DIA 04. FLORIDA. Everglades National Park

29 de Agosto de 2017.


Habíamos dedicado dos intensos días a recorrer los lugares más significativos de Miami y nos hacía falta un cambio de aires. Nos apetecía realizar algo completamente distinto a lo realizado hasta ahora y había un lugar a tan sólo una hora de la gran ciudad que nos iba a permitir cumplir nuestros deseos. Ese no era otro que el Parque nacional de los Everglades.

Su nombre procede de la expresión inglesa “river glades”, tal como fue denominada la región por parte de los primeros medidores de tierras.

Se trata de una inmensa ciénaga de agua dulce y hábitat subtropical de más de 600.000 hectáreas, que la permite ostentar el título del tercer parque nacional más grande del país, sólo por detrás de Yellowstone y el Valle de la Muerte.

Al estar situado en el extremo sur de la península y lo suficientemente alejado de Miami y sus playas, permite observar un trozo de Florida tal y como era antes de la llegada de los exploradores españoles. Mitad tierra, mitad agua, los Everglades son un complejo y frágil ecosistema, el amenazado hogar de miles de especies de animales, pájaros y plantas, una tierra cubierta por intrincados matorrales y cruzada en todas direcciones por laberínticos canales de aguas poco profundas.

Parque Nacional de los Everglades

Las dos entradas principales se encuentran ambas a unos setenta kilómetros de Miami, una a 15 kilómetros al oeste de Homestead  y la otra (la del valle Shark) en la senda Tamiami /US 41. Nosotros optaríamos por la primera de ellas, pues era lo que mejor nos venía para cuando termináramos la visita, pues nuestro camino continuaba hacia el sur.

Queríamos comenzar nuestras actividades en la zona llevando a cabo el famoso paseo en aerodeslizador que tantas veces habíamos visto en películas como Loca Academia de Policía o en series como Corrupción en Miami, entre otras muchas.

Dado su gran demanda, seguramente la más solicitada, son muchas las empresas que ofrecen la misma, pero nosotros no tendríamos que pensar con cual íbamos a realizarla, pues una compañera del trabajo que ya había estado por aquí hacía unos meses, me recomendaría con la que ella y sus amigos la realizaron, pues quedaron bastante satisfechos. Su nombre es “Everglades Alligator Farm” y además del paseo por los pantanos también ofrece otras actividades que te permiten pasar aquí buena parte de la mañana o de la tarde.

Everglades Alligator Farm

Instalaciones Everglades Alligator Farm

El precio por montar en aerodeslizador durante veinte minutos, por poder ver los shows y todos los animales del recinto es de 27 dólares los adultos y 19,50 dólares los niños hasta los once años.

Tardaríamos una hora de reloj en llegar desde nuestro apartamento al lado de Washington Avenue en South Beach hasta aquí, llegando pocos minutos después de las diez, por lo que sacaríamos las entradas y apenas tendríamos que esperar para poder montar en las embarcaciones, ya que el siguiente paseo era a las 10:20. No hay que preocuparse por este asunto ya que hay constantes salidas.

Aerodeslizadores de los Everglades

Los aerodeslizadores son lanchas con una base totalmente plana, debido a la poca profundidad de la zona, que se impulsan por medio de una gran hélice situada en su parte trasera. Es aquí donde también se sitúa el conductor que va manejando el aparato a través de una manivela que le permite hacer los diferentes giros.

En Aerodeslizador por los Everglades

Antes de comenzar nos darían unos protectores de oídos para evitar el ruido ensordecedor que provoca la inmensa hélice y las típicas instrucciones de sentido común como no levantarse y no hacer estupideces.

Hecho esto la embarcación se pondría en marcha y comenzaríamos a deslizarnos por las tranquilas aguas de los Everglades. Este primer tramo sería todo un éxito, pues nos permitiría ver hasta siete caimanes nadando y reposando por la zona, pasando alguno de ellos al lado de la lancha, lo que tengo que reconocer que me impondría bastante, ya que yo iba en uno de los laterales.

En Aerodeslizador por los Everglades

Alligator desde Aerodeslizador por los Everglades

Alligator desde Aerodeslizador por los Everglades

Alligator desde Aerodeslizador por los Everglades

El primer objetivo estaba logrado con creces, por lo que unos instantes después dejábamos los pequeños canales y salíamos a un espacio mucho más abierto, donde, sin previo aviso, nuestro conductor pegaría un acelerón y saldríamos disparados, pareciendo que casi volábamos. Después vendrían giros imposibles, derrapes espectaculares, nuevos acelerones y paradas en seco, que harían que disfrutáramos como niños.

En Aerodeslizador por los Everglades

También habría algún momento para la calma y la tranquilidad que nos permitiría ver como el cielo se reflejaba en las aguas convertidas en espejo y reflexionar acerca de este lugar tan especial.

Y es que esta región pantanosa posee un ecosistema único en el mundo. Ofrece las condiciones naturales ideales para 300 especies de aves, 600 de peces y 45 especies botánicas endémicas. Habitantes como manatís, ibises, garzas reales, águilas pescadoras, tortugas, caimanes, más de 14 especies indígenas de serpientes e incluso las diez últimas panteras de Florida viven en su territorio. No obstante, es un paraje amenazado por la explotación agrícola, la creciente urbanización del territorio y la construcción de diques, carreteras y viviendas que han contribuido al progresivo descenso de sus volúmenes de agua. Antaño el humedal permanecía totalmente sumergido al menos durante nueve meses al año, mientras que hoy la situación dura apenas unas semanas. Afortunadamente la administración del Parque está haciendo importantes esfuerzos económicos para mantener y recuperar el ecosistema, y algunas regiones han sido ya devueltas a su estado natural originario. Por cierto que la Unesco declaró el territorio Patrimonio de la Humanidad en 1979.

En Aerodeslizador por los Everglades

En Aerodeslizador por los Everglades

En Aerodeslizador por los Everglades

Alligator desde Aerodeslizador por los Everglades

Después de veinte minutos regresaríamos al punto de partida, quedándonos con ganas de mucho más, pero realmente entusiasmados por la experiencia vivida.

Una vez que nos tranquilizamos nos iríamos directos a ver el show con los caimanes que empezaba a las 11:00. Aunque estuvo entretenido me pareció un poco flojo, pues es más palabrería que ejercicios o demostraciones con los animales. Destaca, especialmente, cuando al final el experto pone su barbilla en la boca del animal, lo que impresiona sobremanera.

Exhibición con Alligators en Everglades Alligator Farm

Exhibición con Alligators en Everglades Alligator Farm

Exhibición con Alligators en Everglades Alligator Farm

Después te permiten a todos aquellos que lo deseen sostener con tus propias manos con un caimán pequeño, algo que ya tendría oportunidad de hacer en Egipto pero que me volvería a animar a realizar aquí, al igual que mis amigos. Eso sí esta vez me llevaría un doloroso coletazo en toda la cara al no sujetar bien sus patas traseras, así que tener cuidado también con esto, porque os aseguro que duele lo suyo.

Exhibición con Alligators en Everglades Alligator Farm

Tras esta exhibición tendríamos tiempo de poder dar un paseo por las instalaciones pudiendo observar el criadero de caimanes, donde están separados por edades y hay cientos de ellos. La zona de serpientes también es bastante curiosa con hasta cuatro o cinco terrarios con especies venenosas. Posteriormente veríamos otros animales como guacamayos, emúes, tortugas, a los que se les puede dar de comer si se compra pienso en las respectivas máquinas expendedoras.

Alligators pequeños en Everglades Alligator Farm

Alligators pequeños en Everglades Alligator Farm

Con todas estas actividades el tiempo se pasaría volando antes de asistir a nuestra última actividad en las instalaciones, que no era otra que poder ver como alimentan a cientos de cocodrilos adultos. Aunque para ser más precisos lo cierto es que van lanzando pedazo a pedazo los trozos de carne que caben en un cubo grande, siendo cuestión de suerte a qué animal le toque probar bocado. Sobre la marcha te van explicando que cada cierto tiempo utilizan varias reses para alimentar a la gran cantidad de animales allí encerrados, además de conocer que entre tantos caimanes sólo hay cinco machos dominantes, siendo el resto hembras.

Alligators dispuestos a ser Alimentados

Alligators dispuestos a ser Alimentados

Alligators dispuestos a ser Alimentados

Eran casi las 13:00 cuando terminábamos las actividades dentro del complejo y dado que no nos apetecía comer dentro de la granja por la poca variedad de comida que tenían, además de ser muy cara, decidimos que lo mejor era acercarnos a la ciudad de Homestead, que sólo estaba a doce kilómetros, y comer tranquilamente en un Mac Donald de un gran centro comercial y así nos reponíamos del sofocante calor que hacía fuera.

Sería una acertada decisión pues al terminar volvíamos a tener las suficientes fuerzas como para afrontar las actividades de la tarde. Por cierto y aunque me vaya un poco por las ramas, si algo me estaba sorprendiendo, especialmente, era la gran capacidad de aguante y tesón que estaban teniendo los más pequeños que con sólo diez y siete años, apenas se quejaban ante temperaturas tan altas y el gran tute que estábamos teniendo cada día, así que felicitarles desde aquí.

Era el momento pues de deshacer parte del camino recorrido hasta aquí y continuar después hacia el verdadero Parque Nacional de los Everglades, ya que hasta ahora habíamos estado en sus inmediaciones, pues en el interior del mismo no se permiten realizar los paseos en aerodeslizador a las diferentes empresas que ofrecen esta actividad. Así que aunque es una zona que también goza de protección no es exactamente el interior del parque, no queriéndonos ir de aquí sin al menos ver una pequeña parte de este.

Everglades Nacional Park

El centro de Interpretación y recepción de visitantes correspondiente al sector en el que nos hallábamos era Royal Palm, por lo que allí estacionaríamos el vehículo, después de pasar el control de entrada donde abonaríamos veinte dólares por el vehículo y nos proporcionarían un mapa de todo el parque.

Centro de Royal Palm.Everglades Nacional Park

Desde aquí parten dos pequeñas rutas de senderismo que te permiten conocer algo más de la fauna y la flora de esta zona y que son bastante fáciles y sencillas de hacer, por lo que son actas para todo tipo de persona y edad. Estas son:
  • Anhinga Trail: Es un sendero de 1200 metros de ida y vuelta que serpentea por encima de un pantano, gracias a sus confortables pasarelas de madera y que, si tienes suerte, te permite poder ver caimanes, tortugas, garzas y muchas otras aves. Nosotros nos daríamos con un canto en los dientes de al menos observar dos enormes ejemplares de caimanes que estaban muy bien situados. A decir verdad nos supo bastante a poco, pero cuando la ranger de la entrada nos preguntó por la experiencia y nos dijo que éramos afortunados porque estando en las horas centrales del día, eran las cuatro, y con el calor que hacía era casi imposible ver nada, así que al final nos iríamos contentos y todo. Lo mejor para observar fauna es al amanecer y al atardecer, por lo que si queréis tenéis ciertas garantías lo mejor es acudir en ese periodo de tiempo.
Anhinga Trail. Everglades Nacional Park

Anhinga Trail. Everglades Nacional Park

Anhinga Trail. Everglades Nacional Park

Alligator desde Anhinga Trail. Everglades Nacional Park

  • Limbo Gumbo Trail: Este sendero es más corto que el anterior, sólo 600 metros en su totalidad, y se desarrolla a través de una senda que se adentra entre la maleza de un bosque formado por árboles Gumbo Limbo, como el propio nombre del camino indica. Aunque también se pueden apreciar palmeras reales, helechos y plantas aéreas. Tengo que reconocer que aquí iríamos más con la mosca detrás de la oreja que en el anterior, pues temíamos que en cualquier momento pudiera salirnos algún caimán de la espesura o no ver alguna tela de araña y llevarnos por delante tanto esta como a su dueña con las respectivas consecuencias, por lo que fuimos con mil ojos.
Gumbo Limbo Trail. Everglades Nacional Park

Hacía muchísimo calor y una humedad del 100% por lo que no se puede decir que fuéramos cómodos pero aún así nos gustó el entorno de ambas rutas  y aunque es cierto que parte del grupo abogaba ya por una retirada, pues el cansancio estaba haciendo mella en más de uno, conseguiría convencerles para seguir adentrándonos un poco más en el parque en dirección hacia el centro de Flamingo. Evidentemente no llegaríamos a este porque se encontraba bastante lejos, pero sí que haríamos otra parada en el llamado Pa hay okee overlook trail, un pequeño sendero de no más de 300 metros, que sin embargo te permite gozar de una de las mejores vistas de los Everglades, no pudiendo abarcar con la mirada el final de las inmensas planicies desérticas del Parque, aunque ahora buena parte de ellas estaban cubiertas por las aguas, lo que hacía el paisaje aún más bello. Además en este punto los primeros pobladores construirían sus hogares, por lo que es un punto de gran importancia histórica. Por cierto, que para los más curiosos, el nombre del sendero significa “aguas cubiertas de hierba”.

Pa-hay-okee Trail. Everglades Nacional Park

La verdad que me hubiera encantado continuar hacia el centro de Flamingo, donde termina la carretera y desde donde se pueden hacer infinidad de actividades como montar en canoa o realizar nuevas rutas de senderismo que te llevan por lagos y caminos repletos de caimanes y hasta cocodrilos, que son mucho más complicados de ver, pero todavía nos quedaban muchos kilómetros por delante y había que ser coherente y responsable.

Eran algo más de las cinco cuando nos poníamos en marcha hacia otro de esos lugares idílicos de Estados Unidos que siempre había querido conocer: los Cayos de Florida.

Tan sólo nos separaban de su punto más lejano 150 millas o 240 kilómetros, según se prefiera, teniendo algo más de tres horas por delante hasta poder llegar a nuestro punto de destino. Y eso que ya estábamos bastante al sur, por lo que si se sale desde Miami se pueden tardar unas cinco horas en completar la totalidad de la ruta. Y es que la limitación de velocidad es de 45 millas en casi todo el recorrido, no siendo conveniente excederse de la misma ya que la policía americana no se anda con tonterías y te puede costar un buen disgusto hacerlo.

Sólo tardaríamos unos cuarenta minutos en tomar la famosa US1 Overseas Highway, momento en el que empezaríamos a disfrutar de uno de los viajes por carretera más espectaculares y hermosos del mundo.

Teníamos por delante un recorrido de más de 200 kilómetros  en el que nos adentraríamos en el mar, saltando de isla en isla por más de cuarenta puentes y rodeados durante una buena parte del recorrido por un mar silencioso y de un turquesa muy intenso.

Los Cayos desde la Carretera

Hasta hace pocos años a los Cayos solo se podía ir en barco, llegando a estas islas tan sólo aventureros o piratas. Hoy en día se han convertido en unos de los lugares más visitados por el turismo. Cuando llegó a Florida, Ponce de León en 1513, descubrió los Cayos y los llamó “Los Mártires”, porque desde la distancia del barco las islas le dieron la impresión de que eran hombres sufriendo. Pronto se daría cuenta de que no era así.

Carretera de Los Cayos de Florida

En 1912 Henry Flager hizo su sueño realidad y terminó el ferrocarril de Miami a Cayo Hueso. La construcción comenzó en 1905, uniendo 29 islas por medio de puentes, incluyendo el famoso de las siete millas. Desgraciadamente un potente huracán destruiría buena parte de la estructura en 1935, dejando inservible el recorrido. Pero como no hay mal que por bien no venga, se aprovecharía buena parte de lo que había sobrevivido para llevar a cabo una carretera escénica que sería la envidia del mundo entero y que desde entonces y hasta hoy todos aquellos que quieran, pueden disfrutarla.

Carretera de Los Cayos de Florida

Aunque los arcenes son los suficientemente anchos para poder estacionar el vehículo sin molestar al resto de la circulación, esto está prohibido bajo pena de importantes  y cuantiosas multas, por lo que lo mejor es parar en los anchos espacios habilitados para ello y aquí sí, poder gozar de las vistas y las aguas transparentes del océano. Nosotros no dudaríamos en hacerlo varias veces y es que cada dos por tres te encuentras con panorámicas increíbles.

Con nuestro Dodge en la Carretera de Los Cayos de Florida

Los Cayos desde la Carretera

Los Cayos desde la Carretera

Carretera de los Cayos de Florida

Poco a poco iríamos atravesando las islas más famosas: Cayo Largo, Isla Morada, Marathon, Lower Keys, hasta que en el momento idóneo no dudamos en estacionar el vehículo, nuevamente, y disponernos a presenciar una de las puestas de sol más emocionantes y bonitas que hasta ahora ninguno había contemplado. Este sería sin lugar a dudas uno de los momentos más especiales del viaje.

Puesta de Sol en Los Cayos de Florida

Puesta de Sol en Los Cayos de Florida

Puesta de Sol en Los Cayos de Florida

Puesta de Sol en Los Cayos de Florida

Aunque es cierto que según te vas acercando a Cayo Hueso o Key West los alojamientos son más caros, nosotros por comodidad y dado que éramos tantos a repartir los gastos, decidiríamos darnos otro capricho y sin llegar hasta el famoso Cayo, sí que optaríamos por las instalaciones de un hotel que se encontraba a unos diez minutos y que eran una auténtica pasada.

Su nombre era Oceans Edge Key West y el precio por dos noches para cinco adultos y dos niños sería de 628 dólares, contando con dos enormes habitaciones, dos baños y una sala de estar. Haciendo los cálculos al final se nos quedaría en unos 80 euros por persona las dos noches, lo que no me parece excesivo para ser Cayo Hueso. El complejo disponía de hasta seis piscinas con vistas al puerto y al mar y todas las comodidades posibles, rodeadas de camastros, sillones y tumbonas que te podían hacer sentirte como en el paraíso. Las instalaciones están impecables, las áreas comunes excelentes y el personal muy amable.

Oceans Edge Key West Hotel

A las 20:30 ya estábamos asentados por lo que no dudaríamos en irnos a una de las piscinas a refrescarnos y descansar, poniéndole la guinda a la jornada con dos enormes pizzas familiares que disfrutaríamos en la habitación.

No se podía pedir más para un día de contrastes tan diferentes en el que en pocas horas habíamos pasado del mundo pantanoso de los Everglades a la belleza cristalina de las aguas del Caribe.

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