Mis planes pasaban por permanecer, al menos, los dos
primeros días en la capital nipona para, dentro de lo que cabe, descansar de
tantísimas hora de viaje de ayer. Pero el tiempo es caprichoso y dadas las
previsiones para la siguiente semana, no me quedaba otra que adaptarme a las
mismas y tratar de aprovechar la única ventana de relativo buen tiempo que se
iba a dar en la región de los cinco lagos y del monte Fuji.
Mirándolo por el lado bueno, tenía las pilas cargadas y toda
la energía necesaria para hacer lo que fuera y dado que los planes en esta zona
suponían un palizón, mejor afrontarlos sin el cansancio y agotamiento que el
paso de los días van ocasionándote, así que casi mejor.
Tras tomar la línea Oedo de metro (230 yenes) que me
llevaría, cómodamente y sin transbordos, hasta la estación de Shinjuku, otras
de las mega estaciones de Tokyo, me pondría a buscar la oficina llamada Odakyu
Sightseeing Service Center, con la que no conseguí dar de primeras, como ya
preveía, y por tanto acabaría recurriendo al comodín del público que tan buen
resultado me estaba dando desde ayer. No tuve más que preguntar a un señor que pasaba por allí
cerca y el hombre se desvivió, preguntando a su vez a otras dos personas, para
llevarme entre los tres hasta dicha oficina. La verdad que estaba ruborizado y
sin todavía asimilar como la gente puede desvivirse de esa manera en ayudar a
los demás. Es algo que no había visto en ningún otro lugar.
Esta oficina es un puesto de información turístico
especializado en toda la región de los cinco lagos, del Monte Fuji y Hakone y
es este uno de los lugares donde venden los diferentes pases que permiten
ahorrarte una auténtica fortuna en los transportes de toda esta zona.
La oficina la abrían a las 08.00 por lo que sólo tuve que
esperar diez minutos para que a la hora en punto el empleado correspondiente
subiera el cierre metálico.
Mis objetivos eran visitar tanto una parte de la región de
los cinco lagos con el Monte Fuji como la zona de Hakone, en las jornadas de
hoy y de mañana y por lo tanto el pase que más me interesaba era el llamado
Fuji Hakone Pass (7400 yenes) que incluye toda esta área. El mismo da derecho
a:
1. Utilización de la línea de autobús Fujikyu/Keio highway
bus, a la ida o a la vuelta, no en ambas, utilizando el tren para el recorrido
que quedara pendiente.
2. Utilización del tren de la compañía Odakyu Railways entre
Shinjuku y Odawara, aplicándose lo mismo que en el párrafo anterior.
3. Poder utilizar todos los medios de transporte existentes
entre la región de los cinco lagos y la región de Hakone, tanto para conectar
estas como dentro de cada una de ellas. Esto incluye autobuses, trenes,
teleféricos, barcos, trenes cremallera, etc.
Todo lo descrito anteriormente es válido por tres días y el
Japan Rail Pass sólo es válido hasta la estación de Odawara. Este sería un
motivo importante por el que no sacaría el famoso pase durante mi primera
semana en Japón.
Comentar también que si sólo se quiere o se puede visitar la
región de Hakone hay otro pase llamado Odakyu Hakone Free Pass que es válido
para esta zona y su precio es de unos 5000 yenes más o menos.
Pues tras todas estas aclaraciones, compraría mi desayuno
compuesto por dos zumos y unos sándwiches en una pequeña tienda y me
encaminaría al exterior de la estación donde tendría el primer contacto con
algunos de los rascacielos famosos de la capital y tras cruzar un paso de
peatones llegaría al andén número uno de la parada de autobuses, desde donde a
las 08.40 salía el que me llevaría hasta la localidad de Kawaguchiko, donde
comenzarían mis andanzas.
Rascacielos de Shinjuku |
Exteriores Estación de Shinjuku |
Un atasco de mil demonios, a la salida de Tokyo, retrasaría en media hora la llegada a dicha ciudad y no estaría bajando del autobús hasta las once de la mañana. Por lo menos la mitad del viaje me la pasaría practicando mi pobre inglés con una chica japonesa de lo más amable que se desvivió por entenderme y que la entendiera. Eso es paciencia y lo demás es tontería. Esta misma chica sería la que a la llegada me ayudaría a que tomara correctamente el autobús turístico “retro bus” que circula por las costas norte y este del lago y cuyo billete (210 yenes), no está incluido en el Fuji Hakone Pass.
Tras despedirme de mi efímera amiga, siempre con pequeñas
reverencias y sin contacto físico alguno, estamos en Japón, y tras un trayecto
de cinco minutos, me bajaría en la parada donde se encontraba el acceso al
teleférico llamado Kachi Kachi (400 yenes, ida. 720 ida y vuelta). Este te
permite subir hasta la cima del monte Tenjo desde donde observar las vistas del
lago Kawaguchi y, supuestamente, las del monte Fuji. Yo me decantaría por
comprar sólo el billete de ida, pues me apetecía hacer la bajada paseando.
Estación Funicular Monte Kachi kachi |
Funicular Monte Kachi kachi |
Tras disfrutar de las vistas del lago durante el trayecto hasta la plataforma superior del funicular, y también de alguna que otra más a la llegada, pues tienes varios puntos más desde donde se pueden contemplar unas buenas perspectivas de la masa de agua, pasearía hasta la zona más concurrida de la cima, donde existe un pequeño santuario y otra plataforma de observación del lago y del Monte Fuji. Lástima que el día estaba nublado y, de momento, no había el más mínimo indicio de que la montaña fuera a mostrarse.
Lago Kawaguchi desde Monte Kachi Kachi |
Ofrendas en el Monte Kachi Kachi |
Santuario en el Monte Kachi Kachi |
Como toda esta zona estaba a rebosar de gente no duraría mucho en ella y preferí tomar el desvío solitario que se adentra, por un camino de tierra, hasta la auténtica cima del monte Tenjo, a unos 400 metros de donde estaba. Aquí encontraría un pequeño santuario donde sólo me encontraría con una pareja alemana, preguntándonos nuestras nacionalidades respectivamente.
Altar en la Cima del Monte Kachi Kachi |
Tras un rato de relax aquí, decidiría empezar la bajada hasta el lago, para encontrarme en el camino una amplia llanura con jardines y desde donde, supuestamente, también se podía contemplar el escurridizo Monte Fuji. Y es que cuando leía en Madrid que era bastante complicado poder verlo en verano era por algo, aunque tengo que reconocer que tenía esperanzas en contemplarlo. Pero bueno todavía quedaba mucho tiempo por la zona y no había que perder la fe.
Kawaguchiko desde Monte Kachi Kachi |
Tras unos cuarenta minutos de bajada llegaba a la ribera del lago Kawaguchi, donde tras estrenar, comprando una coca cola, una de las cientos de máquinas de bebidas que se encuentran por todas partes, me dedicaría a pasear por los múltiples caminos que rodean este, a hacer un rato la cabra por muchas de las rocas volcánicas que conforman sus orillas y a relajarme con las vistas de toda esta zona, aunque sin monte Fuji que seguía en su recogimiento espiritual, mientras me tomaba, sentado en un banco de madera, la bebida acompañada de unos snacks.
Lago Kawaguchi |
Lago Kawaguchi |
Lago Kawaguchi |
Había sido una mañana de lo más agradable donde me había dado tiempo a pasear, a deleitarme con buenas vistas y a tomar el primer contacto con la naturaleza y los paisajes de Japón, así que mientras volvía caminando hacia la estación de trenes, aprovecharía, que me encontraba con un supermercado, para comer algo, sobre la marcha. Gran parte de los productos que había sobre las estanterías y refrigeradores eran completamente desconocidos para mí, por lo que me tiraría un rato para elegir lo que me iba a llevar. Al final me decantaría por dos bolas de arroz triangulares, rellenas una de atún y otra de ternera y envueltas en un tipo de alga negra, llamadas onigiri. Estaban buenísimas y tengo que reconocer que recurriría a ellas en muchos momentos del viaje, bien para comer, bien para cenar, pues además de gustarme una barbaridad, eran bastante baratas.
Una de las imágenes más famosas de Japón a la que recurren,
constantemente, infinidad de guías, revistas y publicaciones es la que aparece
una pagoda roja de cinco pisos con el monte Fuji detrás y dado que se
encontraba relativamente cerca de Kawaguchiko, no quería renunciar a ver con
mis propios ojos dicha imagen, o mejor dicho, la mitad de la misma, pues era
consciente que iba a ser casi imposible el poder ver el dichoso monte, pues no
había el más mínimo resquicio de que el día abriese.
La pagoda forma parte del santuario llamado Arakura Sengen y
para llegar a él, tendría que tomar, en la misma estación de Kawaguchiko, un
tren que me llevaría hasta la estación de Shimo-Yoshida, todo ello incluido en
el Fuji Hakone Pass.
Desde esta estación sólo restan diez minutos caminando para
llegar hasta él. Yo preguntaría a la encargada, la cual debe estar ya cansada
de la misma consulta una y otra vez, y ha decidido ser práctica, ahorrando en
tiempo y saliva, por lo que me entregaría un pequeño mapa de cómo hacerlo.
A la salida de la estación hay que torcer a la derecha y el
mismo camino te llevará hasta un paso a nivel, el cual hay que atravesar. Un
poco más adelante te encuentras con los inmensos pilares sobre los que
transcurre una autopista. En estos hay que torcer a la izquierda y avanzar unos
metros hasta que se atraviesan totalmente, torciendo a la derecha, para unos
metros más adelante darte ya de bruces con la entrada al santuario Arakura
Sengen. Lo mejor es preguntar a algún lugareño y así no complicarte demasiado.
Y allí estaba, inmóvil y en la más absoluta soledad ante el
primer e inmenso gran Torii que tenía delante de mí. Fueron momentos emotivos y
me tomaría mí tiempo antes de cruzar el primer elemento que conforma un
santuario sintoísta y donde se deja atrás el mundo de lo profano para encontrarte
con el mundo espiritual. En pocos metros, también, me tocaría empezar a subir
la primera ristra de escalones que me llevarían a los edificios principales de
este lugar.
Aunque es cierto que a lo largo de este viaje tendría oportunidad de admirar infinidad de santuarios y templos más bonitos, al ser el primero que encontraba en el camino, me causaría un impacto visual importante y una gran curiosidad por descubrir cada rincón, unido a una agradable sensación de bienestar y paz, al seguir disfrutando de este lugar, completamente, sólo.
Templo Sengen Arakura |
Aunque es cierto que a lo largo de este viaje tendría oportunidad de admirar infinidad de santuarios y templos más bonitos, al ser el primero que encontraba en el camino, me causaría un impacto visual importante y una gran curiosidad por descubrir cada rincón, unido a una agradable sensación de bienestar y paz, al seguir disfrutando de este lugar, completamente, sólo.
Mis siguientes pasos serían para seguir subiendo los más de
300 escalones que te llevan hasta la famosa pagoda Chureito, desde donde se
consigue una de las imágenes más estereotípicas de Japón, si el día acompaña.
En mi caso, como ya he ido comentando, el día estaba gris y en algún momento se
dejaban ver algunos rayos de sol, pero ni de lejos con la fuerza suficiente
como para conseguir que se desvanecieran la gran cantidad de nubes que rodeaban
al monte Fuji.
Sería en este lugar donde conocería a Germán y Patricia, una agradable pareja madrileña, ¡que pequeño es el mundo!, con los que comenzaría una larga charla que terminaríamos en otro mirador que se encuentra todavía más arriba de la pagoda. Sería más de una hora, donde entre otros muchos temas, me darían bueno consejos para la aventura que acaba de empezar, y es que ellos ya estaban terminando la suya. Todo esto mientras esperábamos que el milagro sucediera, pero al final no pudo ser.
Pagoda Chureito |
Shimo-Yoshida desde Pagoda Chureito |
Pagoda Chureito |
Sería en este lugar donde conocería a Germán y Patricia, una agradable pareja madrileña, ¡que pequeño es el mundo!, con los que comenzaría una larga charla que terminaríamos en otro mirador que se encuentra todavía más arriba de la pagoda. Sería más de una hora, donde entre otros muchos temas, me darían bueno consejos para la aventura que acaba de empezar, y es que ellos ya estaban terminando la suya. Todo esto mientras esperábamos que el milagro sucediera, pero al final no pudo ser.
Tras despedirme de mis paisanos, desharía todos los pasos,
que tanto a pie como en tren, me habían traído hasta aquí y llegaría, de nuevo,
a Kawaguchiko para entretenerme, lo que restaba de tarde, mirando tiendas,
haciendo la compra y descansando para conseguir todas las fuerzas posibles para
el reto que afrontaría en unas pocas horas: la ascensión al monte Fuji.
Tren de Regreso a Kawaguchiko |
Tren de Regreso a Kawaguchiko |
A eso de las 19.00 me acercaría a las taquillas para comprar
el ticket de autobús de ida y vuelta (2100 yenes) que te transporta hasta la
quinta estación de la mítica montaña. No se incluye en el Fuji Hakone Pass.
También tomaría una cena contundente, en la cafería de la estación, compuesta
por arroz, lentejas y ternera (1470 yenes), para no desfallecer durante la
noche.
Y tras todo esto me iría a esperar a la parada, al autobús que a las 20.10 me
trasladaría al lugar donde daría comienzo una de las aventuras más esperadas
del viaje y que por caprichos de la meteorología, iba a intentar culminar casi
recién empezado el mismo.
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