciudad. Después de dejar el equipaje y refrescarme un poco, estaba listo para dirigirme al lugar donde cerraría la jornada.

Pleasant Haveli

Pleasant Haveli

SUNSET POINT

Desde el hotel, decidí ir caminando hasta Sunset Point, una de las mejores localizaciones para ver el atardecer en Jaisalmer. El camino me llevó por calles menos transitadas, donde la ciudad parecía más pausada, lejos del bullicio del fuerte y los mercados. Poco a poco, las construcciones fueron dando paso a un paisaje más abierto, con el desierto extendiéndose en el horizonte.

Al llegar, me encontré con los cenotafios de Vyas Chhatri, una serie de estructuras en piedra arenisca dedicadas a los brahmanes de la ciudad. Su arquitectura, con cúpulas sostenidas por pilares esculpidos, mantenía la misma estética dorada que define a Jaisalmer. A esa hora, la luz filtrada por una ligera bruma suavizaba cada detalle, proyectando sombras tenues sobre la arena y dándole al conjunto una atmósfera serena. (La entrada cuesta 100 INR).

Cenotafios Vyas Chhatri

Cenotafios Vyas Chhatri

Cenotafios Vyas Chhatri

Desde lo alto, la vista era impresionante. La ciudad se fundía con el desierto, mientras las murallas del fuerte adquirían un tono más cálido con la luz difusa. Permanecí allí en silencio, dejando que el viento cálido y el cambio sutil de tonalidades en el cielo despidieran el día.

Fuerte Sonar Quila desde Cenotafios Vyas Chhatri

Cenotafios Vyas Chhatri

Cuando la luz comenzó a desvanecerse y las primeras estrellas aparecieron sobre el horizonte, emprendí el camino de regreso al hotel. Allí cené tranquilamente, disfrutando del ambiente sereno y de la comida, pidiendo Ker Sangari con arroz —un plato típico del Rajastán elaborado con bayas del desierto y judías secas, cocinadas con especias y ghee—, mientras contemplaba la silueta dorada de Jaisalmer iluminada por la noche. Fue el final perfecto para otro día inolvidable.


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