15 de Septiembre de 2019.
Crecida a orillas del río Limmat, en un imponente escenario
natural de suaves colinas, Zurich es una ciudad con fama de ambiente
intelectual y corte germano en la que han recalado pensadores, escritores y
artistas de la talla de Einstein, Mann, Joyce y Brecht. No obstante no deja de
ser objeto de muchos de los tópicos suizos. Por una parte, los símbolos de la
opulencia y el consumo, representado por los bancos que se agolpan en los
modernos edificios de las céntricas avenidas, mientras los escaparates de los
comercios tientan con lujosos relojes y chocolates de deliciosos sabores. Por
otro, están el lago, el río, los montes, parques, palacetes y caserones que
recrean la imagen más bucólica y tradicional.
Entre esos dos polos, Zurich cuenta con un gran número de
monumentos y lugares interesantes en su centro histórico que me iba a dedicar a
conocer hasta la salida de mi vuelo a Madrid por la tarde.
Un sencillo desayuno compuesto por un zumo y un croissant (3,5
CHF) en la única cafetería abierta en los alrededores a las 08:00, me daría la
vitalidad suficiente para empezar a caminar por Niederdorfstrasse, una de las calles más animadas y con mayor
diversión de la ciudad, como pude comprobar ayer, pero siendo hoy la antítesis
de esa imagen, estando completamente desierta y con todos los locales cerrados
a cal y canto, y es que los estragos del sábado noche habían pasado buena
factura a la mayoría, exceptuando algún que otro turista como era mi caso.
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Niederdorfstrasse |
En mi camino, muy pronto me toparía con la iglesia Predigerkirche, una de las
cuatro iglesias que formó parte del movimiento de La Reforma, por lo que su
interior no cuenta con decoración alguna. Destaca, sin embargo, su hermosa y
afilada torre de estilo gótico añadida posteriormente, así como su gran órgano.
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Iglesia Predigerkirche |
No tenía intención de acceder a su interior, pero sí que me
desplazaría al Museo Nacional Suizo
para contemplar su aspecto de castillo medieval apostado al borde mismo del río
Limmat, reproduciendo una de esas típicas estampas del romanticismo germano.
Para aquellos valientes que se animen, comentar que cuenta con 84 salas que
ofrecen una retrospectiva completa de la cultura suiza, desde la prehistoria
hasta nuestros días. Flanqueándolo por uno de sus lados se encuentra el parque Platzspitz, por el que me
animaría a pasear bajo sus grandes árboles, mientras era conocedor de que
siglos atrás sería utilizado como plaza de armas militar.
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Museo Nacional Suizo |
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Parque Platzspitz |
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Río Limmat desde Parque Platzspitz |
Tras recrearme un rato observando las aguas verde azuladas
que lo rodean, me encaminaría hacia el área
de la Universidad, dado que desde la colina en la que se sitúa hay un
excelente mirador desde donde se
puede contemplar la ciudad desparramándose hacia el monte Uetliberg, coronada
por el gris de los tejados y el verde del óxido en las agujas de las iglesias.
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Zurich desde Mirador de la Universidad |
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Zurich desde Mirador de la Universidad |
Al poco tiempo de
afrontar la bajada me daría cuenta que en las cercanías hay un pequeño
funicular que te puede ahorrar el esfuerzo de llegar hasta aquí y que se conoce
con el nombre de Polybahn. Después
de haber hecho el sacrificio de la ascensión, ahora ya no tenía mucho sentido
cogerlo por lo que continuaría caminando hacia la animada Bahnhofplatz, donde se ubica la puerta principal de la Estación Central, un edificio
emblemático con una hermosa portada, desde donde tomaría la importante avenida Bahnhofstrasse, en buena parte
peatonal. Esta es una de las principales arterias de Zurich, siendo trazada
sobre la antigua muralla. Hoy es un lugar de paseo plagado de tiendas lujosas,
villas residenciales y famosas entidades bancarias. Incluso se localiza un
observatorio de astronomía conocido como Urania
Sternwarte.
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Estación Central o Zurich Hauptbahnhof |
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Bahnhofstrasse |
Descendiendo por ella en dirección al lago, me desviaría por
la calle Rennweg, probablemente la
calle más exclusiva de la ciudad suiza, donde ningún artículo es accesible para
la mayoría de los mortales.
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Rennweg |
Callejeando encontraría unas escaleras que me llevarían a un
oasis en el corazón del centro histórico conocido como Lindenhof, un parque que a la vez hace las veces de excelente
mirador, divisando desde él toda la ciudad, el río Limmat y el lago. En este
lugar se ubicaba el centro neurálgico de la ciudad romana y posteriormente de la
medieval, tiempos de los que restan pocos vestigios, quedando, eso sí, una
preciosa leyenda: en 1292, ante un ataque a la ciudad de la casa de los
Habsburgo, las mujeres se armaron y subieron a esta colina con la intención de
defender la plaza con sus vidas. Ante tal valentía, el enemigo supuso que se
enfrentaban a unas fuerzas superiores y huyó. La fuente que adorna la plaza es
un homenaje a dichas mujeres.
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Zurich desde Parque Lindenhof |
Algo que me gustaría mucho de este parque además de las
vistas sería que es el lugar elegido por multitud de jugadores de petanca. Si
no había quince grupos, no había ninguno, por lo que me entretuve viendo jugar
a varios de estos, hasta que retomaría mi ruta y me encaminaría hasta la ribera
del río Limmat, encontrando una pequeña galería contigua al río caracterizada
por las casas de artesanos aquí situadas, sirviendo de referencia en el siglo
XVI a las barcas que atracaban para comerciar en la ciudad, y cuya zona es
conocida como Schipfe.
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Zurich desde cercanías pasadizo Schipfe |
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Pasadizo Schipfe |
A pocos pasos hallaría St.
Peter, la iglesia más antigua de Zurich. La fama le viene no por su
longevidad, sino por las esferas del reloj en el campanario. Se dicen que son
las mayores de Europa gracias a los 8,7 metros de diámetro. Se ve desde toda la
ciudad, formando parte del bellísimo perfil de la urbe. Son famosas también sus
cinco campanas, muy antiguas, encargadas de dar la señal de alarma en siglos
pasados.
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Iglesia de St. Peter |
Desde aquí tomaría una calle llamada Agustinergasse, que me llevaría por una maraña urbana compuesta por
calles estrechas y hermosos edificios con balcones adornados y fachadas centenarias
de vivos colores y cientos de detalles donde el gótico sigue campeando a sus
anchas. Hay que ir con los cinco sentidos y queda terminantemente prohibido
desviar la mirada hacia el suelo. También a esta altura se alza Augustinerkirche, iglesia que
cambió más veces de culto (católico,
protestante, y en la actualidad católico) que de aspecto.
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Calle Agustinergasse |
A continuación me toparía con uno de los mejores ejemplos
del periodo medieval: el Fraumünster, o
Monasterio de las Damas, que se remonta al siglo IX, durante la dominación
Carolingia. Situado en la ribera occidental, fue el centro de gobierno de la
ciudad ejercido por las abadesas. La iglesia se mantiene en pie, tocada de
lleno por las reformas que le han ido cambiando la faz a lo largo del tiempo.
Entre las últimas aportaciones sobresalen las vidrieras, destacando las
situadas en los ventanales del coro que llevan el sello de Chagall, el gran
artista contemporáneo. Pero si a la imponente construcción religiosa le sumas
además la hermosa plaza en la que se encuentra situada, con otros valiosos y
antiguos edificios civiles y unos vistosos jardines, presididos por una moderna
fuente y repletos de sillas y bancos para disfrutar del entorno, pues no se
puede pedir más. De hecho aquí me relajaría un buen rato hasta que me animaría
a continuar mi paseo hasta el Ayuntamiento
o Rathaus, de estilo renacentista, siendo uno de los testimonios de la
influencia italiana que alcanzó a este barrio.
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Plaza Münsterhof |
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Fraumünster o Monasterio de las Damas |
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Rathaus o Ayuntamiento |
Siguiendo por la ribera del río Limmat llegaría hasta la
amplia plaza Bürkliplatz, situada a
orillas del gran lago y en la que
llaman la atención la escultura de Ganímedes,
un reloj de flores o la fuente Geiserbrunnen con su característico
toro. Los edificios que la flanquean son majestuosos, destacando el de la Banca Nacional Suiza y el Auditorio de Música. Del inmenso
espacio sale el último puente que une la ribera izquierda y la derecha del
centro histórico, llamado Quai – Brücke,
que me llevaría a otra plaza de nombre Bellevueplatz
que compite con su antecesora en monumentos, pues aquí se hallan la Ópera y la fuente del Pez.
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Lago Zurich o Zürichsee |
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Escultura de Ganímedes.Lago Zurich |
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Reloj Floral. Lago Zurich |
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Fuente Geiserbrunnen. Bürkliplatz |
Desde otro cuadrilátero gigante adosado al anterior,
conocido como Sechseläutenplatz, tomaría la calle Oberdorf, el otro gran tramo
en el que se concentra la marcha y la fiesta en Zurich, aunque en estos
momentos no se caracterizaba por ello y sí por la tranquilidad.
En pocos minutos me daría de bruces con otro de los símbolos
de Zurich: su imponente catedral
Grossmünster que se levanta sobre un promontorio frente al río. Se comenzó
a construir en el año 1100 sobre restos de otros templos anteriores. Las dos
torres que la identifican fueron añadidas posteriormente, poseyendo la más
próxima al río una imagen de Carlomagno, el fundador del templo original sobre
el que fue edificada la Catedral. El interior manifiesta el tono austero y
sobrio implantado por los reformistas sobre sucesivos estilos que se remontan
hasta el románico. Se pueden ver muchas alusiones a los santos mártires Félix y
Régula, decapitados en Roma y convertidos en patrones de la ciudad.
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Grossmünster |
Entre paradas, fotos, visitas y paseos el reloj había
marcado las 14:00, por lo que no dude en volver a la Bürkliplatz y pedir en un
puesto callejero una salchicha gigante con pan típico de la comarca más una
coca cola. (13 CHF). Todo ello lo degustaría en uno de los bancos situados en
la ribera del lago Zurich, disfrutando así de las vistas incomparables de la
zona.
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Lago Zurich o Zürichsee |
Quedaría abducido por el idílico paisaje que se presentaba ante
mí, por lo que prescindiría de más visitas y sólo me levantaría ya a por un
helado, antes de dejar definitivamente el lugar para dirigirme primero al
hostel a recoger la maleta y después a la estación de trenes para ir hacia el
aeropuerto.
No podía concluir mejor este viaje y también mis
vacaciones por Suiza y Suecia, principalmente, aunque con algún que otro guiño
a Alemania, Austria y Liechtenstein, siendo consciente que en pocas horas
volvería a la rutina diaria.
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