3 de Septiembre de 2014.
Estaba siendo un viaje de lo más tranquilo y sin sustos ni sobresaltos inesperados por lo que estaba bastante feliz. Pero estaba claro que no podía irme de Chile sin que me pasara algo fuera de lo normal y hoy iba a ser ese día, pero no nos precipitemos y empecemos por el principio.
Estaba siendo un viaje de lo más tranquilo y sin sustos ni sobresaltos inesperados por lo que estaba bastante feliz. Pero estaba claro que no podía irme de Chile sin que me pasara algo fuera de lo normal y hoy iba a ser ese día, pero no nos precipitemos y empecemos por el principio.
Desayuné tranquilamente con vistas a la bahía de Castro
desde el Palafito donde estaba ubicado mi hotel. El día se encontraba con nubes
y claros lo que para ser el sitio en el que estaba era como un día radiante,
así que todo era idóneo para realizar el plan que ayer me habían recomendado en
la recepción del Hostal y que me hacía cambiar la planificación que tenía en la
cabeza, pero era la idea con la que venía en esta segunda parte del viaje, ir
improvisando sobre la marcha.
Mi nuevo plan era llegar hasta Cucao, una población situada
al oeste de Chiloé con vistas al Pacífico y desde aquí acceder hasta el Parque
Nacional de Chiloé para realizar una ruta llamada “El Muelle de las Almas” o “Punta
Pirulí”, una ruta mágica y de la que me habían hablado maravillas las personas
que trabajaban en recepción, tal y como he comentado.
Así que sobre las 09.00 de la mañana partía con mi pequeño
Hyundai hacia dicho destino, haciendo una primera parada sólo cinco kilómetros
después de ponerme en ruta para conocer una nueva iglesia Patrimonio de la
Humanidad, la situada en la aldea de Nercón, que destaca por la robustez de su
torre - fachada y por su principal imagen tutelar, la del Arcángel San Miguel,
con el diablo caído a sus pies. Pero sólo podría disfrutar de su exterior ya
que el interior estaba cerrado y no había ni un alma por los alrededores. Sería
el primer aviso de lo que estaba por llegar.
Iglesia Ntra Señora de Gracia de Nercón |
Tras otros veinte kilómetros más vendría el desvió hacia
Cucao y la primera sorpresa que me encontraría sería, algo más adelante, con el
inmenso lago Huillinco, que es el resultado de sumergirse en este punto las dos
cordilleras que cruzan la isla. Un lugar espectacular y donde me detendría
media hora a pasear por su pequeña orilla de piedras. Los cielos empezaban a
cubrirse y se empezaban a volver amenazadores, por lo que continué el camino
hacia Cucao, una minúscula población con inmensas playas vírgenes en las que
pude ver galopar a sus anchas a una manada de caballos salvajes.
Lago Huillinco |
Tras preguntar a una señora, tomaría la desviación hacia la
izquierda nada más llegar al pueblo y esta me llevaría en poco tiempo hasta una
de esas playas solitarias por las que, de momento pude transitar sin problema.
Después vendría una pista de ripio en mucho mejor estado que las que me pude
encontrar ayer, por lo que seguí avanzando sin el mayor problema. Aquí me
pararían unos chicos para preguntarme si sabía cuánto faltaba hasta el final de
la ruta, a lo que les respondí que no, pero que si querían subir que no había
problema. Se llamaban Joanna, Andrea y Richard y a partir de este momento
serían mis compañeros de aventura hasta el final.
Carretera hacia el Parque Nacional Chiloé |
Llegaríamos, poco después, a una casa a la derecha donde un
cartel indicaba que había que solicitar las llaves al dueño para poder abrir un
portón en un momento determinado de la ruta y poder terminar esta. Así lo
haríamos y continuaría conduciendo hasta que encontré una subida, la cual no me
daba muy buena espina por ser de terreno irregular y con dos buenos surcos en
sus laterales, pero que sin hacer caso al aviso de mi yo interior, acometí con
el coche. En medio de la misma, la fuerza de la máquina no podría con varios agujeros
llenos de agua y de lodo y fue parando y desplazándose hacia atrás. Por más que
pisaba el freno, con todas mis fuerzas, el coche seguía en dirección hacia uno
de los surcos y cuando conseguí, con el freno de mano y las ruedas en
perpendicular al terreno pedregoso, paralizarlo
este ya estaba atrapado, mitad en la zanja, mitad en la pista de tierra.
Traté de pisar todo lo que pude el acelerador, pero no había manera de que se
moviera. El problema además era que a la izquierda de la posición del vehículo
había suficiente espacio como para que en un mal movimiento este pudiera
ladearse y precipitarse al mismo, quedando volcado, lo que hubiera sido una
gran desgracia a todos los efectos, tanto económicos como de medios materiales
para poder moverme. La situación era crítica.
Saldríamos todos del vehículo y Richard y yo comenzamos a
intentar mover alguna piedra delantera con palos y aunque conseguimos desplazar
alguna, cuando hacía el intento por salir, lo único que salía era humo. Luego
probaríamos a remover algún que otro pedrusco por la parte trasera y en esta
ocasión sólo empeoraríamos más la situación ya que el coche quedaría todavía
más ladeado y a punto de volcar.
Para colmo de todos los males, no había nada de cobertura lo
que suponía que lo más cercano para ir andando y pedir ayuda era acercarse
hasta la casa del señor que nos dejó la llave, pero esta se encontraba como a
más de una hora andando y sin garantía de que nos pudiera ayudar. Decidimos
entonces, cerrar el vehículo y caminar en dirección hacia un refugio que estaba
en medio de la ruta y que Joanna conocía, al trabajar en la oficina de turismo
de Castro. Cuarto de hora después y en un pequeño alto, conseguía cobertura, la
otra chica, Andrea, pudiendo llamar a Carabineros y estos a su vez a una grúa,
la cual sería enviada al lugar. Parecía que ya estaba todo solucionado, pero
iban a tardar la friolera de dos horas hasta llegar ya que tenían que venir
desde Castro. Así que a pesar de mi preocupación por no saber si conseguirían
sacar el coche sin volcarlo y por tanto, si esto sucedía, suponer un auténtico
desastre económico en lo que restaba de viaje y de muchos meses después, hice
de tripas corazón y decidí hacer caso a Richard que proponía realizar, mientras
la grúa llegaba, la ruta que todos habíamos venido a conocer.
Cuentan por Cucao y sus alrededores que toda la zona está
llena de seres mitológicos con poderes sobrenaturales tales como el trauco, el
basilisco, etc Lo que hace que no pueda evitar comparar Chiloé con Galicia y es
que además de en estas leyendas también se parece en el increíble paisaje pero,
tal vez, más hermoso todavía.
Con lo que estaba viviendo hoy, me preguntaba si esas
misteriosas historias, leyendas y supersticiones no estaban pasando a ser algo
más que simples habladurías, lo que le confería a la ruta un aliciente mayor.
Pronto dejaríamos la pista de tierra y ripio que teníamos
que haber afrontado andando en el momento adecuado y nos internaríamos por una
serie de caminos completamente embarrados y encharcados, donde a veces teníamos
que meter el pie y parte del pantalón, totalmente, en el barrizal por el que
transitábamos. Hacía frío y soplaba viento y se presentía que el cielo estaba a
punto de empezar a descargar una tromba de agua considerable, pero aún así
continuamos hacia nuestro destino final, total después de todo lo que
llevábamos pasado ya sólo podría impedirnos llegar un rayo descargado sobre
nuestras cabezas.
Ruta Punta Pirulil o Muelle de las Ánimas.P.N.Chiloé |
Ruta Punta Pirulil o Muelle de las Ánimas.P.N.Chiloé |
Llegaríamos a la verja con candado y espinos en su parte
superior, la abriríamos con la llave que nos dio el señor y continuamos por
senderos resbaladizos y en los que había que poner los cinco sentidos para no
abrirse la cabeza. Pronto empezaríamos a
obtener la recompensa: las vistas de la costa oeste de Chiloé golpeadas con
fuerza por las olas del Pacífico, la inmensidad de este bajo nuestros pies, el
Parque Nacional Tepuhueico hacia el interior e inmensas praderías a ambos lados
del camino y a cada paso que dábamos. El alma se me encogió al ver tanta
belleza de una sola vez y una emoción como pocas veces había sentido antes me
embargaría, olvidándoseme todo lo que hacía apenas dos horas había pasado. Todo
eso ya me daba igual y sólo quería seguir andando hasta nuestro objetivo final,
mientras la lluvia ya había comenzado a empaparnos.
Ruta Punta Pirulil o Muelle de las Ánimas.P.N.Chiloé |
Ruta Punta Pirulil o Muelle de las Ánimas.P.N.Chiloé |
Ruta Punta Pirulil o Muelle de las Ánimas.P.N.Chiloé |
Y tras varias lomas engañosas, a la tercera iba la vencida,
un último repecho y allí estaba, unos metros más abajo, el muelle de las
ánimas, una pasarela de madera que
desembocaba en la infinidad del océano, en los abruptos acantilados, en una
belleza indescriptible. Un lugar que hace que una espiritualidad, difícil de
explicar, se apodere de ti y que te haga no sentir ni la lluvia, ni el frío, ni
el viento y que todos los males y penurias pasadas se te olviden de un
chasquido. Es un lugar que te atrapa y del cual es complicado marcharse.
Ruta Punta Pirulil o Muelle de las Ánimas.P.N.Chiloé |
Punta Pirulil o Muelle de las Ánimas.P.N.Chiloé |
Seguía lloviendo, cada vez con más fuerza, y nos pondríamos
a cubierto debajo de la pasarela de madera. Allí se hizo el silencio, mientras
los cuatro contemplábamos el océano con la mirada perdida. Joanna rompería este
para contar una hermosa historia. Se dice que aquí llegan las almas al morir
para que un barquero llamado Tempilcahue las lleve en su embarcación hasta su
lugar de reposo definitivo a cambio de unas monedas. Aquellas que no poseen
estas se ven obligadas a vagar para siempre por los alrededores, confundiéndose
sus lamentos entre los sonidos del viento y del mar.
La verdad que tuve suerte de hacer esta ruta con dos de las
guías de la oficina de turismo de Castro y desde aquí quiero darlas las gracias
por su atención y todo lo que me explicaron en el arduo camino. Sin olvidar,
por supuesto, a Richard, que hizo lo imposible por tratar de sacar el coche de
allí a costa de casi dejarse la ropa en el intento.
Teníamos que volver, aunque nos resultara complicado, ya que
la grúa podía aparecer en cualquier momento y si no había nadie podíamos correr
el riesgo de quedarnos allí para siempre. Así que deshicimos el camino y cuando
llegamos al lugar del siniestro nos encontramos que las dos personas que venían
a rescatarnos ya se iban, por lo que un poco más y casi la vuelvo a liar.
Después de las presentaciones, el conductor de la grúa me fue muy claro. Había
un alto riesgo de que el vehículo acabara ladeándose y volcara, causándole
graves daños. En mi estaba la decisión y claro está que tenía que jugármela. O
esto o llamar a la empresa de alquiler y enfrentarme a una indemnización
astronómica al ser todo por mi culpa y no haber habido colisión. Así que les
dije que hicieran lo que tuvieran que hacer. La otra persona que acompañaba al
conductor, pondría dos cadenas a mi vehículo en su parte trasera, las
afianzaría con mil nudos y palancas, montaría en mi coche y daría la señal a su
compañero para que empezara la maniobra. La grúa comenzó a tirar con gran
potencia de mi coche y este comenzaría a balancearse hacia uno y otro costado,
temiéndome lo peor, pero de momento no había caído y había conseguido moverlo
de su prisión. El gruista volvió a meterle potencia a su máquina y tiró con más
fuerza todavía, parecía que la cadena iba a partirse y fue cuando mi coche
volvió a balancearse estando a punto de caer definitivamente de costado, pero
gracias a un último esfuerzo desgarrado
de la grúa y jugándosela toda a una carta, metió el último acelerón,
enderezó el Hyundai y lo depositó en la pista de tierra. No lo podía creer, el
milagro había sucedido y sólo habiéndose desencajado un poco el paragolpes
delantero y algún que otro rasguño que veríamos a ver si la empresa de alquiler
me haría o no pagar.
Después de darle mil gracias a los profesionales, llegaría
el momento de la dolorosa y vaya que si lo fue. Nada más y nada menos que
180000 pesos. Una burrada pero bastante poco si lo comparamos con lo que
hubiera supuesto cualquier otra opción. Así que le pagué y tendría el detalle
conmigo de decirme que le siguiera hasta Castro para ir al taller de un amigo
suyo, para tratar de arreglar los pequeños desperfectos que había tenido el
vehículo y todo sin cobrarme nada más. La verdad que quedó bastante bien, pero
aún así había un desperfecto que se notaba, por lo que el juicio final sería el
sábado. Siempre llevo un fondo separado para este tipo de imprevistos, pero
esto había superado los records y conllevaba tener que modificar algunas cosas
de lo que quedaba de viaje, iríamos viendo sobre la marcha.
Tras toda esta aventura, me despediría de mis amigos
chilotas, dándoles las gracias por todo y me encaminaría al hostal para pegarme
una buena ducha de agua hirviendo y relajarme un poco, pues estaba agotado.
Eran ya las 16.30 y ni había comido ni bebido nada en toda la mañana con tantas
emociones.
A las 18.00 decidiría irme a conocer Castro, pues había
conseguido revivir. Esta es la capital de Chiloé y el asentamiento más antiguo
de Chile y fue fundado por los españoles en 1567 sobre una colina con vistas al
fiordo del mismo nombre que la propia ciudad. En su día se convirtió en la
ciudad más meridional del planeta y el punto desde el que los jesuitas
españoles iniciaron su evangelización.
En la visita me centraría fundamentalmente en sus dos grandes
atracciones. Por un lado sus palafitos, es decir, casas tradicionales de madera
levantadas sobre estacas a orillas del fiordo de Castro. Las vistas de estas
pintorescas construcciones merecen mucho la pena, ya que están pintadas con
vivos colores y situadas en lugares privilegiados. Yo tendría la suerte de
alojarme en uno de estos y pude disfrutar de su acogedor interior, que no
desmerece en nada al exterior. Por otro disfrutaría de la iglesia de San
Francisco, Patrimonio de la Humanidad y, probablemente el monumento más
emblemático de la isla. Esta realizada completamente con maderas autóctonas de
ciprés, alerce y coihué y pintada de preciosos colores. Como curiosidad decir
que sus dos torres sirvieron, durante décadas, para guiar a los barcos que accedían
al puerto y hoy están protegidas por ley como las construcciones más elevadas
de Castro.
Tras estas visitas ya era noche cerrada, por lo que daría
una última vuelta por su plaza de Armas y sus calles aledañas y me metería a
cenar en un restaurante llamado La Brújula de la Cabeza que era tipo
hamburguesería y comida rápida, se acabaron los homenajes. Un perrito con
patatas fritas y coca cola sería mi cena. (5340 pesos)
hermoso lugar, en febrero estuve alli.....lugar encantador..
ResponderEliminarHola Karem.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo. Es un sitio mágico y especial.
Un saludo y gracias por pasarte por aquí.
Magico como las fotos, los textos, los invitados, el paisaje y entorno espectacular de un Chile distinto llamado Chiloe!
ResponderEliminarM Köbrich.
Gracias por tus amables palabras,Michael! La verdad que Chiloé no te deja indiferente sino todo lo contrario. Saludos
ResponderEliminarSaben cuantos kilometros hay app del parque al muelle?
ResponderEliminarHola Karen,creo que ahora tienen habilitado un parking desde donde hay una distancia de dos kilómetros hasta el Muelle de las Almas, pero convendría que lo confirmaras en la oficina de turismo de Castro.
ResponderEliminarUn saludo.