24 de Agosto de 2020.
En 2004 la Unesco declaró
Patrimonio de la Humanidad el área natural del Valle del Madriu – Perafita –Claror que ocupa un espacio singular
deshabitado y usado tradicionalmente para las actividades ganaderas. Este lugar
de extraordinario valor ecológico y paisajístico permite observar los cambios
de vegetación en alta montaña, fuentes y arroyos de agua, así como los lagos
situados en la cabecera del valle.
Ante todo lo anterior hoy íbamos a
dedicar la totalidad del día a recorrer sus límites, aunque tras un intenso
estudio de la ruta, durante la noche de ayer, donde valoramos las condiciones
físicas de cada uno de los integrantes del grupo, optaríamos porque cada uno
llegase hasta donde buenamente pudiera para que así nadie forzara más de la
cuenta.
Se puede afirmar que existen tres
puntos claves a lo largo del camino, que hacen de separación entre los
diferentes tramos, correspondiendo además a sus respectivos refugios que serían
el de Fontverd, el de Riu dels Orris y el de L´Illa. En general la mayoría de
las personas que afrontan esta ruta se ponen como objetivo llegar a alguno de
estos puntos según sus fuerzas y su condición física, así como teniendo en
cuenta la meteorología y las horas de luz.
Como ya sabíamos hasta donde
quería llegar cada uno de nosotros organizamos la jornada teniendo esto en
cuenta.
En mi caso me hacía bastante
ilusión llegar hasta el refugio y lago de L´Illa, justo el final del valle, en
el que este se cierra por imponentes farallones rocosos. Por lo que teniendo en
cuenta la distancia, unos 12 kilómetros de ida, si quería ir sin agobios, no me
quedaba más remedio que pegarme el madrugón.
La ruta se puede comenzar desde,
principalmente, tres puntos. El primero y más famoso de todos corresponde al cruce de las carreteras de la Plana y
Engolasters en el que existe un parking para vehículos y unas enormes
letras con el nombre del espacio natural que te dan la bienvenida. Sería aquí
donde terminaría la ruta junto con mis amigos. El segundo sería el lago de Engolasters. Y el tercer lugar donde
se puede iniciar la caminata es en un lugar conocido como Font de la Closa, el sitio que yo elegiría para empezar a andar. Es
un lugar muy concurrido por caravanas y gente que le gusta acampar, suele haber
sitio para aparcar y encima es gratuito, al contrario que en los otros lugares.
Está relativamente cerca de la iglesia de Sant Miquel de Engolasters, unos 700
metros después de pasar esta, tomando un desvío a la derecha, viniendo de
Escaldes – Engordany.
Y como no podía ser de otra manera
y dado que se cruzaría en mi camino esa joya románica, no podría evitar parar a
contemplarla. Sant Miquel de Engolasters
se edificó en el siglo XII y su esquema constructivo resulta similar a otros
templos andorranos del mismo periodo: nave única rectangular, ábside
hemicíclico y porche añadido posteriormente. La torre tiene planta cuadrada y
el grosor de su cuerpo parece aumentar conforme gana altura. Por fuera la
iglesia carece de toda ornamentación, sólo un friso. Lástima que estuviera
cerrada porque parece ser que los frescos
de su interior son una maravilla.
Sant Miquel de Engolasters |
Sant Miquel de Engolasters |
Escaldes Engordany desde Sant Miquel de Engolasters |
Y ahora sí y tras esa breve parada, continué hasta la Font de la Closa, donde aparcaría y empezaría mi ruta hacia el valle del Madriu. Por delante me esperaban unos 22 kilómetros, ida y vuelta, y unos 1200 metros de desnivel, pero en esta ocasión bastante progresivos, por lo que no es tan exigente como otras rutas.
La ventaja de empezar en este
punto es que consigues quitarte una parte del desnivel que estarías obligado a
realizar si comienzas desde el cruce de la carretera de La Plana, algo que se
agradece si pretendes llegar, como era mi caso, hasta el final del valle.
Eran las 09:30 cuando empezaba a
dar mis primeros pasos por una senda marcada por señales amarillas, bastante
pronunciada, en el interior de un bosque, donde el silencio era el protagonista
principal. Este camino pronto enlazaría con el que proviene del lago de
Engolasters, momento en el que la pendiente se suaviza hasta llegar al
importante cruce de caminos conocido como Coll
Jovell, situado casi a 1800 metros.
Subiendo hacia Coll Jovell |
Sólo tendría que continuar recto, siguiendo las indicaciones, hacia el refugio de Fontverd, tomando un camino empedrado a través de un bosque que, poco a poco, iría descendiendo y que tras un tiempo me permitiría apreciar las primeras perspectivas del hermoso valle del Madriu. Sólo por estas panorámicas ya había merecido la pena llegar hasta aquí.
Valle del Madriu camino hacia el Refugio de Fontverd |
Intercalándose tramos de bosque y de nuevas vistas del valle, el camino volvería a ser ascendente, pasando en más de una ocasión cerca del río Madriu con saltos continuos cuyos sonidos hacían de banda sonora improvisada en el trayecto.
Valle del Madriu camino hacia el Refugio de Fontverd |
Mientras vas avanzando encuentras algunas curiosidades como las marcas que dejaron sobre las rocas los últimos glaciares de los Pirineos; las interesantes Bordas y sus bancales, en este caso vistas desde las alturas, las cuales se utilizaban a modo de almacén para guardar lo necesario para llevar a cabo los trabajos del campo; o que el pino negro es una de las especies más abundantes en este hábitat, superando los veinte metros de altura y siendo increíblemente resistente a las inclemencias meteorológicas.
Más adelante y tras pasar una
cerca de protección de ganado, el valle se ensancharía, dando paso a hermosos
prados de gramíneas, para pocos metros después tener delante de mí el pequeño refugio de Fontverd.
Refugio de Fontverd |
Refugio de Fontverd |
Tras una hora y cuarenta minutos había conseguido llegar a mi primer objetivo, donde haría un alto en el camino y descansaría durante veinte minutos para reponer fuerzas, comiendo un plátano y frutos secos y disfrutando del entorno que me rodeaba. Sólo una pareja se había cruzado en mi camino, por lo que todo parecía indicar que la soledad iba a seguir siendo la nota dominante el resto de la ruta.
Un cartel me indicaba el camino a
seguir para llegar a mi siguiente parada: el refugio Riu dels Orris. Siempre en
suave ascensión, mis pasos continuarían hasta superar un pequeño collado, así
como una cabaña, y poco después acceder a lo que se conoce como Pla de I´Ingla, una basta y hermosa
planicie, donde el arbolado comienza a escasear, con espectaculares vista a la sierra de Sirvent, complementada con el
discurrir del río desde varias vertientes como consecuencia de la nula
inclinación del terreno.
Serra de Sirvent |
El Pla de l’Ingla |
Dejando a mi espalda el Pla de I´Ingla y tras superar otra pequeña subida hallaría el segundo refugio mencionado, situado a más de 2200 metros de altitud. Riu dels Orris es bastante pequeño y no se encuentra guardado, pero aun así es confortable, disponiendo de varias literas y hasta de chimenea. Como algo anecdótico decir que lo califican como uno de los refugios más fríos de Andorra, incluso en la estación estival.
Refugio Riu dels Orris |
A muy pocos metros de su entrada discurre el río, por lo que decidí sentarme allí para realizar un nuevo descanso tras otra hora y media caminando. En total llevaba ya tres horas y diez minutos. Repondría fuerzas con algo de fruta y chocolate y tras veinte minutos de relax, volvería a ponerme en marcha.
De Riu dels Orris al Refugio de L´Illa |
Sería necesaria otra hora más, atravesando nuevos parajes alpinos coloreados de gramíneas y otras especies florales, así como algún que otro pequeño lago situado estratégicamente en el entorno, para llegar por fin al refugio de I´Illa y el lago homónimo sobre él. Sin duda, una visión rocosa y agreste ideal para finalizar el recorrido de ida.
De Riu dels Orris al Refugio de L´Illa |
De Riu dels Orris al Refugio de L´Illa |
De Riu dels Orris al Refugio de L´Illa |
Era el momento perfecto para comer tras algo más de cuatro horas de ascenso sin paradas y casi cinco contando estas. Por lo que buscaría una enorme roca, me quitaría las botas y me recostaría sobre la mole mientras disfrutaba del bocadillo y los snacks que había traído. Sería la parada de mayor duración, estando casi una hora inactivo antes de volver a ponerme en marcha, lo que haría pasadas las tres de la tarde.
Refugio de L´Illa |
Cierta pereza me abordaría durante los primeros metros en los que me estaba dejando llevar cuesta abajo, aunque las nuevas perspectivas de la montaña y el hallazgo de diferentes e insólitos rincones que jalonan el itinerario, me harían volver a coger fuerzas, mientras descendía entre perfiles de riscos escarpados y el rumor del agua.
Pero lo mejor de todo sería cuando
a la altura del refugio Riu dels Orris unas voces que gritaban mi nombre me
sobresaltaron. Eran Guille y Javi que me hacían aspavientos con los brazos,
indicándome que se encontraban allí junto a Raúl y Sergio. Este había sido el
punto elegido por mis amigos para no continuar más allá y realizar el almuerzo,
habiendo comenzado ellos la ruta desde el cruce de la carretera de La Plana. No
estaban todos, ya que Cristina y Belén, por su parte, habían decidido parar en
el refugio de Fontverd y decantarse por disfrutar de aquel entorno
extraordinario todo lo que pudieran.
Refugio de Fontverd al Regreso |
Como se ve la ruta es ideal para que cada uno opte, según sus fuerzas y ganas, llegar hasta donde le convenga y más le apetezca.
Desde el refugio de Fontverd ya
afrontaríamos todos juntos el descenso pasando, en mi caso, por puntos que me
eran desconocidos como por ejemplo las cabañas de pastor de Rámio, la hermosa cascada cercana a Entremesaigües o el puente Sessenat, últimos puntos antes de
llegar al cruce de carreteras de La Plana y Engolasters, donde podría ver las
famosas letras que anuncian el espacio natural.
Entremesaigües |
Cascada de Entremesaigües |
Valle del Madriu |
Eran las 18:45 cuando llegábamos al parking, por lo que como se ve es una excursión muy larga si quieres llegar hasta los puntos más lejanos sin prisas y tranquilamente.
Sólo quedaba ya, en el coche de Sergio, acercarme hasta la Font de la Closa, donde había aparcado mi vehículo a primera hora de la mañana, y continuar hasta nuestra casa de El Tarter, donde tras unos espectaculares crepes de tortilla francesa, jamón york y queso, nos iríamos, sin mucho tardar, a descansar.
No hay comentarios :
Publicar un comentario