18 de Enero de 2015.
No era plan de esperar más tiempo para conocer uno de los
meandros más bonitos de la geografía española, conocido como el meandro del Melero, formado por el río
Alagón a su paso por el término de Riomalo de Abajo. Bien conocedor de ello
desde hacía bastante me pareció buena idea empezar el día visitando el mirador
desde donde se consigue la mejor perspectiva del mismo conocido como mirador de La Antigua. Para llegar
hasta él lo mejor es tomar una pista de tierra a la salida de la mencionada
población y poco después dejar el coche en un aparcamiento que no tiene
pérdida. Sólo quedará ya disfrutar desde este punto panorámico de la retorcida
curva que lleva a cabo el río Alagón, dejando en el medio una pequeña porción
de terreno arbolado, que salvo por un minúsculo trozo de tierra, no se ha
convertido todavía en isla.
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Meandro del Melero desde Mirador de la Antigua |
Regresando, de nuevo, a Vegas
de Coria, el pueblo que me había alojado, aprovecharía para dar un pequeño
paseo por él y así irme con una idea del mismo. Podríamos destacar su Iglesia y
Ayuntamiento, pero más allá de estas construcciones lo que más me interesaba
era conocer el lugar donde, allá por los años ochenta, sus lugareños fueron
testigos de ciertos avistamientos inexplicables de seres descomunales con una
altura de tres metros y extraños ropajes que no llegaban a pisar el suelo,
unido todo ello a extrañas luces de diferentes tamaños que se podían ver cerca
del río. ¿Verdad que causa escalofríos? No cabe duda que el entorno misterioso
y aislado es el más propicio para que se puedan dar este tipo de sucesos.
Volviendo a la realidad y dejando a un lado el misterio, continuaría
mi ruta haciendo una parada en Cambroncino,
donde apenas queda ya población al desaparecer en buena medida la industria del
aceite que le hizo vivir mejores tiempos.
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Cambroncino |
Hay que dejar claro que buena parte del pueblo se encuentra
en estado ruinoso, aunque un sector del mismo todavía se conserva en
condiciones aceptables. Es aquí donde se puede observar su mayor tesoro que no
es otro que la iglesia de Santa Catalina,
un hermoso templo con un gran valor arquitectónico. También se la conoce como “Las
Lástimas” pues un buen número de devotos de otras poblaciones acudían hasta
aquí para rezar por sus desgracias.
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Iglesia de Santa Catalina. Cambroncino |
A menos de siete kilómetros me toparía con Caminomorisco, donde tampoco podría
evitar parar para recorrerlo a pie, aunque con la soledad como nota dominante,
al igual que en las otras alquerías. Este es el municipio más grande de la
comarca hurdana. De arquitectura popular, con casas balconadas y aleros de
madera rústica, aprovecha la gran riqueza forestal de la zona. En su término se
han encontrado restos de la Edad de Bronce.
Como edificios destacables podríamos citar la parroquia de San José, así como su Casa de Cultura, que aunque de reciente
construcción ha respetado la arquitectura tradicional hurdana, utilizando los
mismos materiales como la piedra y la pizarra. En su interior está la oficina
de turismo y no es complicado encontrar alguna que otra exposición de la
región.
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Parroquia de San José. Caminomorisco |
Desde Caminomorisco llegaría a Casar de Palomero, población en la que convivieron las tres culturas
hispánicas: la cristiana, la judía y la árabe. De su presencia son testigos los
tres barrios donde moraron. El Barrio
judío y árabe se encuentran muy juntos y mantienen sus diferencias
arquitectónicas en casas y fachadas, con símbolos y detalles que recuerdan a
los comercios artesanos de la época de cada creencia. El barrio cristiano buscó el amparo de la ermita del Cordero, donde creció, más alejado de los otros dos
barrios. La ermita servía de lugar para los cultos religiosos, pese a disponer
el pueblo de otras dos iglesias: la del Espíritu
Santo y la de la Inmaculada
Concepción. Tampoco hay que olvidarse de visitar la casa en que pernoctó el
rey Alfonso XIII en su visita a las Hurdes en 1922.
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Casar de Palomero |
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Plaza Mayor. Casar de Palomero |
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Casar de Palomero |
Pinofranqueado es
el principal núcleo de las Hurdes bajas
y dado que también tenía que pasar por él, optaría por dedicarle el tiempo
imprescindible para conocer su Plaza
Mayor, su Iglesia y su gran piscina natural que forma el río de Los
Ángeles a su paso y que en verano está hasta los topes. Aquí además tiene
lugar una de las fiestas más importantes de la región conocida como La Enramá, con más de siglo y medio de
antigüedad. Esta consiste en el emparejamiento
por unos días de aquellos solteros del pueblo con la intención de que en
el futuro continúen con una relación de noviazgo. Tiene lugar a finales de
agosto.
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Inmediaciones de Pinofranqueado |
Un sándwich sería suficiente para echar algo al estómago
antes de dirigirme a las tres alquerías donde iba a finalizar mi recorrido. Se
encuentran muy cerca unas de otras y son pequeñas por lo que se pueden recorrer
fácilmente y en poco tiempo. Ellas son Horcajo, Castillo y Aldehuela.
Como digo no hay más de ocho kilómetros entre ellas por lo que me pareció ideal
para terminar el viaje. Todas, sin excepción, tienen un encanto singular, donde
su arquitectura tradicional es su elemento más destacable, pues sus viviendas
tuvieron que adaptarse a una naturaleza hostil, teniéndose que modificarse en
ellas algunos aspectos tales como el aumento de grosor de las paredes o su
forma circular y ángulos semirredondos que permitían que las casas tuvieran
mayor consistencia en fuertes pendientes y no se agrietasen.
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Castillo |
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Horcajo |
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Aldehuela |
El olor de la leña quemada, el humo de las chimeneas,
las calles desiertas, la nieve que se dejaba ver en el campo y en algunas
calles y ese frío seco que tanto me gusta cuando paseo en invierno, lograrían
mi mejor momento del viaje, entrando como en una especie de breve letargo que
me haría como flotar. Pero era ya tarde y todavía tenía más de tres horas hasta
regresar a Madrid, por lo hice de tripas corazón para desperezarme y dejar
atrás esta bella y misteriosa región extremeña.
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Aldehuela |
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