INDIA - DIA 04. Delhi: De la tumba de Safdarjung a Gurundwara Bangla Sahib y rumbo a Udaipur

24 de Agosto de 2025.

Amanecí con cierta alegría al saber que pronto cambiaría de aires. Después de días tan intensos y cargados de emociones en esta vibrante ciudad, sentía que había tenido suficiente de su bullicio, caos y desorden. Me emocionaba la idea de descubrir un nuevo destino, Udaipur, que prometía un ritmo diferente y nuevas maravillas.

Con un vuelo programado a las 18:00, y consciente de que debía llegar al aeropuerto con tiempo suficiente, fijé las 14:30 como el momento en el que diría adiós a Delhi. Decidí aprovechar al máximo las horas que me quedaban por delante, explorando algunos lugares que aún tenía pendientes, con la intención de cerrar mi primera etapa en esta ciudad de manera memorable.

TUMBA DE SAFDARJUNG

El primer lugar que visitaría de mi último día en Delhi sería la Tumba de Safdarjung, un monumento que, aunque menos visitado que otros grandes símbolos de la arquitectura mogola, es una joya histórica por derecho propio.

Decidí tomar un rickshaw para cubrir los poco más de 6 kilómetros que separaban mi hotel de este mausoleo. A esas horas tempranas, el bullicio de la ciudad aún no había alcanzado su apogeo, lo que hizo del trayecto una experiencia más relajada.

Construida en 1754, esta tumba fue encargada por Shuja-ud-Daula, en honor a su padre, Safdarjung, quien fuera primer ministro del Imperio Mogol durante los últimos días de su decadencia. Representa la transición entre la grandiosidad del periodo clásico mogol y un momento en que los recursos del imperio empezaban a agotarse, algo evidente en el uso combinado de mármol y arenisca en su construcción, lo que refleja un intento de mantener la magnificencia con materiales más económicos.

Tumba de Safdarjung

Tumba de Safdarjung

Al llegar, me encontré con su estructura central coronada por una cúpula bulbosa, rodeada por jardines organizados según el tradicional estilo charbagh persa, divididos en cuatro secciones por canales de agua. Aunque estos jardines ya no son tan esplendorosos como en su época de gloria, aún conservan un aire que invita al paseo tranquilo. Me sorprendió la mezcla de influencias en los detalles arquitectónicos: las jalis (pantallas de mármol calado) que filtran la luz dentro de la tumba y los intrincados arcos que adornan las fachadas.

Tumba de Safdarjung

Tumba de Safdarjung

Al entrar en el interior, sencillo pero imponente, noté el sarcófago central rodeado de un espacio simétrico que invita al recogimiento. Todo el lugar rezuma un aire de nostalgia, no solo por la figura histórica a la que rinde homenaje, sino por el declive del imperio que representa.

Tumba de Safdarjung

Tras recorrer el recinto y detenerme unos minutos en los jardines para disfrutar de la calma del entorno, di una última mirada al mausoleo y me dirigí hacia la salida. Era momento de continuar con mi jornada.

La tumba se encuentra abierta todos los días desde el amanecer hasta el atardecer, aproximadamente de 7:00 a 19:00 horas. Los viernes permanece cerrada. La entrada cuesta 300 INR.

LODI GARDENS

Decidí no arriesgarme con el calor y la creciente fatiga acumulada de los días anteriores, así que opté por tomar otro rickshaw para recorrer los 1.5 kilómetros que separan la Tumba de Safdarjung de los Lodi Gardens. El trayecto fue breve pero pintoresco, cruzando calles rodeadas de árboles y sintiendo, por momentos, que la ciudad reducía un poco su ritmo. En apenas diez minutos llegué a los jardines, listo para explorar este remanso verde lleno de historia y tranquilidad en medio del bullicio de Delhi.

Al entrar en los jardines, me recibió un paisaje lleno de árboles frondosos, senderos serpenteantes y césped perfectamente cuidado. Este parque, que abarca más de 36 hectáreas, es una mezcla perfecta entre un jardín urbano y un museo al aire libre, ya que alberga varios monumentos de gran valor histórico de las dinastías Lodi y Sayyid, que gobernaron Delhi antes del auge del Imperio Mogol.

Lodi Gardens

Uno de los puntos más destacados del recorrido fue la Tumba de Mohammed Shah, el último gobernante de la dinastía Sayyid. Su arquitectura, con su distintiva cúpula en forma de bulbo y rodeada de ocho pequeños chhatris (pabellones), es un ejemplo temprano del estilo que luego caracterizaría a los mogoles.

Tumba de Mohammed Shah. Lodi Gardens

Tumba de Mohammed Shah. Lodi Gardens

Otro rincón fascinante fue el Sheesh Gumbad, una estructura azulada con restos de azulejos vidriados que reflejan la luz de manera espectacular. Justo enfrente se encuentra el Bara Gumbad, que combina una mezquita y una tumba sin identificar, creando un aura de misterio. Mientras paseaba por los senderos que conectan estos monumentos, podía escuchar a los pájaros y sentir el contraste entre el silencio del parque y el caos de la ciudad.

 Tumba de Sheesh Gumbad. Lodi Gardens

Tumba de Bara Gumbad. Lodi Gardens

También visité la Tumba de Sikandar Lodi, rodeada de un sereno jardín amurallado que parece sacado de otra época.

Tumba de Sikandar Lodi. Lodi Gardens

Este lugar no es solo un refugio histórico, sino también un pulmón verde en medio de Delhi. Familias haciendo picnic, grupos practicando yoga y corredores aprovechando la tranquilidad del entorno completaban la escena. La calma y la belleza de los Lodi Gardens me ofrecieron un momento de respiro muy necesario antes de continuar con la siguiente parada.

Lodi Gardens

La entrada a los jardines es gratuita y están abiertos todos los días desde el amanecer hasta el atardecer.

NARAYAN MANDIR (BIRLA MANDIR)

Tras disfrutar de la tranquilidad de los jardines, decidí dirigirme al Narayan Mandir, también conocido como el Birla Mandir, una joya de la arquitectura moderna dedicada al Señor Vishnu y su consorte, la diosa Lakshmi. Para llegar allí, optaría por tomar un rickshaw, una opción práctica y rápida, ya que la distancia de aproximadamente cuatro kilómetros hacía que el paseo a pie no fuera factible en ese momento del día. En poco más de quince minutos, ya estaba frente a este impresionante templo.

El Birla Mandir, construido en 1939 por la familia industrial Birla, es un símbolo de devoción y modernidad. El templo no solo es un lugar de oración, sino también un reflejo del arte y la cultura hindú, con sus elaboradas esculturas y coloridos murales que representan escenas de la mitología. Desde la distancia, destacan sus torres de piedra arenisca blanca y roja, y al acercarme, me impresionó la meticulosa atención al detalle en los tallados de las puertas y columnas. Al entrar, un ambiente de serenidad envolvía el lugar, amplificado por el canto de los devotos y el aroma a incienso que llenaba el aire.

Narayan Mandir (Birla Mandir)

Este templo es especial no solo por su belleza, sino también porque fue inaugurado por Mahatma Gandhi, bajo la condición de que estuviera abierto a personas de todas las castas y credos, un gesto revolucionario en la India de aquella época. El lugar incluye jardines bien cuidados, un pequeño estanque y una serie de santuarios dedicados a otras deidades hindúes. Aunque el templo suele estar concurrido, siempre hay un rincón tranquilo para sentarse y meditar o simplemente disfrutar del entorno.

Narayan Mandir (Birla Mandir)

Narayan Mandir (Birla Mandir)

El templo está abierto todos los días en dos franjas horarias: de 4:30 a.m. a 13:30 y de 14:30 a 21:00. No se permite el uso de cámaras fotográficas ni teléfonos móviles dentro del templo. Se recomienda dejar estos dispositivos en las áreas designadas antes de ingresar.

GURUNDWARA BANGLA SAHIB

Desde el Birla Mandir, decidí dirigirme al Gurudwara Bangla Sahib, el principal templo sij de Delhi, conocido por su cúpula dorada y su estanque sagrado, que lo convierten en un lugar emblemático tanto espiritual como arquitectónico. Tras unos quince minutos caminando, llegué al complejo, un remanso de paz en medio del bullicio de la ciudad. Dejé mis zapatos en la zona habilitada, me cubrí la cabeza con un pañuelo, como exige la tradición, y me preparé para explorar este lugar lleno de historia y significado.

Gurundwara Bangla Sahib

Un gurudwara, en la tradición sij, no es solo un templo, sino un espacio de reunión comunitaria y devoción. Pero, ¿quiénes son los sij? El sijismo es una religión que nació en el siglo XV en el Punyab, al norte de India. Sus principios se centran en la igualdad, el servicio desinteresado y la devoción a un único dios. A lo largo de los siglos, los sij se han distinguido no solo por su fe, sino también por su valentía y su espíritu de comunidad.

El templo tiene un trasfondo histórico fascinante: fue originalmente una residencia perteneciente al octavo gurú sij, en el siglo XVII. Durante su estancia en Delhi, el gurú ofreció ayuda y consuelo a quienes padecían una epidemia de cólera y viruela, utilizando el agua de su pozo, que pronto fue considerada milagrosa. Tras su muerte a la temprana edad de ocho años, el lugar se transformó en un santuario en su honor.

Arquitectónicamente, el gurudwara destaca por su cúpula dorada, símbolo de iluminación espiritual, que brilla con intensidad bajo la luz del sol. Su fachada de mármol blanco irradia sobriedad y elegancia, en marcado contraste con la vibrante actividad del interior.

Gurundwara Bangla Sahib

Gurundwara Bangla Sahib

El complejo incluye el Sarovar, un estanque sagrado que refleja la cúpula con una serenidad indescriptible. Esta agua sigue siendo considerada sagrada por los devotos, quienes la recogen para llevarla consigo como símbolo de purificación.

Estanque Sarovar. Gurundwara Bangla Sahib

Dentro del templo, el salón de oraciones rebosa solemnidad. Los fieles se sientan en el suelo en actitud de devoción, mientras los cánticos sagrados del Guru Granth Sahib (el libro sagrado sij) resuenan sin interrupción. Es imposible no sentir la profunda conexión espiritual que impregna el ambiente.

Además, no podría faltar el Langar, el comedor comunitario donde se sirve comida gratuita a todos los visitantes, sin importar su religión o estatus social. Este gesto, practicado en todos los gurudwaras, representa uno de los pilares fundamentales del sijismo: la igualdad. Vi a voluntarios de todas las edades cocinando, sirviendo y limpiando con un entusiasmo que no buscaba otra recompensa que el acto mismo de servir. Las cocinas abren alrededor de las doce del mediodía, momento en el que el aroma de las especias y el bullicio de la gente creando y compartiendo comida llenan el ambiente. Sentí que quería vivir esa experiencia por completo, así que decidí quedarme a comer allí y sumergirme en esa atmósfera de fraternidad y servicio.

Comer en el Gurudwara no es solo alimentarse; es ser parte de una comunidad que practica la igualdad y el respeto a través del acto sencillo y poderoso de compartir la comida. Mientras saboreaba el dal tadka (una sopa de lentejas especiada muy típica en India), acompañado de algunas verduras y el clásico naan esponjoso recién hecho, sentí cómo esa experiencia se convertía en un homenaje vivo a los principios del sijismo.

Antes de marcharme, me detuve junto al Sarovar para contemplar la serenidad del lugar y reflexionar sobre el mensaje del sijismo: la unión, la igualdad y el servicio desinteresado. Este no es solo un lugar de culto, sino una lección viva de cómo los principios espirituales pueden transformarse en acciones concretas y tangibles.

Abierto las 24 horas, todos los días del año. La entrada es gratuita.

Tras la comida, volví al hotel para recoger mi maleta. A medida que el coche reservado con la agencia Panipuri me llevaba al aeropuerto, me invadía una mezcla de sensaciones. Más que melancolía, sentía satisfacción por haber aprovechado al máximo mi tiempo en Delhi. Había explorado sus monumentos, sus calles y mercados, pero después de varios días tan intensos, estaba saturado. Necesitaba una pausa, un cambio de aires, y el simple hecho de saber que estaba a punto de dejar atrás el desorden y el bullicio me generaba una inesperada sensación de alivio.

Calle de Delhi camino al Aeropuerto

Después de los controles de seguridad, embarqué en mi vuelo hacia Udaipur, dejando atrás Delhi y listo para descubrir el encanto sereno de la ciudad de los lagos.

HOTEL MADRI HAVELI (UDAIPUR)

Tras aterrizar en Udaipur poco después de las 19:00, recogí mi equipaje y salí al encuentro de Rajesh, el conductor que ya conocía de Delhi y que en un par de días sería mi chófer oficial durante el recorrido por Rajasthan. Fue él quien me llevó al hotel. El trayecto nocturno transcurrió en silencio, acompañado únicamente por las luces dispersas que se vislumbraban en la distancia. Sin muchas expectativas en ese momento, más allá de descansar, llegué finalmente al Madri Haveli, un encantador hotel boutique que, desde el primer momento, me ofreció una sensación de calma que contrastaba con la intensidad de los días anteriores.

Hotel Madri Haveli (Udaipur)

El Madri Haveli, un edificio histórico restaurado con un gusto exquisito, estaba impregnado de la elegancia tradicional de Rajasthan, con sus arcos ornamentados, patios interiores y una terraza que prometía unas vistas espectaculares de la ciudad al amanecer. Al atravesar sus puertas, el ambiente tranquilo y la atención al detalle me hicieron sentir como en un refugio después de días de ritmo frenético. La habitación, decorada con un equilibrio perfecto entre tradición y comodidad moderna, era espaciosa, con muebles tallados en madera, tejidos coloridos y un baño impecable.

Hotel Madri Haveli (Udaipur)

Antes de retirarme por completo a descansar, decidí cenar algo ligero en el restaurante del hotel. El ambiente era íntimo, perfecto para cerrar el día con tranquilidad, mientras probaba un plato típico rajastaní acompañado de un lassi de plátano que, curiosamente, me reconfortó tanto como el ambiente sereno del lugar. Fue un momento breve pero necesario para reponer fuerzas antes de volver a mi habitación.

Tras instalarme, no pude evitar sentir un pequeño alivio al haber dejado atrás el caos de Delhi. Una ducha caliente y la comodidad de la cama fueron el cierre perfecto para un día agotador, dejando atrás el bullicio de la capital y con la mente ya puesta en lo que Udaipur tendría para ofrecerme al día siguiente.


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