8 de Diciembre de 2022.
Esta noche debía abandonar esta maravillosa ciudad después de seis intensos días que me habían llevado a muchos lugares que se me quedaron pendientes la vez anterior, saldando así una deuda que duraba ya demasiado tiempo, pudiendo además regresar a los lugares más emblemáticos de la “Ciudad Eterna” y recordar los mejores momentos de la primera y ya lejana escapada.
En cualquier caso, todavía me quedaba toda la jornada de hoy por delante y, evidentemente, no la iba a desaprovechar.
CATACUMBAS DE SAN CALIXTO
Había reservado la última mañana en Roma para visitar las catacumbas de San Calixto, en la Vía Appia, más allá de los suburbios capitalinos. La “reina de las grandes calzadas”, de cuatro metros de ancho, se extendió entre el Foro Romano y el puerto de Brindisi, donde se concentraba el comercio con el Mediterráneo oriental. Fue una de las vías más importantes de los 80.000 km que Roma pavimentó a lo largo del Imperio, destinadas a facilitar el flujo del comercio y el desplazamiento de las tropas.
Tras realizar el check out y dejar la maleta en la consigna del hotel, optaría por llegar hasta las catacumbas en el autobús 118 que cogería en la plaza Venecia. En menos de veinte minutos me apeaba en la misma puerta de entrada al recinto, por lo que más cómodo y rápido no puede ser. La entrada no está incluida en la Roma Pass y es necesario reservarla en la página https://www.catacombesancallisto.it/es/prenota-10.php. Aquí seleccionas el idioma, el día y la hora de la visita, costando la misma diez euros. Es necesario vestir de forma correcta ya que es un lugar sagrado y si es verano llevar algo de abrigo al ser la temperatura de quince grados.
Justo enfrente de la taquilla se encuentran las banderas de los diferentes idiomas en que se realiza la visita, por lo que sólo tendría que esperar en la española y esperar, junto a un grupo de mi misma nacionalidad, a que nos recibiera un guía que nos pediría que le acompañáramos.
Catacumbas de San Calixto |
Tras una charla inicial, bajaríamos unas escaleras y nos adentraríamos en una maraña de túneles, pasadizos, aposentos, sepulcros en los que se percibe la sencillez de aquellas vidas, sometidas a la clandestinidad pero, a la vez, anhelantes de propagar su mensaje. Con el tiempo, los cultos a Júpiter, Saturno, Marte se abandonaron. En cambio, la fe cristiana se expandería sin cesar, hasta que una nueva Roma, esta forjada por los papas, se levantase esplendorosa sobre los rescoldos del Imperio.
Catacumbas de San Calixto |
Catacumbas de San Calixto |
No es de extrañar que estas catacumbas figuren entre las más conocidas de la ciudad, pues se extienden por unos veinte kilómetros. Fue el papa Calixto III quien las amplió, destinándolas a sepulcro oficial de los primeros obispos de Roma. Ocupan cuatro pisos donde los muertos eran colocados en nichos que albergaban dos o tres cadáveres: ellos encierran la Cripta de los Papas, con notables decoraciones, cripta que alberga las tumbas de los numerosos pontífices de los primeros siglos de la cristiandad. Muy interesante también es la Cripta de Santa Cecilia, dedicada a la joven mártir cristiana cuyo cuerpo fue hallado en este sitio, y que está decorada con pinturas de los siglos VII y VIII. Siguen luego la galería de los Sepulcros, con interesantes testimonios pictóricos. La parte más antigua de la necrópolis está decorada con figuras de peces y símbolos de la Eucaristía.
Catacumbas de San Calixto |
Catacumbas de San Calixto |
La visita duraría unos 45 minutos y aunque está estrictamente prohibido realizar fotografías conseguiría hacer unas cuantas al quedarme el último del grupo en el que iba, ya que esto te permite que te quedes sólo en más de un momento al torcer por las diferentes galerías. Lo digo por si alguien quiere llevarse también un testimonio de su paso por las catacumbas. Eso sí tened cuidado porque hay también cámaras de seguridad en más de un pasadizo, por lo que comprobar primero que sea uno que no disponga de estas.
Catacumbas de San Calixto |
Catacumbas de San Calixto |
MURALLA AURELIANA Y ARCO DE DRUSO
Tras la visita a las catacumbas volvería a coger el autobús 118 y me bajaría varias paradas antes de llegar al centro de la ciudad, pues estaba interesado en conocer algunos monumentos más desconocidos que los habituales. Tal era el caso de la Muralla Aureliana, ideada como defensa contra las tribus germánicas invasoras, cuyos ejércitos estaban penetrando por toda Italia. Con una extensión de 18 km aproximadamente, 18 puertas y 381 torres, la muralla encerraba las siete colinas de Roma. Muchas de las puertas continúan en uso, siendo una de las más espectaculares la puerta de San Sebastián, la cual conduce a la Vía Appia Antica. Es la mayor y mejor conservada de la muralla. Por ella entró la última marcha triunfal a la ciudad cuando se venció a la flota turca en la batalla de Lepanto en 1571.
Puerta de San Sebastián |
Actualmente, las torres de la puerta albergan el museo delle Mura, el cual es completamente gratuito y cuenta con maquetas a escala que ilustran la historia de Roma. Además se puede subir hasta la azotea y disfrutar de unas excelentes vistas de los alrededores y pasear por uno de los tramos mejor conservados de la muralla, por lo que es una experiencia de lo más recomendable.
Muralla Aureliana |
Vistas desde Muralla Aureliana |
Nada más atravesar la puerta de San Sebastián, se puede observar también el llamado Arco de Druso que aunque se consideró durante mucho tiempo un arco de triunfo, era en realidad un soporte del acueducto que llevaba agua a las termas de Caracalla. Se construyo en el siglo III d.C., así que no guarda conexión alguna con Druso, yerno del emperador Augusto. Su aspecto monumental se debe al hecho que por debajo de él pasaba la Vía Appia.
Arco de Druso |
TERMAS DE CARACALLA
Acto seguido recorrería un buen tramo del perímetro de la muralla, que me dejaría realmente sorprendido por su excelente conservación, hasta llegar a otro lugar mítico en Roma que tampoco tendría oportunidad de conocer la vez anterior. Hablo de las termas de Caracalla.
Muralla Aureliana |
Estas constituyen el edificio termal más importante y mejor conservado de la edad imperial levantado en Roma. Fueron construidas por Caracalla a partir del 212 d.C., y el solar escogido para erigirlas fue un pequeño valle comprendido entre las laderas del llamado Pequeño Aventino y la Vía Nova, donde tal vez existiera ya un embalse artificial. Para alimentar las nuevas termas se creó una ramificación especial del viejo acueducto del Aqua Marcia. Estuvieron funcionando unos 300 años hasta que fueron saboteadas por los Godos.
Termas de Caracalla |
Al establecimiento termal se entraba a través de cuatro puertas abiertas en la fachada; dos de ellas daban acceso a los vestíbulos adyacentes y a la piscina; otras dos, en cambio, introducían directamente a los gimnasios. Tras los ejercicios físicos del gimnasio, se iniciaba el recorrido termal. De este último se pasaba a una serie de cuartos de distintas formas y dimensiones, provistos de piscinas para baños especiales y ungüentos. Entre ellos destaca un recinto elíptico denominado laconium (baño de vapor).
Termas de Caracalla |
Termas de Caracalla |
Se llegaba luego al grandioso caldarium (baño caliente): una enorme sala circular cubierta por una cúpula que descansaba sobre ocho pilares y estaba iluminada por una doble fila de ventanales.
Termas de Caracalla |
Termas de Caracalla |
Del caldarium se pasaba al tepidarium (baño tibio), un recinto rectangular más pequeño a cuyos costados se hallaban dos pilas. De allí se entraba al gran salón central, el frigidarium, que era una vasta sala basilical, en la que había que afrontar una zambullida en sus gélidas aguas. A ambos lados de este salón había dos recintos rectangulares, en cuyo centro se hallaban dos pilas de granito. La etapa final era nadar en la piscina, a la que se accedía también desde el frigidarium, la cual no estaba cubierta.
Termas de Caracalla |
Termas de Caracalla |
En el siglo XVI, algunas excavaciones realizadas en el gran edificio llevaron al hallazgo de numerosas obras de arte, entre las cuales estaban el Toro y el Hércules Farnesio, hoy en el Museo Nacional de Nápoles. En 1824 se descubrieron los mosaicos con atletas, que decoraban los hemiciclos de los grandes patios laterales de las termas (en los Museos Vaticanos).
Termas de Caracalla |
Termas de Caracalla |
El precio de la entrada a las termas es de ocho euros, aunque con la Roma Pass se queda en la mitad, es decir cuatro euros.
CIRCO MÁXIMO
Sólo un cuarto de hora caminando me separaba de esta gran explanada, cubierta de hierba, que en su día vivió tiempos más gloriosos, siendo el estadio más grande de Roma.
El Circo Máximo fue continuamente ampliado y embellecido hasta el mismo año 549 d.C. en el que se celebraron las últimas carreras. Las gradas tenían cabida para unos 300.000 espectadores, que acudían a presenciar entre gritos las animadas carreras de carros tirados por caballos y las luchas entre animales.
Circo Máximo |
El circo contaba con una barrera divisoria central con siete objetos de gran tamaño y forma oval, empleados para medir las vueltas de las carreras. En el año 33 a.C. a la barrera se le añadieron siete delfines de bronce. En el 10 a.C. Augusto construyó el palco imperial bajo el Palatino, y decoró el muro central con el obelisco que hoy se encuentra en la plaza del Popolo. En el siglo IV Constantino II añadió un segundo obelisco, que actualmente se encuentra en la plaza de San Juan de Letrán.
Circo Máximo |
Dado que con la Roma Pass el acceso eran cuatro euros, me animaría a acceder a la pequeña área que mejor se conserva en las cercanías de la única torre que se mantiene en pie en el recinto. Esta es el resto de una construcción medieval que aprovecharía la presencia de un riachuelo cercano.
Circo Máximo |
SANTA MARÍA IN COSMEDIN
Mi siguiente parada sería esta bella iglesia, libre de adornos, que se construyó en el siglo VI en el solar de un antiguo mercado de abastos de la ciudad. El elegante campanario románico y el pórtico se añadieron en el siglo XII. En el XIX se despojó a la iglesia de la fachada barroca, devolviéndole su sobriedad primitiva. Contiene hermosos ejemplos de arte, en particular los mosaicos del suelo, el coro, el trono del obispo y el baldaquino ubicado sobre el altar mayor. También merece la pena bajar a la cripta.
Santa María in Cosmedin |
Santa María in Cosmedin |
Pero si por algo es famosa esta iglesia a nivel mundial es por la legendaria Boca della Veritá ubicada en el pórtico de la entrada. Según la tradición, aquel mentiroso que introduzca su mano en la boca, la perderá. La escena protagonizada por Audrey Hepburn y Gregory Peck en la película Vacaciones en Roma haría el lugar famoso a escala planetaria. Ahora, decenas de personas guardan cola para introducir su mano en esta máscara de mármol que posiblemente hiciera las veces de tapa de alcantarilla. En mi caso la espera sería de veinte minutos, algo razonable para lo que hay que soportar a veces.
Boca de la Verdad. Santa María in Cosmedin |
TEMPLOS DEL FORUM BOARIUM
Justo enfrente de la anterior, tan sólo hay que cruzar la calle, se encuentran estos templos republicanos, muy bien conservados, los cuales datan del siglo II a.C. Su buen estado se debe al hecho de que fueron consagrados como iglesias cristianas en la Edad Media. En ellos se combinan de forma única las arquitecturas griega y romana.
El templo rectangular (antes conocido como el templo de Fortuna Virilis) estaba dedicado a Portuno, dios de ríos y puertos. Situado en un podio, posee cuatro columnas jónicas de travertino y doce medias columnas, incorporadas a la pared de piedra porosa de la cella – estancia que albergaba la imagen de la divinidad -.
Templo de Portunus. Forum Boarium |
Muy cerca se encuentra el pequeño templo de Hércules, con sus esbeltas columnas corintias que rodean la cella central. Construido alrededor del año 120 a.C., se cree que es el edificio de mármol más antiguo que ha perdurado hasta nuestros días. A menudo se le llamaba templo de Vesta debido a su similitud con el del Foro.
Templo de Hércules. Forum Boarium |
ARCO DE JANO
A muy pocos metros de los anteriores, y volviendo a cruzar la calle, podría observar este imponente arco de mármol de cuatro caras construido, probablemente, en época de Constantino. Se alzaba en un cruce de caminos en el extremo del transitado Forum Boarium, cerca de los antiguos muelles. La sombra que proporcionaba lo convirtió en lugar de discusión favorito de mercaderes y hombres de negocios. Sobre los cuatro arcos hay esculpidas pequeñas figuras de Roma, Juno, Ceres y Minerva.
Arco de Jano |
OTRAS IGLESIAS
En los alrededores de esta zona y a muy poca distancia las unas de las otras, destacan unas cuantas iglesias más, por si no llevara ya suficientes, que si se tiene tiempo merece también la pena pasar a echar un vistazo. Como digo, creo que son prescindibles si se va con el tiempo justo. En cualquier caso, estas serían las siguientes:
San Giorgio in Velabro: En el hueco de una calle llamada así por el Velabrum – pantano donde se supone que fueron encontrados Rómulo y Remo por la loba – se halla esta pequeña iglesia dedicada a San Jorge, cuyos huesos reposan bajo el altar. Destacan la doble hilera de columnas de granito y mármol que dividen su triple nave. La austeridad del interior la rompen tan sólo los frescos del ábside. Tanto la fachada como el campanario se construyeron en el siglos XII.
Iglesia de San Giorgio in Velabro |
San Teodoro: Esta pequeña iglesia circular del siglo VI, situada al pie del Palatino, esconde en su interior fantásticos mosaicos del siglo VI, así como la cúpula florentina. Lástima que estuviera cerrada y no pudiera contemplarlos.
Iglesia de San Teodoro |
Santa María della Consolazione: La iglesia se halla casi a los pies de la roca Tarpeia, donde se llevaron a cabo innumerables ejecuciones públicas. A finales del siglos XIV, se colocaría aquí una imagen de la Virgen María para proporcionar consuelo a los condenados a muerte en sus últimas horas. De ahí tomó su nombre la iglesia. Consta de una fachada barroca temprana. Sus once capillas laterales son propiedad de los nobles y miembros de gremios locales.
Iglesia de Santa María della Consolazione |
San Giovanni Decollato: El cuadro San Juan decapitado domina el altar mayor y da nombre a esta iglesia. El oratorio alberga una serie de frescos que describen la vida de San Juan Bautista.
Iglesia de San Giovanni Decollato |
CASA DEL CRESCENZI
Tras las cuatro iglesias anteriores, el exterior de esta casa sería mi siguiente parada, la cual destaca por estar repleta de pequeños fragmentos arqueológicos. Es todo lo que queda de una fortaleza del siglo XI. Fue construida por la familia Crescenzi como puesto de vigilancia de los antiguos muelles de Roma y del puente en el que la familia cobraba peaje. No se puede visitar su interior.
Casa del Crescenzi |
JARDÍN DE LOS NARANJOS
A sólo diez minutos de la zona anterior me esperaba la colina del Aventino, uno de los lugares más lindos de Roma, con sus elegantes casas y sus calles empedradas, la cual esconde otro de los secretos mejor guardados de la ciudad: un modesto jardín de naranjos situado detrás de un antiguo muro, que permite escapar del ajetreo y del bullicio de la ciudad. Un ambiente mágico con paseos entre arboledas de naranjos y enormes pinos piñoneros que se elevan sobre toda la zona dando un aire de catedral. Un lugar perfecto para pasear y relajarse que al final del mismo, como colofón, ofrece unas panorámicas únicas de la capital romana con la Basílica de San Pedro, la plaza Venecia, el río Tíber que fluye justo debajo y las numerosas y famosas terrazas romanas.
Jardín de los Naranjos |
Roma desde Jardín de los Naranjos |
En definitiva, un espacio verde encantador, de un romanticismo especial, que combinado con el tono anaranjado ardiente del atardecer y con la ciudad a tus pies, hace que el tiempo se detenga y sea realmente complicado seguir la marcha, pues tanta belleza consigue atraparte hasta conseguir dejarte casi inmovilizado. Puede parece exagerado, pero no hay nada como acudir a este lugar y comprobarlo in situ.
Roma desde Jardín de los Naranjos |
IGLESIA DE SANTA SABINA
Adosada al anterior se encuentra esta basílica cristiana cuya luz se filtra a través de ventanales del siglo IX, iluminando una amplia nave enmarcada por columnas corintias, sobre la que se apoya una arcada decorada con un friso de mármol. Sobre la puerta principal hay una inscripción en mosaico azul y dorado del siglo V. Hay que destacar el púlpito, el coro tallado y el trono arzobispal. El pórtico lateral tiene puertas de madera con escenas bíblicas, entre ellas una de las primeras crucifixiones. La iglesia fue donada a los dominicos en el siglo XIII.
Iglesia de Santa Sabina |
Iglesia de Santa Sabina |
IGLESIA DE LOS SANTOS BONIFACIO Y ALESSIO
A continuación visitaría esta iglesia dedicada a dos santos cuyos restos mortales reposan bajo el altar mayor. Cuenta la leyenda que Alessio, hijo de un rico senador que habitó este lugar, quiso huir de un matrimonio concertado y se hizo peregrino. Al volver a casa tras muchos años, murió como un criado, sin ser reconocido, bajo las escaleras del vestíbulo de la residencia familiar, legando su historia a la posteridad.
Iglesia de los Santos Bonifacio y Alessio |
Iglesia de los Santos Bonifacio y Alessio |
La iglesia original data del siglo V y ha sufrido cambios sustanciales. Destaca la fachada con sus cinco arcos, la puerta en estilo cosmatesco y el magnífico campanario románico de cinco pisos.
PLAZA DE LOS CABALLEROS DE LA ORDEN DE MALTA
Rodeada de cipreses, esta plaza amurallada, decorada con obeliscos y trofeos militares, fue proyectada en 1765. Se llama así en honor de la Orden de los Caballeros de Malta, cuyo priorato en el número tres es famoso por la cerradura de bronce, a través de la cual se ve la cúpula de San Pedro en miniatura enmarcada en una avenida arbolada.
Cerradura Priorato de los Caballeros de la Orden de Malta |
Pero sería aquí donde me llevaría la gran decepción no sólo del día sino también del viaje. Y es que tras ponerme a la fila que había, creyendo, iluso de mí, que avanzaría rápido dado que lo único que hay que hacer es mirar por la cerradura, sin embargo me pasaría la friolera de una hora y cinco minutos hasta que pude mirar por la dichosa mirilla. Y es que el problema es que la gente se entretiene tratando de sacar la foto perfecta de la famosa imagen, originando ello estas esperas de locura. Un tiempo que puede ser de oro si tienes pendiente otros lugares, por lo que creo que no merece la pena salvo que no se tenga nada mejor que hacer.
Priorato de los Caballeros de la Orden de Malta |
Afortunadamente, mis visitas terminarían con la siguiente parada a la que ya llegaría de noche como consecuencia de lo que acabo de contar.
PIRÁMIDE DE CAYO CESTIO Y PUERTA DE SAN PAOLO
Mi última parada en la capital italiana sería para admirar la peculiar tumba de Cayo Cestio, un rico magistrado romano que murió en el año 12 a.C. Debe su fama a que se trata de una imponente pirámide de 36 metros, revestida de mármol blanco y situada en la muralla Aureliana. Tardaría en construirse casi un año y cuando se hizo debió de estar en tan poca consonancia con su entorno como lo está hoy.
Pirámide de Cayo Cestio y Puerta de San Pablo |
Justo al lado, también podría admirar la puerta de San Paolo, también llamada puerta Ostiensis, pues desde ella partía la Via Ostiense que unía Roma con el gran puerto de Ostia. Cambió su nombre al de San Pablo por ser el camino que llevaba a la basílica de San Pablo de Extramuros, que desgraciadamente me he vuelto a quedar sin poder visitar por falta de tiempo.
Por ella entraron los ostrogodos en el año 549 tras la traición de la guarnición de Isaurian, y en ella se hizo frente a las fuerzas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial dos días antes de que se declarara el armisticio.
Sería aquí donde finalizaría esta segunda visita a Roma, pues ya no había tiempo para más.
Era el momento de volver a coger el metro en la estación Pirámide, situada en esta misma plaza y bajarme sólo tres paradas después en la estación Cavour desde donde llegaría caminando al hotel para recoger la maleta.
MERCADO CENTRAL
Tras ello volvería otra vez a la estación Cavour del metro y me bajaría en la Estación Central, desde donde saldría el tren hacia mi siguiente destino. Iba con tiempo suficiente por lo que aprovecharía para hacer una cena temprana en el Mercado Central que tanto me había gustado. Esta vez elegiría el puesto de la familia Michelis donde probaría una pasta Cacio e Pepe que estaba espectacular (10 euros). Justo en el puesto de al lado, me animaría a probar también un croqueta de arroz con tomate y queso (3 euros), también impresionante. Y de beber una cerveza artesanal italiana de una calidad inmejorable. (7 euros). Como se ve, se pida lo que se pida la calidad es brutal, por lo que es imposible salir decepcionado de allí.
Puesto Familia Michelis. Mercado Central |
A las 19:35 estaba programada la salida hacia Nápoles, la cual sería objeto de un retraso de 25 minutos, por lo que hasta las 20:00 no partiría hacia dicho destino al que llegaría a las 21:10. Efectivamente, había elegido un tren bala llamado Frecciarossa que por sólo 30 euros me permitía reducir en más de la mitad la duración del trayecto.
Tren Frecciarossa hacia Nápoles |
El lugar de llegada del tren sería la estación de Nápoles Central, ubicada en la plaza Garibaldi, todo un lugar de encuentro en la ciudad, aunque por la noche dicen que no es el mejor sitio para estar. Por ello nada más salir de la estación me encaminaría con paso firme y directo a mi hotel, el cual estaba situado en una de las bocacalles de la plaza.
HOTEL CINEHOLIDAY (NÁPOLES)
Había elegido el Hotel Cineholiday, donde haría acto de presencia a las 21:20. Tengo que reconocer que se me caería un poco el mundo a los pies cuando vi la zona y el portalón de entrada que estaba en unas condiciones deplorables. Afortunadamente, tras subir las escaleras que me llevaron a la recepción la cosa mejoraría, aunque nada que ver con mi querido hotel Hiberia de Roma al que ya echaba mucho de menos. Y es que el hotel Cineholiday estaba unos puntos por debajo de aquel, aunque es cierto que era correcto y limpio y cumplía su función, pero cuando uno se acostumbra a lo bueno pues ya se sabe que luego cuesta asimilar el cambio.
Hotel Cineholiday |
Haría bien en cenar en Roma, ya que de repente el cansancio hizo aparición y no tardaría ni cuarto de hora en meterme en la cama.
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