VALLE DE AOSTA - DIA 05. Un día entre castillos de cuento

8 de Septiembre de 2023.

Después de dos días disfrutando de las maravillas naturales que ofrecen los Alpes y su entorno, hoy nos centraríamos más en lo cultural y nos dedicaríamos a visitar algunos de los castillos más importantes del valle de Aosta y sus aledaños.

Efectivamente, el valle de Aosta cuenta con numerosos castillos que fueron refugio y base estratégica para vigilar el valle central, una importante vía de paso. En la época se tardaba tan sólo dos horas en transmitir un mensaje de castillo en castillo, mediante banderas de colores, entre Chambéry y Turín.

La historia de estos castillos está marcada por los condes de Challant, cuyo lema era: “Todo es mundo y el mundo no es nada”, pero también por Napoleón Bonaparte, cuando se enfrentó al dispositivo puesto en marcha por los Saboya en el fuerte de Bard.

CASTILLO SABOYA

Nuestra evocadora ruta de castillos comenzaría dirigiéndonos hacia lo más profundo del valle de Gressoney – Saint – Jean, un lugar muy apreciado por Margarita de Saboya, la primera reina de Italia.

Desde Aosta nos separaría una hora y veinte y ochenta kilómetros de esta construcción y es que la carretera del último valle más al este de esta región italiana se caracteriza por ser estrecha y sinuosa, adentrándose poco a poco entre las montañas.

Cuando uno divisa por primera vez este castillo, la sensación es de tener ante sí un castillo de ensueño y es que sus características románticas y su situación privilegiada debajo de la colina Ranzola, en un lugar llamado Belvedere, dominando todo el valle y con una vista impresionante del glaciar Lyskamm y el Monte Rosa, hacen que difícilmente tenga competidores.

Castillo Saboya. Gressoney Saint Jean

Monte Rosa desde Castillo Saboya

La construcción fue la residencia real de Margarita de Saboya. Ella se enamoró de este hermoso valle después de haber residido allí muchas veces como invitada de importantes personalidades de la región. Decidiendo al final mandar construir el edificio, comenzando los trabajos en 1899 y completándose en 1904.

La reina pasó allí sus vacaciones de verano desde su finalización hasta 1925, un año antes de su muerte. La presencia de Margarita en este valle hizo que otras familias nobles también quisieran visitarlo y residir allí, lo que permitió que la zona se convirtiera en un importante destino turístico hasta el día de hoy.

Castillo Saboya. Gressoney Saint Jean

El castillo fue diseñado por el arquitecto Enrico Stramucci, quien también diseñó las decoraciones neobarrocas del Palacio Real de Turín y del Quirinal de Roma. El castillo está construido en un estilo medieval que se describe como el "estilo lombardo del siglo XV.

El edificio consta de tres plantas: la planta baja con las viviendas, la planta noble con los aposentos reales y la segunda planta, que no está abierta a visitas. También están los sótanos, que se encuentran bajo tierra.

Castillo Saboya. Gressoney Saint Jean

Castillo Saboya. Gressoney Saint Jean

Del mobiliario original del castillo sólo quedan algunas piezas. De hecho, el resto de muebles que ahora se exponen proceden de la propiedad Villa Margherita de los barones Beck Peccoz. Sin embargo, entre las piezas originales que se conservan se incluyen tapices de lino y algodón, decorados con efecto chiné. Los cuadros ornamentales que adornan las paredes son obra del joven pintor y restaurador Carlo Cussetti, que también trabajó en la nueva ala del Palacio Real de Turín. En el interior se pueden ver constantemente la representación de la flor de la margarita, lo cual no es una coincidencia sino más bien una elección consciente para honrar a la reina.

Castillo Saboya. Gressoney Saint Jean

Castillo Saboya. Gressoney Saint Jean

En la planta baja, una suntuosa escalera de madera, representada por grifos y águilas, conduce a los aposentos reales, precedida por un vestíbulo cuyo techo lleva una inscripción que significa: “aquí nos quedamos”.

Castillo Saboya. Gressoney Saint Jean

Hay que decir que el apartamento de la Reina ocupa la mejor posición: desde las ventanas del salón de la torre norte se puede admirar la vista del Monte Rosa y de todo el valle.

Castillo Saboya. Gressoney Saint Jean

Castillo Saboya. Gressoney Saint Jean

El Castillo de Saboya también está rodeado por un gran parque que se caracteriza principalmente por la presencia de árboles y alerces. Posteriormente se añadió un jardín botánico alpino que se abrió al público en 1990.

El jardín está compuesto por una serie de lechos rocosos con plantas alpinas no sólo locales sino también de otras zonas del mundo. Estas plantas han sido especialmente elegidas por sus particulares cualidades ornamentales.

Entre ellos se pueden admirar el lirio martágono, el rosa alpino, la edelweiss, la flor globo, la aguileña alpina, el árnica, diversas plantas perennes, la genciana, las saxífragas y también el fireweed, muy común en las cercanías a orillas del río Lys.

Aunque el jardín está abierto todo el año, se considera mejor visitarlo en julio y agosto, para poder disfrutar plenamente del espectáculo de colores y fragancias de las flores en flor.

El horario del castillo es de abril a septiembre de 09:00 a 19:00 y de octubre a marzo de 10:00 a 13:00 y de 14:00 a 17:00. Cierra los lunes, excepto los meses de julio, agosto y festivos. La visita es guiada.

El precio de la entrada es de ocho euros, aunque hay un bono conjunto para la visita de los castillos más importantes del valle que merece la pena valorar en base a los planes que se tengan.

FONTAINEMORE

Tras la visita anterior, empezaríamos a deshacer el camino recorrido pero sólo en una parte, serían unos 19 kilómetros en casi media hora hasta llegar a la pequeña localidad de Fontainemore, donde pararíamos para pasear un rato por ella y admirar así su belleza.

Y es que esta se encuentra rodeada por una espesa vegetación y atravesada por el discurrir del río Lys, teniendo como telón de fondo las imponentes cumbres de los Alpes. Esto en cuanto a su entorno natural se refiere, pero es que el pequeño pueblo también merece mucho la pena por su característica imagen arquitectónica en la que destacan en primer plano su puente medieval de un único arco de más de veinte metros y la iglesia de San Antonio, reconstruida en el siglo XVII en la que resalta su portal esculpido en madera.

Puente e Iglesia de San Antonio. Fontainemore

Flanqueando el río a ambos lados también se pueden admirar un buen número de antiguas casas de madera que el paso de los años ha ido deteriorando, aunque conservan ese especial encanto de viejas construcciones.

Valle de Gressoney desde Fontainemore

FUERTE DE BARD

En sólo quince kilómetros y veinte minutos nos plantábamos en el fuerte de Bard, impresionante por su ubicación sobre un peñasco, fortificado desde el año 1034. En 1800, durante la segunda campaña de Italia, una pequeña guarnición austro – piamontesa resistió valientemente el asedio durante quince días de los 40.000 soldados de Napoleón, quienes finalmente lo tomaron rodeando la montaña. Stendhal, que participó en la expedición, tuvo aquí su bautismo de fuego. El fuerte sería arrasado por los franceses, pero, por temor a una nueva agresión tricolor, se reconstruyó otra fortaleza entre 1830 y 1838, siendo el último ejemplo de arquitectura militar en el valle de Aosta.

Fuerte de Bard

La fortaleza posee diferentes niveles que están comunicados entre sí por varios funiculares y ascensores, lo que permite acceder sin esfuerzos a sus estancias si así se desea, aunque también se puede ir accediendo por una rampa que conecta cada de ellas.

Fuerte de Bard

Fuerte de Bard

A finales del siglo XIX, una vez que desapareció la amenaza de invasión, el fuerte fue trasformado en prisión y luego en depósito de municiones. En la parte superior, la estructura más importante se compone de dos cuerpos de edificios: el llamado Carlo Alberto, que rodea la plaza de Armas y da acceso a la capilla de San Mauricio (donde vivían los soldados y también servía como hospital), y el llamado Opera di Gola, que albergaba el comedor de oficiales y las cocinas (hoy alberga un hotel, un restaurante y una cafetería).

Fuerte de Bard

Fuerte de Bard

Dependiendo de la entrada que se pague se tiene derecho a ver más o menos salas. Con la sencilla se puede ver lo recién mencionado, así como elegir uno de los dos grandes museos que posee la fortaleza. Estos serían el Museo de los Alpes que describe el macizo en todos sus aspectos a lo largo de veinte salas. Y el Museo de las Fortificaciones y las Fronteras, el cual evoca la historia de los Alpes a través de sus fronteras y sus fortalezas, desde la Antigüedad hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando las montañas fueron desmilitarizadas y se fueron suprimiendo los controles aduaneros. Tiene diferentes pruebas interactivas para profundizar en el conocimiento de la montaña, por lo que es también ideal para niños.

Vistas desde Fuerte de Bard

En nuestro caso acabaríamos optando por el segundo de ellos, ya que no optamos por la entrada que da derecho a visitar todo.

Por cierto, decir como curiosidad que el fuerte fue escenario de la película Los Vengadores: Era de Ultrón estrenada en 2015.

El fuerte abre todos los días, excepto los lunes, de 10:00 a 18:00. Fines de semana y festivos hasta las 19:00. Última admisión se efectúa 45 minutos antes del cierre. Existe un aparcamiento por tres o cuatro euros al día al pie del fuerte, sino hay que dejar el vehículo en las afueras del pueblo e ir caminando o cogiendo un autobús que sólo funciona en temporada alta.

Pero la visita al fuerte de Bard no quedaría completa si antes o después de la misma, uno no da un paseo por el agradable Burgo de Bard, es decir el pueblo medieval situado a los pies de la fortaleza, en el que se pueden admirar edificios y palacios de los siglos XV y XVI, así como los antiguos portales de entrada y salida y los locales dedicados a negocios y actividades comerciales. También se puede disfrutar de una impresionante vista de la fortaleza siempre que el sol no haga de contraluz como fue nuestro caso.

Burgo de Bard

Burgo de Bard

Burgo de Bard

La visita de todo lo mencionado nos llevaría casi tres horas por lo que es importante llegar con tiempo suficiente para la misma.

CASTILLO DE VERRÉS

A sólo diez minutos y los mismos kilómetros nos esperaba una nueva estructura defensiva. En esta ocasión era el turno del castillo de Verrés, construido sobre un promontorio rocoso que domina la villa del mismo nombre.

Se trata del típico ejemplo de castillo medieval defensivo. Su construcción fue realizada por Yblet de Challant durante la primera mitad del siglo XIV. Se trata de un enorme cubo de piedra de treinta metros por cada lado y 2,5 metros de grosor, que anuncia los modelos del Renacimiento.

Castillo de Verrés

Castillo de Verrés

Castillo de Verrés

La visita de su interior es obligatoriamente guiada y en italiano. Se van realizando cada media hora. Destacan especialmente la monumental escalinata que recorre tres pisos, las inmensas chimeneas que se hallan en varias de sus estancias y los ventanales góticos.

Castillo de Verrés

Castillo de Verrés

Castillo de Verrés

Esta fortaleza también sería escenario de la película Los Vengadores.

Su horario es de 09:00 a 19:00 de abril a septiembre y de 10:00 a 13:00 y de 14:00 a 17:00 el resto del año. Última entrada treinta minutos antes del cierre. El precio es de seis euros por entrada.

CASTILLO DE ISSOGNE

Justo enfrente del anterior y a sólo 2,5 kilómetros del mismo llegaríamos a nuestro último castillo del día. En este caso el de Issogne, cuyo interior es uno de los mejor conservados de todo el valle de Aosta.

Antigua propiedad de los obispos de Aosta, Yblet de Challant lo transformó en una residencia señorial en el siglo XIV. Georges de Challant acabó la obra en el siglo XVI y el castillo alcanzó su época de mayor esplendor una centuria más tarde.

Castillo de Issogne

Destacan el patio de honor, con una fuente octogonal con el árbol del granado en hierro forjado y siete dragones que representan a la casa de Challant. Las lunetas situadas bajo el pórtico del patio albergan magníficos frescos que representan las transacciones comerciales de la época y algunos de los oficios que se realizaban en esos tiempos.

Castillo de Issogne

Castillo de Issogne

Otras dependencias destacables son la sala de justicia, con frescos de artistas flamencos, la capilla del siglo XV con un bello coro y la habitación de los Esposos o Cámara Real. En la primera planta se ubica el apartamento de Vittorio Avando, su último propietario, y en la segunda,  la habitación de Georges de Challant, con un rico artesonado. Desde la torre, que data del siglo XII, se atisban los castillos de Verrés, Arnad y Challand – Villa.

Castillo de Issogne

Castillo de Issogne

Castillo de Issogne

La visita ha de hacerse obligatoriamente guida y es en italiano. El precio de la entrada es de ocho euros. Su horario es de 09:00 a 19:00 de abril a septiembre y de 10:00 a 13:00 y de 14:00 a 17:00 el resto del año. Cierra los lunes. Última entrada treinta minutos antes del cierre.

Eran las 18:00 tras la visita a este último castillo y estábamos agotados pues el día había sido intenso, así que decidiríamos volver hasta Aosta y pasarnos el resto de la tarde disfrutando de la tranquilidad de una terraza algo apartada del centro mientras saboreábamos una cerveza bien fría y un clásico aperol.

La cena, como no podía ser de otra manera, sería en Hostaria del Calvino, donde ya casi nos conocían. Esta vez optaríamos por arroz y un calzone.


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