Hace año y medio ya de mi viaje al sur de la Patagonia
argentina y chilena con el que conseguía cumplir el mayor de mis sueños,
conociendo lugares tan increíbles como el macizo del Fitz Roy, el glaciar
Perito Moreno o el Parque Nacional Torres del Paine, entre otros muchos
lugares. Fue un viaje único y especial que desbordó mis expectativas y que veo
complicado poder superar. Volvía de aquella zona del mundo en paz porque por
fin había logrado lo que llevaba persiguiendo desde joven y que parecía
imposible poder alcanzar, consiguiéndolo contra todo pronóstico. Pero ello
también conllevó, por otro lado, que a la vuelta, de repente, me quedase con
una sensación extraña, con un sentimiento diferente en cuanto al deseo que
siempre había tenido por conocer culturas, países, ciudades y paisajes de forma
constante.
Reconozco que me costaría admitir que había perdido algo de
motivación por viajar, pero aún así y a pesar de no estar del todo ilusionado,
opté por marcharme una semana en el mes de septiembre de 2018 a recorrer
Luxemburgo en solitario y con un coche de alquiler. Y sí, disfruté, me gustaron
sus castillos, sus paisajes, sus ciudades, pero en varios momentos no sentí la misma
pasión por viajar que siempre antes había tenido y a la vuelta a Madrid decidí parar
el tiempo necesario hasta que recuperase la motivación necesaria para ello,
dedicándome a otros menesteres durante todo este tiempo.
Y a eso me he dedicado, a estar todo este año sin apenas
salir de la Capital, salvo alguna pequeña escapada cerca de casa, que me ha
servido para volver a ilusionarme y coger con ganas este nuevo viaje que ahora
relato y que me llevaría a Suecia,
el precioso país escandinavo.
Banderas Suecas en Estocolmo |
Tenía por delante 17 días para disfrutar del aire fresco y
limpio del país, de su naturaleza desbordante y sin contaminación, de sus
costas arenosas y rocosas, de lagos de todos los tamaños, de infinitos bosques
y de hermosas ciudades donde ninguna es estrictamente urbana, pues en muchas
como en Estocolmo o Gotemburgo, todo gira alrededor de los canales. Y a todo
ello había que sumarle que no es un país excesivamente turístico, salvo la
capital, por lo que la tranquilidad estaba asegurada en la mayoría de lugares,
evitando masificaciones y agobios.
Archipiélago de Estocolmo |
Canal Göta. Söderköping |
Aunque la primera imagen que se puede tener de Suecia es de
un país caro, en los últimos años se han desarrollado, especialmente en verano,
una gran cantidad de ofertas en hoteles, restaurantes y transportes que lo
convierten en algo más asequible, además de optar por albergues, comida rápida
y otras opciones, como iba a ser mi caso, que permite abaratar costes
considerablemente.
El territorio de Suecia se estira 1500 kilómetros desde más
allá del círculo polar ártico, por el norte, hasta la zona templada que baña el
mar Báltico por el sur, por lo que era evidente que había que elegir una zona
concreta, optando por planificar una ruta que no me hiciera hacer demasiados
kilómetros cada día, pudiendo así no pasar demasiado tiempo en el coche y sí en
pueblos y lugares característicos por su belleza. Decidiría por tanto pasar los
cinco primeros días en Estocolmo
para conocer los principales lugares de la capital y sus alrededores, dedicaría
dos a atravesar el país de este a oeste con algunas paradas en las ciudades y
lagos que, para mi gusto, más podían aportarme como es el caso de Vadstena, Gränna o el lago Vättern , otros dos días para la
original Gotemburgo, llena de fuerza
y carácter, seis para conocer la que dicen es la zona más bonita del país: su
costa oeste denominada Bohuslän,
donde se pueden encontrar pueblos de ensueño situados sobre paisajes sacados de
otro mundo, y las dos últimas jornadas decidiría dedicarlas para regresar a la
capital pero parando en ciudades tan importantes como Örebro, Västeras o Uppsala.
Un plan ambicioso pero también más relajado de lo que en principio puede
parecer, con tiempo suficiente para saborearlo todo sin prisas ni agobios.
Gamla Linköping |
Smögen |
Castillo de Vadstena |
Paso a continuación, como ya es tradición en este tipo de
viajes largos, a poner algunos datos prácticos sobre las principales cuestiones
del país.
DATOS PRÁCTICOS:
REQUISITOS DE
ENTRADA: Los ciudadanos españoles sólo necesitan el DNI en vigor o el
pasaporte para entrar en Suecia y pueden permanecer hasta tres meses en el país.
CUANDO IR/QUÉ
LLEVAR: La mejor época para viajar a Suecia va desde mediados de mayo
hasta finales de septiembre, cuando las temperaturas suelen ser agradables y
los días, especialmente junio y julio, muy largos. No hay que olvidarse, sin
embargo, de llevar ropa de abrigo e impermeable, por si acaso, y además hay que tener en cuenta que en los
meses de verano aparecen los mosquitos en todo el país, sobre todo en el norte.
MONEDA: La
moneda del país es la corona sueca, en sueco Krona. Se puede cambiar moneda en
bancos, en oficinas de cambio de los aeropuertos y terminales de trenes,
autobuses y barcos, así como en las oficinas de correos. Pero en general las
que ofrecen un mejor tipo de cambio son las llamadas Forex, las cuales están
repartidas por todo el país y cobran una comisión mínima. Respecto a las
tarjetas de crédito se aceptan las principales como Visa, MasterCard y American
Express. No obstante y dada mi experiencia os recomiendo no llevar dinero en
metálico y pagarlo todo con tarjeta, hasta una botella de agua, pues incluso
hay sitios donde no te admiten dinero en efectivo, sí, verlo para creerlo.
ASISTENCIA
SANITARIA: Existe un acuerdo por el cual los turistas españoles pueden
beneficiarse de las prestaciones necesarias, en las mismas condiciones y con
las mismas tarifas que los ciudadanos suecos si disponen de la Tarjeta
Sanitaria Europea (TSE). El coste de una visita médica en un centro
hospitalario es de unos 260 SEK, en cambio en una consulta médica es de 140
SEK, pero en las visitas de urgencia es de 290 SEK.
ELECTRICIDAD:
Funciona como en España, a 220 voltios. Los enchufes son también iguales.
CONDUCCIÓN:
Conducir en Suecia apenas presenta problemas, ya que las carreteras son buenas,
poco frecuentadas y los conductores muy prudentes. Bastará poseer el carnet de
conducir español, no siendo necesario presentar el Internacional. Las
velocidades máximas en autopista oscilan entre los 110 km/h y los 70 km/h. En
las zonas urbanas y otras carreteras regionales, la velocidad máxima permitida
es de 50 km/h. Es obligatorio llevar las luces de cruce las 24 horas. Las tasas
de alcoholemia permitida en Suecia son bastante bajas (0,2%) y los controles
son bastante frecuentes. La gasolina es muy cara, siendo la mayoría de
gasolineras de autoservicio, contando con surtidores automáticos que funcionan
con tarjeta. Cuidado, especialmente en el norte, con los renos y alces, que
atraviesan las carreteras de improviso. En caso de accidente se puede llamar al
112.
TRANSPORTES:
El transporte público sueco es uno de los más eficientes de Europa, funcionando
casi siempre correctamente ya nieve o diluvie. En las grandes ciudades existen
abonos turísticos que permiten un número ilimitado de viajes en cualquier medio
público de transportes y permiten ahorrar bastante dinero. Otra cuestión aparte
son los horarios de los autobuses interurbanos que conectan destinos más
lejanos, pues aquí uno deberá informarse adecuadamente de cuáles son los
horarios establecidos, pues si no se corre el riesgo de morir petrificado en la
parada oportuna.
ALOJAMIENTOS:
En un país tan caro como Suecia es posible encontrar algunos sitios baratos
para dormir, pero conviene planificarlo con bastante antelación para no
quedarse sin ellos. Existe una gran red de albergues y hostales que permiten
abaratar mucho los costes, sobre todo en ciudades importantes como Estocolmo y
Gotemburgo. En el resto de zonas del país se pueden encontrar precios
razonables si, repito, se hace la búsqueda con tiempo.
RESTAURANTES/BEBIDAS:
Hay algunos que tienen menú del día, entre las 11:00 y las 14:00, que incluye bebida
y que puede rondar los 10 euros con el servicio incluido. Si se come o cena a
la carta los precios rondan los 25 o 30 euros el plato. El alcohol por su parte
está bastante restringido en Suecia y es muy caro.
Como ya es habitual mi viaje comenzaría en el aeropuerto de Madrid – Barajas,
eligiendo en esta ocasión los servicios de la compañía aérea Norwegian con la que iba a volar por
primera vez, debido a su inigualable oferta en el momento de comprar el vuelo.
Ida y vuelta con una maleta facturada de 20 kg me saldría por 155 euros.
El check – in
sólo se puede realizar 24 horas antes de
la salida del vuelo, así que no te puedes anticipar como en otras
compañías. En el aeropuerto hay máquinas para poder realizarlo, así que no
tienes que preocuparte si por cualquier imprevisto no lo has podido hacer
anteriormente. Las pegatinas del equipaje también puedes optar por gestionarlas
tú y así ahorrarte la fila de los mostradores.
El vuelo saldría a la hora prevista, las 14:45, y la verdad
que no puedo quejarme de nada. Había leído algunas críticas de Norwegian, pero
muchas más alabanzas y me quedo con las segundas, pues todo fue perfecto.
Incluso el equipaje que facturaba que excedía en medio kilo de los veinte
permitidos, no supuso ningún problema y la chica que me atendió hizo la vista
gorda. En la puerta de embarque tampoco comprobaron pesos de maletas, ni
dimensiones y no bajaron ningún equipaje a bodega, por lo que todas las
referencias que había al respecto no se cumplirían. El espacio entre asientos,
por su parte, es algo mayor que en otras compañías de bajo coste por lo que se
va cómodo si no eres excesivamente alto.
Suecia desde el avión |
Suecia desde el avión |
A las 18:30 aterrizábamos en el aeropuerto de Arlanda,
situado a unos cuarenta kilómetros de la capital sueca. Tras recoger el
equipaje, saldría a la zona común del aeropuerto y me dirigí al Arlanda Visitors Center, donde quería
hacer varias gestiones antes de tomar los transportes necesarios para llegar
hasta Estocolmo.
Mi primera intención sería obtener el Stockholm Pass, del que hablaré en el siguiente capítulo, un pase
que te permite entrar a buena parte de museos y lugares de interés de Estocolmo
bastante más barato que si los visitas de manera individual, pero mi gozo en un
pozo porque ya no es punto de canje, así que tendría que esperar a mañana para
ello.
Lo segundo que haría sería comprar una tarjeta llamada SL – Acess que permite poder acceder a
todos los transportes públicos de la ciudad y alrededores (tren de cercanías,
metro, autobús, barco y tranvía) a un precio bastante asequible. Están las opciones de uno, tres y siete días a un
precio de 13, 25 y 33 euros respectivamente. Yo compraría la de siete días
que me venía perfecta, pues con ella me aseguraba la ida y vuelta del
aeropuerto con lo que todo parecía indicar que la iba a amortizar sin
problemas. Hay que tener en cuenta que sólo los billetes de los famosos
autobuses de la compañía Flygbussarna
cuestan 11,50 euros por trayecto.
Esta opción me saldría mucho más económica que incluir el
transporte en la Stockholm Pass dado que esta última tiene un máximo de cinco
días para poder utilizarse, mientras que yo con la llegada y la ida al
aeropuerto iba a estar siete días en total. Por eso es importante valorar todas
las opciones que uno tiene con el transporte, teniendo en cuenta tanto la ida y
venida desde y al aeropuerto, pues te puedes ahorrar unos cuantos euros
dependiendo de la opción elegida.
Existen otras muchas formas
de ir hasta el centro de Estocolmo como por ejemplo el tren Arlanda Express que cuesta 30 euros por trayecto y tarda 20
minutos o en taxi que cuesta unos 50
euros, pero como se ve son opciones mucho más caras.
Sólo me quedaba ya dirigirme al centro de la capital sueca
en transporte público con mi recién comprada tarjeta SL - Access, por lo que
salí al exterior de la terminal cinco
y miré en un panel desde que parada salía el autobús 583. Era la número 6,
con la suerte que llegaba en ese momento, por lo que no me tocaría esperar
nada. En unos veinte minutos te traslada hasta la estación Märsta Station, donde hay que bajarse y tomar el tren de cercanías que
te lleva hasta Stockholm City, que
es el nombre que tiene la parada en cercanías pero que se corresponde con la de
T - Centralen en metro. Aquí me
tocaría esperar unos diez minutos, pero se puede demorar más. Por último y una
vez en la estación central, sólo tendría que coger la línea verde o roja de metro y bajarme una parada después en la
estación de nombre Gamla Stan.
Desde esta me desplazaría caminando hasta el que iba a ser
mi alojamiento, llamado Castanea Old
Town. Sólo tendría que salir por la salida
de Gamla Stan, girar a la derecha, caminar una manzana y girar a la
izquierda en la calle Tyska Brinken
que luego se convierte en Kindstugatan,
pero que es la misma. Y en el número uno de esta última estaba el Hostel.
Este se encuentra en pleno centro histórico de Estocolmo, a
sólo unos pasos de la famosa plaza Stortorget, su centro neurálgico. El Hostel
está ubicado en una planta de un edificio. Mi habitación era de cuatro personas
y estaba limpia, pero muy estrecha, no pudiendo casi moverse dos personas al
mismo tiempo en la habitación. Las taquillas no son excesivamente amplias por
lo que sólo son actas para mochilas y bolsas normales. Si hay que destacar que
cada cama posee su propia lámpara y un par de enchufes individuales. Los baños
se encuentran en el exterior y siempre estuvieron limpios y en buen estado. Las
zonas comunes como el salón y la cocina eran amplias y agradables.
Sí hay que hacer una mención aparte al sistema de entrada,
pues el acceso se realiza con claves
fuera del horario limitado de recepción. Este método está muy implantado en
muchos alojamientos suecos por lo que es siempre importante tener en cuenta la
hora de tu llegada y avisar unos días antes de la misma al alojamiento
respectivo, para que te puedan proporcionar las claves de entrada vía móvil o
correo electrónico, pues sino corres el riesgo de verte durmiendo en la calle o
de buscar otro alojamiento con el incremento de coste en tu estancia.
Otra cosa importante a tener en cuenta es que te cobran por
las sábanas y las toallas, por lo que yo optaría por llevar las mías propias y
quitarme ese gasto. Conviene también no olvidar un candado para la taquilla
para así estar tranquilo con los objetos de valor.
El precio por cada
noche del fin de semana sería de 40 euros y de 36 euros por cada una del resto
de días.
Sobre las 20:30 entraba por la puerta de mi habitación,
tardando como se puede comprobar unas dos horas desde que aterricé hasta este
momento, mientras que de otras maneras puedes reducir el tiempo a la mitad, por
lo que ya depende de los presupuestos, comodidades y ubicación del alojamiento
de cada uno el elegir una forma u otra de llegar hasta él.
Lo que restaba para terminar el día lo aprovecharía para
organizar el equipaje y planificar la manera de afrontar las jornadas
sucesivas, pues iban a ser seis noches las que pasaría en este lugar.
Para cenar optaría por unos cereales con leche, mientras
entablaba mi primera conversación con un finlandés que había venido a un
festival de música durante unos días, por lo que me estuvo contando varias
cosas interesantes del evento. Sería de agradecer estos primeros momentos de
charla nada más llegar.
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