Quedaban apenas unas horas para que abandonase
esta maravillosa región del Peloponeso que es Mani y aunque suponía más paliza
en coche, opté por aprovechar ese tiempo para conducir a algunos lugares a los
que me fue imposible llegar los días anteriores y que me resistía a marcharme
sin conocerlos.
MOUNTANISTIKA
El primero de ellos era la aldea de Mountanistika, a la que tardaría en
llegar 45 minutos y es que la carretera hasta allí casi que podría calificarse
de infernal, ya que está llena de curvas y sin apenas visibilidad, por lo que
hay que armarse de paciencia e ir con todos los sentidos. Podréis decir bueno
pues como en el resto de la región de Mani. Es cierto, pero subiendo todavía
más la dificultad ya que no hay manera de que quepan dos coches en paralelo y
por un lado hay un precipicio de considerable altura, por lo que sólo queda
cruzar los dedos o tocar madera, para que eso no suceda. Afortunadamente, era
temprano y pude llegar sin encontrarme con nadie.
Este pequeño pueblo de montaña está considerado
el más alto de la península por lo que las vistas en la lejanía de muchos otros
pueblos y de sus alrededores son espectaculares. Sólo por ello ya merece la
pena haber pasado el trago de la carretera.
Mountanistika Vistas desde Mountanistika
Su otro gran aliciente es el conjunto de casas torre, cuya mejor visión es a lo lejos, varios cientos de metros antes de llegar. No obstante, pasear en solitario entre ellas es también una auténtica gozada.
Mountanistika Mountanistika Mountanistika
Recomiendo también dar un pequeño paseo hasta cualquiera de las pequeñas colinas que hay saliendo del pueblo por los pequeños senderos naturales que se forman para así poder tener una visión de todo el conjunto a vista de pájaro.
LAGIA
Mi siguiente parada sería en Lagia, donde no tendría problemas en llegar ya que la carretera
seguía estando completamente solitaria. En veinte minutos había recorrido los
trece kilómetros que me separaban del mismo.
Lagia está considerado como uno de los pueblos
mejor conservados de Mani y desgraciadamente también está casi totalmente
vacío. Sus casas torre de piedra vuelven a ser un buen ejemplo de este tipo de
arquitectura en Mani, a lo que hay que sumarles que algunas de ellas tienen la
forma única de tronco piramidal. Atravesando su calle principal se puede
percibir a la perfección el trabajo hecho por los artesanos de la zona,
guardando cada una de ellas su propia historia que se pierde con los años.
Había leído que en este pueblo había un bar un tanto peculiar y, por supuesto, no quería marcharme sin conocerlo. Se trataba de “Bey´s Café”, ubicado en la calle principal. Es famoso por sus paredes completamente decoradas: fotos antiguas, en color o en blanco y negro, colgadas por todas partes; pinturas que muestran a ancianas, higos chumbos, cuchillos, torres, abalorios, esculturas y mucho más. Las paredes están pintadas con bonitos retratos y otros temas populares. Sus propietarios tienen dos hijos: un escultor y un pintor, quienes obviamente son los responsables de esa impresionante y extraña “galería de arte”. Pero mi gozo en un pozo porque hace unos años que cerró.
La iglesia
de la Dormición de Nuestra señora sería el único ejemplo de arquitectura
religiosa que podría ver por estos lares.
Iglesia de la Dormición de Ntra Sra. Lagia Iglesia de la Dormición de Ntra Sra. Lagia
PARALIA AMPELO
El calor empezaba a apretar por lo que me pareció
buena idea hacer una parada para refrescarme en una playa situada a 5,5 km y
que se la conoce con el nombre de Paralia
Ampelo.
No había nadie, por lo que pude disfrutar del
idílico entorno entre montañas y de las aguas cristalinas color turquesa en
completa soledad. La nitidez al entrar en el agua era algo fuera de lo común,
pudiendo apreciar hasta el más mínimo detalle del fondo.
MYSTRAS
Tras relajarme un poco más tomando el sol, sobre
las 12:00 me ponía en marcha hacia el lugar al que iba a dedicar la tarde
entera: ni más ni menos que el recinto arqueológico de Mystrás, uno de los mejores de toda Grecia y del que me separaban
noventa kilómetros, los cuales me llevarían casi dos horas recorrerlos.
No obstante, antes de dirigirme a realizar la
visita, pasaría por el que iba a ser mi alojamiento esta noche. Se trataba de Christina Guest House, situado en la
plaza central de Mystras y a sólo cinco minutos en coche del complejo
bizantino. La habitación era enorme con mesita y sillas, televisión, nevera,
aire acondicionado y estaba muy limpia. También tenía un pequeño balconcito que
daba a la montaña. La cama era cómoda y se duerme bien. El baño también estaba
limpio, tenía artículos de aseo y el agua caliente funcionaba bien. La
anfitriona fue muy amable y me hizo sentir como en casa. El wifi funciona bien
y hay parking gratuito dentro del alojamiento. La calidad – precio fue
excelente, costándome la noche 36 euros. No incluye desayuno, pero hay
cafeterías muy cerca. Recomendable 100%
Tras comer algo rápido en la plaza del pueblo me
dirigí a una de las puertas de entrada del complejo arqueológico de Mystras en
coche, que como ya he comentado se encuentra a sólo cinco minutos del centro de
la población. Aunque había leído recomendaciones de partir la visita en dos
para que no fuese tan cansada, utilizando el coche para llegar a su parte más
alta y al terminar esta volver a cogerlo para ir a la parte media y baja, no me
apetecía andar con este tipo de jaleos, por lo que como estaba con fuerzas y
entusiasmo, optaría por acceder al recinto por su entrada inferior y realizar
la visita de abajo a arriba y luego deshacer todo lo hecho y así disfrutar de
nuevo de lo visto. Total estaba en uno de los lugares que más me apetecía
conocer de esta zona de Grecia y no iba a andarme con remilgos.
Es fundamental venir con tiempo a este lugar, pues para visitarlo con tranquilidad se necesita o toda la mañana o toda la tarde, tardando una media de unas cuatro horas, sino cinco, para verlo todo sin prisas. Creedme que aunque pueda parecer exagerado entre todo lo que hay que ver, el desnivel y las fotografías, el tiempo pasa volando. Si hace calor y no se está demasiado en forma la visita puede ser agotadora ya que el recorrido es de unos tres kilómetros o más, por lo que es indispensable traer agua y buen calzado, así como crema para no acabar quemado.
Mystrás emociona. No sólo por su aspecto de
ciudad fantasma. Existe un todo
inmutable que procede de la belleza del lugar, dominada por la fortaleza de los
Villehardouin, cuyo macizo aspecto se atenúa por el espacio delimitado que la
rodea; de las ruinas enterradas, confundiéndose en la vegetación; en las
pequeñas iglesias que atemperan la rudeza de los derruidos muros y donde se
iluminan la calma y el frescor. Y la vista que se abre sobre la redondeada
llanura de Esparta es casi irreal. No es de extrañar, por tanto, que fuese
declarada Patrimonio de la Humanidad en 1989 por la UNESCO.
A escala de toda Grecia, la historia de Mystrás parece bien corta. Fueron los francos los que la fundaron en 1249, pasando diez años después a manos bizantinas. Pero fue en 1349 cuando la ciudad se convirtió en capital de una región gobernada por un hijo o un hermano, no se sabe con seguridad, del emperador de Constantinopla. Es lo que se conoce como “Despotado de Morea”, nombre que se le daba por aquel entonces a la urbe. Centro intelectual, artístico e industrial, la ciudad no cesa de prosperar consiguiendo su esplendor en el siglo XV, cuando artistas de Italia y de la propia Constantinopla dieron a sus iglesias un aire renacentista italiano. Esta edad de oro duraría hasta que se produjo la rendición a los turcos en mayo de 1460.
Su configuración geográfica en el flanco de la montaña, convierte a Mystrás en una excepción en el urbanismo bizantino, expandiéndose de arriba a abajo con el paso del tiempo.
Tras comprar la entrada (12 euros) accedía a este
antiguo pueblo bizantino construido en las faldas del monte Taygetos con
excelentes vistas sobre el verde valle del río Evrotas y la ciudad de Esparta.
La parte sur del cerro está limitada por un profundo desfiladero que hace que
el pueblo sea inaccesible desde allí.
Nada más pasar la taquilla y girando a la derecha
lo primero con lo que te topas es con el complejo de Metrópolis, que era la sede de la administración eclesiástica del
Despotado (como se denomina a este tipo de nuevo estado griego). Su edificio
principal es la iglesia de Aghios
Demetrios, construida originalmente
como una basílica de tres naves, pero luego reconstruida con un
cruciforme de cinco cúpulas con inscripciones añadidas arriba. En el interior
se pueden ver frescos de principios del siglo XIV, los cuales sin ser los más
hermosos de Mystrás, merecen ser observarlos. Resalta, en el nártex, el Juicio
final. El último emperador bizantino fue coronado aquí en 1449; una placa con
un águila bicéfala marca el lugar.
Metrópolis. Mystras Agios Demetrios. Metrópolis. Mystras Agios Demetrios. Metrópolis. Mystras
La misma Metrópolis está precedida por un agradable patio con arcadas que dan acceso a un pequeño museo en el que se muestran iconos, fragmentos de construcción, maderas esculpidas, etc.
Agios Demetrios. Metrópolis. Mystras
Continuando por el camino podría ver a mano izquierda la iglesia de Evangelistria, de la segunda mitad del siglo XIV, y un poco más adelante encontraría el complejo monástico Vrontóchion, construido en el siglo XIII como centro cultural de la Mystrás medieval. En el siglo XV dio aquí clases el filósofo neoplatónico Plethon. Posee dos magníficas iglesias: la más antigua, Agioi Theódoroi, data de 1295 y contiene la cúpula más grande de la ciudad.
La otra recibe el nombre de Hodigitria – Afendiko y fue construida por el monje Pacomios en 1311. Se encuentra muy bien restaurada, sus hermosas proporciones con hasta seis cúpulas, recuerdan el equilibrio de Santa Irene de Constantinopla, o la más cercana iglesia de Dafni, con un hermoso campanario y sobre todo excepcionales pinturas, cuya influencia llegará hasta Rusia, como el grupo de santos del nártex, el excepcional retrato de San Gregorio de Armenia o un abarrotado bautismo con monstruos acuáticos en la bóveda sur.
Hodigitria - Afendiko. Mystras Hodigitria - Afendiko. Mystras
Continuaría hacia arriba y, abandonando el camino principal, una senda a la izquierda me llevaría hasta el monasterio de Pantanassa, siendo el último en construirse en Mystras en 1428. El campanario y una agradable galería se abren sobre la llanura de Esparta. En el interior, merece la pena contemplar las pinturas de los registros superiores. Algunas, aunque bastante estropeadas, son de hermosa factura (la Huída de Egipto, la Natividad, la Entrada en Jerusalén) que recuerda de forma sorprendente la Italia del Quattrocento.
Monasterio de Pantanassa. Mystras Monasterio de Pantanassa. Mystras Monasterio de Pantanassa. Mystras
Más allá del anterior, por un sendero campestre perfumado de tomillo, hallaría la casa de Ioannis Phrangopoulos, una de las viviendas más impresionantes de la ciudad, para posteriormente encontrarme, aplastado contra la roca, el monasterio de Peribleptos, uno de los más hermosos no sólo de Mystras sino de toda Grecia. Del siglo XV alberga una compacta iglesia de tres naves. Su pequeña cúpula muestra un fresco del Pantocrátor, flanqueado por la Virgen y los profetas. Los frescos, del siglo XIV, son los mejores de Mystras y se centran en las doce principales fiestas de la iglesia. Incluyen una alegre Natividad y Bautismo en la bóveda sur, la Transfiguración y Entrada a Jerusalén, en la nave oeste, y Tomas escéptico y Pentecostés en la bóveda norte, en el muro sobre la entrada. Otra reliquia notable es la cabeza de San Gregorio Nacianceno, arzobispo de Constantinopla del siglo IV.
Monasterio de Peribleptos. Mystras Monasterio de Peribleptos. Mystras Monasterio de Peribleptos. Mystras
Finalmente, en esta zona me encontraría con la iglesia de Aghios Georgios y la casa Laskaris, otra de las más impresionantes de la ciudad. Dispersas aquí y allá en la colina hay algunas casas privadas más que sobreviven en buenas condiciones y brindan información sobre aspectos de la vida cotidiana de los residentes.
Volviendo al camino principal y continuando el
ascenso, hallaría la Puerta de
Monemvasía que me llevaría hasta la pequeña iglesia Aghios
Nikolaos y al palacio de los
Déspotas, con dos alas que han sido reconstruidas. Los francos empezaron el
ala noreste; la sala noroeste, erigida después de 1348 es un raro ejemplo de
arquitectura cívica bizantina, contiene la sala del trono de los soberanos de
varias dinastías. La plaza sirvió para celebrar actos públicos de los déspotas
y como mercado bajo el dominio otomano. El conjunto de edificios estuvo
destinado para diferentes usos: dormitorios, almacenes, comedores, oficinas,
etc.
Puerta de Monemvasía. Mystras Palacio de los Déspotas. Mystras Agios Nikolaos. Mystras
Era el momento de afrontar el camino de penitencia hacia la parte más elevada de la Ciudad Alta. Una senda dura especialmente por el gran desnivel a afrontar, pero estaba tan emocionado de todo lo que este lugar me estaba ofreciendo que hasta me pareció llevadera. Además las excelentes vistas que se van consiguiendo de la ciudad fortificada y del conjunto del Palacio y la Ciudadela hacen que merezca la pena el esfuerzo.
Ciudadela de Mystras Camino hacia la Ciudadela de Mystras Llanura de Esparta desde Mystras
En el camino me encontraría con la iglesia de Aghia Sophia, una iglesia abovedada de dos columnas cruzadas en cuadro, la cual estaba directamente relacionada con el palacio. Sus esculturas, en gran parte reutilizadas, se han fechado a finales del siglo XII o principios del XIII. Posee también frescos de gran interés.
Agia Sophia. Mystras Agia Sophia. Mystras
Con las piernas cansadas, por fin conseguía llegar a la Ciudadela, flanqueada por escarpados barrancos al sur y al oeste. Conserva su diseño franco original, aunque sufrió cambios con bizantinos y turcos. Los dos patios interiores están rodeados por un circuito doble de muros cortina que se pueden recorrer a pie, con grandes vistas.
Fue aquí donde el escritor alemán Goethe, en la segunda parte de Fausto, ambientó el encuentro entre Fausto y Helena de Troya, resucitada después de 3000 años.
Aquí apuraría el resto del tiempo en Mystrás,
disfrutando de las soberbias panorámicas que me brindaba tan estratégica y
privilegiada posición. Agotaría hasta el último segundo y tendría el tiempo
justo para descender hasta la salida de la parte inferior donde hacía casi
cinco horas había dejado el coche.
Mystras desde su Ciudadela Vistas desde Ciudadela de Mystras Mystras en el regreso a la salida
Muy feliz por haber podido apreciar la gloria de este increíble lugar regresaría al centro de Mystrás, donde daría un pequeño paseo por algunas de sus calles. Para a las 20:30, puntual como un reloj suizo, estar en la puerta del hotel, pues había quedado a cenar con Aylén, una simpática argentina que también estaba recorriendo Grecia y que había conocido nada más llegar y con la que tras cruzar unas palabras habíamos congeniado sorprendentemente, por lo que nos emplazamos a este momento, una vez que yo terminara la visita al complejo arqueológico.
Nuestra velada se alargó hasta pasada la media
noche, hablando de la vida y de todos los temas habidos y por haber,
despidiéndonos hasta que el destino, tal vez, decida que nos encontremos de
nuevo.
No hay comentarios :
Publicar un comentario