6 de Septiembre de 2018.
¿No os ha ocurrido nunca que os habéis levantado agotados y
como si os hubiera pasado por encima una apisonadora? Me imagino que sí. Pues
de esa manera me levantaba yo al comenzar esta jornada que relato. La verdad
que me hubiera quedado en la cama y no hubiera hecho absolutamente nada, pero
también es cierto que si hubiera hecho eso el cargo de conciencia hubiera sido
grande después de tener la oportunidad de estar en otro país, además del
desembolso económico que supone este hecho. Así que adoptaría una decisión
salomónica y en vez de seguir escrupulosamente los planes que tenía para hoy,
decidiría improvisar un poco sobre la marcha realizando algo tranquilo que a su
vez me permitiera conocer alguna zona interesante.
Decidiría comenzar con la visita a Schengen, pues no quería
prescindir de este histórico lugar luxemburgués, más que por el patrimonio en
cuestión, pues no tiene nada destacable, sí porque aquí tuvieron lugar, entre
1985 y 1990, la firma de los tratados que permitieron viajar libremente, sin
trámites fronterizos, por una gran parte de Europa: la zona Schengen. Es decir,
supuso algo tan importante como la eliminación de las fronteras en Europa.
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Schengen |
La firma tendría lugar a bordo del barco Princesa Marie –
Astrid en el río Mosela, justo en el punto donde se encuentra el límite
geográfico del Benelux, Francia y Alemania, por lo que no me lo pensaría dos
veces en empezar paseando por la ribera del mencionado río, eso sí, acompañado
por una fina capa de lluvia, no demasiado molesta.
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Río Mosela a su paso por Schengen |
De esta manera llegaría hasta varios paneles, muy cerca de
las aguas, donde se muestran fotografías de los dirigentes que fueron
protagonistas en aquellas jornadas históricas. Igualmente se puede observar un
trozo del muro de Berlín, así como las Columnas de las Naciones y las banderas
de todos los países miembros de la Unión Europea, donde no podría evitar hacerme
una foto con la nuestra.
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Oficina de Turismo. Schengen |
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Muro de Berlín. Schengen |
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Columnas de las Naciones. Schengen |
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Columnas de las Naciones. Schengen |
Es en este último lugar donde está el edificio que alberga
el Museo Europeo de Schengen, inaugurado en el 25 aniversario de la firma del
tratado. En su interior se muestran vídeos, fotografías, así como los
pasaportes de los diferentes Estados y las gorras de los funcionarios de
aduanas que controlaban las fronteras. No es gran cosa pero al ser gratuito no
está de más darse un paseo por el mismo.
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Museo Europeo. Schengen |
Terminaría dando un pequeño paseo por la localidad, donde me
encontraría con su antiguo castillo, hoy convertido en hotel, y en el que
estuvieron alojados personajes tan importantes como Víctor Hugo. Los jardines
que lo circundan también merecen la pena. En su parte más elevada está la
iglesia y en una de sus plazuelas la piedra que conmemora el tratado, así como
un centro de conferencias.
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Castillo de Schengen |
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Castillo de Schengen |
Después de todo lo anterior, no tenía muy claro qué hacer,
porque la verdad que no me apetecía nada ir recorriendo con el coche los
pueblos de la ribera del Mosela, que era lo que tenía pensado en un principio,
por lo que decidí dirigirme a Remich, el más importante de todos ellos y
decidir allí. No aparcaría demasiado lejos del centro de la población, por lo
que en diez minutos ya estaba en el mismo. A partir de este punto todo se
desarrollaría sin tener que pensar demasiado, pues resulta que en la ribera del
curso de agua había amarradas varias embarcaciones, justo enfrente de un gran
edificio que destacaba por su arquitectura moderna y de muy buen gusto.
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Edificio Modernista. Remich |
Pronto descubriría que este albergaba, entre otras cosas,
las taquillas para comprar las entradas para los cruceros por el río Mosela,
así que hasta ellas que me acercaría, con la suerte de que una de las empleadas
hablaba un perfecto castellano, por lo que tras estar un rato charlando con
ella, para terminar me recomendaría el paseo en barco de tres horas que te
lleva hasta la localidad de Ehnen por 16 euros, ida y vuelta. No me lo pensaría
mucho, pues qué mejor que descansar disfrutando de un hermoso paisaje,
compuesto por viñedos y suaves colinas, en la parte más alta de una gran
embarcación y casi en completa soledad al apenas haber gente, como ya era la
tónica habitual en otras zonas del país.
Afortunadamente, el cielo cubierto de primera hora de la
mañana había dado paso a pequeños claros por los que se colaban los rayos de
sol, la lluvia había remitido y la temperatura era ideal para poder ir sentado
en una de las mesas de la cubierta superior, la cual compartiría con una
familia de cuatro miembros y otra joven pareja.
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Crucero por el Mosela.Remich |
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Remich desde el Crucero por el Río Mosela |
Después de dejar las inmediaciones de Remich y apenas
minutos después el paisaje que se nos ofrecía era idílico y encantador, pues no
dejarían de sucederse llanuras, bancales y verdes colinas compuestas por una
infinidad de viñedos que se perdían en la lejanía.
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Crucero por el Mosela (De Remich a Ehnen) |
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Crucero por el Mosela (De Remich a Ehnen) |
Y es que no hay que olvidar que esta zona produce vinos
blancos de excelente calidad, poseyendo miles de hectáreas dedicadas al cultivo
de la vid. Su peculiar microclima permite que se den las condiciones perfectas
para que la uva madure con la temperatura adecuada y el vino tenga ese sabor tan
característico.
Otra peculiaridad importante de la región es que muchos de los
cultivos se encuentran plantados en terrazas, colgados de lomas y alineados en
bancales, siendo realmente complicado acceder a los mismos, obligando al
trabajo humano y siendo impensable una mecanización del mismo.
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Crucero por el Mosela (De Remich a Ehnen) |
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Crucero por el Mosela (De Remich a Ehnen) |
Continuando la navegación por el cauce, no tardaríamos
demasiado en darnos de bruces con unas esclusas, pues llegábamos a un punto
donde el desnivel a salvar era importante, así que seríamos testigos de toda la
parafernalia que implica estas situaciones y que ya había tenido oportunidad de
observar en multitud de ocasiones. Aún así nunca deja de ser interesante ver
este curioso sistema en el que gracias a la cámara aislada donde se sitúa el
barco y a la variación del nivel de las aguas, las embarcaciones pueden salvar
importantes desniveles de metros entre los diferentes tramos del río a
afrontar.
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Esclusas en el Río Mosela |
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Esclusas en el Río Mosela |
Y, de repente, no me lo podía creer, nos cruzábamos en el
camino con el histórico y lujoso barco Princesa Marie – Astrid en el que ya
comenté al principio del capítulo que se firmaron los tratados de Schengen, por
lo que me haría mucha ilusión al menos poder divisarlo por unos instantes.
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Barco Marie-Astrid desde el Crucero por el Mosela |
Poco después se seguirían sucediendo nuevas imágenes de
cultivos alternados con aldeas y pueblos por donde parecía que el tiempo se
había detenido, hasta que llegaríamos hasta nuestro destino final de este curso
del río localizado en un pueblo conocido como Ehnen.
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Crucero por el Mosela (De Remich a Ehnen) |
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Ehnen desde Crucero por el Mosela |
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Ehnen desde Crucero por el Mosela |
Algo también reseñable, aunque es meramente anecdótico, es
el saber que navegas entre dos países, estando a un lado Luxemburgo y al otro
Alemania.
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Crucero por el Mosela. Banderas de Luxemburgo y Alemania |
La vuelta estaría amenizada por un grupo de escolares y sus
trastadas, que hasta este momento no habían hecho acto de presencia, pues
estaban situados un piso más abajo, pero que gracias al espléndido sol que
lucía, quisieron también subir a disfrutarlo.
Casi llegando al mismo punto de embarque y cuando ya creía
que había llegado el momento del desembarco, sin embargo el barco continuaría
río abajo dirección hacia Schengen, por lo que la final la excursión es de lo
más completa para lo que pagas y te permite observar también esta zona del
Mosela. Eso sí, esta vez el sol se escondería, se cubriría todo de nubes negras
y caería una tromba de agua mítica que nos obligaría, a los allí presentes, a
realizar esta parte del paseo en la zona cubierta del centro de la nave.
Eran las 15:15 cuando volvía a poner los pies en tierra y
dado que el chaparrón había pasado, me animaría a dar una pequeña vuelta por
Remich que aunque su zona histórica es bonita, tampoco da para mucho, por lo
que pronto terminaría mi paseo.
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Remich |
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Remich |
Me negaba a seguir viendo pueblos, pues mi cuerpo me seguía
pidiendo relax absoluto, así que qué mejor que preguntar al señor Google donde
podría realizar una degustación de vinos de esta región y que no estuviera
demasiado lejos. Dicho y hecho en pocos segundos me resolvería el problema
indicándome una bodega llamada “Caves des Crémants Poll Fabaire” en las
inmediaciones de la localidad de Wormeldange, a unos doce kilómetros y menos de
cuarto de hora de donde me encontraba.
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Caves á Crémant Poll-Fabaire. Wormeldange |
Lo primero que intentaría sería realizar una visita guiada a
la bodega pero desgraciadamente esta no pudo ser, pues parece que hay que
reservarlas con antelación. Así que me conformaría con dirigirme hacia el bar y
allí seleccionar una cata de cinco vinos espumosos por siete euros. Aunque
muchos expertos este tipo de caldos los desprestigian, creo que lo importante
es que a uno le guste lo que tome y a mí de siempre el lambrusco y otros
similares me han encantado, por lo que qué mejor que probar los de este país
que tan buena fama tienen.
La temperatura era ideal, así que no me pensaría dos veces el
sentarme en la agradable terraza que tiene el lugar, rodeada de viñedos y con
las vistas del río Mosela de frente, y esperar lo que había pedido. En unos
minutos la camarera me traía cinco vasos pequeños en una peculiar plataforma
con forma de vid que te indicaba el orden por el que tenías que empezar la
degustación, comenzando con sabores suaves para ir acrecentándolos poco a poco
y terminar de nuevo con variedades menos fuertes.
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Caves á Crémant Poll-Fabaire. Wormeldange |
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Caves á Crémant Poll-Fabaire. Wormeldange |
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Degustación en Caves á Crémant Poll-Fabaire. Wormeldange |
Todos estaban buenísimos pero, después de haber comido sólo
un sándwich, mi problema sería que había acabado algo contento y tenía que coger
el coche, por lo que para no ser un imprudente, decidiría quedarme allí unas
dos horas más al fresco hasta que se me pasó la melopea y la consiguiente
alegría.
Eran las 19:00 cuando parecía que habían remitido los
efectos anteriores, una hora más que aceptable para deshacer los apenas veinte
kilómetros que me separaban de mi hostel, al que llegaría sobre las 19:30 de lo
más relajado y feliz tras un día la mar de tranquilo y que, gracias a la
improvisación había disfrutado enormemente.
Para cenar qué mejor que hacerlo, de nuevo, en mi
alojamiento, donde esta vez el menú estaría formado por una ensalada de queso y
tomate con orégano, de primero, y salmón con una salsa similar a la ali oli con
verduras, de segundo. De postre, pastel de manzana y para beber coca cola. Todo
por 11,50 euros.
Y para terminar el día me ocurriría una situación algo
desagradable, pero que en ningún caso considero tuviera yo culpa alguna.
Resulta que al ir a pagar en recepción el encargado confundiría el billete de cincuenta euros que
le di por uno de diez, por lo que ya estaba el lío armado. Al principio
bastante ofendido parecía que me venía a decir, con un tono de voz elevado, que
quería engañarle, a lo que yo más ofendido aún le decía que era un mentiroso y
que era él quien lo estaba haciendo conmigo. Así que no le quedaría otra que
ponerse en ese momento a contabilizar toda la caja, para comprobar al final que
era yo el que tenía la razón y tener que devolverme los cuarenta euros que me
debía. Pero no creáis que estuvo simpático después de su error, sino que todo
lo contrario, se le notaba que le había fastidiado la noche y tenía unos malos
humos que si por el hubiera sido me habría estampado. Pero no era plan de
quedarme sin el dinero.
Por mi parte, pronto estaría otra vez tan tranquilo y
sobre las 23:00 me dejaría caer sobre mi confortable colchón. El problema esta
vez que me tocaría compartir cuarto con un lituano cuyos ronquidos se
escuchaban a varios kilómetros a la redonda, por lo que la noche se avecinaba
toledana.
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