1 de Julio de 2016.
Hungría nos estaba sorprendiendo. No esperábamos encontrar
poblaciones tan monumentales ni paisajes tan bonitos en un país casi
completamente llano. Tampoco sabíamos que en muchos aspectos estuviese tan preparado
para acoger turismo y de calidad y que no le va a la zaga al resto de países
europeos en este tema. Si encima a eso le añades que, quitando Budapest, en el
resto del país todo es mucho más barato que en otras regiones europeas y no
está tan masificado como las clásicas zonas de Francia, Alemania o España, pues
se convierte en un destino de lo más recomendable para pasar unas buenas
vacaciones. Y es que es verdad que muchas veces te haces una idea injustificada
de algo, que luego nada tiene que ver con la realidad.
Comenzábamos nuestro último día completo en Hungría
visitando la parte superior de Balatonfüred, donde se encuentra una enorme
iglesia y pequeñas calles con comercios, para desde aquí desplazarnos con el
coche hasta la parte baja de la localidad, donde dejaríamos este en el parking
del Anna Grand Hotel en la plaza Gyorgy Tér, 1. El motivo de no dejarlo en la
calle utilizando las máquinas de estacionamiento es que no sabíamos el tiempo
que íbamos a necesitar para llevar a cabo todos los planes que teníamos en
mente, por lo que preguntando creíamos que esta era la mejor opción y no nos
equivocamos pues por unas seis horas nos cobrarían 1200 florines.
|
Iglesia de Balatonfüred |
La parte baja de Balatonfüred, pegada al lago, es una zona
llena de encanto que invita a contemplar las mansiones y casas señoriales que
se distribuyen a lo largo del paseo ribereño
Tagore Setány, por el que es una delicia caminar sin prisas, disfrutando
de la vista de las aguas azul turquesa del lago Balatón, y protegido por las
frondosas copas de los árboles que han ido plantándose por personajes ilustres,
una tradición iniciada por el poeta hindú Rabindranath Tagore durante el viaje
que realizó en 1926.
|
Casa señorial en Balatonfüred |
|
Lago Balatón desde Balatonfüred |
|
Ribera del Lago Balatón en Balatonfüred |
También se encuentra repleto de bonitas esculturas y de la
famosa fuente porticada Kossuth Lajos de 1802, de cuyos grifos emanan aguas
medicinales cuyo sabor no es que sea una maravilla, pero que probaríamos para
ver si mejoraba alguno de nuestros achaques.
|
Fuente Termal Kossuth Lajos - Forrás |
|
Fuente Termal Kossuth Lajos - Forrás |
Pero hay que decir que Balatonfüred se lo debe todo a sus
prestigiosos balnearios, muy de moda entre las familias acomodadas de Buda,
Pest y Viena dos siglos atrás y por los que también estaríamos pululando un
rato por sus exteriores.
Tras estos momentos de absoluto relax, nos encaminamos hacia
el puerto deportivo donde compraríamos los tickets que nos iban a permitir
tomar el barco que nos llevase a la población de Siófok, localizada en la
ribera sur del lago y casi en frente de donde estábamos. De esta manera
podíamos disfrutar del lago en todo su esplendor, teníamos un pequeño contacto
con esta otra zona de la gran masa de agua y seguíamos de lo más relajados con
tan apetecible actividad.
|
Ribera del Lago Balatón en Balatonfüred |
|
Lago Balatón desde Balatonfüred |
El billete de ida y vuelta nos costaría 3000 florines por
persona y el trayecto dura una hora exacta entre los puertos de ambas localidades.
También se puede atravesar el lago desde la población de Tihany.
Nosotros tomaríamos el barco de las 11.10 y zarparíamos a la
hora exacta. El trayecto sería una pasada, pudiendo disfrutar de la pequeña
brisa que corría, sentados en la cubierta y contemplando este pequeño mar interior
que te deja embobado desde cualquier punto en el que fijes tu mirada.
|
Barco navegando por Lago Balatón desde Balatonfüred |
|
Península de Tihany desde Balatonfüred |
|
Navegando por el Lago Balatón hacia Siófok |
Lo primero que te llama la atención cuando desembarcas en
Siófok, conocida como la Riviera húngara, es la gran cantidad de hoteles que se
disputan la primera línea de playa y de cuán preparada está esta zona para
recibir a los visitantes.
|
Arribando al Puerto de Siófok |
|
Ribera de Siófok en el Lago Balatón |
No tardaríamos mucho en localizar un área recreativa con
zona ajardinada y con unas escaleras de acceso a las tranquilas aguas del lago.
Estaba acordonada y para entrar había que pagar una entrada de 1000 florines
por persona, los cuales pagamos gustosos.
|
Ribera de Siófok en el Lago Balatón |
|
Cisnes en el Lago Balatón desde Siófok |
Lo que vendría después sería el poder disfrutar de la
temperatura ideal del Balatón y comprobar que era verdad el que no había manera
de encontrar una zona donde cubriese, por lo que al final acabamos sentados o
de rodillas para que las aguas nos llegaran al cuello.
Era una gozada lo bien que se estaba allí, pero la
imprevista llegada de unos nubarrones negros, nos harían tener que salir del
estado de felicidad absoluta en el que estábamos, obligándonos a cambiarnos y a
marcharnos de allí antes de que la tormenta descargara sobre nosotros. Por lo
menos habíamos podido disfrutar de una horita de tan grata experiencia.
La hora que nos restaba antes de tomar el barco de las 14.20
de regreso a Balatonfüred, la aprovecharíamos para sentarnos en una terraza de
un pub llamado Arlista, donde disfrutaríamos de unos sabrosos mojitos de
plátano, que harían la delicia de nuestros paladares. (4970 florines).
|
Tomando algo en Siófok |
A la hora indicada zarpábamos, de nuevo, para volver a
nuestro lugar de destino. Otra vez disfrutaríamos de las magníficas vistas,
pero esta vez hasta la mitad de la navegación, pues nos entraría un sopor
increíble y caeríamos vencidos por el sueño, hasta que despertamos con el barco
recién amarrado a puerto.
|
Navegando por el Lago Balatón |
Era el momento de despedirnos del fabuloso lago Balatón y
sus alrededores, pues debíamos emprender camino hasta Sopron, nuestro siguiente
destino.
|
Despedida del Lago Balatón y de Balatonfüred |
Serían 115 kilómetros que tardaríamos en recorrer unas tres
horas, pero es cierto que pararíamos a comer una de ellas en un típico
restaurante de carretera llamado Dabrokai Csarda, a mitad del recorrido, donde
pudimos probar el mejor goulash que habíamos comido nunca, acompañado por algo
parecido a la pasta más las bebidas. Todo nos saldría por 7380 florines.
|
Restaurante Dabróka Csárda camino hacia Sopron |
Nuestro alojamiento se encontraba en un pueblo llamado Bük, a
cuarenta kilómetros de Sopron. La razón de alojarnos tan lejos es que dos meses
antes no había ni un solo alojamiento decente libre en esta ciudad ni en los
alrededores de la misma. Por lo que conviene reservar con bastante antelación
si quieres encontrar sitio allí en verano.
El lugar donde nos alojamos se llamaba Apartment Montex y era
un chalet de dos plantas con dos habitaciones y baño en la planta superior y
salón, cocina y otro baño en la inferior. Así que, en este aspecto, no podíamos
quejarnos ni poner un solo pero. Y esta increíble casa por 60 euros los tres.
El contra es que se encontraba en medio de la nada y no había nada interesante
que hacer en varios kilómetros a la redonda. Además tuvimos que esperar media
hora a que viniera el responsable, el cual era bastante seco y parco en
palabras, por lo que no tardó ni cinco minutos de despacharnos. Así que por
situación y atención no lo recomendaría.
|
Apartment Montex.Bük |
|
Apartment Montex.Bük |
|
Apartment Montex.Bük |
Durante la segunda parte del recorrido en coche, Belén y
Raúl habían venido durmiendo todo el trayecto y al despertar parecía que les
había pasado una apisonadora por encima. De repente, les había entrado un bajón
terrible y no tenían fuerzas para dar un solo paso y, ni mucho menos, tampoco
para ir a pasar lo que quedaba de tarde a Sopron, por lo que optarían por
quedarse en la casa descansando y tirados a la bartola. A mí, sin embargo, sí
que me apetecía ir, pues no quería quedarme sin conocer una ciudad tan
importante e histórica, por lo que me animé a irme para allá sólo, llegando
allí a las 19.00.
Sopron se encuentra en el extremo noroccidental de Hungría,
en una protuberancia incrustada, como un tumor, en el mapa de Austria. Se la
considera una de las más encantadoras ciudades medievales húngaras pues su
patrimonio se conserva en unas condiciones inmejorables al librarse de la
ocupación de los mongoles y de los turcos.
El agradable paseo que di por el centro histórico me hizo
imaginarme lo que pudo ser una ciudad de aquel entonces y me recordó en más de
un momento, por su arquitectura gótica y barroca, a la inconfundible Praga.
Pero es cierto que antes de quedarme impactado con la parte
más antigua y espectacular de la ciudad, quería darle una oportunidad a los
aledaños de la misma, comenzando la visita con la plaza Széchenyi, donde se da
la bienvenida a la ciudad con unas enormes letras que dejan bien claro donde te
encuentras.
|
Sopron |
En el centro de la misma destaca la escultura de István
Széchenyi, importante militar y político húngaro, al que se le deben obras
claves como el puente de las cadenas o los baños termales que llevan su nombre
en Budapest.
|
Plaza Széchenyi. Sopron |
Cerrando el flanco sur de la plaza se encuentra la iglesia
dominica del Espíritu Santo y pegado a esta el Priorato. En frente se puede ver
el palacio Széchenyi y más allá un centro cultural.
|
Iglesia Dominica. Plaza Széchenyi. Sopron |
Evitando acceder todavía al plato fuerte de la población y
por calles aledañas me daría de bruces con el edificio que alberga el Teatro
Nacional, para llegar, pocos minutos después, hasta la plaza Várkerület, un
inmenso espacio adornado con una fuente y una esbelta columna.
|
Teatro Nacional. Sopron |
|
Plaza Várkerület. Sopron |
|
Plaza Várkerület. Sopron |
Ahora sí, había llegado el momento en el que entraría en la
ciudad vieja o Belváros, como llaman aquí al centro histórico, por la Puerta de
la Lealtad, llamada así desde que en 1921 la ciudad eligió por referéndum
pertenecer a Hungría antes que a Austria. Sobre esta puerta se encuentra la
Torre de Fuego, de 60 metros de altura, que refleja en sus estilos
arquitectónicos la propia historia de la ciudad.
|
Torre del Fuego.Fö Tér.Sopron |
Al cruzar la Torre de Fuego, de repente, inicio un camino de
retroceso en el tiempo, que tiene como máximo exponente la plaza Fö tér, la cual
se conserva intacta desde la Edad Media, rodeada de casas del siglo XV, el
Ayuntamiento, el Gobierno Provincial, la Residencia Real o la Iglesia de la
Cabra. Y en el centro y como colofón a la misma la estatua de la Santísima
Trinidad. No hay un rincón en toda ella que no merezca la pena y apreciar todo
lo que ofrece supone tirarte un rato largo yendo de un lado a otro y sentándote
en diferentes lugares para admirar cada detalle.
|
Fö Ter o Plaza Mayor.Sopron |
|
Fö Ter o Plaza Mayor.Sopron |
Cuando, por fin, continúo mi paseo, tengo la impresión de estar pisando las misma piedras sobre las
que lo hicieron lo emperadores austrohúngaros y me siento atrapado por la magia
del lugar, en el que poco a poco va desapareciendo la luz solar.
|
Calle del Centro Histórico.Sopron |
Mis pasos me llevan hasta la iglesia luterana, con una inmensa
torre, y hasta una nueva y preciosa plaza llamada Orsolya y que está presidida
por la iglesia ursulina, un antiguo convento fundado en 1747 y otro de los
edificios más interesantes de la ciudad.
|
Iglesia Evangelista.Sopron |
|
Orsolya Tér |
|
Orsolya Tér |
Y por si todo lo anterior fuera poco, tampoco hay que
olvidarse de los restos de la muralla que construyeron los romanos y que en el
pasado rodeaba la totalidad del centro histórico.
|
Restos de la muralla.Sopron |
Apenas quedaba ya luz, pero todavía jugaría a perderme por
alguna escondida callecita que me brindaría nuevas perspectivas y sorpresas de
este pequeño lugar en tamaño, pero realmente grande en belleza e importancia.
Y así, con la imagen de la Torre del Fuego ya iluminada,
decía adiós a este maravilloso secreto que esconde el territorio húngaro y que por
muy poco casi deja de pertenecer a él.
|
Torre del Fuego.Fö Tér.Sopron |
Eran las 21.30 cuando me ponía de nuevo al volante, por lo
que no llegaría al chalet hasta las 22.15, donde me esperaban despiertos mis
amigos.
Tras el festín que nos habíamos pegado para comer, no había
hambre, por lo tras contarles las maravillas que esconde Sopron, dábamos por
terminado el último día completo en Hungría.
Mañana había varias cosas que queríamos hacer antes de
partir rumbo hacia el aeropuerto de Budapest y de camino hacia este. Ya
veríamos si nos daba o no tiempo a cumplir con nuestros planes.
No hay comentarios :
Publicar un comentario