31 de Agosto 2014.
Valpo, como llaman por aquí a la ciudad, es de esos lugares
que lo odias o lo amas para siempre y en base al resultado de lo que cada uno
sienta, la estancia se puede demorar por muchos días o estar uno y ya parecerte
que llevas una eternidad. A mí me había gustado pero tampoco me había enamorado
de ella por lo que creo que, siendo objetivos, con dos días te puedes llevar
una buena idea de lo que ofrece, especialmente en viajes con límite de tiempo
en donde no puedes estar todo lo que te gustaría en los sitios.
El desayuno se encontraba incluido en el precio de la
habitación por lo que lo aprovecharía y tras él comenzaría mi segundo día
tomando el autobús 612 en la calle Alemania (es el que te lleva si estás por
estas alturas hasta la casa de Neruda) para bajarme en la calle Baquedano, muy
cercana a los cerros Monjas y Mariposa. Quería ir un poco más allá de lo
exclusivamente turístico y agradable a los ojos e internarme un poco en el modo
de vida de una buena parte de la sociedad de Valpo. Y esa realidad es que hay
mucha pobreza en el momento en que empiezas a escarbar un poco.
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Ascensor Mariposa |
Tras unos
veinte minutos sufriendo las cuestas y paseando por la zona, una agradable
señora se dirigiría a mí para decirme que me aconsejaba no permanecer por mucho
tiempo allí y que tomara otra vez la calle Baquedano y me fuera a un lugar más
seguro. Dicho y hecho, me fui por donde había venido, tomando de nuevo el bus
612 (360 pesos) para bajarme en la calle Ferrari, donde está la casa de Neruda,
y bajar toda esta hasta el Museo a Cielo Abierto. Este se caracteriza por la
distribución en varias calles de hasta veinte murales pintados por artistas de
renombre como Matilde Pérez, Mario Carreño o Sergio Montesinos. La pena que el
estado de conservación de muchos de ellos deja bastante que desear y gran parte
se encuentran estropeados por otras marcas hechas por jóvenes pandilleros y por
el desgaste con el paso de los años.
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Mural en el Museo a Cielo Abierto |
Como la tenía muy cerca me acercaría a visitar la parroquia
de Las Carmelitas de 1937 y tras ello tomaría el ascensor Espíritu Santo (100
pesos) que me dejaría en la parte baja de la ciudad. En esta me dirigiría a la
plaza Victoria para ver la Catedral de Valparaíso, con una gran torre y un
interior muy sencillo y muy cercana a esta, en la plaza Bolívar, la biblioteca
Severín, un edificio blanco inmaculado y bastante bonito. En frente de este,
también imponente, se hallaba el Arco Británico.
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Biblioteca Severín |
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Catedral |
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Arco Británico |
Dado que oiría música en la lejanía, deshice mis pasos y
volví hasta la plaza de la Catedral y allí me encontré que habían montado un
espectáculo improvisado de bailes regionales chilenos, por lo que me quedaría a
verlo y así me empapaba un poco más de su cultura y me tomaba un respiro en la
ruta. Cuando estos terminaron y dado que de esta plaza sale la Avenida Pedro
Montt, por donde circulan infinidad de autobuses que llegan a cualquier parte
de la ciudad, me acercaría hasta ella y tomaría uno de tantos (360 pesos) que
te dejan en la misma puerta del Congreso Nacional. Este edificio empezó a
construirse en 1988 y en Marzo de 1990 reinició sus actividades después de más
de 16 años de suspensión como consecuencia de la dictadura militar.
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Bailando La Cueca en Plaza Bolívar |
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Congreso Nacional |
Mientras rodeaba el Parlamento me encontraría en uno de sus
costados con la avenida Argentina que estaba a rebosar de miles de puestos de
todo tipo de objetos, tanto de los más usuales como de los más extraños y hasta
de antigüedades. Por no hablar de los destinados a comidas: pintxos morunos,
hamburguesas, pescados, frutas, zumos. Pasearía un buen rato por aquí y me daría
la hora de comer por lo que aprovecharía para tomarme uno de esos pintxos,
recién mencionados, de carne y salchichas, el cual era bastante contundente y
por sólo 1000 pesos.
La plaza O´Higgins es la que se encuentra en otro de los
costados del Congreso y aquí hay una bonita escultura del libertador. Tras las fotos de rigor me dirigí hacia el ascensor Polanco que te permite subir al cerro del mismo nombre y en el que había oído que había murales bastante
interesantes. Pero cuando iba a tomar la calle que me llevaba hasta él, un
señor que trabajaba de guarda coches me diría, sin yo pronunciar palabra, que
el ascensor estaba cerrado y que andando no me recomendaba llegar hasta allí,
por lo que, por segunda vez en el día, hice caso y me fui otra vez a la Avenida
Pedro Montt para coger cualquier autobús que fuera con dirección Aduana (400
pesos). Al llegar a esta plaza podría ver el edificio dedicado a este fin y el ascensor
Artilleria, el cual estaba cerrado como consecuencia a que las vagonetas que
acababan de ser restauradas hacía muy poco y casi a punto de empezar a
funcionar, se precipitaron al vacío. Menudo desastre de restauración.
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Plaza O´Higgins |
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Cerro Artillería |
En el corto trayecto al puerto que hay desde aquí, unos diez
minutos, es cierto que iría con la cámara en mano y el trípode adosado a ella,
lo que haría, que por tercera vez en el día, otra señora se dirigiera a mí para
decirme que mejor si la guardaba. Esto me hacía llegar, definitivamente a una
conclusión y es que en el momento que te sales de las zonas más turísticas y
clásicas tienes que andarte con mil ojos. Yo lo poco que estuve por esas zonas
no muy amigas del turista no percibí demasiado peligro pero ante tanto aviso te
da que pensar.
Durante todo el día un cielo gris plomizo había estado
amenazando tormenta y dado que no se decidía a descargar, me animaría a realizar la última actividad antes de que se hiciera de noche: un paseo en barco por la
bahía de Valparaiso. Me pareció que era otra manera de tener una perspectiva de
la ciudad y una forma de poder descansar después de tanto ajetreo. El coste son
3000 pesos y en el muelle Prat hay infinidad de chicos gritando “¡Paseos en
Lancha!, ¡Paseos en Lancha!”, por lo que no tiene perdida. Estas no zarpan
hasta que se forma un grupo lo suficientemente grande, por lo que tuve que
esperar un rato hasta que se consiguió pues con el día que hacía no había
muchos que se animaran.
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Valparaíso desde el Paseo en Lancha |
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Valparaíso desde el Paseo en Lancha |
Durante la media hora que dura el paseo ves una perspectiva
general de todos los cerros, la cual es espectacular. Además pasas muy cerca de
un inmenso taller marítimo de barcos, de inmensas grúas de carga y descarga de
contenedores, de los cuatro barcos de guerra anclados en las cercanías del
puerto y de algunos puntos estratégicos donde pudimos ver inmensos leones
marinos. La verdad que me gustó mucho y el señor que te lo iba contando todo
era bastante simpático, así que es recomendable hacer la actividad.
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Buques de Guerra desde el Paseo en Lancha |
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Grúas portuarias desde el Paseo en Lancha |
Un poco antes de las seis había desembarcado y como empezaba
a chispear, tomaría el ascensor El Peral (100 pesos), el cual me dejaba en el
cerro Alegre y muy cerca de mi alojamiento y me pasé el resto de la tarde
tomando chocolate caliente en un café cercano y dándome un homenaje en un
restaurante llamado Allegretto, justo en frente de la iglesia Anglicana. Es
económico para los precios de la zona. Por un arroz con pollo y pimientos, un
jugo de fresas y un crepe con helado de chocolate me cobrarían 9400 pesos.
De esta forma cerraba mi visita a Valpo ya que, aunque
mañana iba a seguir por la zona, quería aprovechar para acercarme a conocer, la
totalmente distinta, Viña del Mar.
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