Había conseguido dormir ocho horas, por lo que estaba bastante
descansado para afrontar la algo más de media jornada que me quedaba en Bolonia
y que iba a ser no menos intensa que las anteriores.
Si el primer día accedía al centro histórico por la puerta
Galliera, hoy me parecía buena idea hacerlo por una diferente, de esta manera
no era repetitivo y conocía un nuevo sector de la ciudad. En principio elegiría
la puerta Mascarella, al ser una de
las más importantes y ser de las pocas que conservan las características del siglo
XIV. Sería al estar delante de esta cuando cambiaría de idea y continuaría
recorriendo el perímetro amurallado
de Bolonia, que no había tenido oportunidad de observar, para dirigirme a la puerta de San Donato del siglo XV, por
la que esta vez sí, tomaría la Via
Zamboni, antiguamente llamada igual que la puerta, y cuyo nombre actual
recuerda al estudiante universitario que intentó organizar una revuelta en
contra del Papa, terminando en la cárcel y suicidándose poco después.
Muralla de Bolonia |
Puerta Zamboni o San Donato |
Soportales Via Zamboni |
Tras avanzar mis primeros pasos por ella encontraría a mi
derecha la Pinacoteca Nacional,
máxima galería boloñesa de pintura, teniendo su sede en el ex convento jesuita
de San Ignacio y donde también está situada la Academia de Bellas Artes que incluye la iglesia barroca de San Ignacio. Es una de las más importantes de
Europa y aunque me hubiese encantado conocer algunas de las obras que alberga
me quedaría con las ganas, pues priorizaría otros lugares.
Justo enfrente de la anterior me llamaría la atención una
iglesia llamada Santa María Magdalena
que no aparecía en ningún plano ni folleto y cuyo interior me sorprendería
gratamente. Algo más adelante, a mi izquierda, hallaría el imponente porte del palacio Poggi, sede central y rectoría
de la Universidad, además de albergar los museos Universitarios.
Iglesia de Santa María Magdalena |
Soportales Via Zamboni |
Sólo unos metros más allá llegaría al espacio abierto más
hermoso de Bolonia, al menos para mí, después de la Piazza Maggiore. Me refiero
a la piazza Giuseppe Verdi, popular
lugar de encuentro y reunión del barrio universitario. Aquí se encuentran el Teatro Municipal, inaugurado en 1763
después de memorables polémicas como consecuencia de la ruptura de las técnicas
constructivas de la época; justo detrás, se puede ver el pequeño jardín del Guasto, el cual recuerda que
aquí se construiría la legendaria residencia renacentista de la segunda mitad
del siglo XV, saqueada y destruida por el pueblo en 1507, cuando la familia que
la mandó construir fue expulsada de la ciudad.
Piazza Giuseppe Verdi |
Teatro Comunale |
Casi adosada a la anterior está la piazza
Rossini, donde deslumbra con luz propia la maravillosa iglesia de S. Giacomo Maggiore (visita gratuita, de lunes a viernes
de 07:30 a 12:30 y de 15:30 a 18:30, sábados y domingos el mismo horario salvo
por la tarde que abre a las 15:00). La basílica fue construida por los
agustinos, siendo rediseñado el interior en estilo renacentista en el siglo XV,
además de construirse el elegantísimo pórtico lateral con columnas de piedra
arenisca, adornadas con frisos de terracota.
Iglesia de San Giacomo Maggiore |
Iglesia de San Giacomo Maggiore |
Y pocos pasos más hacia adelante aparecía otra vez delante
de las Dos Torres, que ya había
tenido oportunidad de conocer el viernes, además de tener una cita con la parte
más alta de una de ellas dentro de unas horas,
por lo que no me pararía apenas y me iría directo a observar dos
palacios que a pesar de estar casi al lado, no repararía en ellos la vez
pasada: el palazzo della Mercanzia y
el palazzo Pepoli. El primero,
construido en bellas formas góticas, fue utilizado originalmente como puesto
aduanero para mercancías. El segundo alberga hoy una destacada sección de la
Pinacoteca Nacional. Tampoco observaría, aunque pueda parecer mentira, en mi
primera incursión en esta zona, la iglesia
de San Bartolomé y San Gaetano, la cual contribuye al tono monumental de la
plaza, la misma que la de las Dos Torres. En su elegante interior de tres naves
destaca la bóveda de la nave central, así como algunas capillas.
Palazzo della Mercanzia |
Acto seguido continué por Via Farini y en las cercanías y en la pequeña plaza dei Celestini, escondida y pasando desapercibida, hallaría
una de esas iglesias cuyo exterior no dice gran cosa, pero su interior resulta
una joya visual y artística. Su nombre: S.
Giovanni Battista dei Celestini. Adosado a la misma se encuentra el antiguo
convento de los monjes celestinos, hoy sede del Archivo Estatal.
Iglesia de San Giovanni Battista dei Celestini |
Más allá de la plaza me impactaría el exterior del palacio Bevilacqua, edificado por talleres
toscanos, muestra al menos tres elementos extraños a la cultura renacentista
boloñés, es decir, la ausencia del pórtico, la falta de revestimientos de
ladrillos y el destacado cornisón que delimita increíblemente los dos pisos del
edificio. Otra construcción destacada y que por sus características no la
permite quedar en el anonimato, también cercana, sería la basílica de San Paolo Maggiore, con un interior de una sola nave
con un efecto espectacular por su suntuosa decoración, el cual está dominado
por las espléndidas decoraciones de la bóveda, donde fueron pintadas al fresco
tres escenas de la vida de San Paolo dentro de amplias cornisas y fantásticas
arquitecturas. También las capillas son ricas en valiosísimas obras de arte.
Palacio Bevilacqua |
Basílica de San Paolo Maggiore |
Por el lado derecho de la iglesia de San Paolo tomaría Via Collegio di Spagna, la cual lleva
el nombre del homónimo colegio
fundado en 1365 por el cardenal Albornoz, para hospedar a los estudiantes
españoles inscritos en la Universidad. Tiene un precioso portal de entrada.
Continuando por el muro defensivo del colegio llegaría a Via Saragozza, con espectaculares
palacetes porticados de diferentes colores, adornos y dimensiones, la cual me
permitiría llegar hasta la Puerta
Saragozza, valga la redundancia, con un aspecto imponente gracias a las dos
torres laterales unidas al cuerpo central.
Puerta Saragozza |
Justo enfrente de la anterior se encontraba el arco Bonaccorsi que da inicio al
célebre pórtico (el más largo del mundo) de 666 arcos y un recorrido
ininterrumpido de casi 3,8 kilómetros, que me conduciría hasta el Santuario della Madonna di San Luca.
Arco Bonaccorsi |
Los orígenes históricos
de este gran santuario, que se sitúa en la colina de la Guardia,
pertenecen a 1194 cuando se construyó aquí una pequeña iglesia que fue dedicada
a Santa María del Monte de la Guardia y en la cual fue colocada la bella imagen
de la Virgen con el Niño que todavía se venera.
Por aquel entonces, el Consejo de Ancianos que regía la
localidad, para pedir al cielo el cese de la lluvia continua que echaba a
perder las cosechas, propuso trasladar la imagen mariana solemnemente a la
ciudad para celebrar procesiones públicas. Cuando ella pasó el arco de la
puerta Saragozza, la lluvia cesó.
El hecho hizo aumentar enormemente el fervor y la devoción
de los ciudadanos, e indujo al obispo de Bolonia y al gobierno municipal a
repetir cada año el traslado de la imagen a la ciudad, tal cual se hace ahora,
siendo necesario construir con formas más amplias la iglesia, obra que se
terminó con la consagración, en 1481.
El camino no es difícil pero no hay que subestimarlo como me
pasaría a mí, sobre todo porque pensaba que me llevaría poco tiempo y al final
me supondría más de una hora en llegar hasta lo más alto, porque a la continua
pendiente que se da desde el hermoso y reconocible Arco del Meloncello, hay que sumarle que está bastante masificado y
no puedes ir a paso ligero en multitud de ocasiones, por lo que todo ello va
sumando tiempo.
Arco del Meloncello. Santuario de Ntra Sra de San Luca |
Soportales Santuario de Ntra Sra de San Luca |
Soportales Santuario de Ntra Sra de San Luca |
La subida desde luego que merece la pena pues al final
obtienes como premio la panorámica que abarca la llanura boloñesa al norte y
las suaves colinas que enmarcan el lado sur, además del inconfundible perfil
redondo de la propia basílica.
Santuario de Ntra Sra de San Luca |
Después de disfrutar de la caminata y de las vistas de la
ciudad y del entorno, era obvio que no me quedaría sin visitar el interior de
la construcción religiosa. En contra de su exterior simple y austero, el
interior me sorprendería por su belleza, rico en mármoles, bronces y escenas al
fresco en bóvedas y capillas. Y presidiendo el frontal, como no podía ser de
otra manera, en su hornacina puesta en evidencia por los amplios adornos
barrocos, se conserva la antigua y preciosísima imagen de la Virgen con el
Niño, que desde finales del siglo XII atrae hacia la colina numerosas filas de
fieles, como ya he comentado.
Santuario de Ntra Sra de San Luca |
Monte de la Guardia desde Santuario de Ntra Sra de San Luca |
Toda la visita, desde que se comienza a andar, ves el
santuario y vuelves, supone mínimo tres horas, por lo que es importante tenerlo
en cuenta para planificarte bien. En mi caso la bajada me tocaría hacerla casi
a la carrera, porque si recordáis, hoy tenía la subida a la Torre Asinelli para las 13:15, llegando
casi de puro milagro, quedándome a escasos cinco minutos de no poder acceder y
es que para este asunto son escrupulosamente inflexibles debido a la gran
cantidad de gente que desea hacer el ascenso. Recordar que las entradas se
pueden sacar por internet o en la misma oficina de turismo, pero que aconsejo
lo hagas al menos con un día de antelación, aun teniendo muchas franjas
horarias, si no te quieres quedar sin ellas.
Era el momento de afrontar la subida de los casi cien metros
de torre a través de sus respectivos escalones, lo que no me supondría excesivo
esfuerzo gracias a la amplitud interior, varios rellanos donde descansar y que
las escaleras no tienen demasiada altura, lo cual no quita la impresión inicial
que me causaría el mirar hacia arriba y ver lo que me esperaba.
Subida a la Torre Asinelli |
Por fin, llegaría a la azotea, pudiendo disfrutar del
hermoso horizonte de Bolonia, bueno a decir verdad no del todo, pues la niebla
estaba tomando parte de él y en pocos minutos sólo me permitiría disfrutar del
cinturón que forma el centro histórico. A mis pies y como si de maquetas se
trataran podría divisar las basílicas de San Domenico y Santo Estefano, la
catedral de San Pedro, la basílica de San Petronio y muchas de las calles y
plazas por las que había paseado durante mi estancia en la ciudad. Pero sería
la imagen de la torre Garisenda la que más me impactaría al poder observarla
justo debajo de donde estaba.
Bolonia desde Torre Asinelli |
Torre Garisenda desde Torre Asinelli |
Bolonia desde Torre Asinelli |
Tras unos veinte minutos los encargados nos invitarían a
volver a bajar y cuando salía a la calle me encontraba con el diluvio
universal, lo que en esta ciudad no es un problema pues en cuestión de segundos
había conseguido situarme debajo de uno de los miles de pórticos que tiene,
como ya se ha ido viendo.
Eran casi las 14:00 y hoy no quería quedarme sin comer, pero
esta vez me fiaría de mi intuición y no de las recomendaciones y tras un paseo
por los alrededores reparé en un pequeño restaurante, casi que podría
llamársele taberna, que aunque estaba lleno quise pasar a probar suerte. Se
llamaba Ostería del Podestá. El
dueño que estaba atendiendo la barra me dijo serio y sin rodeos que si esperaba
serían diez minutos de reloj y dicho y hecho cumpliría con su palabra. Pasado
ese tiempo estaba sentado en una mesa al fondo del restaurante pensando que
pedir de las muchas exquisiteces que ofrecía la carta. Optaría por unos
tortellini con crema que estaban espectaculares. Junto con una coca cola me
saldría todo por 14 euros.
Al salir seguía lloviendo sin piedad, pero nuevamente los
soportales de Bolonia me darían cobijo y avanzaría por ellos de camino hacia el
hostel, pues había llegado el momento de la despedida. Pero no podría evitar
parar en un pequeño puesto de helados de la Via dell´Independenza, para
degustar uno de tres sabores que harían ratificarme en mi opinión de que no hay otros tan ricos como
los italianos.
Seguiría caminando, cuando de repente me vendría a la
memoria un lugar que no había visitado y que no podía dejarlo en el olvido
porque no me lo hubiera perdonado. Afortunadamente estaba cerca. Se trataba de
la famosa “Ventana de Bolonia” que
es uno de los siete secretos de la ciudad. Desde ella se puede apreciar la
bonita estampa del Canale di Reno,
el único que queda de los muchos que había por toda la ciudad y que eran
utilizados para mover por ellos todo tipo de mercancías, además de para mover molinos
de agua de diferentes talleres. Se encuentra en Via Piella, 18.
Canale di Reno desde Ventana de Bolonia |
No me entretendría ya más porque al final me iba a tocar ir
corriendo para variar, así que regresé a mi alojamiento a por la maleta y luego
marché a la parte delantera de la estación de trenes a coger el aerobús, cuyo
ticket se compra en las máquinas habilitadas al efecto, en la taquilla o
directamente al conductor del autobús.
No hay comentarios :
Publicar un comentario