Este palacio alejado del bullicio de la ciudad ha sido de
siempre uno de los más apreciados por la realeza inglesa. Fue el palacio
favorito de diversas generaciones de monarcas ingleses que invirtieron gran
cantidad de dinero en él y sus jardines que cuentan con el laberinto más famoso
del país.
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Palacio de Hampton Court |
Lo mandó construir el cardenal Wolsey, hijo de un carnicero
que llegó a capellán de Enrique VIII. El esplendor de su hospitalidad deslumbró
a sus contemporáneos, pero cuando perdió el favor real, Wosley le entregó el
palacio al monarca con la esperanza de apaciguarlo.
Enrique amplió el palacio, lo decoró de forma más pomposa e
hizo importantes añadidos como el reloj astronómico. El rey pasó tiempo junto a
cinco de sus esposas en él. Jane Seymour falleció en Hampton Court tras haber
dado a luz al futuro Eduardo VI y se dice que el fantasma de Catalina Howard
aún suplica clemencia a gritos debido a que fue sentenciada a muerte. Isabel I,
a quien no le importaba mancharse las manos dedicándose a la jardinería
(siempre que nadie la viese), pasó algunas navidades en el palacio, donde se
representaban obras teatrales en su honor en el Gran Salón. Shakespeare actuó
en Hampton Court en época de Jacobo I, y el congreso del que nació la Biblia
del rey Jacobo también se celebró en este lugar. Carlos II pasó allí su luna de
miel y sir Christopher Wren amplió el tamaño de los edificios para Guillermo
III.
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Palacio de Hampton Court |
Los primeros representantes de la casa de Hannover también
disfrutaron de este palacio, y Jorge II hizo importantes mejoras en el mismo.
Este monarca sería el último en residir en Hampton Court porque Jorge III tenía
malos recuerdos de su juventud en el palacio. Desde entonces se cedió a
aquellas personas que hubiesen realizado algún importante servicio a la nación.
La reina Victoria sería quien abrió el palacio al público en 1838.
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Palacio de Hampton Court |
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Palacio de Hampton Court |
Ante un lugar como este que rezuma historia por sus cuatro
costados, nos pareció buena idea venir a pasar aquí buena parte del día, ya que
a los edificios y salas en cuestión también hay que sumarle sus jardines.
Es importante sacar la entrada de manera anticipada en su
web https://www.hrp.org.uk/hampton-court-palace/visit/tickets-and-prices/#gs.6em192
donde se podrá comprobar que dependiendo del día elegido es más o menos económica
y es que si la fecha que nos interesa es considerada de gran demanda es más
cara que días donde no se prevean muchas visitas. Teniendo en cuenta esto el
precio oscila entre 27 y 30 libras los adultos. Su horario es de 10:00 a 17:00.
Aunque en principio nuestra idea era llegar al palacio
navegando por el Támesis, el hecho de que los barcos zarparan demasiado tarde,
llegando al palacio más allá del mediodía, nos haría cambiar de planes y
optaríamos por llegar en tren, para así poder estar allí, nada más abrir sus
puertas. De esta manera, en cuanto se produjo dicha apertura, mostraríamos
nuestros tickets y comenzaríamos la visita.
El primer lugar al que accederíamos serían las cocinas del palacio de Enrique VIII, siendo en la época las
más grandes de Inglaterra. Había un promedio de 200 cocineros más personal
accesorio que se encargaban de garantizar que se pudieran servir más de 800
comidas al día. Viendo las fotos de sus grandes hornos te permiten imaginar lo
durísimo que debía ser este empleo al estar sometido a temperaturas extremas
toda la jornada, pues el fuego debía estar encendido casi todo el día.
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Cocinas Palacio Enrique VIII. Hampton Court |
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Cocinas Palacio Enrique VIII. Hampton Court |
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Cocinas Palacio Enrique VIII. Hampton Court |
En esta área también se puede observar la llamada “cocina del chocolate” en la que se
cocinaba este manjar, extremadamente caro para la época, por lo que estaba
reservado para reyes y reinas y la alta nobleza.
A continuación pasaríamos a conocer los apartamentos de Enrique VIII, destacando sin lugar a dudas “El Gran Salón”, donde se servía toda
la comida cocinada en las cocinas. Sería diseñado para impresionar a los
visitantes y dar fe de la fuerza y el poder del monarca, siendo uno de los
salones medievales tardíos más grandiosos de toda Europa. Los tapices que
adornan las paredes fueron tejidos en Bruselas con seda, lana e hijos de oro y
plata, colgándose por primera vez en 1546. Por otro lado, es impresionante
también la artesanía del techo de madera tallada, diseñado en un estilo
medieval temprano.
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Gran Salón. Palacio Enrique VIII. Hampton Court |
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Gran Salón. Palacio Enrique VIII. Hampton Court |
A lo largo del resto de habitaciones privadas que se van
sucediendo, podríamos observar un buen número de pinturas históricas de la
Colección Real donde se muestra al rey en diferentes facetas de su vida, viendo
como fue cambiando de aspecto físico de manera muy notable.
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Retrato de Enrique VIII. Galería Encantada. Hampton Court |
En el recorrido accederíamos a la conocida como Galería Encantada, en la que se dice
que Catherine Howard, la quinta esposa de Enrique VIII, al darse cuenta de que
iba a ser ejecutada por adulterio, escapó de sus guardas y corrió por la
galería. Se dirigió a la capilla donde creía que estaba Enrique, desesperada
por demostrar la inocencia a su marido, pero para su desgracia no conseguiría
llegar pues sería interceptada por un grupo de guardias que la arrastraron de
regreso a su habitación, siendo ejecutada tres meses después. Desde entonces
dicen que su fantasma ronda por esta galería.
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Galería Encantada. Palacio Enrique VIII. Hampton Court |
Otra de las salas más llamativas del castillo es la Capilla Real, un lugar en el que
durante los últimos 500 años los monarcas han utilizado para orar y meditar. Su
techo abovedado es una obra maestra de intensos colores azul y dorado que evoca
el cielo nocturno. El resto de la habitación es de estilo barroco que contrasta
con el mismo.
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Capilla Real. Palacio Enrique VIII. Hampton Court |
Interesantes serían también los llamados Aposentos Georgianos con interesantes
habitaciones como la Cámara de Guardia, donde los vigías decidían quien podía o
no visitar al rey; el Comedor Público, donde varias veces durante la semana el
pueblo podía presenciar como comía el soberano, estableciéndose como medidas de
control barandillas y bancos de protección; la Galería de la Reina, utilizada
por la familia Real para su entretenimiento privado; o el Oratorio donde rezaba
la reina Carolina.
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Aposentos Georgianos. Hampton Court |
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Aposentos Georgianos. Hampton Court |
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Aposentos Georgianos. Hampton Court |
Seguiríamos nuestra visita con los apartamentos de Guillermo III y María II, los cuales sentían una
especial devoción por el palacio de Hampton Court. Por ello encargaron a Sir
Christopher Wren, el famoso arquitecto de la catedral de San Pablo, que lo
rediseñara en un estilo barroco más contemporáneo. Cuando la reina murió, el
rey perdió todo interés y dejó el trabajo de remodelación inconcluso. Pero Wren
logró cambiar alrededor de un tercio del palacio, y su sensibilidad barroca se
puede ver en las estancias de estos apartamentos. Las habitaciones de la planta
superior fueron diseñadas para impresionar, pero es en la planta baja donde el
rey realmente pasó su tiempo. Una peculiaridad de esta zona es que se puede ver
el otro trono del rey, en el que se sentaba a tratar a diario los asuntos
oficiales.
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Palacio Guillermo III. Hampton Court |
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Palacio Guillermo III. Hampton Court |
Tras el impresionante palacio, saldríamos dispuestos a
conocer los magníficos e históricos jardines
del Palacio de Hampton Court. Estos constan de más de 24.000 hectáreas de
jardines artísticamente mantenidos y 300.000 hectáreas de zonas verdes más
salvajes.
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Jardín Palacio de Hampton Court |
Su diseño clásico tiene una clara influencia de Versalles y
es que serían realizados por pupilos del jardinero de Luis XIV, con extremada
elegancia y buen gusto. En el inmenso espacio se observan bojes enanos, bonitas
estatuas que adornan inmensas explanadas de césped, paseos de castaños, etc.
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Jardines Palacio de Hampton Court |
Su belleza se palpa en cada metro por el que se camina, debiendo
diferenciar diferentes áreas debido a su amplitud. Una de las zonas más bellas
sería el conocido como Jardín Privado
(Privy Garden), creado en los tiempos de Guillermo III, el cual muestra caminos
geométricos y una perfecta simetría.
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Jardines Palacio de Hampton Court |
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Jardines Palacio de Hampton Court |
Otra parte que deslumbra a los que visitamos este espacio es
el Jardín de la Gran Fuente (Great
Fountain Garden) con una larga avenida flanqueada por enormes setos de tejo y
dominada por varias fuentes ornamentales, ofreciendo una vista maravillosa del
palacio en la lejanía. Su función era impresionar a los visitantes según iban
acercándose al edificio real.
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Jardines Palacio de Hampton Court |
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Jardines Palacio de Hampton Court |
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Jardines Palacio de Hampton Court |
Continuando con nuestro paseo llegaríamos a otra zona
conocida como The Maze. En ella se
encuentra el famoso laberinto de setos
más antiguo del mundo, donde tardaríamos una media hora en completarlo y nos
divertiríamos como niños.
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Laberinto Jardines Palacio de Hampton Court |
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Laberinto Jardines Palacio de Hampton Court |
Justo al lado de la anterior podríamos encontrar el Jardín Mágico (The Magic Garden), un
área de juegos especialmente pensada para niños pero visualmente muy bonita
para cualquiera, con un gran dragón, un mini laberinto y nuevos y cuidados
jardines de flores.
Nuestro pasos continuarían hacia el Jardín de las Rosas (Rose Garden), donde en esta época había
plantadas un sinfín de estas, ofreciendo un espectáculo visual y olfativo
inigualable.
Al lado podríamos ver los jardines del Invernadero y del Vino (The Lower Orangery and The
Great Vine Gardens), en los que destaca la vid
más grande del mundo, plantada por uno de los jardineros paisajistas más
importantes de Inglaterra.
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Vid Gigante. Jardines Palacio de Hampton Court |
Adosado al anterior, hallaríamos el Jardín de Estanques (Pond Gardens), creados al lado de la ribera
del río Támesis, con varios estanques donde en el pasado la reina Ana
disfrutaba de una de sus principales aficiones como era la pesca.
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Jardines Palacio de Hampton Court |
Al lado, se encuentra la Casa de los Banquetes, la cual era utilizada para festejos por
Guillermo III Y todavía sigue usándose para importantes eventos en la
actualidad. Ofrece bonitas vistas del río Támesis y su interior está decorado
con hermosas pinturas de Antonio Verrio, quien decoró algunas de las
habitaciones de este mismo monarca.
En este inmenso espacio, si se tienen los ojos bien abiertos,
incluso es posible ver a los descendientes de los ciervos que eran cazados por
Enrique VIII, los cuales ya no tienen la misma facilidad de asustarse que sus
antepasados, pero claro no es comparable la situación.
Cuando terminamos la visita eran ya las 16:15, y dado que a
la ida se nos había quedado la espina de haber navegado por el Támesis para
llegar al palacio, que mejor que quitárnosla intentando esta actividad a la
vuelta, algo que conseguiríamos dado que justo al lado del palacio hay un
pequeño embarcadero desde donde salen barcos que navegan hasta el agradable
pueblo de Kingston – Upon – Thames, por lo que no nos lo pensaríamos dos veces
y embarcaríamos en él último que salía de la jornada, costándonos 8.5 libras el
trayecto.
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Palacio de Hampton Court desde Paseo Fluvial por el Río Támesis |
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Paseo Fluvial por el Río Támesis hacia Kingston Upon Thames |
Sería un agradable paseo de una media hora de duración donde
podríamos disfrutar de las apacibles y tranquilas agua del río Támesis,
pudiendo observar en las orillas impresionantes casas y mansiones inglesas
combinadas con viviendas más tradicionales con el típico jardín en su parte
trasera.
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Paseo Fluvial por el Río Támesis hacia Kingston Upon Thames |
KINGSTON UPON THAMES
La leyenda dice que en Kingston Upon Thames fueron coronados
hasta siete reyes ingleses y que su nombre se lo concedió el propio Eduardo III
quien le cedió su nombre real, por lo que es uno de los cinco municipios
reales. Con estos pequeños ejemplos ya se puede comprobar que la localidad
rezuma historia por sus cuatro costados, pero además hay que sumarle que se ha
convertido en una de las poblaciones con más posibilidades comerciales, cerca
de Londres, por lo que el ambiente y el ocio están asegurados.
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Kingston Upon Thames desde Paseo Fluvial por el Río Támesis |
Nuestras pretensiones en Kington no eran ambiciosas, tan
sólo queríamos dar una vuelta por el centro, observar algunos de sus edificios
históricos más importantes, comprobar en vivo la cantidad de gente que se mueve
por sus centros comerciales y tiendas de todo tipo y tomar alguna que otra
pinta en un pub.
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Kingston Upon Thames |
Entre los rincones o monumentos que encontraríamos en
nuestro paseo estarían la antigua Casa
del Mercado y su amplia plaza, donde siempre se puede escuchar algún
cantautor deleitando al público con animadas canciones; el pequeño y encantador
puente Clattern, uno de los más
antiguos de Inglaterra; la iglesia de
Todos los Santos del siglo XIII, en la que tuvieron lugar importantes
acontecimientos históricos; el peculiar edificio del Ayuntamiento; el puente de
Kington y la ribera del Támesis por donde dar agradables paseos; o la piedra de la Coronación en la que
supuestamente fueron coronados varios reyes ingleses como ya mencionaba
anteriormente.
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Antigua Casa del Mercado. Kingston Upon Thames |
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Puente Clattern. Kingston Upon Thames |
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Ayuntamiento. Kingston Upon Thames |
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Iglesia de Todos los Santos. Kingston Upon Thames |
Las preciadas pintas las tomaríamos en el pub Druids Head, uno de los edificios
más antiguos de Kinston con un acogedor interior que invita a no querer
marcharte del mismo.
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Pub Druids Head.Kingston Upon Thames |
De esta manera tan agradable finalizaríamos nuestra visita a Kinston Upon Thames, regresando a Raynes Park en autobús, para una vez allí cenar en un indio cercano a nuestra casa.
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