El primer amanecer en Udaipur lo recibí en la terraza del
Madri Haveli, disfrutando de un desayuno sencillo pero completo: un zumo de
naranja natural, un crepe de chocolate, unas tostadas y algo de fruta fresca.
El cielo amanecía parcialmente nublado, sin llegar a llover, y la temperatura
era agradable, libre del bochorno habitual de Delhi. Desde allí, la ciudad aún
despertaba con calma, con el sonido lejano de los vendedores preparando sus
puestos y alguna barca cruzando las aguas tranquilas del lago Pichola. Mientras
tomaba un sorbo de zumo, hojeaba un libro sobre Rajastán que había llevado
conmigo, intentando sumergirme un poco más en la historia y el carácter de esta
región a la que acababa de llegar.
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| Udaipur y Lago Pichola desde Hotel Madri Haveli |
Rajastán, el estado más grande de la India, es una tierra de contrastes. Desde los desiertos dorados de Jaisalmer hasta los lagos de Udaipur, pasando por fortalezas imponentes y ciudades que parecen sacadas de otra época, este lugar había sido durante siglos el escenario de batallas épicas, de dinastías orgullosas y de un espíritu que aún hoy se mantiene intacto. Sus maharajás, con sus intrigas y esplendor, dejaron tras de sí un legado arquitectónico y cultural que sigue definiendo la identidad de la región. Paradójicamente, mientras disfrutaba de la serenidad de Udaipur, recordaba que esta ciudad nació de la necesidad de huir: en el siglo XVI, el maharajá Udai Singh II la fundó tras la devastación de Chittorgarh a manos de los mogoles. Lo que empezó como un refugio acabaría convirtiéndose en la joya de Mewar, la ciudad de los lagos y de los palacios flotantes.
Después de un rato disfrutando de la tranquilidad de la
terraza y con la curiosidad despierta tras la lectura, apuré mi desayuno y me
preparé para empezar la jornada.
TEMPLO JAGDISH
Aprovechando la cercanía a mi hotel, optaría por realizar la
primera visita al templo Jagdish. Apenas me llevó unos cinco minutos
caminar hasta allí, recorriendo calles que a esa hora ya comenzaban a llenarse
de vida. Al llegar, el sonido de los rezos matutinos y los cánticos
devocionales resonaban en el aire, mezclándose con el aroma del incienso que
flotaba en el ambiente. Varias personas entraban descalzas, con ofrendas en las
manos, mientras los sacerdotes realizaban sus rituales frente a la imagen
principal del dios Vishnu.
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| Templo Jagdish |
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| Templo Jagdish |
Construido en 1651 por el maharajá Jagat Singh I, es el más importante de Udaipur y un excelente ejemplo de la arquitectura indo-árya. Para acceder a su interior, hay que subir una empinada escalera custodiada por dos enormes elefantes de piedra. Desde arriba, antes de cruzar la puerta tallada con motivos mitológicos, pude detenerme un instante y disfrutar de una vista privilegiada de la ciudad despertando, con sus tejados aún bañados por la luz suave de la mañana.
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| Templo Jagdish |
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| Templo Jagdish |
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| Templo Jagdish |
A las 10:15 tendría lugar la puja, el ritual de ofrenda diaria al dios Vishnu. Me quedé a observar cómo el templo se llenaba de fieles que, entre cánticos y sonidos de campanas, entonaban himnos con una energía contagiosa. Jóvenes y mayores participaban por igual, algunos agitando lámparas de aceite, otros esparciendo pétalos de flores sobre el altar. La puja simboliza el acto de honrar y agradecer a la divinidad, invitándola a “presenciar” el amor y la devoción de los creyentes a través de gestos sencillos, luz, perfume y música. La atmósfera, lejos de ser solemne, rebosaba alegría y fervor, convirtiendo aquel momento en una experiencia profundamente humana más que meramente religiosa.
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| Puja en Templo Jagdish |
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| Puja en Templo Jagdish |
Por dentro, el templo no se queda atrás en cuanto a riqueza artística. La imagen principal de Vishnu, tallada en piedra negra, se encuentra en el santuario central y es venerada por los devotos que llegan con flores e incienso. A su alrededor, hay otros santuarios más pequeños dedicados a diferentes deidades del panteón hindú, como Shiva, Ganesh y la diosa Shakti.
Uno de los aspectos más interesantes de su arquitectura es
la disposición de sus pilares y techos esculpidos con motivos florales y
geométricos, que recuerdan el detallado trabajo en piedra de los templos
jainistas de Rajastán. Además, su shikhara principal, de 24 metros de altura,
está cubierto de esculturas en relieve que representan escenas mitológicas, con
apsaras danzantes y figuras de guardianes divinos que parecen vigilar el recinto
sagrado. Es un claro ejemplo de cómo la arquitectura de la India medieval
lograba fusionar arte y espiritualidad en una misma estructura.
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| Templo Jagdish |
El Templo Jagdish en Udaipur tiene los siguientes horarios de apertura: mañana de 04:15 a 13:00 y tarde de 17:15 a 20:00. Su entrada es gratuita.
CITY PALACE
Salí del templo Jagdish con la imagen de sus elaborados
relieves todavía fresca en la mente y continué mi camino hacia el City Palace.
Apenas habían pasado unos minutos cuando llegué a Badi Pol, una de las puertas de
entrada al imponente complejo palaciego. Desde este punto, ya se percibía la
magnitud de lo que me esperaba: una sucesión de fachadas blancas, balcones
ornamentados y cúpulas que se alzaban sobre la ciudad, reflejando el esplendor
de la realeza de Mewar.
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| Badi Pol. Palacio de la Ciudad |
Construido a partir de 1559 por el maharana Udai Singh II, fundador de la ciudad, el palacio fue ampliado progresivamente por sus sucesores, dando lugar a una amalgama de estilos arquitectónicos donde se mezclan influencias rajputas, mogolas, europeas y chinas. A pesar de esta diversidad, la estructura conserva una armonía sorprendente, resultado del material predominante: la piedra caliza blanca y el mármol, que dotan al conjunto de una elegancia singular.
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| Palacio de la Ciudad |
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| Palacio de la Ciudad |
Atravesé Badi Pol y pasé bajo la siguiente puerta, Tripolia Pol, una estructura de tres arcos construida en 1725 que en su día servía para ceremonias de bienvenida a los maharanas. Justo aquí, en tiempos pasados, se celebraban las antiguas costumbres reales, como el pesado ritual, en el que el gobernante se sentaba en una balanza y era "pesado" con oro y plata, que luego se distribuía entre los brahmanes y la población necesitada.
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| Palacio de la Ciudad |
A medida que ascendía por las rampas y escaleras interiores, descubrí patios conectados entre sí, pabellones con celosías talladas y pasadizos que se abrían a vistas del lago Pichola. Entre las estancias que más llamaron mi atención destacaba el Mor Chowk, o Patio de los Pavos Reales, célebre por sus tres relieves de mosaico que representan a estas aves sagradas con miles de piezas de vidrio de colores. También el Sheesh Mahal, o Palacio de los Espejos, un espacio que brilla con reflejos de cristal y piedra incrustada que multiplican la luz natural, creando una atmósfera casi irreal. Igualmente fascinante resultó el Krishna Vilas, decorado con pinturas en miniatura que narran escenas de la vida cortesana, torneos y procesiones reales.
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| Sheesh Mahal. Palacio de la Ciudad |
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| Mor Chowk. Palacio de la Ciudad |
Desde ciertos puntos, la panorámica permitía ver el Taj Lake Palace flotando en el agua y, a lo lejos, las colinas Aravalli enmarcando el paisaje. Resultaba fácil imaginar cómo los maharanas se detenían en estos mismos balcones para contemplar la ciudad sobre la que gobernaban.
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| Taj Lake Palace y Lago Pichola desde Palacio de la Ciudad |
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| Udaipur desde Palacio de la Ciudad |
Tras algo más de dos horas abandonaría el lugar, realmente impresionado por la magnitud del edificio, pues no esperaba tales dimensiones.
El palacio está abierto todos los días de la semana de 9:30
a 17:30. La entrada general cuesta 300 INR.
JAGMANDIR
Al salir del City Palace, con la vista todavía impregnada de
sus patios y mosaicos, decidí que la mejor manera de completar la visita sería
contemplarlo desde otra perspectiva: la del lago Pichola. Muy cerca del
palacio, junto al embarcadero, se encuentran las taquillas donde se adquieren
los billetes para los paseos en barco.
Tomé el barco en ese pequeño muelle de piedra, punto de partida de las embarcaciones que recorren el lago. El agua reflejaba la silueta del palacio y los movimientos pausados de otras barcas, algunas con turistas, otras con locales que cruzaban de orilla a orilla. Mientras nos alejábamos, el perfil de Udaipur se desplegaba en toda su majestuosidad: el blanco del palacio contrastaba con el cielo grisaceo, y las colinas Aravalli enmarcaban la escena como un telón natural.
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| Palacio de la Ciudad desde Lago Pichola |
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| Palacio de la Ciudad desde Lago Pichola |
A medida que nos acercábamos a Jagmandir, la isla-palacio emergía con su arquitectura serena y equilibrada. A primera vista, destacaban los domos de piedra arenisca amarilla y las columnas talladas que bordeaban el muelle. Este palacio insular, construido en el siglo XVII por el maharana Karan Singh, sirvió en su momento como refugio para el príncipe mogol Khurram, quien más tarde se convertiría en el emperador Shah Jahan. Se dice que algunos de los elementos arquitectónicos de Jagmandir influyeron en el diseño del Taj Mahal, lo que refuerza su importancia histórica dentro del patrimonio de la región.
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| Jagmandir desde Lago Pichola |
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| Jagmandir |
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| Jagmandir |
Al pisar tierra firme, lo primero que captó mi atención fue el conjunto de elefantes esculpidos en mármol que custodian la entrada. Estas figuras, con sus trompas elevadas, parecían dar la bienvenida a los visitantes, al igual que lo hicieron siglos atrás con dignatarios y príncipes. Muy cerca de allí se encuentra el Gul Mahal, una de las estructuras más destacadas del conjunto. Este pabellón octogonal, con su distintiva cúpula y delicadas celosías, fue el refugio del príncipe mogol Khurram durante su estancia en el palacio.
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| Gul Mahal. Jagmandir |
Recorriendo el complejo, descubrí patios ajardinados, estanques y pabellones que evocaban la opulencia de la época. En la actualidad, Jagmandir ha sido parcialmente convertido en un hotel y un restaurante, donde los visitantes pueden descansar o comer algo ligero mientras disfrutan de las vistas del lago. No existe un límite estricto de tiempo para permanecer en la isla, por lo que cada uno puede recorrerla con calma y disfrutar del entorno a su propio ritmo.
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| Lago Pichola desde Jagmandir |
Desde la terraza principal, las vistas sobre el lago Pichola eran excepcionales: la silueta del City Palace, el Taj Lake Palace flotando en el agua y, a lo lejos, los ghats donde la vida cotidiana de la ciudad transcurría sin prisa.
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| Jagmandir |
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| Jagmandir |
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| Taj Lake Palace desde Navegación por el Lago Pichola |
El servicio de barco funciona de 10:00 a 18:00 h. El acceso a la isla suele estar incluido en el billete del paseo, y los precios oscilan entre los 450 y 800 INR por persona, según el horario y el tipo de embarcación.
LAGO PICHOLA Y PALACIO DEL LAGO
Después de desembarcar en el embarcadero del City Palace,
decidí aprovechar para caminar un rato por la ribera del lago Pichola antes de
continuar con el recorrido. El paseo más bonito junto al agua se encuentra
dentro del propio recinto del palacio, por lo que es necesario contar con la
entrada correspondiente o con el billete del barco hacia Jagmandir. Allí, la
vista del lago y el reflejo de los edificios sobre la superficie tranquila
ofrecían una estampa difícil de olvidar.
A medida que avanzaba, la silueta del Taj Lake Palace
dominaba la vista. Suspendido en medio del agua, su fachada blanca parecía
cambiar de tono con la luz del sol, desde un blanco níveo hasta reflejos
dorados según la hora y el ángulo de la luz. Este palacio, construido en el
siglo XVIII, sirvió originalmente como retiro de placer para la familia real de
Udaipur y se convirtió en símbolo de lujo y refinamiento. Su arquitectura
combina elementos rajputas y mogoles, con delicadas celosías, balcones de
mármol y jardines en terrazas que se elevan sobre el lago, creando la sensación
de flotar sobre el agua. Al observarlo desde la orilla, uno puede imaginar cómo
los maharanas y sus cortesanos disfrutaban de cenas, festivales y ceremonias
rodeados por la serenidad del lago y el reflejo de las colinas Aravalli.
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| Taj Lake Palace desde Ribera del Lago Pichola |
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| Taj Lake Palace desde Ribera del Lago Pichola |
Buscando un lugar donde sentarme y recuperar energía, encontré una terraza con sombra y vista al lago. Pedí unas patatas fritas y un kebab, mientras observaba cómo la vida transcurría con calma en la orilla opuesta, entre templos, casas encaladas y pequeñas tiendas que parecían haber permanecido inalteradas con el tiempo. Para acompañar la comida, opté por una coca cola.
Tras terminar, continué con el recorrido del día, con la
certeza de que Udaipur aún me tenía reservadas muchas sorpresas.
GANGOUR GHAT
Desde la ribera del lago Pichola, me dirigí hacia Gangour
Ghat, uno de los ghats más emblemáticos de Udaipur. Su nombre está vinculado al
festival de Gangaur, dedicado a la diosa Parvati, y aunque mi visita no
coincidía con las celebraciones, el lugar conservaba un aire especial que
recordaba su importancia. El ghat se extiende en terrazas de piedra que
descienden suavemente hasta el agua, creando un escenario perfecto para
observar los reflejos del lago y las edificaciones que lo rodean.
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| Gangour Ghat |
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| Gangour Ghat |
Gangour Ghat es un punto estratégico para apreciar la actividad diaria en el lago: pescadores, barqueros y visitantes se cruzan en un ballet de movimiento que se percibe desde cualquier ángulo. Desde aquí, la vista del Taj Lake Palace es inmejorable, con su silueta suspendida sobre el agua, reflejándose como un espejismo en el lago.
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| Lago Pichola desde Gangour Ghat |
El ghat, rodeado de templos y pequeñas construcciones históricas, permite observar cómo la vida urbana se entrelaza con la tradición: personas realizando ofrendas, jóvenes tocando instrumentos o personas disfrutando de la tranquilidad. Incluso sin festivales, el lugar transmite la riqueza cultural y espiritual de Udaipur, y uno puede pasar largo tiempo contemplando y captando los pequeños detalles que hacen de este ghat un espacio único y emblemático.
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| Gangour Ghat y Lago Pichola |
Desde allí, contemplé el Daiji Bridge, un puente peatonal de piedra que conecta ambas orillas del lago. Aunque no es parte directa del haveli o el ghat, su presencia es clave en el paisaje urbano de Udaipur. Antiguamente usado por la realeza, hoy es un punto de paso ideal para cruzar hacia la otra orilla y obtener vistas diferentes del palacio y del lago.
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| Daiji Bridge |
BAGORE KI HAVELI
A pocos pasos de Gangour Ghat se encuentra Bagore Ki Haveli,
un antiguo palacio señorial que hoy alberga un museo fascinante. Construido en
el siglo XVIII por Nath Singh, primer ministro de Mewar, el haveli refleja la
opulencia de la nobleza rajputa de la época. Su fachada, con balcones de
celosías intrincadas y ventanales en arco, anticipa la riqueza de lo que se
encuentra dentro.
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| Bagore Ki Haveli |
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| Bagore Ki Haveli |
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| Bagore Ki Haveli |
Al cruzar la puerta principal, me encontré con un patio central rodeado de habitaciones que reflejaban la opulencia de la época. El museo del haveli es un recorrido por la vida de la nobleza rajputa, con salas decoradas con espejos, muebles antiguos, vestimentas tradicionales, armas y una curiosa colección de turbantes. En una de las estancias, se exhibían instrumentos de música clásica, recordando la importancia cultural del lugar. Desde la azotea las vistas del lago Pichola y del Taj Lake Palace eran sencillamente espectaculares.
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| Lago Pichola desde Bagore Ki Haveli |
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| Gangour Ghat desde Bagore Ki Haveli |
El museo abre todos los días de 09:30 a 17:30. La entrada cuesta 100 INR.
Más tarde, volvería para asistir al espectáculo de danza
tradicional en el mismo haveli, una de las experiencias más recomendadas de
Udaipur. Esta se celebra en el patio del haveli todas las noches a partir de
las 19:00 h. La entrada cuesta aproximadamente INR 150 para adultos e INR 75
para niños. Se recomienda llegar con antelación, ya que suele llenarse rápido.
MOCHIWADA ROAD
Desde Bagore Ki Haveli, me adentré en el bullicioso casco
antiguo de Udaipur, dirigiéndome hacia la Torre del Reloj, punto de
referencia en la ciudad. Allí comienza Mochiwada Road, una calle
estrecha que concentra tiendas, talleres artesanales y puestos de venta que
abarcan desde textiles hasta joyería de plata y cuero.
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| Mochiwada Road |
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| Torre del Reloj. Mochiwada Road |
El ir y venir de peatones, motos y carros crea un ambiente que muchas veces es una locura, unido al ruido ensordecedor de todo ello. Los comerciantes ofrecían especias, lámparas de vidrio y artesanías en latón, mientras que el aroma de incienso y frituras recién hechas impregnaba el aire. Algunos artesanos trabajaban sobre sus mesas, mostrando habilidad y paciencia, y se podía apreciar la tradición que se mantiene viva a través de generaciones.
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| Mochiwada Road |
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| Mochiwada Road |
Al llegar a Delhi Gate, me encontré con una plaza amplia y concurrida por el tráfico. Lejos de ser una puerta cerrada o amurallada, es un punto de encuentro y cruce que conecta el casco antiguo con el resto de la ciudad.
AMBRAI GHAT
Tras dejar la plaza de Delhi Gate, tomé un rickshaw que me
llevó de nuevo a la ribera del lago Pichola. Llegar a Ambrai Ghat fue sencillo,
ya que se encuentra justo en la orilla y es uno de los puntos más populares
para contemplar el lago y la silueta del City Palace.
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| Palacio de la Ciudad y Lago Pichola desde Ambrai Ghat |
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| Palacio de la Ciudad y Lago Pichola desde Ambrai Ghat |
El ghat está formado por un conjunto de escalinatas que descienden hasta el lago, lugar perfecto para sentarse, observar la vida cotidiana y dejar que la brisa del agua refresque después de un día largo. Desde allí, la vista del Taj Lake Palace era impresionante: suspendido sobre el agua, su fachada blanca se recortaba contra el cielo que comenzaba a teñirse de tonos naranjas y rosados. Los barcos cruzaban lentamente, transportando a turistas y locales, generando suaves ondas que reflejaban la ciudad y los palacios.
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| Taj Lake Palace desde Ambrai Ghat |
Ambrai Ghat es un espacio abierto al público, ideal para disfrutar del ambiente tranquilo del lago sin prisas. Las familias se sentaban en las escalinatas, algunos practicaban yoga, mientras otros simplemente charlaban o contemplaban los reflejos de los edificios sobre el agua. A lo lejos, se escuchaban los cantos de algunos templos, mezclándose con el sonido de las olas pequeñas que llegaban a la orilla.
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| Udaipur y Lago Pichola desde Ambrai Ghat |
Permanecí allí un buen rato, simplemente observando cómo la tarde se convertía en noche, cómo los colores cambiaban en el cielo y cómo la ciudad parecía detenerse un instante sobre el lago. No había prisas, ni necesidad de recorrer nada más; la belleza del lugar se disfrutaba en cada detalle.
DANZA DHAROHAR
Con el final del atardecer, me dirigí de nuevo hacia Bagore
Ki Haveli. A medida que se acercaban
las 19:00 h, el recinto se fue llenando de espectadores, tanto viajeros como
locales, todos expectantes ante la función de danza tradicional Dharohar, una
de las más populares de Udaipur. Conviene llegar al menos cuarenta minutos antes
para conseguir un buen sitio. La atmósfera ya se sentía vibrante, con murmullos
de emoción y el ajetreo de quienes buscaban acomodarse.
El espectáculo de Dharohar consiste en un recorrido por las
distintas danzas folclóricas de Rajastán, acompañado de música en vivo y
percusión tradicional. Cada coreografía representa historias, costumbres y
leyendas de la región, mostrando la riqueza cultural que se ha transmitido de
generación en generación. Los trajes, los movimientos y los accesorios son
parte de un lenguaje visual que transmite ritmo, emoción y tradición.
Las luces se atenuaron y, en cuanto sonaron los primeros acordes, la atmósfera cambió por completo. Una bailarina, vestida con un lehenga bordado en colores vibrantes y joyas resplandecientes, apareció en escena con movimientos suaves y expresivos, marcando el inicio de las danzas que se sucederían durante la hora siguiente.
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| Espectáculo Danza Dharohar. Bagore Ki Haveli |
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| Espectáculo Danza Dharohar. Bagore Ki Haveli |
Entre las más impresionantes estuvo la Terah Taali, en la que una mujer sentada tocaba pequeños címbalos atados a sus manos, brazos y pies con una sincronización perfecta. Pero sin duda, el clímax llegó con la Bhavai, en la que una bailarina equilibraba hasta nueve cántaros de barro sobre su cabeza mientras giraba con una elegancia imposible. Cada vez que le añadían un cántaro más, el público contenía el aliento.
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| Espectáculo Danza Dharohar. Bagore Ki Haveli |
El espectáculo cerró con una explosión de ritmo y color, dejando a todos con una sensación de haber presenciado algo único.
Dharohar se celebra
todos los días a las 19:00
en el patio principal de Bagore Ki Haveli y tiene una duración aproximada de
una hora. La entrada cuesta alrededor de 250 INR
para adultos y se adquiere en la taquilla del propio
haveli. Es recomendable llegar con antelación, ya que el aforo es limitado y
suele llenarse rápidamente.
RESTAURANTE HARIGARTH
Tras disfrutar del espectáculo de Dharohar, decidí poner fin
a la jornada con una cena en Hari Garth, un restaurante con terraza que ofrece
unas vistas privilegiadas del lago Pichola iluminado por la noche. Llegar allí
fue sencillo, ya que se encuentra a pocos minutos caminando desde Bagore Ki
Haveli, permitiéndome mantener el ambiente tranquilo del final del día.
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| Udaipur y Lago Pichola desde Restaurante Harigarth |
Me acomodé en la terraza, donde la brisa del lago aliviaba el calor residual y el sonido del agua rozando los muelles creaba una atmósfera relajante. Para la cena, pedí un plato de queso frito con verduras, acompañado de pollo tandoori y una coca cola. La combinación resultó abundante y deliciosa, aunque el precio ascendió a 1.300 rupias, nada barato, pero totalmente recomendable por la calidad y la ubicación.
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| Restaurante Harigarth |
Mientras cenaba, observaba cómo la luz de las linternas y faroles de la orilla del lago se reflejaba en el agua, creando un efecto casi mágico sobre la ciudad. La calma de la noche, el paisaje y la comida se unían para cerrar un día lleno de historia, cultura y sensaciones inolvidables. Tras terminar, me levanté, satisfecho y con la sensación de que Udaipur aún tenía mucho más por ofrecer, y me dirigí caminando de regreso al hotel para descansar.
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| Udaipur y Lago Pichola desde Restaurante Harigarth |
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| Udaipur y Lago Pichola desde Restaurante Harigarth |






















































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