El corazón de la región del Transdanubio es el lago Balatón,
el lago más grande de Europa Central y
uno de los mayores del continente. Se encuentra sólo a unos cien kilómetros de
Budapest, mide 77 kilómetros de largo y 5 de ancho. Su profundidad media no
sobrepasa los tres metros, por lo que en muchas zonas se puede caminar
kilómetros sin que el agua llegue a la cintura, permitiendo, además, que la temperatura no descienda de los 22
grados durante el verano, creando así un microclima ideal para convertirse en el
lugar perfecto para pasar unas agradables vacaciones. No obstante, así viene
siendo desde que el gobierno comunista, posterior a la segunda guerra mundial,
lo convirtiera en centro vacacional, construyendo complejos turísticos con la
finalidad de poder relajarse unos días.
Lago Balatón desde Chalet Lara Vendégház |
En la actualidad más de un millón de turistas acuden a sus
orillas en busca de descanso y deporte, pero nuestra finalidad iba a ser
visitar alguno de sus lugares más significativos mezclado con un poquito de
relax, pues no todo iba a ser turismo cultural.
Empezábamos pronto la jornada y sin que hubiese nada abierto
en las proximidades de nuestro chalet, por lo que nos pusimos en ruta, sin nada
en el estómago. No hay que olvidar que ayer también nos fuimos a la cama sin
cenar, por lo que estábamos muertos de hambre.
Nuestro primer destino de hoy iba a ser la localidad de Keszthely,
situada en el extremo occidental del lago y a unos 70 kilómetros de Balatonfüred,
donde estábamos alojados.
Los kilómetros iban pasando y el camino se nos estaba
haciendo lento, tanto por el continuo cambio de velocidad de los 90 km del
máximo permitido, a los 50 km al que te obligan al pasar por las diferentes
localidades, como sobre todo por la mala leche que teníamos de llevar ya no sé
cuantas horas sin probar bocado. Por fin, a la mitad del recorrido, veríamos
abierto un supermercado en un pequeño pueblo de paso, donde casi que nos
metemos con el coche.
Allí compraríamos provisiones y nos sentaríamos,
tranquilamente, en un parque a ponernos ciegos a bollos, batidos y demás dulces
hasta que recuperamos fuerzas y volvimos a ser personas.
El resto del recorrido también se nos haría realmente
pesado, pues se circulaba muy lento y había bastante tráfico. Se notaba
muchísimo que estábamos en plena época de vacaciones y claro todo el mundo
tenía las mismas intenciones de disfrutar de lo que ofrece el entorno del lago
Balatón.
Al final llegaríamos a Keszthely a las once de la mañana,
dirigiéndonos en primer lugar a su monumento más destacable: la extraordinaria
mansión del conde György Festetics, en medio de espléndidos jardines y de
inequívoco sabor inglés.
Palacio de Festetics. Keszthely |
Palacio de Festetics. Keszthely |
Este es un lugar donde aún se respira el clásico aroma del
Imperio austro – húngaro y la grandeza de aquella época.
Hay infinidad de opciones a la hora de sacar las entradas, pues
la visita estrella del palacio se combina, en todos los casos, como mínimo, con
otra más. De todas las opciones posibles nosotros elegiríamos el museo de
carruajes, que fue lo que más nos llamó la atención.
La entrada por persona es de 2500 florines y si, como en mi
caso, también quieres hacer fotos y vídeos pagas un extra de 1500 florines más.
Los Festetics fueron una de las familias más progresistas y
reformadoras del siglo XVIII, siendo este palacio neobarroco su hogar. Su
interior cuenta con más de cien habitaciones que atesoran colecciones de
pintura, muebles, armas e instrumentos musicales.
Palacio de Festetics. Keszthely |
Palacio de Festetics. Keszthely |
Palacio de Festetics. Keszthely |
También se pueden observar muchos de los objetos que la
familia adquiriría en el extranjero, pues fueron grandes amantes de los viajes.
Destacan las colecciones del norte de África y Oriente Próximo.
Pero si hay una estancia que llama especialmente la atención
esa es la grandiosa biblioteca de casi 100.000 volúmenes distribuidos en sus
librerías de roble. Aquí se encuentran
las obras más famosas de la literatura del siglo de las luces, y también series
de clásicos latinos, franceses, alemanes e ingleses. No es de extrañar que aquí
se reunieran la élite literaria húngara en el siglo XIX.
Biblioteca.Palacio de Festetics. Keszthely |
Biblioteca.Palacio de Festetics. Keszthely |
Tampoco pasa desapercibida la belleza de la sala de los
espejos o Salón Principal, el cual acoge con regularidad conciertos de música
clásica.
Sala de los Espejos.Palacio de Festetics. Keszthely |
Los anteriores son sólo los mejores ejemplos de lo que
encierra este palacio, pero hay que sumarle muchas otras estancias y
habitaciones que también merecen mucho la pena como la capilla, el salón verde,
la galería de retratos, la habitación de la esquina, etc. que van mostrando los
entresijos de este hermoso edificio.
De nuevo en el exterior no dudaríamos en pasear por el
bonito jardín inglés, considerado el más bello de Hungría, que por sus veredas
nos llevaría hasta la entrada del museo de carruajes, que como ya he comentado,
también teníamos incluido en la entrada.
Palacio de Festetics. Keszthely |
Palacio de Festetics. Keszthely |
Aquí se ubicaban las antiguas caballerizas y hoy se muestra
una valiosa colección de coches y carruajes de caza y paseo del siglo XVIII y
comienzos del siglo XIX.
Museo Carruajes. Keszthely |
Tras disfrutar del palacio, los jardines y el museo de
carruajes, que habían consumido gran parte de nuestro tiempo de la mañana,
abordaríamos la calle Kossuth, flanqueada por frondosos árboles y elegantes viviendas,
que nos llevaría al corazón de la localidad, donde se encuentra la plaza mayor
o Fó tér, un inmenso espacio en el que se hallan los edificios más emblemáticos
de Keszthely, con permiso del castillo de Festetics. Ellos son el Ayuntamiento
y la iglesia franciscana. También destaca en el centro del gran cuadrilátero la
columna barroca de la santísima trinidad, un clásico ya en casi todas las
poblaciones importantes húngaras.
Fö Tér.Keszthely |
Iglesia Franciscana. Fö Tér.Keszthely |
Fö Tér.Keszthely |
Nos dirigimos entonces a la entrada de la iglesia con la
intención de poder bajar hasta la cripta para ver la tumba donde descansan los
restos de György Festetics, patriarca de la familia, pero estaba cerrada.
Valoramos entonces bajar hasta la playa con la que cuenta
esta población a orillas del lago Balatón, pero eran ya las 14.00 y se nos iba
a hacer muy tarde para buscar un sitio para comer, por lo que retrocedimos
sobre nuestros pasos y elegiríamos uno de los muchos restaurantes que hay en la
avenida principal. En esta ocasión yo optaría por tomarme un menú compuesto por una sopa de sabor indefinido pero que me
gustó bastante y un queso camembert
empanado con salsa de frambuesa y un pastel de postre. Raúl y Belén
tomarían pizza. Todo estaba buenísimo. Lástima que se me olvidara apuntar el
nombre.
Comiendo en Keszthely |
No todo iban a ser visitas culturales en nuestro periplo por
tierras húngaras. La tarde de hoy la íbamos a dedicar a descansar y a
relajarnos en un lugar especial: el lago termal de Héviz, donde llegaríamos a
las 15.00.
Este sólo se encuentra a seis kilómetros de Keszthely, por
lo que no tardamos ni quince minutos en llegar. Nada más entrar en la población
hay un parking enorme donde se puede dejar el coche y que es muy económico.
Nosotros por más de tres horas pagaríamos sólo 200 florines.
Desde este sólo son necesarios cinco minutos caminando para
plantarte en la puerta del Balneario Tófürdó el cual alberga el lago de aguas
termales más extenso del mundo.
Balneario Tófürdó.Hévíz |
Cada entrada de tres horas nos costaría 2600 florines. En la
misma taquilla te facilitan una pulsera electrónica que, al igual que en los
balnearios de Budapest, puedes colocarte en la muñeca y te sirve para abrir la
taquilla que te corresponda tantas veces como quieras y dejar en ella tus
cosas. Es comodísimo, la verdad.
El lago de Héviz es de origen volcánico y posee efectos
curativos, siendo especialmente beneficioso para enfermedades reumáticas y del
aparato locomotor. En invierno la temperatura no desciende de los 22 grados y
en verano puede llegar hasta los 38.
Lago Hévíz. Balneario Tófürdó |
Lago Hévíz. Balneario Tófürdó |
El uso idóneo es bañarte por intervalos de unos 20 a 30
minutos, estando una media de entre una hora y hora y media en el agua.
Nosotros, al final, estaríamos en el agua como dos horas, intercaladas
con varios sueños reponedores en las tumbonas que se encuentran distribuidas
por todo el recinto y cogiendo fuerzas con varios vasos de fruta que se venden
en varios puestos al lado del agua. (850 florines cada uno).
Decir también que en la parte del lago más cercana a la
orilla hay varias plataformas donde poder apoyarte y descansar, mientras nadas
de unas a otras, pero más allá de ellas ya no hay más puntos de apoyo, por lo
que lo ideal es alquilar los flotadores churros para desplazarte a tus anchas
por cualquier sector de la masa de agua. Hay varios puestos donde se ofrecen
estos, pagando por ellos 600 florines más 1000 de fianza, que te devuelven
cuando los entregas.
Lago Hévíz. Balneario Tófürdó |
Esta sería, sin duda, una de las experiencias más
gratificantes del viaje, porque ya llevábamos cierto cansancio acumulado y
necesitábamos algo así.
Saldríamos a las 18.00 del recinto. Las pulseras reflejan la
hora de entrada y a la salida se puede comprobar perfectamente el tiempo que
has estado dentro, por lo que no hay posibilidad de ningún truco. Si te pasas
del tiempo establecido pagas una multa por cada minuto que te excedes. Así que
más vale estar pendiente de la hora que has de salir.
Estábamos como en una nube, la relajación que tenían
nuestros cuerpos era increíble y parecía que estábamos como meciéndonos o
balanceándonos levemente fuera del agua. Desafortunadamente, en mi caso, tendría
que espabilarme y salir de ese estado de levitación, pues tenía que conducir el
coche para deshacer el camino hasta Balatonfüred, así que así fue mientras
Belén y Raúl se echaban una última buena siesta de media tarde para ponerle la
guinda perfecta al balneario.
Tras 60 kilómetros de recorrido y a tan sólo 10 de nuestro
alojamiento y dado que todavía era de día, no pude evitar desviarme para
conocer un último lugar del que había leído muy buenas referencias. Hablo de la
península de Tihany y el pueblo del mismo nombre.
La fama de este lugar es debida, sobre todo, a la abadía
fundada aquí en el año 1055 d.C. por el rey András I, cuyos restos reposan en
su cripta. Pero más allá de edificaciones religiosas, lo más espectacular son
la vistas sublimes que se observan del agua azul turquesa del lago Balatón. Un
lugar perfecto e idílico para acabar la tarde igual de relajados que cuando
salimos de Héviz, mientras los barcos de vela surcaban un lago en absoluta
calma.
Abadía de Tihany |
Lago Balatón desde Península de Tihany |
Lago Balatón desde Península de Tihany |
Al principio o al final, según se mire, de la escalinata que
te lleva hasta el monasterio, también llama la atención una curiosa tienda cuya
fachada esta totalmente cubierta de paprika, señal más que clara de que en su
interior puedes encontrar todo tipo de productos y especialidades basados en
este producto tan típico de la cocina húngara.
Tienda de Paprika y Abadía de Tihany |
Tienda de Paprika. Tihany |
La noche estaba a punto de echarse encima, por lo que cuando
llegamos a la pequeña plazuela del pueblo y vimos que aquí había una pizzería
con todo tipo de posibilidades para cenar y que encima disponía de una
agradable terraza con vistas a un lago interior y a las pequeñas casas que
conforman Tihany, no lo dudamos y aquí que no sentaríamos.
Plaza de Tihany |
Restaurante Retro Pizzería en Tihany |
Raúl y Belén optarían por hamburguesas y yo por algo así
como una fajita repleta de carne, lechuga, huevo, queso, salsa barbacoa y no sé
cuántos ingredientes más. Estaba de muerte. Por supuesto que todo iría
acompañado de unas buenas cervezas. (Todo serían 7540 florines). El restaurante
se llama Tihany Retro Pizzeria.
Cenando en Tihany |
Anocheciendo enTihany |
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