El amanecer en Orchha llegó sin prisas, con una luz suave
filtrándose por las rendijas de la ventana. A diferencia de las noches en
hoteles convencionales, aquella había sido distinta. La homestay no ofrecía
lujos, pero sí algo más valioso: la sensación de estar en un hogar real, en
contacto con la vida local. Dormí en una habitación sencilla, sin grandes comodidades,
pero viviendo lo auténtico. No hubo ruidos de tráfico ni luces invasivas, solo
el murmullo lejano de la aldea y el canto de los pájaros anunciando el nuevo
día.
Cuando me levanté todo estaba en calma y la familia me
esperaba para desayunar de nuevo juntos. Fue un desayuno sencillo, con bananas,
crepes y té.
Después de desayunar y con el cuerpo y el ánimo preparados
para la jornada, era hora de comenzar a descubrir los tesoros de Orchha.
FUERTE DE ORCHHA
El aire fresco de la mañana hacía que el paseo hasta el Fuerte
de Orchha, el complejo monumental que domina la ciudad con su presencia
imponente, resultara especialmente agradable. Desde la homestay, las calles de
la ciudad despertaban poco a poco. Algunas tiendas comenzaban a abrir sus
puertas, y los lugareños iniciaban sus rutinas con la calma característica de
esta pequeña población. Caminaba sin prisas, disfrutando de la tranquilidad y
de la sensación de estar inmerso en un lugar donde el tiempo parecía avanzar a
otro ritmo.
El acceso al recinto era imponente. La entrada, elevada
sobre el río Betwa, daba paso a un complejo palaciego que hablaba del esplendor
de la dinastía Bundela. A diferencia de otras fortalezas de la India, esta no
estaba concebida solo como un bastión defensivo, sino como un conjunto de
palacios y templos que revelaban el refinamiento de sus antiguos ocupantes.
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| Fuerte de Orchha |
El Fuerte de
Orchha está emplazado en una colina, lo que le da una ubicación
estratégica que no solo le otorga una vista impresionante del río Betwa y la
ciudad de Orchha, sino también una sensación de invulnerabilidad que era
esencial para una fortaleza de su época. A lo largo de los siglos, este
majestuoso complejo ha soportado las inclemencias del tiempo, las guerras y los
cambios políticos, y al caminar por sus pasillos y patios, se puede sentir aún
el eco de su grandeza.
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| Fuerte de Orchha |
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| Diwan E Am. Fuerte de Orchha |
Mi primera parada fue el Raj
Mahal, o Raja Mahal,
un palacio icónico dentro del complejo. Fue el lugar de residencia de los
monarcas Bundela, y aunque el exterior puede parecer modesto, una vez dentro,
me di cuenta de la riqueza de sus frescos y su arquitectura funcional.
Al recorrer sus pasillos, me detuve en las habitaciones
donde los reyes y sus consejeros tomaban decisiones clave para el reino. Los
frescos que decoraban las paredes y los techos mostraban escenas mitológicas
del Mahabharata y el Ramayana, así como figuras de
dioses hindúes. A pesar del paso del tiempo, muchos de los colores originales,
como el azul y el rojo vibrante, se mantenían intactos, lo que daba una
sensación de inmersión total en la historia.
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| Raja Mahal. Fuerte de Orchha |
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| Raja Mahal. Fuerte de Orchha |
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| Raja Mahal. Fuerte de Orchha |
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| Raja Mahal. Fuerte de Orchha |
En la azotea del Raj Mahal,
las vistas eran igualmente impresionantes. Desde allí, podía ver todo el
fuerte, el río Betwa que serpenteaba entre las colinas, y los templos de Orchha
que asomaban entre la vegetación. Esta terraza era un lugar estratégico, no
solo para contemplar el paisaje, sino también para la defensa del palacio en
tiempos de conflicto.
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| Orchha desde su fuerte |
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| Orchha desde su fuerte |
Continuaría mi visita con el Jahangir
Mahal, uno de los palacios más famosos de Orchha. Su
construcción comenzó en 1605 bajo el reinado de Bir Singh Deo, quien lo erigió
para recibir al emperador mogol Jahangir. Es fascinante cómo la estructura del Jahangir Mahal
fusiona elementos de la arquitectura hindú tradicional con influencias mogolas,
lo que le da un aire único.
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| Jahangir Mahal. Fuerte de Orchha |
El palacio tiene una planta cuadrada con tres pisos de
altura, y se distingue por sus ocho cúpulas bulbosas que coronan su techo,
características de la arquitectura mogola. Al atravesar el portal principal,
uno se encuentra con un amplio patio interior rodeado por arcos y columnas que
dan acceso a las estancias. Me quedé maravillado con los detalles de la piedra
tallada, los balcones con celosías finamente trabajadas y las intrincadas
puertas de madera que parecen haber sido diseñadas para resistir no solo el
paso del tiempo, sino también los posibles ataques.
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| Jahangir Mahal. Fuerte de Orchha |
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| Jahangir Mahal. Fuerte de Orchha |
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| Jahangir Mahal. Fuerte de Orchha |
Desde el primer piso, las vistas al río Betwa y a la
vegetación circundante eran espectaculares. Mientras paseaba por el palacio,
pensé en cómo Bir Singh Deo, el rey Bundela, debió haberse sentido al construir
esta joya en honor a un emperador mogol. La
historia dice que Jahangir pasó solo una noche en el palacio,
pero eso no le resta belleza ni importancia a la edificación. Cada rincón del Jahangir Mahal
estaba lleno de detalles que hablaban de la riqueza y el refinamiento de su
época, con fuentes secas, nichos decorativos y detalles arquitectónicos que
sólo los ojos más atentos pueden descubrir.
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| Entorno Jahangir Mahal. Fuerte de Orchha |
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| Entorno Jahangir Mahal. Fuerte de Orchha |
Aunque menos visitado que el Jahangir Mahal o el Raj Mahal,
el Rani Mahal (también conocido
como Rai Praveen Mahal en algunas fuentes) tiene su propio encanto. Este
palacio, que servía como residencia para las reinas, es más pequeño y acogedor,
pero sus detalles arquitectónicos no son menos impresionantes. Las habitaciones
eran más privadas y discretas, con un acceso restringido solo a la realeza. Los
frescos, aunque menos elaborados, siguen mostrando escenas de la vida en la
corte y aspectos religiosos importantes para los miembros de la familia real.
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| Rai Praveen Mahal. Fuerte de Orchha |
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| Rai Praveen Mahal. Fuerte de Orchha |
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| Rai Praveen Mahal. Fuerte de Orchha |
Una de las características que más me sorprendió de este
complejo fue su relación directa con el río Betwa, que rodea el fuerte. Desde
las terrazas, se podía ver el agua fluyendo suavemente mientras la vegetación
la rodeaba, creando un paisaje espectacular. Los puentes que conectaban las
diferentes partes del fuerte no solo eran funcionales, sino que también añadían
un aire de majestuosidad al conjunto, al igual que las murallas del fuerte que
se extendían hasta donde la vista alcanzaba.
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| Rai Praveen Mahal. Fuerte de Orchha |
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| Rai Praveen Mahal. Fuerte de Orchha |
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| Rai Praveen Mahal. Fuerte de Orchha |
Mientras exploraba los pasadizos internos del fuerte, me
encontré con una serie de pasadizos
ocultos diseñados para proteger a la familia real en
caso de ataques. Estos pasajes secretos permitían a los monarcas moverse entre
diferentes partes del palacio sin ser vistos, lo que demuestra el nivel de
planificación y seguridad que se tenía en cuenta en su construcción. Además,
las ventanas de celosías,
características de la arquitectura de la India, permitían a las mujeres de la
corte observar las ceremonias y eventos sin ser vistas por los demás.
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| Fuerte de Orchha |
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| Fuerte de Orchha |
El Fuerte de Orchha está abierto todos los días de 9:00 a
17:00. La entrada cuesta 700 INR para los extranjeros, pero te da derecho a
visitar el resto del patrimonio cultural de Orchha, por lo que de verdad que merece
la pena.
TEMPLO CHATURBHUJ
Ubicado sobre una plataforma elevada, este majestuoso
templo, mi siguiente parada, dominaba el paisaje con su estructura singular,
más parecida a una fortaleza que a un lugar de culto. Su nombre, que significa
“cuatro brazos”, hacía referencia a la divinidad a la que estaba dedicado: el
dios Vishnu. Fue construido en el siglo XVII con la intención de albergar una
imagen sagrada de Rama, aunque finalmente esta nunca llegó a ocupar su
santuario y terminó en el Templo Rama Raja.
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| Templo Chaturbhuj |
Al acercarme, me impresionó la verticalidad de su diseño.
Sus altísimas torres cónicas parecían desafiar al cielo, y sus muros de piedra
desnuda contrastaban con la ornamentación intrincada de otros templos de la
India. Subí por los escalones desgastados hasta su entrada, donde el silencio y
la penumbra del interior ofrecían un respiro del calor exterior. Dentro, la
amplitud de la nave central me recordó más a una catedral que a un templo
hindú, con techos altísimos y una atmósfera de recogimiento.
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| Templo Chaturbhuj |
En lo alto, pequeñas aberturas dejaban filtrar la luz del
sol, proyectando sombras alargadas sobre el suelo de piedra. Un guardián del
templo, con la calma de quien ha pasado años en aquel lugar, me señaló una
estrecha escalera que conducía a las terrazas superiores, pero rechacé la
invitación, ya que sabía que detrás de ello estaba el intentar, como otras
veces, aprovecharse de mi.
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| Templo Chaturbhuj |
La entrada al Templo Chaturbhuj forma
parte del boleto combinado que incluye otros monumentos de Orchha, como los
cenotafios y el Templo Lakshmi Narayan. El templo está abierto al
público durante todo el día.
TEMPLO LAKSHMI NARAYAN
A medida que me acercaba a este nuevo templo, su silueta
inconfundible se recortaba contra el cielo. Situado en una ligera elevación,
dominaba el paisaje con su estructura peculiar, que combinaba elementos de
fortaleza y santuario. A diferencia de otros templos dedicados a Lakshmi, la
diosa de la prosperidad y la riqueza, este no tenía la apariencia típica de los
templos hindúes. En su arquitectura se adivinaban influencias tanto rajputas
como mogolas, con murallas, bastiones y torres que lo hacían parecer más una
fortificación que un lugar de culto.
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| Templo Lakshmi Narayan |
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| Templo Lakshmi Narayan |
Atravesé la entrada y me encontré en un espacio amplio, con
corredores y patios que invitaban a la exploración. Lo que más llamaba la
atención no era solo su estructura, sino lo que albergaba en su interior. Las paredes del templo
estaban cubiertas de frescos antiguos, una verdadera galería de
arte que narraba episodios de la mitología hindú, además de representar escenas
de la historia de Orchha. A pesar del paso del tiempo, los colores todavía
conservaban su intensidad, y las figuras parecían cobrar vida bajo la luz tenue
que se filtraba por los arcos.
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| Templo Lakshmi Narayan |
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| Templo Lakshmi Narayan |
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| Templo Lakshmi Narayan |
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| Templo Lakshmi Narayan |
Uno de los frescos más interesantes era el que mostraba la
batalla entre los británicos y las fuerzas del reino de Orchha, un testimonio
pictórico de la historia de la región que no suele verse en otros templos. Me
detuve en varias ocasiones para observar los detalles, intentando descifrar las
narraciones plasmadas en las paredes.
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| Templo Lakshmi Narayan |
Apenas había visitantes a esa hora, lo que me permitió
recorrer el templo con calma, sin la prisa que a veces impone el turismo
masivo. Desde su torre principal, me tomé un momento para contemplar la vista
de Orchha, con sus templos y palacios asomando entre la vegetación.
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| Torre Templo Lakshmi Narayan |
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| Orchha desde Torre del Templo Lakshmi Narayan |
El templo está abierto todos los días de 9:00 a 17:00 horas.
La visita se encuentra dentro del boleto de los principales monumentos de
Orchha.
Tras un último vistazo a los frescos y la estructura del
templo, decidí que era momento de realizar un alto en el camino y dirigirme a
comer tranquilamente, pues mi cuerpo me lo estaba suplicando. Elegiría un
restaurane recomendado por Carmen (Panipuri) llamado Indiana, muy cerca del fuerte, donde optaría por comer un sándwich
de jamón y queso y dos Lassi de plátano que estaban deliciosos.
ENTORNO DEL RÍO BETWA
Tras un almuerzo tranquilo, decidí salir a recorrer Orchha
de nuevo. El sol estaba alto, iluminando la ciudad con una luz intensa que
realzaba los colores de los templos y las cúpulas. Desde el puente sobre el río
Betwa, la vista era impresionante: el río, sereno, reflejaba la claridad del
cielo, mientras las sombras de los cenotafios y los templos se proyectaban
suavemente sobre el agua. Todo parecía detenido, como si la ciudad respirara
con calma tras la hora de mayor actividad.
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| Río Betwa a su paso por Orchha |
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| Río Betwa a su paso por Orchha |
Caminé despacio por el puente, con el río fluyendo a mi lado
y la brisa cálida del mediodía acariciando mi rostro. A medida que avanzaba,
las siluetas de los monumentos y las torres de los cenotafios destacaban
claramente bajo la luz directa del sol, ofreciendo un panorama distinto al del
amanecer o atardecer. El ritmo de la ciudad parecía apaciguado; los sonidos del
mercado se habían suavizado, y solo se oía el murmullo del agua y algún canto
ocasional de pájaros.
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| Cenotafios o Chhatris de Orchha desde Río Betwa |
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| Cenotafios o Chhatris de Orchha desde Río Betwa |
Al llegar al Ghat
Kanchan, un pequeño embarcadero junto al río, el ambiente mantenía esa
serenidad. Los lugareños continuaban con sus rutinas cotidianas, algunos
recogiendo agua o lavando utensilios, otros simplemente descansando a la
sombra. Me senté cerca del agua, disfrutando de la tranquilidad y observando
cómo la luz del mediodía resaltaba cada detalle de la arquitectura y del
paisaje. Era un momento de calma, donde la naturaleza y la historia parecían
coexistir en perfecta armonía.
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| Cenotafios o Chhatris de Orchha desde Ghat Kanchan |
CENOTAFIOS
Tras el anterior momento de paz, decidí caminar hasta los
cenotafios, también conocidos como chhatris, que se
encuentran a orillas del río Betwa. Estos monumentos eran el último homenaje a
los reyes de la dinastía Bundela, construidos en su honor para preservar su
memoria de manera imponente. Eran mausoleos, pero la tradición hindú no permite
que los reyes sean enterrados en estos lugares. En cambio, los cenotafios
sirven como memoriales, con estructuras que imitan los palacios, cubiertos de
intrincados detalles arquitectónicos.
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| Cenotafios o Chhatris de Orchha |
A medida que me acercaba a ellos, pude admirar la
majestuosidad de sus fachadas y su atmósfera serena. Estas estructuras, en su
mayoría, son de piedra, con techos puntiagudos y cúpulas que se elevan hacia el
cielo. A lo lejos, se podían ver reflejadas en el río las siluetas de los chhatris, lo que daba una sensación
mágica, como si las aguas fluyeran en un silencio reverente.
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| Cenotafios o Chhatris de Orchha |
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| Cenotafios o Chhatris de Orchha |
Los cenotafios son testimonio de la historia de Orchha,
especialmente de la familia Bundela, que gobernó durante siglos en la región.
Entre ellos se encuentran los más destacados, como el cenotafio de Raja Madhukar, que es
uno de los más antiguos y elaborados. Pero lo que más me llamó la atención fue
la tranquilidad que emanaba el lugar.
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| Cenotafios o Chhatris de Orchha |
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| Cenotafios o Chhatris de Orchha |
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| Cenotafios o Chhatris de Orchha |
Este es un lugar que se puede visitar en cualquier momento
del día, pero la mejor hora para disfrutar de la tranquilidad y de las vistas
es al amanecer o al atardecer, cuando la luz y el paisaje son especialmente
hermosos. Está abierto todos los días de 06.00 a 18:00 y se encuentran dentro
del boleto turístico
TEMPLO RAMA RAJA
La jornada en Orchha no podía concluir sin presenciar uno de
los momentos más especiales de la ciudad: el aarti
en el Templo Rama Raja. Este templo
es único en la India, ya que es el único lugar donde el dios Rama es adorado
como un rey, con ceremonias y rituales propios de la realeza. Su historia,
cargada de misticismo, cuenta que la imagen de Rama fue traída desde Ayodhya y,
al ser colocada temporalmente en este palacio, se negó a moverse de allí. Desde
entonces, el palacio se convirtió en un templo, y Rama es venerado no solo como
una deidad, sino también como el monarca eterno de Orchha.
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| Templo Rama Raja |
Al llegar, la plaza frente al templo estaba llena de devotos
y visitantes que aguardaban el inicio del aarti,
el ritual de adoración con fuego y cánticos. El edificio, iluminado por luces
doradas, resaltaba su estructura fortificada y su aire palaciego, diferente a
los templos tradicionales. Me abrí paso entre la multitud y me acerqué a la
entrada, donde los guardias del templo, vestidos con uniformes ceremoniales,
reforzaban la sensación de que estaba entrando en la corte de un rey.
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| Templo Rama Raja |
Cuando las puertas se abrieron, el sonido de los tambores y
campanas llenó el ambiente. Dentro, la imagen de Rama Raja, vestida con ropajes
reales y adornada con joyas, brillaba bajo la luz de las lámparas de aceite.
Los sacerdotes comenzaron el aarti,
elevando grandes lámparas de fuego en círculos rítmicos mientras los fieles
entonaban cánticos devocionales con una entrega total. La energía en el templo
era electrizante: cientos de voces entonaban el "Jai Shri Ram", las campanas
resonaban en un estruendo sagrado, y el calor de las llamas proyectaba sombras
danzantes en los muros del templo.
Por un momento, me dejé llevar por la intensidad de la
ceremonia. No importaba de dónde viniera ni si comprendía cada palabra de los
cánticos; lo que se vivía allí era pura devoción, una conexión colectiva con
algo más grande. La multitud alzaba sus manos, ofreciendo flores y dulces a la
deidad, mientras el aroma del incienso se mezclaba con la brisa nocturna.
Cuando la ceremonia llegó a su fin, la imagen de Rama Raja
fue "acostada", un ritual que simbolizaba el descanso nocturno del
monarca. La multitud comenzó a dispersarse lentamente, algunos quedándose a
orar en silencio, otros saliendo con rostros iluminados por la emoción del
momento. Salí del templo con la sensación de haber sido testigo de algo
profundo y auténtico, un reflejo de la fe viva que sigue dando alma a Orchha.
Al salir del Templo Ram
Raja, con el eco lejano de los cánticos aún resonando en mis
oídos, la noche ya cubría la ciudad. Sentí la necesidad de cerrar la jornada
con una cena tranquila antes de marcharme a descansar. La energía del aarti, con
sus luces danzantes y la devoción palpable de los fieles, había sido una
experiencia intensa, y ahora el contraste de las calles de Orchha, mucho más
serenas a esta hora, invitaba a la calma.
Caminé entre los callejones iluminados tenuemente, dejando
atrás el bullicio del templo. A esta hora, muchos puestos de comida callejera
seguían activos, ofreciendo samosas recién hechas, jalebis dorados y chai
humeante. Sin embargo, opté por el mismo lugar en el que había comido, pues
había estado muy agusto y así podía procesar todo lo que había vivido durante
el día.
Tras la cena, el regreso al homestay fue pausado. Las calles, ahora casi desiertas, tenían una atmósfera distinta, más introspectiva. El río Betwa reflejaba la luna, y el aire fresco de la noche envolvía la ciudad dormida. Con el día terminado, solo quedaba descansar y prepararse para lo que vendría mañana.
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