Suiza es de esos
países que parecen tener un imán invisible que te atrae hacia ellos de forma
irremisible una y otra vez. No es extraño que esto suceda pues son tantos sus
encantos y bellezas distribuidos por cada rincón y cada metro cuadrado, que es complicado no
sucumbir a los mismos a la mínima oportunidad que vuelva a surgir.
Pongamos como ejemplos la espectacularidad de sus cumbres
con todos los alicientes que caracterizan la alta montaña tales como paredes
vertiginosas, glaciares, cataratas, bosques; su ingenioso y ejemplar sistema de
transportes que incluye trenes, cremalleras, teleféricos, funiculares y todo
tipo de ingenios mecánicos concebidos para poner la naturaleza al alcance de la
mano del viajero menos activo; las ciudades pulcras y exquisitas que se
asientan en los valles, conservando un pasmoso patrimonio histórico,
ofreciéndose amables a cualquier visitante, etc.
Vistas desde el Pico Tomlishorn. Monte Pilatus |
Sólo por lo recién mencionado creo que podréis entender la
razón por la que volvía al país helvético por tercera vez. Porque efectivamente
tendría la oportunidad en 2013 y 2014 de recorrer lugares tan maravillosos como
Berna, Interlaken, Jungfraujoch, Basilea, Ginebra o el Lago Leman y sus
poblaciones ribereñas, entre otros muchos sitios. (Podéis leer los respectivos
diarios si os interesa).
Y aunque estaba contento
de haber podido conocer tantos lugares famosos de este increíble país,
sin embargo tenía la espinita clavada de no haber podido llegar a su zona este
y por tanto descubrir ciudades como Zurich
y Lucerna o espacios tan espectaculares como las cataratas del Rhin. Por fin ese momento había llegado, gracias a
una increíble oferta de Iberia que ofrecía un vuelo de ida y vuelta a Zurich
por 95 euros.
Kapellbrücke o puente de la Capilla.Lucerna |
Pero ya que estaba por la zona no me conformaría sólo con
seguir descubriendo el país helvético, sino que aprovecharía la cercanía para
acercarme hasta otro de esos estados diminutos con que cuenta la vieja Europa. Me
estoy refiriendo a Liechtenstein, el
pequeño principado, en el que me daría el gusto de conocer su capital Vaduz y algunos de los pueblos con
mayor encanto del país, más que suficiente teniendo en cuenta que es un estado
tan pequeño.
Por último, también llegaría a la zona del lago Constanza en Alemania, dada la
cercanía, para sorprenderme con hermosas ciudades como Lindau, Meersburg y Konstanz, así como cruzar el gran lago en ferry
para volver a Suiza. Sólo sería una jornada recorriendo esta zona germana, pero
me serviría para llevarme una idea de lo que ofrece y en el futuro dejarme caer
más tiempo por ella y conocerla más en profundidad.
Torre Mangturm y Puerto.Lindau |
En definitiva una semana completa que iba a dar mucho de sí,
permitiéndome conocer, por fin, esta zona tan espectacular de Europa que no
tiene desperdicio y a la que se puede dedicar todo el tiempo que uno quiera de
la gran cantidad de hermosos lugares que tiene.
A muchos les parecerá una locura, pero este viaje le
afrontaba sin ningún tipo de paréntesis ni descanso con respecto al anterior
que acaba de realizar por tierras suecas, por donde había permanecido algo más
de dos semanas y de donde regresaba el domingo a las 23:00, llegando a casa
sobre media noche. Tenía el tiempo justo para deshacer la maleta, hacer la
nueva, dormir unas pocas horas y dirigirme de nuevo hacia el aeropuerto de
Barajas, donde a las 08:45 salía mi vuelo con destino Zurich. Una paliza
considerable pero que afrontaba con mucho ánimo, siendo buena señal de que
volvía a estar con el máximo entusiasmo en cuanto a viajes se refiere.
No obstante y antes de continuar con mi relato, hago algunas
apreciaciones sobre varios temas prácticos relacionados con Suiza y que es
cierto no hice en los diarios anteriores sobre este país.
DATOS PRÁCTICOS
SUIZA:
INFORMACIÓN: Para
mí ya es un clásico preparar el viaje a Suiza utilizando su fantástica web www.myswitzerland.com la cual
proporciona informaciones actualizadas y documentación de carácter general y
particular de todos los cantones. Se puede solicitar que nos envíen por correo
folletos temáticos, planos y mapas de las localidades de forma gratuita.
REQUISITOS DE
ENTRADA: Los ciudadanos españoles pueden entrar en Suiza con pasaporte
o DNI (para periodos mayores de tres meses se necesita un visado).
CUANDO IR/QUÉ
LLEVAR: Dependiendo de los gustos de cada uno se puede viajar a Suiza
en cualquier época. En invierno para los aficionados al esquí; en primavera y
verano para pasear a orillas de los lagos y realizar ascensiones a las cumbres
más altas o hacer rutas en bicicleta. Lo que sí es bueno recordar es que es
primavera y otoño es cuando menos gente hay, pudiendo así disfrutar de todo sin
aglomeraciones ni agobios. No hay que olvidarse nunca de algo de abrigo,
incluso en verano, y de un chubasquero.
MONEDA: Suiza
no pertenece a la Unión Europea ni comparte con ella su moneda. Esta es el
franco suizo, aunque es posible llevar euros para cambiarlos en bancos,
estaciones y aeropuertos. Además en muchos comercios aceptan euros, aunque el
cambio será desfavorable por lo que conviene llevar ya de antemano el dinero
cambiado.
ASISTENCIA
SANITARIA: Suiza tiene convenio con el sistema público español por lo
que basta con llevar la Tarjeta Sanitaria Europea para ser atendido en sus
centros hospitalarios y que se nos apliquen las mismas tarifas que a sus
ciudadanos.
ELECTRICIDAD:
La corriente eléctrica es de 220 v., 50 Hz, los enchufes son de tres agujeros,
pero normalmente admiten el normal europeo de dos clavijas.
CONDUCCIÓN:
Las normas de circulación son semejantes a las vigentes en España y en la
mayoría de los países europeos. Los límites de velocidad están establecidos en
50 km/h en los núcleos de población, 80 km/h en las carreteras cantonales y 120
km/h en las autopistas. Es obligatorio el uso del cinturón de seguridad y está
prohibido utilizar teléfonos móviles mientras se conduce. Para la ayuda en
carretera se puede llamar al número 140. La red de carreteras es bastante buena
y para circular por autovías se debe llevar en el parabrisas un adhesivo
especial, denominado “Vignette”, sin el cual te puedes enfrentar a importantes
multas.
TRANSPORTES:
En esta ocasión más de la mitad del viaje lo haría en coche de alquiler, pero
también dedicaría unos días a moverme con el excelente transporte público con
que cuenta el país helvético. Existe un pase llamado Swiss Pass y otros en
regiones concretas, que utilizaría en los viajes anteriores, que pueden
abaratar considerablemente el viaje y permiten acceder a trenes, barcos,
autobuses, durante periodos concretos: días, semanas, etc. Si se va a realizar
un recorrido variado y libre, resulta muy económico. Para los viajes familiares
es interesante saber que los menores de dieciséis años están exentos de pagar
si van acompañados de sus padres.
ALOJAMIENTOS:
Existe una amplia y variada oferta, aunque lo más baratos son los hostels, que
en Suiza están céntricos e impecables y donde siempre opto por alojarme. Casi
siempre hay uno en las principales ciudades del país y es normal que suela
haber habitaciones de cuatro personas que para mí son las más cómodas, al no
tener que compartir cuarto con demasiada gente.
POLÍTICA:
Aunque muy práctico no es, son algunas personas las que me preguntan acerca del
sistema político suizo. Se puede decir que se trata de un sistema que prescinde
de la dualidad entre Gobierno y oposición para incorporar a todas las fuerzas
mayoritarias en el Ejecutivo. Las iniciativas se adoptan por consenso, y este
no se limita a los partidos, sino también a los cantones. Los ciudadanos, por
su parte, pueden vetar esas propuestas mediante plebiscitos, e incluso impulsar
sus propias iniciativas legales si cuentan con un número suficiente de apoyos.
En la democracia suiza, los ciudadanos deciden. Y esa capacidad de intervención
afecta a la Constitución, que se modifica sistemáticamente para adaptarla a los
intereses de la población.
En fin, que ahora sí, comienzo a narrar la semana que tenía
por delante, donde me esperaban gran cantidad de atractivos y sorpresas
inesperadas, ¿me acompañas en este nuevo viaje por tierras suizas y sus países
vecinos?
En esta ocasión volaría con Iberia, la culpable de que llevara a cabo este viaje que en
principio no tenía pensado realizar, pero es que gracias a determinados
periodos de ofertas irresistibles uno puede viajar a ciudades tan caras como Zurich por el módico precio de 95
euros, ida y vuelta, ¿verlo para creerlo, verdad? Más barato que el AVE o la
mayoría de billetes de avión que se ofertan en España.
En esta ocasión no facturaría ninguna maleta, por lo que
llegaría con el tiempo justo para encaminarme con mi mochila y maleta de mano
hacia la puerta de embarque. El vuelo saldría puntual y todo fue muy rápido,
pues el avión iba a la mitad de su capacidad, por lo que fueron una maravilla
todas las gestiones. En mi fila iba sólo, así que no podía ir más cómodo, lo
cual era de agradecer después del viaje infernal de ayer que me darían dos
hermanos que no dejaron de pelearse en el regreso de Estocolmo.
A las 11:00 aterrizábamos, con cinco minutos de adelanto de
la hora prevista. Antes de darme cuenta ya había pasado los controles de
seguridad y estaba en el mostrador de la empresa Budget haciendo las gestiones para retirar mi vehículo que había
contratado por la página www.rentalcars.com,
como siempre utilizo. Esta vez me correspondió un Renault Clio, prácticamente
nuevo y sin un arañazo. Estaba impecable. El Kilometraje era ilimitado,
depósito lleno y la cobertura de daños total. Todo me saldría por 170 euros.
Había llegado el momento de ponerse en ruta, así que preparé
mi GPS, que mi amigo Nacho me había actualizado con los mapas del país, dado
que no se pueden utilizar la conexión a internet al no ser Suiza miembro de la
Unión Europea, y seleccioné como primer destino Sankt Gallen. ¡Oh Dios mío!, como cuesta adaptarse a los cambios
cuando es a peor. Pasaba de utilizar un vehículo con cambio automático durante
unos diez días en Suecia al cambio manual. No es broma si digo que casi me
cargo la palanca de cambios al haberme olvidado de lo que era el embrague, por
no hablar de los rugidos del motor al pedirme que cambiara de marcha, esperando
que lo hiciera el coche sólo como antaño, en fin.
Si a ello le sumamos que aunque esto era Suiza, la mitad de
la autopista la tenían en obras y esto ya no era la idílica y educada Suecia,
pues la adaptación me costó bastante, llevándome unos cuantos pitidos de varios
conductores, pero bueno se me debió haber pegado algo de los suecos porque ni
me inmuté. Absoluta tranquilidad.
Serían unos setenta kilómetros los que me separaban de
Zurich, pero el camino se me haría largo pues el cansancio por haber dormido
apenas cuatro horas lo empezaba a acusar. Afortunadamente todo se compensaría
al llegar a St. Gallen.
No tardaría mucho en darme cuenta que aparcar en las
cercanías del centro histórico de cualquier ciudad Suiza de forma gratuita es
misión imposible. Todo es de pago, por poco tiempo y, además, está bastante
controlado, por lo que no me quedaba otra que dejarlo en un parking, costándome,
por casi tres horas, unos cinco francos.
San Galo o St Gallen es conocida, principalmente, por su legendaria abadía, la cual esconde
entre sus muros una excepcional biblioteca rococó, siendo Patrimonio de la
Humanidad de la Unesco. Es por ello que mi primer objetivo del viaje sería la
visita de su Stiftsbibliothek, un
viaje emocional en el tiempo a través de la historia, la literatura y el arte.
¿Sabíais que Umberto Eco pasaría en este lugar tres meses
para completar su libro “El nombre de la rosa”? La verdad que no me extrañaría
pues uno tiene la sensación cuando está en él de encontrarse en un lugar
perfecto donde hablar con el pasado, aprender y dejar que todo ello sea una
lección.
Stiftsbibliothek. Abadía de St. Gallen |
Gracias al edificio, la decoración interior elaborada y el número
de obras preciosas guardadas en su interior, la biblioteca de St. Gallen se
cuenta entra las más preciosas, ricas y antiguas del mundo. Sin duda que es un
deleite para los sentidos fijarse en la gran cantidad de frescos, estucados y
querubines que acompañan a la ingente cantidad de libros, manuscritos de valor
incalculable e incunables, laboriosamente realizados por los monjes durante la
Edad Media. Es curioso saber que en la biblioteca sólo se encuentran 30000 del
total de 150000 volúmenes que posee y sólo unos pocos expuestos en vitrinas.
También es interesante una momia de hace 2700 años, situada en una esquina.
Stiftsbibliothek. Abadía de St. Gallen |
Stiftsbibliothek. Abadía de St. Gallen |
La entrada a la biblioteca cuesta 12 CHF y la visita es a
una única sala por lo que aunque es cara, hay que reconocer que es única. Lo
malo que no te permiten hacer fotografías y aunque sé que no está bien, no
podría evitar hacer alguna que otra a escondidas. Para los que tampoco puedan
reprimirse en este aspecto, la sala tiene varios puntos de ángulo muerto que es
imposible que los vea el vigilante, salvo que vaya a ellos explícitamente, por
lo que aprovechando esta circunstancia y siendo un poco rápido te puedes llevar
alguna toma de recuerdo. Cuidado porque a veces hay incluso dos personas
vigilando y ahí la cosa se complica.
El otro imprescindible del conjunto monástico es su catedral, cuya entrada es gratuita. Son
dos las características que la hacen especial. Por un lado sus dos torres de
casi setenta metros y, por otro, la ausencia de fachada, pues la que tiene su
apariencia, en realidad, es el ábside. Es por esto último que la entrada se
realiza por dos puertas modestas del lado norte. En su interior destacan la
cúpula central y el amplio presbiterio enrejado al final de la nave. Sin poder
obviar tampoco los estucos rococos, los frescos que adornan los techos, así
como el coro y los confesionarios de madera.
Abadía de St. Gallen |
Abadía de St. Gallen |
Para finalizar mi visita optaría por un breve paseo por las
callejuelas del centro peatonal, las
cuales conservan un buen número de edificios con pinturas en sus fachadas y
pequeños balcones o miradores góticos de madera colgados que en el pasado eran
conocidos incluso por un nombre concreto y servían de punto de referencia entre
los vecinos. Camello, pelícano, cisne, son algunos de los motivos
diferenciadores más vistosos.
Centro Histórico de St. Gallen |
Centro Histórico de St. Gallen |
Por cierto, casi se me olvida mencionar, pues le quita todo
el protagonismo la catedral, a la cercana iglesia
de St. Laurenzen, la cual merece también mucho la pena con su tejado de
mosaicos, sus frescos florales y el techo cubierto de estrellas que parece un
firmamento.
Iglesia de St Lawrence |
Hacía un día fantástico, por lo que para comer optaría por
comprar un refresco y junto con los sándwiches traídos desde Madrid, me
sentaría en un banco del centro para saciar el hambre.
De camino al coche todavía tendría tiempo de fijarme en una
bonita escultura conocida como Broderbrunnen,
realizada para conmemorar la primera llegada de agua potable a los hogares de
la ciudad en 1895, proveniente del Lago Constanza.
Broderbrunnen. St. Leonhard-Strasse |
Tras ello continuaría
mi camino otros setenta kilómetros hasta el Principado de Liechtenstein. No sabéis la ilusión que me haría
cuando llegó el momento de pasar la señal que indicaba que entraba en este
pequeñísimo país.
Liechtenstein se encuentra enclavado entre Suiza y Austria y
es un país rico e independiente de tan sólo 37000 habitantes, mientras que se
calculan censadas unas 80000 compañías y empresas en sus registros. La llegada
de Napoleón en 1806 y los avatares del siglo XIX retrasaron la consecución de
la soberanía plena hasta 1866. Aunque comparte paisaje, costumbres y acuerdos
económicos y aduaneros con Suiza, hay que decir que sus diferencias son
notables en asuntos internacionales, entre otras cosas. El Principado, por
ejemplo, ya entró en la ONU. Como diminuto país de cuento de hadas está
abanderado por su oportuno príncipe, Hans Adam II, que vive al igual que sus
antepasados en un castillo, eso sí, sin guardia real, puesto que Liechtenstein hace tiempo que
disolvió su ejército. Su moneda es el franco suizo.
Nada más llegar a Vaduz, su tranquila capital de apenas 5000
habitantes, me dirigiría donde me iba a alojar: el Youthhostel Schaan – Vaduz, localizado en la población de Schaan,
la más grande del país, que realmente es una continuación de Vaduz, pues se han
terminado juntando la una con la otra, sabiendo donde estás por las señales que
te lo indican.
Me costaría un poco encontrarlo, dado que está algo
escondido, pero con la ayuda de una chica, al final conseguiría llegar. Haría bien, pues el parking había que
reservarlo (7 CHF) y la recepción cerraba a las 20:00, algo que no sabía y me
hubiera supuesto un problema.
Mi habitación era de seis personas, pero sólo seríamos tres,
lo cual sería de agradecer. Las taquillas están fuera y todas cuentan con llave
que te facilitan en recepción. Las sábanas están incluidas pero la toalla no,
pero el señor que me atendió fue majo y no me la cobraría. La limpieza
caracteriza todas las instalaciones, los baños son muy amplios y están en buen
estado. El precio por noche es de 42 CHF.
Con todo en orden, tardaría el tiempo justo en dejar el
equipaje e irme a conocer Vaduz, la capital del Principado. Disponía para ello
de casi tres horas, antes de que se hiciera de noche.
Aunque pueda parecer poco tiempo para ello, todo está muy
cerca, salvo el castillo, encaramado en una colina, pero aun así tampoco es
tanto tiempo si vas caminando y en coche son sólo unos minutos.
Estos serían sus monumentos
más destacables:
Castillo: se
alza imponente en lo alto de una colina y es el hogar del Príncipe de
Liechtenstein. Se ve desde casi cualquier punto de la ciudad. No se encuentra
abierto al público y para acceder al recinto sólo se puede hacer el día 15 de
Agosto, su fiesta nacional, en el que se obsequia a los visitantes con una copa
de vino o cerveza. Aun así merece la pena acercarse tanto por ver de cerca la
férrea fortaleza, como por las panorámicas y vistas de postal de los Alpes y
Vaduz. Caminando supone unos veinte minutos desde la parte baja, mientras que
en coche son sólo cinco minutos, teniendo un parking pasados 150 metros la
puerta del castillo, siendo de unas diez plazas, por si no te apetece pegarte la
paliza, como fue mi caso.
Castillo de Vaduz |
Castillo de Vaduz |
Barrio de
Mitteldorf: es la zona más bonita de Vaduz con diferencia, donde
todavía se conservan las tradicionales casas de madera con jardín. Entre todas
ellas destaca la Rotes Haus o Casa Roja, de características
medievales, un intenso color rojo y una magnífica torre de piedra. El barrio se
encuentra en la parte alta, rodeado de viñedos, lo que lo hace más vistoso,
además de contar con una de las mejores perspectivas del castillo.
Castillo de Vaduz desde Barrio de Mitteldorf |
Castillo de Vaduz desde Barrio de Mitteldorf |
Rotes Haus o Casa Roja. Barrio de Mitteldorf. Vaduz |
Catedral de San
Florín: Se encuentra en uno de los extremos de la ciudad, por lo que
puede ser un buen punto de partida para empezar a conocerla. Es de estilo
neogótico y bastante agradable a la vista a pesar de que es relativamente
reciente pues se construyó en 1868, sustituyendo a la anterior medieval. Cabe
destacar sus hermosas esculturas de la Virgen con Jesús en la entrada, antes de
subir las escaleras, así como su alta y esbelta torre. Al ser una iglesia
protestante su interior es de lo más austero, aunque sus vidrieras llaman la atención.
Catedral de San Florín.Vaduz |
Busto de Josef
Rheinberger: se encuentra al lado de la catedral y está dedicado al
mundialmente conocido organista y compositor, nacido en la capital del
Principado, aunque pasaría gran parte de su vida en Alemania.
Busto de Josef Rheinberger. Vaduz |
Edificio del
Gobierno: se encuentran justo al lado de la catedral en una agradable
plaza. Llama la atención por su arquitectura renacentista y sus colores. En el
desempeña sus funciones el gobierno de Liechtenstein.
Edificio del Gobierno.Vaduz |
Edificio del
Parlamento: su diseño es de lo más peculiar, siendo una mezcla de
arquitectura moderna y antigua, lo que le ha permitido ganar varios premios
internacionales. En él tiene su sede el Parlamento del pequeño estado alpino,
compuesto por 25 miembros y conocido aquí como Landtag. Es de aquí de donde
salen sus leyes, aunque siempre en asociación con el Príncipe, pues su sistema
político es un tanto complicado.
Ayuntamiento:
situado en la zona peatonal, es un edificio de interesante arquitectura con
escudos y pinturas al fresco, aunque no es antiguo, construyéndose en 1932. Se
encuentra rodeado de restaurantes, cafeterías y tiendas, no precisamente
baratas.
Ayuntamiento de Vaduz |
Museos:
Dadas las horas que eran es evidente que no podría entrar a ninguno de ellos,
pero hay una gran cantidad de ellos para entretenerte y aprender todo lo que
quieras. Están muy cerca los unos de los otros, destacando: el museo Postal; el museo Nacional, donde se repasa la historia del país a través de
diversos objetos; y el Kunstmuseum o museo de Arte Contemporáneo,
con su peculiar forma de cubo negro que se ha convertido en toda una referencia
europea en este tipo de arte.
Kunstmuseum |
Esculturas:
Están distribuidas por todo el centro de Vaduz y, sinceramente, creo que
merecen mucho la pena por su originalidad. La más famosa de todas ellas es “Mujer yacente”, una de las mujeres del
colombiano Fernando Botero, que está al lado del Kunstmuseum. Aunque también
cabría destacar la de “Tres Caballos”
que se encuentra frente al Ayuntamiento y parece estar inspirada en la obra de
Picasso.
Mujer Yacente de Botero.Vaduz |
Escultura de Vaduz |
Tras la visita a Vaduz creía que me quedaría sin recuerdos
de este país, especialmente de los imanes que colecciono, pero la suerte
estaría de mi lado y es que hallaría una inmensa tienda con todo tipo de
recuerdos y detalles de buen gusto, donde no podría evitar comprar más de un
detalle para familia, amigos y, por supuesto, para mí. Y es que no todos los
días se viene a Liechtenstein. Está en pleno centro por lo que no será difícil
que la encuentres.
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