29 de Agosto de 2021.
Después de
dos intensos días de turismo cultural, bien nos merecíamos un descanso y
tomarnos la jornada que comenzaba algo más relajada, por lo que nos pareció buena
idea volver a hacer uso de uno de los ferries de la compañía estatal
Jadrolinija para alcanzar el paraíso y descansar durante toda la jornada.
Para
ello habíamos elegido la isla de Brac,
donde se encontraba otra de esas idílicas playas del archipiélago croata que
desde que habíamos visto fotografías de la misma, no hacíamos más que soñar con
ella. Me refiero a la playa del Cuerno de Oro (Zlatni Rat), pero hasta llegar a
ella todavía habría que esperar unas horas.
Para
empezar no madrugaríamos en exceso y optaríamos por coger el ferry de las
10:30, debiendo estar en el puerto de Split una hora antes, para no quedarnos
en tierra debido a que el embarque se realiza por orden de llegada y no por la
hora que hayas elegido como ya expliqué en el capítulo de la isla de Dugi Otok,
por si alguien se ha animado a empezar a leer por aquí directamente.
Split desde Ferry hacia la Isla de Brac |
Una vez más,
con este margen de tiempo, no tendríamos ningún problema e incluso sobró
espacio en la bodega para más vehículos, pero insisto, de nuevo, que en
temporada alta y sin pandemia, esto puede no ser suficiente y podría suceder
que haya que esperar al siguiente ferry.
Si no
tienes coche y lo único que vas a hacer en Brac es ir a la playa el Cuerno de
Oro, estás de suerte, porque en verano puedes coger uno de los catamaranes que
te llevan de forma directa a la población de Bol y desde esta, estás sólo a 2,5
km de la playa.
Navegando hacia la Isla de Brac |
Antes de continuar, me parece curioso destacar que Brac es célebre, además de por la playa en la que íbamos a descansar, por su radiante piedra blanca con un gran valor por su calidad como material de construcción, utilizándose para construir lugares tan importantes como el palacio de Diocleciano en Split, la Casa Blanca en Washington, el Parlamento de Viena o el Reichstag de Berlín. Casi nada.
En
cincuenta minutos desembarcábamos en la localidad de Supetar, una tranquila población que, por lo poco que pudimos ver,
invita a pasear por ella pues cuenta con un bonito centro histórico y un
cementerio al lado del mar que alberga el impresionante mausoleo Petrinovic,
una rotonda ricamente decorada que se puede ver desde la cubierta del barco
según este se va acercando para atracar.
Llegando a Supetar |
Pero aunque no os lo creáis, todavía tendría que esperar un poco el reposo y el relax, pues nada más desembarcar nos dirigiríamos hacia el punto más alto de la isla, al monte conocido como Vidova Gora, situado a unos veinte kilómetros del puerto y al que llegaríamos en sólo media hora. El acceso se encuentra en buen estado, pues la carretera está asfaltada y está perfectamente indicado.
La
recompensa de este pequeño desvío no sería poca, pues al ser el punto más alto
de las islas del Adriático con 778 metros, brinda unas vistas asombrosas,
pudiendo observarse la isla de Hvar como si de un plano se tratara, la isla de
Vis, las montañas de la península de Peljesac, la cordillera de Biokovo en el
horizonte y, como guinda del pastel, la playa del Cuerno de oro, bajo nuestros
pies, a vista de pájaro. Es un mirador soberbio que realmente merece la pena y
no defrauda.
Mirador del Monte Vidova Gora |
Mirador del Monte Vidova Gora |
Después de un buen rato en este maravilloso lugar, nos volveríamos a poner en marcha, para dirigirnos hacia tan renombrada playa, aunque yo optaría por apearme en la localidad de Bol, antes de seguir hacia la misma. En este caso, mis amigos no tendrían piedad y se irían para allá de forma directa.
Desde el
mirador a la playa hay otros treinta kilómetros que se hacen en unos cuarenta
minutos.
Yo, sin
embargo, quería conocer Bol, un
apacible pueblo ubicado alrededor de un bonito puerto. Lo que merece la pena
realmente es pasear por el paseo marítimo y por las calles principales de la
localidad, aunque si hay que destacar algo sería la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Karmel, en una de
las calles más importantes, y el monasterio
dominico que descansa sobre un cabo en el extremo de la población y está
decorado con pinturas, entre las que figura “La Virgen con Santos” atribuida a
Tintoretto.
Bol |
Bol |
Bol |
Y ahora sí, había llegado el momento, también por mi parte, de relajarse por lo que sólo tenía que llegar hasta la playa de ensueño que se encuentra a 2,5 km de la población de Bol. Lo bueno que hay un trenecito que recorre esa distancia por la módica cantidad de 20 HRK si es sólo de ida y 30 HRK si es de ida y vuelta. El trayecto no es más de un cuarto de hora.
Tren Bol - Playa del Cuerno de Oro |
La playa Zlatni Rat está considerada no sólo como una de las mejores de Croacia sino del mundo. Se caracteriza por ser una lengua de piedras que penetra en unas aguas azul turquesa de una transparencia poco común. Su nombre, como ya he mencionado, se traduce como “cuerno de oro” o “cabo de oro”. Su forma cambia constantemente en función del viento y las corrientes. En los meses de julio y agosto suele estar hasta arriba, aunque en esta ocasión no había excesiva gente. En la punta suele soplar bastante viento, aunque en los laterales este desaparece o amaina bastante.
Playa del Cuerno de Oro o Zlatni Rat |
Playa del Cuerno de Oro o Zlatni Rat |
Cuando llegué, mis amigos ya habían buscado un lugar perfecto donde pasar la jornada. Habían seleccionado unas tumbonas en la parte izquierda del saliente, si miras hacia la punta de este. Allí estaban con sus mojitos y felizmente relajados, algo que no tardaría mucho en imitar, sólo lo que tardé en ponerme el bañador.
Playa del Cuerno de Oro o Zlatni Rat |
Pasaríamos todo el día allí disfrutando de la temperatura ideal del agua y del descanso y reposo, pues es verdad que los días anteriores habían sido algo intensos y nos hacía falta.
Al ser una
zona tan solicita hay varios bares y chiringuitos que ofrecen todo tipo de bebidas
y comidas por lo que no tendríamos problemas en comer, eligiendo pizzas y hamburguesas,
así como helados, batidos y mojitos. Como se ve todo un festín.
Sobre las
18:00 empezaríamos a recoger y nos pusimos en marcha hacia Supetar, llevándonos
el trayecto unos cincuenta minutos, ya que ahora sería sin paradas intermedias.
Llegaríamos sólo media hora antes de la salida del ferri y no tendríamos
problema alguno con el embarque, ya que nos imaginábamos que la demanda sería
baja en base a las experiencias anteriores y no nos equivocamos.
Isla de Brac camino hacia Supetar |
A las 19:30 en punto, soltaban amarras y nos iríamos alejando de Supetar que en estos momentos del día nos brindaba una hermosa imagen gracias a los rayos de sol reflectándose sobre las fachadas de sus casas y el campanario de su iglesia.
Supetar al atardecer |
Poco después sería la propia isla de Brac la que quedaba en la lejanía, mientras el sol se iba escondiendo poco a poco en el horizonte, entre tonalidades rojizas y anaranjadas y algunas pequeñas nubes de formas curiosas.
Puesta de Sol en la Navegación hacia Split |
Puesta de Sol en la Navegación hacia Split |
Una hermosa manera de dar por finalizada la jornada, pues cuando llegamos a Split, sólo habría ya tiempo de regresar a nuestra casa, cenar y hacer las maletas, pues mañana cambiábamos de alojamiento.
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