POLONIA - DIA 09. Cracovia: centro histórico

 8 de Septiembre de 2020.

Romántica hasta la última piedra, orgullosa, nostálgica y generosa al mismo tiempo, Cracovia es una de las ciudades más bellas de Europa Central, junto con Praga y Budapest. Es algo raro en Polonia: una auténtica ciudad antigua, y no una reconstrucción tras un pasado marcado por la guerra. Si la ciudad ha sobrevivido a los avatares de la historia, ha sido sin duda por su belleza: sus muchos invasores siempre prefirieron vivir en ella en lugar de destruirla. Cracovia es a la vez un centro cultural y un lugar festivo donde los edificios históricos, festivales y óperas son tan numerosos como los bares.

Un nuevo madrugón era necesario para tomar el tren de las 07:33 con destino Cracovia y así poder aprovechar bien el día. Afortunadamente, a partir de este momento el viaje volvía a desarrollarse según lo previsto inicialmente y salvo algún cambio en los horarios respecto a ciertas visitas por falta de gente, el resto no se vería afectado en prácticamente nada.

Durante las tres horas y media que duraría el viaje de Wroclaw a Cracovia me daría tiempo a leer una bonita leyenda de cómo sería fundada la ciudad:

Hechizados por la belleza de la colina de Wawel, se instalaron en ella un pueblo feliz y su rey Krahus. La llegada de un malvado dragón a una cueva en el flanco de la colina turbó su plácida existencia. El dragón, que hostigaba a los vecinos, mató a varios de ellos, sumiendo la ciudad en el miedo y el pánico. Entonces, el rey Krahus ofreció la mano de su encantadora hija a quien acabara con el monstruo. Varios caballeros, a cada cual más valeroso, intentaron la hazaña, pero fue en vano. Finalmente sería un ingenioso zapatero quien hallaría la solución: mató un cordero, le llenó el vientre de azufre y lo arrojó al monstruo. En cuanto el dragón devoró aquel cebo, se fue al Vístula a beber agua y más agua hasta que reventó. El zapatero se casó con la princesa y fueron felices y así nació la ciudad de Cracovia.

La historia más seria dice que las primeras pruebas escritas que revelan la existencia de la ciudad se remontan al siglo X. La ciudad se convirtió en capital del reino polaco en el siglo XI, durante el reinado de Casimiro el Renovador. En 1241, tras las destrucciones provocadas por los tártaros la ciudad se dotó de una gran plaza del Mercado, que por entonces era la más grande de Europa. Cuando Segismundo III trasladó la residencia real a Varsovia (1596), la ciudad perdió gran parte de su importancia. En 1815, después del Congreso de Viena, los austriacos se la anexionaron. Como consecuencia de los repartos de Polonia, Cracovia obtuvo, junto con algunas ciudades vecinas, el estatuto de una minúscula república libre, que perdió 35 años después con el regreso a la tutela austriaca hasta 1918…

Eran las 11:00 cuando me apeaba en la estación central de Cracovia, desde donde no tendría que andar más de diez minutos hasta el hotel que me iba a acoger las próximas tres noches y que se llamaba Pollera, un edificio inspirado en el estilo Art Nouveau, con muebles de madera oscura y pasillos y habitaciones con moqueta y lámpara doradas que recuerdan viejos tiempos.

Estación Central

Hotel Pollera

Se sitúa en pleno centro histórico de la ciudad lo que me iba a permitir llegar a cualquier lugar caminando, algo que me iba a ahorrar mucho tiempo como en otras ciudades polacas. La habitación era pequeña pero agradable y limpia y a un precio más que razonable, 134 PLN por noche, unos 30 euros. El desayuno también estaba incluido y era más que razonable, con huevos, salchichas, fiambre, macedonia, tostadas, zumos, etc. Su personal era amable y dispuesto a solucionar cualquier duda o problemas que se te pudieran presentar.

Hotel Pollera

Hotel Pollera

Como ya venía siendo tradición en Polonia, a pesar de la hora, no tendrían ningún problema en permitirme acomodarme en mi habitación, por lo que pude dejarlo todo organizado antes de comenzar la visita a la ciudad. El cielo estaba despejado y la temperatura de unos 25 grados que unido a la poca gente que había por la calle para lo que suele ser normal en Cracovia, hacía que no se pudiera pedir más.

El primer edificio en el que me fue imposible no fijarme nada más salir del hotel, pues se encontraba justo enfrente de este, fue el Teatro Juliusz Slowacki, construido entre 1890 y 1893, inspirado en la Ópera de París, dedicado al gran poeta romántico y considerado entonces como uno de los más modernos  y adelantados del mundo, con una acústica excepcional. La construcción de la primera central eléctrica de Cracovia fue realizada para suministrar energía exclusivamente al teatro. La fachada es extraordinariamente rica en decoraciones escultóricas dispuestas en grupos. La primera representación tuvo lugar en octubre de 1893 y se transformó en una fiesta para los representantes de la cultura polaca, llegados hasta aquí desde todos los rincones del mundo.

Teatro Slowacki

Tras avanzar un poco y torcer a la izquierda me daría de bruces con una parte del antiguo cerco de murallas que se construyeron para defender la ciudad de los continuos asedios de los tártaros, que en 1241 la habían reducido a escombros. En el siglo XV, el actual casco antiguo de Cracovia estaba rodeado por un foso y una doble cortina reforzada, que llegó a contar con 47 torres, cuadradas y cilíndricas, y ocho puertas, desempeñando a la perfección su rol defensivo. Cuando fue demolida a comienzos del siglo XIX, para dejar paso a unos jardines conocidos como Planty, de ella quedó el tramo en el que ahora me encontraba apreciando así la torre de los Carpinteros, la de los Calafateros y la de los Merceros.

Muralla y Torres

Muralla, Torre y Museo de los Príncipes Czartoryski

Pero por encima de las anteriores destaca la puerta de San Florián, dedicada al santo patrón de Cracovia, que cerraba la más importante vía de acceso al centro y de la que se hace mención por primera vez en 1307. Junto a sus muros, los artistas de la ciudad acostumbran a exponer sus obras. Mirando hacia el exterior de dicha puerta podría ver, colosal e imponente, la gran Barbacana, una construcción gótica fortificada que defendía la entrada principal de la ciudad y que hoy representa, en Polonia, la única estructura de este tipo llegada hasta nosotros absolutamente íntegra. Los espesos muros presentan numerosas aberturas destinadas a las armas de fuego. Esta estructura estaba conectada con la puerta de San Florián mediante un muro de espesor doble, conocido como “el gollete”, cuya función era proteger el puente que salvaba el foso.

Barbacana

Torre Florián

Atravesando, de nuevo, la puerta de San Florián y dejando a mi derecha el antiguo arsenal, hoy convertido en el museo de los Príncipes Czartoryski, cerrado por reformas, avanzaría por la encantadora Ulica Florianska, una calle repleta de tiendas, cafés y restaurantes que siempre tuvo una vocación comercial y que en condiciones normales debería estar a rebosar de gente y que en estos momentos estaba semidesierta. Formaba parte de la Ruta Real, por donde venían los reyes desde Varsovia para coronarse en Cracovia.

Ulica Florianska

Avanzando lentamente por la vía anterior, de manera sosegada, en pocos metros tendría ante mí la joya de la corona de la ciudad: la impactante Rynek Glowny o Plaza del Mercado, una de las más grandes de la Europa medieval, dispuesta en forma de cuadrado ligeramente irregular, con lados de 200 metros y flanqueada por casas de los siglos XIV y XV con portadas de piedra renacentistas y barrocas, así como numerosos elementos arquitectónicos originales.

Plaza del Mercado

Plaza del Mercado

Casi todos los edificios que la componen tienen interés histórico o artístico, destacando los siguientes:

Lonja de Paños (Sukiennice): preside el centro de la plaza teniendo sus fachadas principales cien metros de largo. Destacan sus pórticos de arcos apuntados, así como la iconografía de los capiteles, todos diferentes a lo largo del perímetro del edificio. En el interior, bajo las bóvedas de medio punto en el que se hallan representados los escudos de las ciudades polacas, el mercado es hoy un animado bazar con innumerables tiendas que venden objetos de artesanía artística como trajes tradicionales, huevos pintados, marionetas de madera, etc. En la parte superior del edificio se encuentra la Galería de Arte Polaco del siglo XIX, cuya visita no realizaría.

Mercado de Paños

Monumento a Adam Mickiewicz: fue erigido a finales del siglo XIX para rendir homenaje al poeta polaco más grande de la época romántica con ocasión del regreso a la patria de sus cenizas, conservadas en la Catedral edificada sobre la colina de Wawel. El monumento constituye uno de los lugares de encuentro más famosos de la ciudad.

Monumento a Adam Mickiewicz

Basílica de Santa María: la iglesia gótica dedicada a la Asunción de la Virgen, es el monumento más imponente de la Plaza del Mercado. La misma desempeñó el papel de iglesia principal de la ciudad, frecuentada durante siglos por la clase mercantil de Cracovia, mientras que la Catedral Regia edificada en la colina de Wawel era la iglesia principal de la diócesis. Destruida por los tártaros, tendría que sufrir tres reconstrucciones antes de renacer en 1355 como una de las iglesias góticas más bellas del país.

Basílica de Santa María

Basílica de Santa María y Monumento a Adam Mickiewicz

La nave es de entrada libre y entre sus numerosas capillas laterales destaca la de la Virgen Negra de Czestochowa, que es una copia de la original, aunque hay quien dice que es la verdadera. Pero el lugar más destacable es su coro (10 PLN) dominado por un espléndido retablo ejecutado por el gran escultor alemán Veit Stoss a finales del siglo XV. Con una altura de casi 16 metros y una anchura de 11 metros con las hojas laterales abiertas, este tríptico forma el mayor altar esculpido más grande del mundo. Aunque existe una ceremonia de apertura del retablo sobre la 12:00, pudiéndose admirar también la otra cara del mismo, en estos momentos al encontrarse parcialmente en restauración esta estaba cancelada, por lo que tendría que conformarme con verlo directamente abierto. Gracias a sus vivos colores, el retablo emerge del fondo oscuro del coro, un efecto reforzado por la luz dorada de las admirables vidrieras del siglo XIV. Sus personajes tienen una fuerza expresiva y un realismo sorprendentes.

Basílica de Santa María

Basílica de Santa María

Basílica de Santa María

Lo que me iba a quedar sin poder hacer, desgraciadamente, es subir a una de las torres de la basílica para contemplar las mejores vistas de la plaza del Mercado ya que como consecuencia del virus su apertura se había limitado a los fines de semana, así que en esta ocasión la suerte no estaría de mi lado.

Iglesia de Santa Bárbara y Ogrójec: según la tradición fue construida con los ladrillos sobrantes de la obra de la iglesia de Santa María.  Santa Bárbara nació como capilla funeraria y pese a numerosas  remodelaciones, su aspecto exterior ha conservado el estilo gótico original, mientras que el interior es barroco. En la capilla de Ogrójec se encuentra el grupo escultórico de piedra arenisca que algunos atribuyen a Veit Stoss, el mismo del retablo de la basílica de Santa María, por si no os habéis quedado con el nombre, en el que se representa a Jesús en el Monte de los Olivos orando entre los Apóstoles dormidos.

Iglesia de Santa Bárbara y Ogrójec

Iglesia de San Adalberto: de origen románico, esta pequeña iglesia está dedicada al primer patrón de Polonia y primer santo polaco, gran predicador que partió de Praga en misión evangelizadora y murió asesinado por los paganos prusianos. Es el edificio más antiguo de la zona de la Plaza del Mercado. Además de edificio de culto, cumplía también la función de baluarte auxiliar, pues defendía la ciudadela de Wawel por el lado norte. En su interior merece la pena observar su decoración barroca.

Iglesia de San Adalberto

Torre del Ayuntamiento: es todo lo que queda del antiguo Ayuntamiento de Cracovia, demolido a comienzos del siglo XIX. De estilo gótico posee más de 70 metros de altura y está ligeramente inclinada, hasta el punto de parecer descentrada. En su interior alberga una sección del Museo Histórico de la ciudad, pero lo que más me gustaría son las salas góticas del primer piso, con estupendas bóvedas de crucería. Pero reconozco que si entré en ella era porque esperaba encontrar buenas vistas desde su piso superior ya que me había quedado sin las que se obtienen desde la torre de la iglesia de Santa María, pero aquí la decepción sería que la galería que corona la torre es un espacio cerrado y los cristales hacen de importante barrera para obtener aquellas. Las mejores perspectivas serían al final desde los ventanales de pisos inferiores que se encontraban abiertos al hacer un buen día. (12 PLN)

Torre del Ayuntamiento

Plaza del Mercado desde Torre del Ayuntamiento

Escultura Eros Bendato: se trata de la gran cabeza que se puede encontrar al lado de la Torre del Ayuntamiento con los cánones característicos de la Grecia Clásica pero cubierta con vendas como si fuese una momia. El hueco de los ojos se encuentra vacío, representando que el busto está mirando hacia adentro, dejando así constancia de que el devenir del tiempo acaba con todo y que lo perfecto se vuelve imperfecto.

Escultura Eros Bendato

Como se ve la plaza no tiene desperdicio y da para mucho y aunque es preciosa, para mi gusto son más bonitas las de Poznan y Breslavia.

A continuación saldría del enorme espacio por una calle cercana a la torre del Ayuntamiento, para dirigirme a otra de nombre Jagiellonska donde se encuentra el Collegium Maius, uno de los edificios universitarios más antiguos del mundo, que no ha cambiado su función desde la Edad Media. Data del siglo XV y actualmente es sede del Museo Histórico de la Universidad Jagellónica. Había leído que la visita era necesariamente guiada, pero parece ser que debido a que no había gente se permitía hacer la visita por tú cuenta. De hecho en todo el recorrido sólo me cruzaría con dos personas. Hay que pagar en efectivo y el precio son 12 PLN.

Collegium Maius

La Universidad, albergada en este edificio durante muchos siglos, fue la segunda de Europa central después de la de Praga. Tiene su origen en la Academia de Cracovia, fundada en 1364 por el rey Casimiro III el Grande, pero su gran mecenas fue el rey Ladislao Jagellón, cuyo nombre lituano quedó unido para siempre al de la Universidad de Cracovia. En la historia polaca su ininterrumpida actividad, pese a periodos de persecuciones y clandestinidad, puede ser comparada únicamente con la continuidad de la tradición de la Iglesia católica.

Nada más atravesar su puerta exterior te encuentras con un bello y amplio patio porticado compuesto por arcadas góticas protegidas por un ancho alero, que recuerda el patio del castillo de Wawel. En la planta baja se pueden visitar las aulas en que se dictaban las clases. En la primera planta se encuentran las salas de representación de la Universidad cracoviana: la Librería, la Stuba Communis y el Aula Jagellónica. La Stuba Communis hacía las veces de comedor y sala de reunión para los profesores que vivían en el Collegium Maius, destacando la escalera de madera de roble de principios del siglos XVIII. El Aula es de por sí un admirable documento de la historia de la Universidad, con sus paredes decoradas con los retratos de los benefactores y protectores del instituto superior, el techo artesonado de madera y los sitiales para el cuerpo docente. En el dintel renacentista se lee el lema: “Plus ratio quam vis” (“Más vale la razón que la fuerza”).

Collegium Maius

Collegium Maius

Collegium Maius

Entre sus piezas más valiosas figura la colección de instrumentos alquímicos y astronómicos y, en particular, un mapamundi de 1510, el llamado Globo de Oro, que señala – primero en la historia – la presencia del continente americano.

Entre los estudiantes ilustres de esta universidad se recuerdan a Nicolás Copérnico y a Karol Wojtyla, futuro papa Juan Pablo II.

Aunque a la salida pensé en irme a comer, dada la cercanía decidiría acercarme a conocer la iglesia de Santa Ana, donde es imposible que pase desapercibida su imponente fachada barroca con dos torres, considerada uno de los máximos ejemplos en Polonia de este tipo de arquitectura. Desde su creación, la misma es parte integrante del barrio universitario, albergando las ceremonias más importantes ligadas a la vida estudiantil, tales como la solemne apertura del año académico. La decoración del interior es soberbia con un suntuoso altar mayor, según el modelo de las iglesias barrocas romanas de la Contrarreforma, un estupendo púlpito de madera sostenido por la figura de un ángel o el monumento funerario de San Juan de Kety.

Iglesia de Santa Ana

Iglesia de Santa Ana

Eran casi las tres y por tanto un buen momento para hacer un alto en el camino y elegir un lugar para comer. Tenía claro que sería un bar de leche (Bar Mleczny), uno de los antiguos locales que se abrieron para gente sin recursos en la época de entreguerras y donde se ofrecía, a precios bajos, comida tradicional principalmente formada por productos lácteos. Hoy ofrecen sopas, pierogis y otras especialidades polacas.

Optaría por uno llamado “Pod Temida” situado en la calle Grodzka, 43. Pediría una sopa de tomate con arroz de primero, una especie de gulash de carne con pan empanado en salsa de segundo y una tarta de moras de postre con una coca cola de bebida. Todo me saldría por 36 PLN, unos ocho euros, lo que es realmente increíble, costándome levantarme de la mesa de la cantidad que te sirven en los platos.

Bar de Leche Mleczny Pod Temida

Tras este descanso volvería a retomar las visitas turísticas comenzando, en primer lugar, con la iglesia de los Dominicos, en las inmediaciones de Ulica Grodzka, que con el paso de los siglos se convirtió en una de las más grandes de la ciudad, pero un incendio en 1850 destruyó la mayor parte de la decoración interior y buena parte del barrio que la rodeaba. En la década de 1980 fue el cuartel general de los estudiantes que se rebelaron contra el régimen; en él organizaron exposiciones de pintura subversiva. La nave, coronada por precisas nervaduras, posee una decoración neogótica reciente que incluye monumentales confesionarios de madera tallada. Destaca también la capilla barroca de la rica familia Myszkowski.

Iglesia Dominica

Iglesia Dominica

Casi enfrente se halla la iglesia de los Franciscanos, construida en el siglo XIII, convirtiéndose en rival de su vecina. En ella recayó el privilegio de acoger el solemne bautizo del gran duque de Lituania Ladislao Jagellón, como condición previa para su acceso al trono de Polonia. Afectada también por el incendio de 1850, al menos sacó partido con su nueva decoración de frescos y vidrieras art nouveau que la han conferido gran fama internacional. La más célebre es el retrato de Dios creador del mundo surgiendo en una apoteosis de colores, inspirada en la capilla Sixtina del Vaticano.

Iglesia Franciscana

Iglesia Franciscana

Era el momento de afrontar Ulica Grodzka, una pintoresca calle que serpentea desde la plaza Mayor del Mercado hasta Wawel en un bonito recorrido histórico con muchos edificios interesantes como la iglesia de San José o el Collegium Juridicum, pero destacando especialmente los siguientes:

Iglesia de San Pedro y San Pablo: es una de las más bonitas del barroco temprano polaco, la cual se encuentra cerrada por una estupenda verja de hierro forjado, intercalada por altos pedestales sobre los que se yerguen las estatuas barrocas de piedra blanca de los doce Apóstoles. El material en que fueron talladas, tierno y fácilmente atacable por agentes externos, se reveló poco resistente a la acción del tiempo. Por tanto, las que hoy se pueden ver son copias. En el interior se yergue una imponente cúpula, así como el espléndido altar mayor, un órgano con balaustrada del más puro estilo barroco, y la notable tumba del obispo Andrzej Trzebicki.

Iglesia de San  Pedro y San Pablo

Iglesia de San  Pedro y San Pablo

Iglesia de San Andrés: es la iglesia románica mejor conservada de Cracovia edificada con sillares de piedra caliza blanca. Fue fortificada en el siglo XIII para defenderse de los asaltos de los tártaros, encontrándose la fachada encerrada entre dos torres. El interior de estilo barroco conserva un valioso tesoro: uno de los belenes más antiguos de Europa y un icono de mosaico procedente de Constantinopla.

Iglesia de San Andrés

Iglesia de San Martín: de estilo barroco fue construida entre 1637 y 1640. La única que me encontraría cerrada a cal y canto.

Antes de llegar al final de la calle Grodzka decidiría trasladarme a su paralela conocida como Kanonicza (“de los Canónigos”), la cual formaba el último tramo de la Ruta Real que culminaba en la colina de Wawel. A partir del siglos XIV se llenó de las casas de los canónigos de Cracovia, a los que se concedió su uso a perpetuidad. Los sucesivos habitantes fueron modernizando cada una de las casas, y en consecuencia, las viviendas góticas incorporaron patios renacentistas con arcos, entradas barrocas o fachadas neoclásicas, pagadas por los canónigos, que disponían de suficiente capital dada su condición de élite de la iglesia. Esta diversidad de estilos arquitectónicos da a la ondulada calle su carácter pintoresco.

Ulica Grodzka

Ulica Kanonicza

Y nada más terminar la vía anterior me daría de bruces con las espectaculares murallas que protegen la colina de Wawel, definida por muchos como la “Acrópolis polaca”, de una importancia equivalente al Capitolio de Roma y el Kremlin de Moscú. A lo largo de los siglos este lugar ha consolidado su rol de santuario de la nación, que reúne en sí los máximos valores religiosos y patrióticos de Polonia, símbolo de la tradición religiosa y política nacional.

Colina de Wawel

Colina de Wawel

Pero mi intención hoy no era conocerla en profundidad, tan sólo rodear el perímetro de sus murallas y divisar las hermosas vistas que se obtienen desde sus bastiones del Vístula y sus alrededores, así como observar los exteriores de su Catedral y Castillo Real, familiarizándome con el inmenso espacio en el que me encontraba e investigando donde se hallaban las taquillas para comprar las entradas y los accesos a los diferentes lugares que se pueden visitar, que no son pocos, para de esta manera no dar palos de ciego cuando regresara pasado mañana.

Río Vístula desde la Colina de Wawel

Colina de Wawel

Catedral y Castillo Real. Colina de Wawel

En mi agradable paseo no podría dejar de sorprenderme contemplando los exteriores del inmenso complejo. Es realmente complicado apartar la mirada del cerco de murallas y torres defensivas, como la torre de los Ladrones en la ladera que mira hacia el Vístula, la torre Danesa, la torre de los Senadores, adyacente al palacio, y la torre de Sandomierz, en los bastiones meridionales. Por cierto que el nombre de esta última hace referencia a su función de cárcel de los nobles procedentes de la región de Sandomierz.

Colina de Wawel

Colina de Wawel

Poco a poco la noche se iría echando encima, por lo que me pareció buena idea pasar un rato por el hotel y descansar un poco antes de salir a cenar y disfrutar de la Cracovia nocturna. Es lo bueno de tener el hotel tan céntrico que no te da pereza este tipo de planes.

Como digo siempre, las ciudades vistas de noche parecen otras y Cracovia también me parecería realmente hermosa bajo la luz de las estrellas y su tenue iluminación, especialmente la siempre bella plaza del Mercado.

Mercado de Paños. Plaza del Mercado

Iglesias de San Adalberto y Santa María. Plaza del Mercado

Para cenar elegiría el pequeño restaurante Domowe Przysmaki, que había leído que servía comidas de muy buena calidad y no me defraudaría. Pediría una sopa de champiñones que estaba deliciosa y de segundo una ensalada que se salía del plato y los ingredientes se notaban como recién cogidos de la huerta. Como bebida una cerveza. Todo por 30 PLN.

Sopa de Champiñones. Restaurante Domowe Przysmaki

Ensalada. Restaurante Domowe Przysmaki

Así terminaba mi primer día en Cracovia, una urbe que ya me había enamorado y pasaba a engrosar los primeros puestos de mis ciudades preferidas en Europa.


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