DIA 01. SUIZA Y LIECHTENSTEIN. Datos prácticos en Suiza, San Galo y rumbo a Vaduz, capital del Principado

9 de Septiembre de 2019.

Suiza es de esos países que parecen tener un imán invisible que te atrae hacia ellos de forma irremisible una y otra vez. No es extraño que esto suceda pues son tantos sus encantos y bellezas distribuidos por cada rincón y  cada metro cuadrado, que es complicado no sucumbir a los mismos a la mínima oportunidad que vuelva a surgir.

Pongamos como ejemplos la espectacularidad de sus cumbres con todos los alicientes que caracterizan la alta montaña tales como paredes vertiginosas, glaciares, cataratas, bosques; su ingenioso y ejemplar sistema de transportes que incluye trenes, cremalleras, teleféricos, funiculares y todo tipo de ingenios mecánicos concebidos para poner la naturaleza al alcance de la mano del viajero menos activo; las ciudades pulcras y exquisitas que se asientan en los valles, conservando un pasmoso patrimonio histórico, ofreciéndose amables a cualquier visitante, etc.

Vistas desde el Pico Tomlishorn. Monte Pilatus

Sólo por lo recién mencionado creo que podréis entender la razón por la que volvía al país helvético por tercera vez. Porque efectivamente tendría la oportunidad en 2013 y 2014 de recorrer lugares tan maravillosos como Berna, Interlaken, Jungfraujoch, Basilea, Ginebra o el Lago Leman y sus poblaciones ribereñas, entre otros muchos sitios. (Podéis leer los respectivos diarios si os interesa).

Y aunque estaba contento  de haber podido conocer tantos lugares famosos de este increíble país, sin embargo tenía la espinita clavada de no haber podido llegar a su zona este y por tanto descubrir ciudades como Zurich y Lucerna o espacios tan espectaculares como las cataratas del Rhin. Por fin ese momento había llegado, gracias a una increíble oferta de Iberia que ofrecía un vuelo de ida y vuelta a Zurich por 95 euros.

Kapellbrücke o puente de la Capilla.Lucerna

Pero ya que estaba por la zona no me conformaría sólo con seguir descubriendo el país helvético, sino que aprovecharía la cercanía para acercarme hasta otro de esos estados diminutos con que cuenta la vieja Europa. Me estoy refiriendo a Liechtenstein, el pequeño principado, en el que me daría el gusto de conocer su capital Vaduz y algunos de los pueblos con mayor encanto del país, más que suficiente teniendo en cuenta que es un estado tan pequeño.

Por último, también llegaría a la zona del lago Constanza en Alemania, dada la cercanía, para sorprenderme con hermosas ciudades como Lindau, Meersburg y Konstanz, así como cruzar el gran lago en ferry para volver a Suiza. Sólo sería una jornada recorriendo esta zona germana, pero me serviría para llevarme una idea de lo que ofrece y en el futuro dejarme caer más tiempo por ella y conocerla más en profundidad.

Torre Mangturm y Puerto.Lindau

En definitiva una semana completa que iba a dar mucho de sí, permitiéndome conocer, por fin, esta zona tan espectacular de Europa que no tiene desperdicio y a la que se puede dedicar todo el tiempo que uno quiera de la gran cantidad de hermosos lugares que tiene.

A muchos les parecerá una locura, pero este viaje le afrontaba sin ningún tipo de paréntesis ni descanso con respecto al anterior que acaba de realizar por tierras suecas, por donde había permanecido algo más de dos semanas y de donde regresaba el domingo a las 23:00, llegando a casa sobre media noche. Tenía el tiempo justo para deshacer la maleta, hacer la nueva, dormir unas pocas horas y dirigirme de nuevo hacia el aeropuerto de Barajas, donde a las 08:45 salía mi vuelo con destino Zurich. Una paliza considerable pero que afrontaba con mucho ánimo, siendo buena señal de que volvía a estar con el máximo entusiasmo en cuanto a viajes se refiere.

No obstante y antes de continuar con mi relato, hago algunas apreciaciones sobre varios temas prácticos relacionados con Suiza y que es cierto no hice en los diarios anteriores sobre este país.

DATOS PRÁCTICOS SUIZA:

INFORMACIÓN: Para mí ya es un clásico preparar el viaje a Suiza utilizando su fantástica web www.myswitzerland.com la cual proporciona informaciones actualizadas y documentación de carácter general y particular de todos los cantones. Se puede solicitar que nos envíen por correo folletos temáticos, planos y mapas de las localidades de forma gratuita.

REQUISITOS DE ENTRADA: Los ciudadanos españoles pueden entrar en Suiza con pasaporte o DNI (para periodos mayores de tres meses se necesita un visado).

CUANDO IR/QUÉ LLEVAR: Dependiendo de los gustos de cada uno se puede viajar a Suiza en cualquier época. En invierno para los aficionados al esquí; en primavera y verano para pasear a orillas de los lagos y realizar ascensiones a las cumbres más altas o hacer rutas en bicicleta. Lo que sí es bueno recordar es que es primavera y otoño es cuando menos gente hay, pudiendo así disfrutar de todo sin aglomeraciones ni agobios. No hay que olvidarse nunca de algo de abrigo, incluso en verano, y de un chubasquero.

MONEDA: Suiza no pertenece a la Unión Europea ni comparte con ella su moneda. Esta es el franco suizo, aunque es posible llevar euros para cambiarlos en bancos, estaciones y aeropuertos. Además en muchos comercios aceptan euros, aunque el cambio será desfavorable por lo que conviene llevar ya de antemano el dinero cambiado.

ASISTENCIA SANITARIA: Suiza tiene convenio con el sistema público español por lo que basta con llevar la Tarjeta Sanitaria Europea para ser atendido en sus centros hospitalarios y que se nos apliquen las mismas tarifas que a sus ciudadanos.

ELECTRICIDAD: La corriente eléctrica es de 220 v., 50 Hz, los enchufes son de tres agujeros, pero normalmente admiten el normal europeo de dos clavijas.

CONDUCCIÓN: Las normas de circulación son semejantes a las vigentes en España y en la mayoría de los países europeos. Los límites de velocidad están establecidos en 50 km/h en los núcleos de población, 80 km/h en las carreteras cantonales y 120 km/h en las autopistas. Es obligatorio el uso del cinturón de seguridad y está prohibido utilizar teléfonos móviles mientras se conduce. Para la ayuda en carretera se puede llamar al número 140. La red de carreteras es bastante buena y para circular por autovías se debe llevar en el parabrisas un adhesivo especial, denominado “Vignette”, sin el cual te puedes enfrentar a importantes multas.

TRANSPORTES: En esta ocasión más de la mitad del viaje lo haría en coche de alquiler, pero también dedicaría unos días a moverme con el excelente transporte público con que cuenta el país helvético. Existe un pase llamado Swiss Pass y otros en regiones concretas, que utilizaría en los viajes anteriores, que pueden abaratar considerablemente el viaje y permiten acceder a trenes, barcos, autobuses, durante periodos concretos: días, semanas, etc. Si se va a realizar un recorrido variado y libre, resulta muy económico. Para los viajes familiares es interesante saber que los menores de dieciséis años están exentos de pagar si van acompañados de sus padres.

ALOJAMIENTOS: Existe una amplia y variada oferta, aunque lo más baratos son los hostels, que en Suiza están céntricos e impecables y donde siempre opto por alojarme. Casi siempre hay uno en las principales ciudades del país y es normal que suela haber habitaciones de cuatro personas que para mí son las más cómodas, al no tener que compartir cuarto con demasiada gente.

POLÍTICA: Aunque muy práctico no es, son algunas personas las que me preguntan acerca del sistema político suizo. Se puede decir que se trata de un sistema que prescinde de la dualidad entre Gobierno y oposición para incorporar a todas las fuerzas mayoritarias en el Ejecutivo. Las iniciativas se adoptan por consenso, y este no se limita a los partidos, sino también a los cantones. Los ciudadanos, por su parte, pueden vetar esas propuestas mediante plebiscitos, e incluso impulsar sus propias iniciativas legales si cuentan con un número suficiente de apoyos. En la democracia suiza, los ciudadanos deciden. Y esa capacidad de intervención afecta a la Constitución, que se modifica sistemáticamente para adaptarla a los intereses de la población.

En fin, que ahora sí, comienzo a narrar la semana que tenía por delante, donde me esperaban gran cantidad de atractivos y sorpresas inesperadas, ¿me acompañas en este nuevo viaje por tierras suizas y sus países vecinos?

En esta ocasión volaría con Iberia, la culpable de que llevara a cabo este viaje que en principio no tenía pensado realizar, pero es que gracias a determinados periodos de ofertas irresistibles uno puede viajar a ciudades tan caras como Zurich por el módico precio de 95 euros, ida y vuelta, ¿verlo para creerlo, verdad? Más barato que el AVE o la mayoría de billetes de avión que se ofertan en España.

En esta ocasión no facturaría ninguna maleta, por lo que llegaría con el tiempo justo para encaminarme con mi mochila y maleta de mano hacia la puerta de embarque. El vuelo saldría puntual y todo fue muy rápido, pues el avión iba a la mitad de su capacidad, por lo que fueron una maravilla todas las gestiones. En mi fila iba sólo, así que no podía ir más cómodo, lo cual era de agradecer después del viaje infernal de ayer que me darían dos hermanos que no dejaron de pelearse en el regreso de Estocolmo.

A las 11:00 aterrizábamos, con cinco minutos de adelanto de la hora prevista. Antes de darme cuenta ya había pasado los controles de seguridad y estaba en el mostrador de la empresa Budget haciendo las gestiones para retirar mi vehículo que había contratado por la página www.rentalcars.com, como siempre utilizo. Esta vez me correspondió un Renault Clio, prácticamente nuevo y sin un arañazo. Estaba impecable. El Kilometraje era ilimitado, depósito lleno y la cobertura de daños total. Todo me saldría por 170 euros.

Había llegado el momento de ponerse en ruta, así que preparé mi GPS, que mi amigo Nacho me había actualizado con los mapas del país, dado que no se pueden utilizar la conexión a internet al no ser Suiza miembro de la Unión Europea, y seleccioné como primer destino Sankt Gallen. ¡Oh Dios mío!, como cuesta adaptarse a los cambios cuando es a peor. Pasaba de utilizar un vehículo con cambio automático durante unos diez días en Suecia al cambio manual. No es broma si digo que casi me cargo la palanca de cambios al haberme olvidado de lo que era el embrague, por no hablar de los rugidos del motor al pedirme que cambiara de marcha, esperando que lo hiciera el coche sólo como antaño, en fin.

Si a ello le sumamos que aunque esto era Suiza, la mitad de la autopista la tenían en obras y esto ya no era la idílica y educada Suecia, pues la adaptación me costó bastante, llevándome unos cuantos pitidos de varios conductores, pero bueno se me debió haber pegado algo de los suecos porque ni me inmuté. Absoluta tranquilidad.

Serían unos setenta kilómetros los que me separaban de Zurich, pero el camino se me haría largo pues el cansancio por haber dormido apenas cuatro horas lo empezaba a acusar. Afortunadamente todo se compensaría al llegar a St. Gallen.

No tardaría mucho en darme cuenta que aparcar en las cercanías del centro histórico de cualquier ciudad Suiza de forma gratuita es misión imposible. Todo es de pago, por poco tiempo y, además, está bastante controlado, por lo que no me quedaba otra que dejarlo en un parking, costándome, por casi tres horas, unos cinco francos.

San Galo o St Gallen es conocida, principalmente, por su legendaria abadía, la cual esconde entre sus muros una excepcional biblioteca rococó, siendo Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Es por ello que mi primer objetivo del viaje sería la visita de su Stiftsbibliothek, un viaje emocional en el tiempo a través de la historia, la literatura y el arte.

¿Sabíais que Umberto Eco pasaría en este lugar tres meses para completar su libro “El nombre de la rosa”? La verdad que no me extrañaría pues uno tiene la sensación cuando está en él de encontrarse en un lugar perfecto donde hablar con el pasado, aprender y dejar que todo ello sea una lección.

Stiftsbibliothek. Abadía de St. Gallen

Gracias al edificio, la decoración interior elaborada y el número de obras preciosas guardadas en su interior, la biblioteca de St. Gallen se cuenta entra las más preciosas, ricas y antiguas del mundo. Sin duda que es un deleite para los sentidos fijarse en la gran cantidad de frescos, estucados y querubines que acompañan a la ingente cantidad de libros, manuscritos de valor incalculable e incunables, laboriosamente realizados por los monjes durante la Edad Media. Es curioso saber que en la biblioteca sólo se encuentran 30000 del total de 150000 volúmenes que posee y sólo unos pocos expuestos en vitrinas. También es interesante una momia de hace 2700 años, situada en una esquina.

Stiftsbibliothek. Abadía de St. Gallen

Stiftsbibliothek. Abadía de St. Gallen

La entrada a la biblioteca cuesta 12 CHF y la visita es a una única sala por lo que aunque es cara, hay que reconocer que es única. Lo malo que no te permiten hacer fotografías y aunque sé que no está bien, no podría evitar hacer alguna que otra a escondidas. Para los que tampoco puedan reprimirse en este aspecto, la sala tiene varios puntos de ángulo muerto que es imposible que los vea el vigilante, salvo que vaya a ellos explícitamente, por lo que aprovechando esta circunstancia y siendo un poco rápido te puedes llevar alguna toma de recuerdo. Cuidado porque a veces hay incluso dos personas vigilando y ahí la cosa se complica.

El otro imprescindible del conjunto monástico es su catedral, cuya entrada es gratuita. Son dos las características que la hacen especial. Por un lado sus dos torres de casi setenta metros y, por otro, la ausencia de fachada, pues la que tiene su apariencia, en realidad, es el ábside. Es por esto último que la entrada se realiza por dos puertas modestas del lado norte. En su interior destacan la cúpula central y el amplio presbiterio enrejado al final de la nave. Sin poder obviar tampoco los estucos rococos, los frescos que adornan los techos, así como el coro y los confesionarios de madera.

Abadía de St. Gallen

Abadía de St. Gallen

Para finalizar mi visita optaría por un breve paseo por las callejuelas del centro peatonal, las cuales conservan un buen número de edificios con pinturas en sus fachadas y pequeños balcones o miradores góticos de madera colgados que en el pasado eran conocidos incluso por un nombre concreto y servían de punto de referencia entre los vecinos. Camello, pelícano, cisne, son algunos de los motivos diferenciadores más vistosos.

Centro Histórico de St. Gallen

Centro Histórico de St. Gallen

Por cierto, casi se me olvida mencionar, pues le quita todo el protagonismo la catedral, a la cercana iglesia de St. Laurenzen, la cual merece también mucho la pena con su tejado de mosaicos, sus frescos florales y el techo cubierto de estrellas que parece un firmamento.

Iglesia de St Lawrence

Hacía un día fantástico, por lo que para comer optaría por comprar un refresco y junto con los sándwiches traídos desde Madrid, me sentaría en un banco del centro para saciar el hambre.

De camino al coche todavía tendría tiempo de fijarme en una bonita escultura conocida como Broderbrunnen, realizada para conmemorar la primera llegada de agua potable a los hogares de la ciudad en 1895, proveniente del Lago Constanza.

Broderbrunnen. St. Leonhard-Strasse

 Tras ello continuaría mi camino otros setenta kilómetros hasta el Principado de Liechtenstein. No sabéis la ilusión que me haría cuando llegó el momento de pasar la señal que indicaba que entraba en este pequeñísimo país.

Liechtenstein se encuentra enclavado entre Suiza y Austria y es un país rico e independiente de tan sólo 37000 habitantes, mientras que se calculan censadas unas 80000 compañías y empresas en sus registros. La llegada de Napoleón en 1806 y los avatares del siglo XIX retrasaron la consecución de la soberanía plena hasta 1866. Aunque comparte paisaje, costumbres y acuerdos económicos y aduaneros con Suiza, hay que decir que sus diferencias son notables en asuntos internacionales, entre otras cosas. El Principado, por ejemplo, ya entró en la ONU. Como diminuto país de cuento de hadas está abanderado por su oportuno príncipe, Hans Adam II, que vive al igual que sus antepasados en un castillo, eso sí, sin guardia real,  puesto que Liechtenstein hace tiempo que disolvió su ejército. Su moneda es el franco suizo.

Nada más llegar a Vaduz, su tranquila capital de apenas 5000 habitantes, me dirigiría donde me iba a alojar: el Youthhostel Schaan – Vaduz, localizado en la población de Schaan, la más grande del país, que realmente es una continuación de Vaduz, pues se han terminado juntando la una con la otra, sabiendo donde estás por las señales que te lo indican.

Me costaría un poco encontrarlo, dado que está algo escondido, pero con la ayuda de una chica, al final conseguiría llegar.  Haría bien, pues el parking había que reservarlo (7 CHF) y la recepción cerraba a las 20:00, algo que no sabía y me hubiera supuesto un problema.

Mi habitación era de seis personas, pero sólo seríamos tres, lo cual sería de agradecer. Las taquillas están fuera y todas cuentan con llave que te facilitan en recepción. Las sábanas están incluidas pero la toalla no, pero el señor que me atendió fue majo y no me la cobraría. La limpieza caracteriza todas las instalaciones, los baños son muy amplios y están en buen estado. El precio por noche es de 42 CHF.

Con todo en orden, tardaría el tiempo justo en dejar el equipaje e irme a conocer Vaduz, la capital del Principado. Disponía para ello de casi tres horas, antes de que se hiciera de noche.

Aunque pueda parecer poco tiempo para ello, todo está muy cerca, salvo el castillo, encaramado en una colina, pero aun así tampoco es tanto tiempo si vas caminando y en coche son sólo unos minutos.

Estos serían sus monumentos más destacables:

Castillo: se alza imponente en lo alto de una colina y es el hogar del Príncipe de Liechtenstein. Se ve desde casi cualquier punto de la ciudad. No se encuentra abierto al público y para acceder al recinto sólo se puede hacer el día 15 de Agosto, su fiesta nacional, en el que se obsequia a los visitantes con una copa de vino o cerveza. Aun así merece la pena acercarse tanto por ver de cerca la férrea fortaleza, como por las panorámicas y vistas de postal de los Alpes y Vaduz. Caminando supone unos veinte minutos desde la parte baja, mientras que en coche son sólo cinco minutos, teniendo un parking pasados 150 metros la puerta del castillo, siendo de unas diez plazas, por si no te apetece pegarte la paliza, como fue mi caso.

Castillo de Vaduz

Castillo de Vaduz

Barrio de Mitteldorf: es la zona más bonita de Vaduz con diferencia, donde todavía se conservan las tradicionales casas de madera con jardín. Entre todas ellas destaca la Rotes Haus o Casa Roja, de características medievales, un intenso color rojo y una magnífica torre de piedra. El barrio se encuentra en la parte alta, rodeado de viñedos, lo que lo hace más vistoso, además de contar con una de las mejores perspectivas del castillo.

Castillo de Vaduz desde Barrio de Mitteldorf

Castillo de Vaduz desde Barrio de Mitteldorf

Rotes Haus o Casa Roja. Barrio de Mitteldorf. Vaduz

Catedral de San Florín: Se encuentra en uno de los extremos de la ciudad, por lo que puede ser un buen punto de partida para empezar a conocerla. Es de estilo neogótico y bastante agradable a la vista a pesar de que es relativamente reciente pues se construyó en 1868, sustituyendo a la anterior medieval. Cabe destacar sus hermosas esculturas de la Virgen con Jesús en la entrada, antes de subir las escaleras, así como su alta y esbelta torre. Al ser una iglesia protestante su interior es de lo más austero, aunque sus vidrieras llaman la atención.

Catedral de San Florín.Vaduz

Busto de Josef Rheinberger: se encuentra al lado de la catedral y está dedicado al mundialmente conocido organista y compositor, nacido en la capital del Principado, aunque pasaría gran parte de su vida en Alemania.

Busto de Josef Rheinberger. Vaduz

Edificio del Gobierno: se encuentran justo al lado de la catedral en una agradable plaza. Llama la atención por su arquitectura renacentista y sus colores. En el desempeña sus funciones el gobierno de Liechtenstein.

Edificio del Gobierno.Vaduz

Edificio del Parlamento: su diseño es de lo más peculiar, siendo una mezcla de arquitectura moderna y antigua, lo que le ha permitido ganar varios premios internacionales. En él tiene su sede el Parlamento del pequeño estado alpino, compuesto por 25 miembros y conocido aquí como Landtag. Es de aquí de donde salen sus leyes, aunque siempre en asociación con el Príncipe, pues su sistema político es un tanto complicado.

Ayuntamiento: situado en la zona peatonal, es un edificio de interesante arquitectura con escudos y pinturas al fresco, aunque no es antiguo, construyéndose en 1932. Se encuentra rodeado de restaurantes, cafeterías y tiendas, no precisamente baratas.

Ayuntamiento  de Vaduz

Museos: Dadas las horas que eran es evidente que no podría entrar a ninguno de ellos, pero hay una gran cantidad de ellos para entretenerte y aprender todo lo que quieras. Están muy cerca los unos de los otros, destacando: el museo Postal; el museo Nacional, donde se repasa la historia del país a través de diversos objetos;  y el Kunstmuseum o museo de Arte Contemporáneo, con su peculiar forma de cubo negro que se ha convertido en toda una referencia europea en este tipo de arte.

Kunstmuseum

Esculturas: Están distribuidas por todo el centro de Vaduz y, sinceramente, creo que merecen mucho la pena por su originalidad. La más famosa de todas ellas es “Mujer yacente”, una de las mujeres del colombiano Fernando Botero, que está al lado del Kunstmuseum. Aunque también cabría destacar la de “Tres Caballos” que se encuentra frente al Ayuntamiento y parece estar inspirada en la obra de Picasso.

Mujer Yacente de Botero.Vaduz

Escultura de Vaduz

Tras la visita a Vaduz creía que me quedaría sin recuerdos de este país, especialmente de los imanes que colecciono, pero la suerte estaría de mi lado y es que hallaría una inmensa tienda con todo tipo de recuerdos y detalles de buen gusto, donde no podría evitar comprar más de un detalle para familia, amigos y, por supuesto, para mí. Y es que no todos los días se viene a Liechtenstein. Está en pleno centro por lo que no será difícil que la encuentres.

Eran las 20:15 y la oscuridad era casi total, se empezaba a notar que los días cada vez eran más cortos. Todo estaba cerrado en el centro, así que opté por desplazarme a una gasolinera de las afueras con supermercado y allí comprar unos sándwiches y unas bebidas para cenar en el hostal, acostarme pronto y así recuperarme del cansancio acumulado.

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