JAPÓN - DIA 02. Lago Kawaguchi y su entorno en la región de los Cinco Lagos

23 de Agosto de 2015.

Mis planes pasaban por permanecer, al menos, los dos primeros días en la capital nipona para, dentro de lo que cabe, descansar de tantísimas hora de viaje de ayer. Pero el tiempo es caprichoso y dadas las previsiones para la siguiente semana, no me quedaba otra que adaptarme a las mismas y tratar de aprovechar la única ventana de relativo buen tiempo que se iba a dar en la región de los cinco lagos y del monte Fuji.

Mirándolo por el lado bueno, tenía las pilas cargadas y toda la energía necesaria para hacer lo que fuera y dado que los planes en esta zona suponían un palizón, mejor afrontarlos sin el cansancio y agotamiento que el paso de los días van ocasionándote, así que casi mejor.

Tras tomar la línea Oedo de metro (230 yenes) que me llevaría, cómodamente y sin transbordos, hasta la estación de Shinjuku, otras de las mega estaciones de Tokyo, me pondría a buscar la oficina llamada Odakyu Sightseeing Service Center, con la que no conseguí dar de primeras, como ya preveía, y por tanto acabaría recurriendo al comodín del público que tan buen resultado me estaba dando desde ayer. No tuve más  que preguntar a un señor que pasaba por allí cerca y el hombre se desvivió, preguntando a su vez a otras dos personas, para llevarme entre los tres hasta dicha oficina. La verdad que estaba ruborizado y sin todavía asimilar como la gente puede desvivirse de esa manera en ayudar a los demás. Es algo que no había visto en ningún otro lugar.

Esta oficina es un puesto de información turístico especializado en toda la región de los cinco lagos, del Monte Fuji y Hakone y es este uno de los lugares donde venden los diferentes pases que permiten ahorrarte una auténtica fortuna en los transportes de toda esta zona.

La oficina la abrían a las 08.00 por lo que sólo tuve que esperar diez minutos para que a la hora en punto el empleado correspondiente subiera el cierre metálico.

Mis objetivos eran visitar tanto una parte de la región de los cinco lagos con el Monte Fuji como la zona de Hakone, en las jornadas de hoy y de mañana y por lo tanto el pase que más me interesaba era el llamado Fuji Hakone Pass (7400 yenes) que incluye toda esta área. El mismo da derecho a:

1. Utilización de la línea de autobús Fujikyu/Keio highway bus, a la ida o a la vuelta, no en ambas, utilizando el tren para el recorrido que quedara pendiente.

2. Utilización del tren de la compañía Odakyu Railways entre Shinjuku y Odawara, aplicándose lo mismo que en el párrafo anterior.

3. Poder utilizar todos los medios de transporte existentes entre la región de los cinco lagos y la región de Hakone, tanto para conectar estas como dentro de cada una de ellas. Esto incluye autobuses, trenes, teleféricos, barcos, trenes cremallera, etc.

Todo lo descrito anteriormente es válido por tres días y el Japan Rail Pass sólo es válido hasta la estación de Odawara. Este sería un motivo importante por el que no sacaría el famoso pase durante mi primera semana en Japón.

Comentar también que si sólo se quiere o se puede visitar la región de Hakone hay otro pase llamado Odakyu Hakone Free Pass que es válido para esta zona y su precio es de unos 5000 yenes más o menos.

Pues tras todas estas aclaraciones, compraría mi desayuno compuesto por dos zumos y unos sándwiches en una pequeña tienda y me encaminaría al exterior de la estación donde tendría el primer contacto con algunos de los rascacielos famosos de la capital y tras cruzar un paso de peatones llegaría al andén número uno de la parada de autobuses, desde donde a las 08.40 salía el que me llevaría hasta la localidad de Kawaguchiko, donde comenzarían mis andanzas.


Rascacielos de Shinjuku

Exteriores Estación de Shinjuku

Un atasco de mil demonios, a la salida de Tokyo, retrasaría en media hora la llegada a dicha ciudad y no estaría bajando del autobús hasta las once de la mañana. Por lo menos la mitad del viaje me la pasaría practicando mi pobre inglés con una chica japonesa de lo más amable que se desvivió por entenderme y que la entendiera. Eso es paciencia y lo demás es tontería. Esta misma chica sería la que a la llegada me ayudaría a que tomara correctamente el autobús turístico “retro bus” que circula por las costas norte y este del lago y cuyo billete (210 yenes), no está incluido en el Fuji Hakone Pass.

Tras despedirme de mi efímera amiga, siempre con pequeñas reverencias y sin contacto físico alguno, estamos en Japón, y tras un trayecto de cinco minutos, me bajaría en la parada donde se encontraba el acceso al teleférico llamado Kachi Kachi (400 yenes, ida. 720 ida y vuelta). Este te permite subir hasta la cima del monte Tenjo desde donde observar las vistas del lago Kawaguchi y, supuestamente, las del monte Fuji. Yo me decantaría por comprar sólo el billete de ida, pues me apetecía hacer la bajada paseando.


Estación Funicular Monte Kachi kachi

Funicular Monte Kachi kachi

Tras disfrutar de las vistas del lago durante el trayecto hasta la plataforma superior del funicular, y también de alguna que otra más a la llegada, pues tienes varios puntos más desde donde se pueden contemplar unas buenas perspectivas de la masa de agua, pasearía hasta la zona más concurrida de la cima, donde existe un pequeño santuario y otra plataforma de observación del lago y del Monte Fuji. Lástima que el día estaba nublado y, de momento, no había el más mínimo indicio de que la montaña fuera a mostrarse.


Lago Kawaguchi desde Monte Kachi Kachi


Ofrendas en el Monte Kachi Kachi

Santuario en el Monte Kachi Kachi

Como toda esta zona estaba a rebosar de gente no duraría mucho en ella y preferí tomar el desvío solitario que se adentra, por un camino de tierra, hasta la auténtica cima del monte Tenjo, a unos 400 metros de donde estaba. Aquí encontraría un pequeño santuario donde sólo me encontraría con una pareja alemana, preguntándonos nuestras nacionalidades respectivamente.


Altar en la Cima del Monte Kachi Kachi

Tras un rato de relax aquí, decidiría empezar la bajada hasta el lago, para encontrarme en el camino una amplia llanura con jardines y desde donde, supuestamente, también se podía contemplar el escurridizo Monte Fuji. Y es que cuando leía en Madrid que era bastante complicado poder verlo en verano era por algo, aunque tengo que reconocer que tenía esperanzas en contemplarlo. Pero bueno todavía quedaba mucho tiempo por la zona y no había que perder la fe.


Kawaguchiko desde Monte Kachi Kachi

Tras unos cuarenta minutos de bajada llegaba a la ribera del lago Kawaguchi, donde tras estrenar, comprando una coca cola, una de las cientos de máquinas de bebidas que se encuentran por todas partes, me dedicaría a pasear por los múltiples caminos que rodean este, a hacer un rato la cabra por muchas de las rocas volcánicas que conforman sus orillas y a relajarme con las vistas de toda esta zona, aunque sin monte Fuji que seguía en su recogimiento espiritual, mientras me tomaba, sentado en un banco de madera, la bebida acompañada de unos snacks.


Lago Kawaguchi

Lago Kawaguchi

Lago Kawaguchi

Había sido una mañana de lo más agradable donde me había dado tiempo a pasear, a deleitarme con buenas vistas y a tomar el primer contacto con la naturaleza y los paisajes de Japón, así que mientras volvía caminando hacia la estación de trenes, aprovecharía, que me encontraba con un supermercado, para comer algo, sobre la marcha. Gran parte de los productos que había sobre las estanterías y refrigeradores eran completamente desconocidos para mí, por lo que me tiraría un rato para elegir lo que me iba a llevar. Al final me decantaría por dos bolas de arroz triangulares, rellenas una de atún y otra de ternera y envueltas en un tipo de alga negra, llamadas onigiri. Estaban buenísimas y tengo que reconocer que recurriría a ellas en muchos momentos del viaje, bien para comer, bien para cenar, pues además de gustarme una barbaridad, eran bastante baratas.

Una de las imágenes más famosas de Japón a la que recurren, constantemente, infinidad de guías, revistas y publicaciones es la que aparece una pagoda roja de cinco pisos con el monte Fuji detrás y dado que se encontraba relativamente cerca de Kawaguchiko, no quería renunciar a ver con mis propios ojos dicha imagen, o mejor dicho, la mitad de la misma, pues era consciente que iba a ser casi imposible el poder ver el dichoso monte, pues no había el más mínimo resquicio de que el día abriese.

La pagoda forma parte del santuario llamado Arakura Sengen y para llegar a él, tendría que tomar, en la misma estación de Kawaguchiko, un tren que me llevaría hasta la estación de Shimo-Yoshida, todo ello incluido en el Fuji Hakone Pass.

Desde esta estación sólo restan diez minutos caminando para llegar hasta él. Yo preguntaría a la encargada, la cual debe estar ya cansada de la misma consulta una y otra vez, y ha decidido ser práctica, ahorrando en tiempo y saliva, por lo que me entregaría un pequeño mapa de cómo hacerlo.

A la salida de la estación hay que torcer a la derecha y el mismo camino te llevará hasta un paso a nivel, el cual hay que atravesar. Un poco más adelante te encuentras con los inmensos pilares sobre los que transcurre una autopista. En estos hay que torcer a la izquierda y avanzar unos metros hasta que se atraviesan totalmente, torciendo a la derecha, para unos metros más adelante darte ya de bruces con la entrada al santuario Arakura Sengen. Lo mejor es preguntar a algún lugareño y así no complicarte demasiado.

Y allí estaba, inmóvil y en la más absoluta soledad ante el primer e inmenso gran Torii que tenía delante de mí. Fueron momentos emotivos y me tomaría mí tiempo antes de cruzar el primer elemento que conforma un santuario sintoísta y donde se deja atrás el mundo de lo profano para encontrarte con el mundo espiritual. En pocos metros, también, me tocaría empezar a subir la primera ristra de escalones que me llevarían a los edificios principales de este lugar.


Templo Sengen Arakura

Aunque es cierto que a lo largo de este viaje tendría oportunidad de admirar infinidad de santuarios y templos más bonitos, al ser el primero que encontraba en el camino, me causaría un impacto visual importante y una gran curiosidad por descubrir cada rincón, unido a una agradable sensación de bienestar y paz, al seguir disfrutando de este lugar, completamente, sólo.

Templo Sengen Arakura

Templo Sengen Arakura

Templo Sengen Arakura

Templo Sengen Arakura

Mis siguientes pasos serían para seguir subiendo los más de 300 escalones que te llevan hasta la famosa pagoda Chureito, desde donde se consigue una de las imágenes más estereotípicas de Japón, si el día acompaña. En mi caso, como ya he ido comentando, el día estaba gris y en algún momento se dejaban ver algunos rayos de sol, pero ni de lejos con la fuerza suficiente como para conseguir que se desvanecieran la gran cantidad de nubes que rodeaban al monte Fuji.


Pagoda Chureito

Shimo-Yoshida desde Pagoda Chureito

Pagoda Chureito

Sería en este lugar donde conocería a Germán y Patricia, una agradable pareja madrileña, ¡que pequeño es el mundo!, con los que comenzaría una larga charla que terminaríamos en otro mirador que se encuentra todavía más arriba de la pagoda. Sería más de una hora, donde entre otros muchos temas, me darían bueno consejos para la aventura que acaba de empezar, y es que ellos ya estaban terminando la suya. Todo esto mientras esperábamos que el milagro sucediera, pero al final no pudo ser.

Tras despedirme de mis paisanos, desharía todos los pasos, que tanto a pie como en tren, me habían traído hasta aquí y llegaría, de nuevo, a Kawaguchiko para entretenerme, lo que restaba de tarde, mirando tiendas, haciendo la compra y descansando para conseguir todas las fuerzas posibles para el reto que afrontaría en unas pocas horas: la ascensión al monte Fuji.


Tren de Regreso a Kawaguchiko

Tren de Regreso a Kawaguchiko

A eso de las 19.00 me acercaría a las taquillas para comprar el ticket de autobús de ida y vuelta (2100 yenes) que te transporta hasta la quinta estación de la mítica montaña. No se incluye en el Fuji Hakone Pass. También tomaría una cena contundente, en la cafería de la estación, compuesta por arroz, lentejas y ternera (1470 yenes), para no desfallecer durante la noche.

Y tras todo esto me iría a esperar  a la parada, al autobús que a las 20.10 me trasladaría al lugar donde daría comienzo una de las aventuras más esperadas del viaje y que por caprichos de la meteorología, iba a intentar culminar casi recién empezado el mismo.

Presenciar el amanecer en la cima del monte Fuji era otro de esos sueños que llevaba mucho tiempo esperando poder cumplir y ahora lo tenía casi al alcance de la mano. En unas horas sabría si esa experiencia increíble podría pasar a formar parte de mis recuerdos imborrables.

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