La mañana comenzó tranquila, en la terraza del hotel, mientras el sol se alzaba sobre el lago Pichola. Desayunaba sin prisa, observando cómo la luz dorada se extendía por los tejados y palacios de Udaipur. Aproveché ese momento de calma para seguir aprendiendo sobre la historia del reino de Mewar y el papel que la ciudad había tenido en las antiguas rutas comerciales del Rajastán. Durante siglos, Udaipur fue punto de paso para las caravanas que unían Gujarat con Delhi y las tierras del desierto de Thar, trayendo especias, telas y piedras preciosas que enriquecieron a la región.
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| Udaipur desde Hotel Madri Haveli |
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| Udaipur desde Hotel Madri Haveli |
Entre los textos que consultaba, encontré también la leyenda sobre su fundación. Se dice que el maharana Udai Singh II, tras la caída de Chittorgarh, buscó un nuevo emplazamiento para establecer su capital. Durante una cacería, se topó con un ermitaño que le señaló un valle rodeado de colinas y protegido por lagos. Aquel sabio le aseguró que ese lugar sería bendecido y próspero, y el maharana decidió fundar allí su nueva ciudad. Así nació Udaipur, concebida como refugio y promesa de renacimiento.
Terminé el desayuno con aquella historia aún en la cabeza, mientras contemplaba cómo el sol seguía ganando terreno sobre los tejados y las aguas del lago. Era momento de empezar el día.
CENOTAFIOS DE AHAR
Tras salir del hotel, me dirigí en rickshaw a los Cenotafios
Reales de Ahar, situados a unos tres kilómetros al este del centro de
Udaipur. Aunque hoy no se puede acceder al recinto interior, las perspectivas
desde el exterior permiten apreciar con claridad la disposición del complejo,
por lo que conviene recorrer
su perímetro para entender su escala y diseño.
El conjunto está formado por más de 250 cenotafios de mármol, la mayoría coronados por cúpulas de estilo rajputa. Estos monumentos no fueron construidos para ser habitados, sino como memoriales funerarios de los maharanas de Mewar y sus familias. Cada cenotafio sigue una estructura consistente: una base rectangular, un pabellón central sostenido por pilares esculpidos, y una cúpula rematada con un pequeño pináculo. Los relieves tallados en los pilares y frisos muestran motivos florales, geométricos y símbolos asociados con la realeza y la espiritualidad de la época.
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| Cenotafios Reales de Ahar |
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| Cenotafios Reales de Ahar |
El cenotafio de Maharana Sangram Singh II destaca por su tamaño y la elegancia de su estructura: un pabellón elevado rodeado por cenotafios más pequeños que siguen un patrón ordenado, creando una armonía visual y un sentido de jerarquía. Otros cenotafios, aunque más modestos, presentan detalles minuciosos en mármol blanco y gris, con inscripciones que mencionan nombres y linajes, lo que permite reconstruir parcialmente la historia de la dinastía.
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| Cenotafios Reales de Ahar |
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| Cenotafios Reales de Ahar |
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| Cenotafios Reales de Ahar |
Tras un buen rato observando los detalles de la arquitectura funeraria rajputa, continuaría con mi recorrido.
SAHELIYON KI BARI
Subiría de nuevo al rickshaw y dejaría atrás la quietud del lugar anterior, sumergiéndome en el ritmo vibrante de Udaipur. Las calles, cada vez más animadas, anunciaban que me acercaba a un rincón completamente distinto: Saheliyon Ki Bari, un jardín que, siglos atrás, fue concebido como un oasis de paz para las damas de la corte. El trayecto duró unos veinte minutos, en los que el bullicio de la ciudad contrastaba con la serenidad que me esperaba al llegar.
Construido en el siglo XVIII por el maharana Sangram Singh II, este jardín fue diseñado como un refugio para las damas de la corte. Según la historia, el maharana lo mandó a construir para su reina y las 48 doncellas que la acompañaron como parte de su dote, asegurándoles un espacio donde pudieran pasear y relajarse lejos de las formalidades de la vida palaciega.
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| Jardín Saheliyon Ki Bari |
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| Jardín Saheliyon Ki Bari |
Al cruzar la entrada, la temperatura parecía descender unos grados, gracias a la abundante vegetación y al sonido refrescante del agua fluyendo por las fuentes. Me encontré con un diseño simétrico, con senderos bien trazados, pabellones de mármol y estanques con lotos flotando en la superficie. Pero lo que realmente define a Saheliyon Ki Bari son sus fuentes: decenas de surtidores que salpican el aire con finos chorros de agua, creando una atmósfera casi mágica.
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| Jardín Saheliyon Ki Bari |
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| Jardín Saheliyon Ki Bari |
Allí me encontré con unas mujeres muy agradables con las que me fotografié. Vestían saris de tonos profundos, con bordados delicados que reflejaban la luz de manera sutil. Sus miradas amables y su sonrisa hicieron que el momento fuera inolvidable, transmitiendo la calidez de la hospitalidad local.
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| Chicas Indias en Jardín Saheliyon Ki Bari |
El rincón más llamativo del jardín es, probablemente, la Fuente de los Lirios, rodeada por elefantes de mármol tallado que vierten agua en el estanque. Me detuve allí un rato, observando cómo los reflejos del sol bailaban sobre la superficie y pensando en la vida de aquellas damas reales que alguna vez caminaron por estos mismos senderos, disfrutando de la misma tranquilidad.
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| Fuente de los Lirios. Jardín Saheliyon Ki Bari |
Otro detalle interesante es la presencia de una pequeña galería con objetos históricos, como pinturas y esculturas de la época, que ayudan a imaginar la opulencia con la que se vivía en Udaipur en aquellos tiempos.
Después de algo más de una hora recorriendo el jardín, me sentaría un rato en uno de los bancos de piedra para disfrutar de la sombra, dejando que el sonido del agua y el murmullo lejano de los visitantes llenaran el momento.
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| Jardín Saheliyon Ki Bari |
Con el aire fresco atenuando el calor de la jornada, miraría una vez más las fuentes danzantes y las flores en los estanques, antes de levantarme para continuar mi camino.
LAGO FATEH SAGAR
Al salir de Saheliyon Ki Bari, me dirigiría hacia un lugar donde el ritmo de la ciudad volvía a calmarse: el lago Fateh Sagar. Bastó un breve trayecto en rickshaw para dejar atrás el bullicio y encontrarme con la inmensidad de este lago artificial, construido originalmente en el siglo XVII por el maharana Jai Singh y ampliado dos siglos después por Fateh Singh, quien le dio su nombre. A diferencia del lago Pichola, más rodeado de edificios históricos, aquí el ambiente era más abierto, con colinas bajas enmarcando el horizonte y una carretera serpenteante bordeando la orilla.
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| Navegando por el Lago Fateh Sagar |
El paseo junto al lago tenía un ritmo pausado. Locales y algunos turistas caminaban a la sombra de los árboles, mientras otros se detenían en pequeños puestos callejeros que ofrecían bocadillos y kulfi, el helado indio. Las aguas, tranquilas, captaban la luz del cielo y los contornos de las colinas, creando un efecto de calma que contrastaba con el ajetreo del centro. De vez en cuando, alguna lancha cruzaba dejando ondas suaves que interrumpían la quietud de la superficie.
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| Camellos en el Lago Fateh Sagar |
Aunque Nehru Garden, la isla ajardinada en el centro del lago, permanecía cerrada al público, decidí dar un paseo en barco para disfrutar de la amplitud del lago y de la serenidad del entorno. La perspectiva desde la barca ofrecía una visión distinta de las colinas y de las casas cercanas, permitiendo percibir la quietud del agua y la armonía del paisaje sin necesidad de desembarcar en la isla.
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| Nehru Garden desde navegación por el Lago Fateh Sagar |
Tras un tiempo recorriendo el lago en barca, regresé a la orilla y, desde allí, tomé un rickshaw para volver al centro de Udaipur y buscar un lugar donde comer, antes de continuar con la siguiente visita del día: el Sajjangarh Monsoon Palace.
SAJJAHGARH MOONSOON PALACE
La última visita del día me llevaría hasta lo alto de la colina que corona el Sajjangarh Monsoon Palace. La carretera de 11 km que asciende hasta el palacio serpentea entre bosques y pequeños claros, ofreciendo vistas de Udaipur cada vez más lejanas a medida que se gana altura. Sin embargo, un desprendimiento ocurrido el día anterior había obligado a cerrar el acceso, y hasta las 16:30 no se sabría si se permitiría subir.
Mientras esperaba, un joven indio se acercó a mí con curiosidad y amabilidad. Comenzamos a conversar sobre Udaipur, su historia y la vida en la ciudad. Con el tiempo, me presentó a varios de sus amigos, quienes me animaron a subir hasta el palacio con ellos en moto, una experiencia que prometía ser muy diferente de la tradicional subida en taxi. La propuesta era tentadora, y acepté sin dudarlo, anticipando la aventura que estaba por comenzar.
El ascenso en moto resultó vibrante: el viento mezclado con las curvas de la carretera y la vista creciente del valle hacían que cada kilómetro se sintiera como parte de un viaje en sí mismo. Hicimos varias paradas para contemplar el paisaje, tomar fotos y charlar con más locales que nos encontrábamos por el camino. La experiencia ofrecía una conexión con el lugar que ningún vehículo turístico podía brindar: la sensación de formar parte de la rutina diaria de la gente y, a la vez, de explorar un sitio histórico.
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| Entorno de Sajjahgarh Moonsoon Palace |
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| Entorno de Sajjahgarh Moonsoon Palace |
El Monsoon Palace, construido en 1884 por el maharana Sajjan Singh, fue pensado originalmente como un observatorio astronómico y un pabellón para seguir el avance de los monzones, fundamentales para la agricultura de Mewar. Sajjan Singh murió prematuramente y, aunque el palacio quedó inconcluso, sus sucesores lo utilizaron como mirador y pabellón de caza. Durante la época colonial fue abandonado, hasta su restauración y apertura al público en tiempos recientes. Desde lo alto, la silueta del edificio de mármol blanco se recortaba sobre el cielo, con arcos y balcones que parecen flotar sobre el vacío.
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| Sajjahgarh Moonsoon Palace |
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| Sajjahgarh Moonsoon Palace |
Explorar el interior fue una experiencia pausada y contemplativa. Aun sin muebles ni adornos, las estancias conservan una majestuosidad sobria; los ventanales permiten que la luz entre suavemente, iluminando los suelos de piedra y generando juegos de sombras que cambian con cada hora del día.
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| Sajjahgarh Moonsoon Palace |
Junto a mis nuevos compañeros de ruta, subimos hasta el mirador principal, donde los maharanas observaban antaño las tormentas monzónicas sobre las colinas Aravalli. La vista era sobrecogedora: Udaipur se extendía abajo, con sus lagos y edificios reflejando la luz difusa del cielo encapotado, mientras la extensión de colinas y bosques rodeaba la ciudad, ofreciendo un recordatorio del ingenio y la previsión de quienes eligieron este lugar para construir su refugio real.
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| Udaipur desde Sajjahgarh Moonsoon Palace |
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| Entorno de Sajjahgarh Moonsoon Palace |
Entre conversaciones, fotos y risas, exploramos los corredores y terrazas, aprendiendo también de mis compañeros sobre algunas historias locales del palacio, como los festivales de verano que los maharanas celebraban para medir el nivel de las lluvias y preparar la siembra, o las leyendas sobre los espíritus de los guardias antiguos que aún “vigilan” la colina. Cada rincón parecía contar algo distinto, y la combinación de historia, aventura y compañía hizo que la visita se convirtiera en una experiencia única.
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| Entorno de Sajjahgarh Moonsoon Palace |
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| Udaipur desde Sajjahgarh Moonsoon Palace |
Al terminar, descendimos nuevamente en moto, disfrutando de la carretera mientras el cielo permanecía encapotado, con nubes que suavizaban la luz y daban un tono grisáceo al paisaje. Me dejaron en el centro de la ciudad con una sensación de haber vivido algo más que una visita turística: una inmersión en la historia, la geografía y la vida cotidiana de Udaipur, todo envuelto en la emoción de un viaje compartido con gente local.
JAIWANA HAVELI ROOFTOP RESTAURANT
Al caer la noche, me dirigí al Jaiwana Haveli Rooftop Restaurant, ubicado en la terraza de un elegante haveli restaurado que conserva la arquitectura tradicional rajputa, con arcos, balcones tallados y muros pintados en tonos cálidos. Desde allí, la vista era impresionante: el lago Pichola se extendía ante mí, y sobre sus aguas se alzaba el Taj Lake Palace, rodeado de otros palacios y havelis reflejados en el lago, creando un escenario mágico.
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| Taj Lake Palace desde Jaiwana Haveli Rooftop Restaurant |
Para la cena, pedí Aloo Cheese, patatas cocidas con queso fundido, seguido de Gatte Ki Sabzi, un curry con bolitas de harina de garbanzo, acompañado de dos Coca-Colas. Todo me costó 900 rupias. La noche avanzaba con calma, entre bocados y el reflejo del Taj Lake Palace sobre el agua. Después de un día de exploración, aquel era el cierre perfecto: una cena tranquila frente al lago, antes de regresar a mi alojamiento y descansar. Mañana dejaría atrás Udaipur para continuar el viaje, llevando conmigo las imágenes de sus palacios, lagos y rincones llenos de historia.



























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