ANDORRA - DIA 05. Naturlandia y pueblos del sur

 25 de Agosto de 2020.

Llevábamos tres días consecutivos realizando rutas de senderismo de cierta intensidad y distancia por lo que hoy nos parecería buena idea dejar las botas de trekking en casa y dedicarnos a otras actividades. De esta manera podríamos descansar y coger fuerzas para las jornadas posteriores.

Si había dos personas que habían dado la talla sobradamente, habían caminado hasta el último metro sin quejarse y encima con positividad y entusiasmo, esos había sido sin lugar a dudas Javi y Guille, los más jóvenes del grupo, por lo que bien se merecían que les diéramos una sorpresa, ocurriéndosenos que el mejor lugar para que disfrutasen podía ser algo así como un parque de atracciones en la naturaleza llamado Naturlandia.

No obstante y para que no sospechasen, comenzaríamos realizando una parada cultural antes de llegar a nuestro destino principal. El lugar elegido sería Aixirivall, una pequeña y cuidada aldea de escasos 200 habitantes situada en un entorno incomparable, donde destaca especialmente la iglesia de Sant Pere, escondida entre el caserío y que presenta un destacable retablo barroco.

Aixirivall

Vistas desde Aixirivall

Se notaba que los muchachos no estaban especialmente entusiasmados con como tenía pinta de transcurrir el día, por lo que no pudieron evitar hacer algún comentario refiriéndose incluso a que preferían las rutas de senderismo a este tipo de turismo, pero en pocos minutos su cara de cierta resignación pasaría a otra de entusiasmo e ilusión.

Tras seguir conduciendo por la sinuosa carretera de la Rabassa llegaríamos a la entrada de Naturlandia, pudiendo vislumbrarse desde este punto algunas de las atracciones del parque, por lo que pronto entendieron donde estábamos y, por tanto, su alegría fue considerable.

Este espacio lúdico se define como el “Ecoparque temático de los Pirineos”, un espacio para disfrutar de la naturaleza en todos los sentidos gracias a sus diferentes atracciones al aire libre. La entrada única que te da derecho a montar en todo supone 35 euros por adulto y 30 euros por niños de 7 a 13 años. Los niños de 3 a 6 años pagarían 25 euros. El parque cuenta además con dos niveles o cotas situadas a 1600 y 2000 metros de altitud, situándose en cada una de ellas las diferentes actividades a realizar.

Naturlandia

La más importante es la inferior, la que está a 1600 metros, donde se encuentra la entrada principal y también la mayoría de atracciones importantes, al menos en verano. Veamos cuales son estas:

Tobotronc: es la actividad estrella del parque, un tobogán alpino que con sus 5,3 km es el más largo del mundo. Se realiza en trineo biplaza y supone un viaje serpenteante a través del bosque, donde uno siempre va decidiendo la velocidad a la que quiere descender gracias a la palanca de frenado y aceleración. Sólo te exigen no parar nunca para evitar una colisión trasera. La subida es automática y es el propio mecanismo el que te sitúa en el punto de salida, tardando como diez minutos en ello. Es una experiencia alucinante pudiéndose alcanzar hasta los 40 km/h.

Tobotronc. Naturlandia

Ya había tenido la oportunidad de montar en un tobogán similar en Suiza el año pasado que me dejó impresionado, pero este le supera con creces tanto en recorrido como en adrenalina. El único pero es que si te gustan las emociones fuertes y te apetece ir a toda velocidad es probable que no puedas hacerlo del todo, pues te encontrarás con otros trineos delante que irán más despacio y te obligarán a frenar.

Mucha gente viene a Naturlandia sólo para realizar esta actividad por lo que se puede adquirir por separado de la entrada única, pero en este caso se debe hacer de forma anticipada por internet. El pase general te da derecho a un sólo viaje pero al poseer este sí que puedes comprar nuevos billetes allí mismo si no has tenido suficientes emociones. Ojo que también se fijan horas para cada trayecto y hay que ser puntual para no perderlo.

Segway: existe un circuito donde se puede probar este curioso vehículo formado por dos ruedas laterales, ligero y eléctrico que avanza o se detiene según muevas tú cuerpo hacia atrás o hacia delante. La experiencia nos encantaría y nos pareció muy divertida. Te permiten realizar tres vueltas por el mencionado circuito y antes de ello un monitor te dedica el tiempo suficiente para explicarte el funcionamiento esencial y supervisar tú destreza con el aparato, por lo que no existe excusa para no animarte a probarlo. De hecho te quedas con ganas de más.

Circuito Segway. Naturlandia

Montando en Segway. Naturlandia

Airtrekk: Podría afirmar que esta es la otra atracción estrella de Naturlandia. Consiste en una inmensa plataforma de unos catorce metros de altura repleta de cuerdas, pasarelas, soportes y otros elementos entrelazados entre sí para que tú mismo decidas el circuito que quieras realizar en base a tu destreza y miedo a las alturas, ya que existen hasta tres niveles sobre el suelo. Por supuesto que la seguridad es máxima al ir perfectamente equipado y sujeto con arnés.

Airtrekk. Naturlandia

Como guinda del circuito y en lo más alto del todo se encuentra la tirolina de casi 200 metros de longitud que es una auténtica gozada, aunque es cierto que el impacto final es algo fuerte para mi gusto.

Tirolina Airtrekk. Naturlandia

Extreme Jump: Se trata de saltar al vació desde dos alturas diferentes, eligiendo cada uno la que más se adapte a su valentía. La caída se produce en una enorme colchoneta hinchable típica de la de los castillos de feria. Parece una tontería pero cuando llega el momento de afrontar el salto es verdad que te lo piensas unos segundos.

Xtreme Jump. Naturlandia

Tiro con Arco: Si nunca lo has probado es una buena oportunidad, pues te dan unas pequeñas nociones de tiro y te dejan intentar varias veces tu puntería en la diana. Es bastante más complicado de lo que en principio puede parecer.

Buggies: Es una actividad destinada únicamente a los más jóvenes aunque necesitan de la compañía de un adulto como copiloto, ya que el coche lo conducen ellos. Toda una experiencia para iniciarse en el mundillo de los derrapes, circuitos sin asfaltar, polvo y destreza al volante.

Buggies. Naturlandia

Las actividades como se ve son bastante interesantes y divertidas, pero si tuviese que hacer alguna crítica sería el alto tiempo de espera en muchas ocasiones, hablando de entre media hora y cuarenta minutos por atracción. Por lo que aunque la ocupación del parque estaba a la mitad también es cierto que el número de encargados y la cantidad de material para realizar muchas de esas actividades era proporcional a ese dato por lo que al final no suponía ningún beneficio de tiempo.

Para comer se puede optar por llevarte tú propia comida y bebida y hacerlo en los espacios habilitados para ello, o por comer en el restaurante que está allí y que ofrece diversidad de opciones, desde pizzas hasta paninis, pasando por hamburguesas, raciones o pasta. Y no es caro para lo que suele ser normal en este tipo de recintos.

Aunque pueda parecer mentira no nos daría tiempo a subir a la cota 2000, donde se encuentra el zoológico con algunos animales como osos, linces o lobos, pero al cerrar el parque a las 18:00 y querer los niños volver a montar en el Tobotronc, sería inviable poder hacerlo todo.

El resto de la tarde, ahora sí, lo pasaríamos visitando algunos pueblos típicos andorranos que estaban por la zona, empezando por Aubinyá, todo un descubrimiento y para mí la localidad más bonita del país de todas las que pude visitar. Su situación permite obtener excelentes vistas aéreas de Sant Juliá. El pueblo en sí se encuentra reconstruido con un aire rústico y con algunos elementos de su arquitectura que no son propiamente andorranos. La iglesia de Sant Iu, como la plaza y su puente, son también de reciente creación, pero en cualquier caso es un escenario único entre manchas de abedules, coníferas y hayedos.

Aubinyá

Aubinyá

Sant Iu de Aubinyá

Desde aquí continuaríamos hasta Nagol donde teníamos especial interés en conocer la pequeña iglesia de Sant Serní, situada en un risco donde parece que quiere desafiar al desfiladero. Es por tanto su ubicación, ante el valle del Gran Valira y las montañas circundantes, lo que más impresiona de todo. El edificio en cuestión tiene proporciones pequeñas con un pórtico añadido que protege la puerta de entrada al templo. En lugar de torre cuenta con una espadaña de doble abertura con sus respectivas campanas.

Sant Serni de Nagol

Vistas desde Sant Serni de Nagol

Dejando atrás esta estampa evocadora de Andorra, seguiríamos en busca de nuevas sorpresas, esta vez dirigiéndonos hacia Fontaneda, situado a sólo nueve kilómetros pero a algo más de veinte minutos y es que para llegar hasta él hay que afrontar parte del temible coll de la Gallina, un paso de montaña con infinitas curvas y con un importante desnivel. Ni que decir tiene que me pasaría factura pues llegaría a nuestro destino bastante revuelto por el dichoso mareo. Afortunadamente su situación estratégica me haría espabilarme y poder disfrutar así de sus vertiginosas vistas. El núcleo conserva todavía su aspecto armónico de carácter rural con casas de piedra escalonadas al abrigo de la montaña. Destaca sobre sus casonas la iglesia de Sant Miquel, que se sitúa en la parte alta y en un extremo de la localidad. Es un interesante templo románico con un interior que muestra diversas pinturas en el ábside y paredes, pero que no podríamos observar al estar cerrado.

Vistas desde Coll de la Gallina

Fontaneda

Sant Miquel de Fontaneda

La noche empezaba a caer y el cansancio también llevaba haciendo acto de presencia en varios de nosotros desde hacía ya tiempo, por lo que decidimos terminar aquí las visitas del día y regresar a casa que todavía teníamos por delante treinta kilómetros y casi una hora de camino.


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