CHILE - DIA 02. Salares, lagunas y pueblos a los pies de los Andes

16 de Agosto de 2014.

Como comentaba en el capítulo anterior, todos los tour los había contratado con la empresa Desert Adventure y hoy era el primer día que ya iba a contar con sus servicios. El primer tour contratado con ellos iba a ser el del Salar de Atacama y las lagunas altiplánicas, por lo que no quedaba otra que levantarse a las seis, ya que a las siete pasaba el autocar a buscarme por la puerta de mi hostal. Lo bueno que el desayuno estaba incluido y no tuve que preocuparme de tener que desayunar antes.

Con puntualidad inglesa, el vehículo de nueve plazas conducido por Francisco, nuestro guía y conductor durante toda la mañana, me recogía, siendo el primero del grupo, por lo que podría sentarme en el asiento del copiloto. Después pasaríamos a por el resto de los ocupantes, quedando el grupo formado por: tres andaluces (Manolo, Bego y Cristina), una navarra (Andrea), una murciana (Almudena), dos chilenos de los que no recuerdo su nombre y dos madrileños (Lorena y yo).

Tras un trayecto no demasiado largo llegaríamos a la que iba a ser la primera de nuestras paradas: el salar de atacama y la laguna Chaxa, formando parte de uno de los sectores de la Reserva  Nacional de los Flamencos.

Salar de Atacama. R.N. de los Flamencos

El Salar de Atacama se encuentra ubicado a una altitud de 2300 metros y se caracteriza, especialmente, por encontrarse en su superficie costras de sal generadas por la constante acumulación de cristales producidos por la evaporación de las aguas subterráneas de intensa carga salina. Esta característica es lo que hace que sea tan diferente en comparación con el Salar de Uyuni en Bolivia, su gran competidor en fama, ya que este es totalmente plano al ser seco.

Salar de Atacama. R.N. de los Flamencos

La laguna Chaxa, por su parte, es una masa de agua poco profunda y superficial, pero que dadas sus condiciones especiales, atrae a multitud de especies tales como la Gaviota Andina, el Aguilucho y tres especies diferentes de flamencos, entre otras muchas. También en la zona hay posibilidad de encontrarse con otros animales como el Zorro Culpeo o el Ratón Oliváceo.

Laguna Chaxa.R.N. de los Flamencos

Tras estas explicaciones por parte de nuestro guía, Francisco, nos dirigimos a pagar la entrada (2500 pesos) y a disfrutar de todo el entorno que nos rodeaba. Una senda de tierra nos conduciría hasta la laguna donde podríamos observar dos de las especies de flamencos que por aquí se dejan ver. Pronto empezaríamos ya a congeniar entre los miembros del grupo y a echarnos las primeras risas.

Laguna Chaxa.R.N. de los Flamencos

Laguna Chaxa.R.N. de los Flamencos

Laguna Chaxa.R.N. de los Flamencos

Desandando lo andado y como a la mitad del camino, encontraríamos una minúscula senda que te permitía adentrarte en el Salar, la cual tomaríamos sin dudarlo para sentir así la esencia de este lugar. Es un trayecto corto y que no demora más de veinte minutos, siempre que no te recrees demasiado, ya que invita a ello. Nosotros nos tiraríamos el doble y es que entre fotos y charlas pues ya se sabe.


Salar de Atacama. R.N. de los Flamencos

Cuando llegamos, otra vez, al centro de interpretación, nos encontraríamos con que Francisco nos tenía ya preparado el desayuno sobre una mesa plegable. Se notaba que ya había hambre en el grupo y prueba de ello es que arrasamos con la totalidad de sándwiches de queso, chocolates, bizcochos, galletas, zumos, etc.
Con la tripa bien llena, volvimos a montar en el mini bus, y nos fuimos dirección a la siguiente parada, el pequeño pueblo de Socaire, donde nos entretendríamos un rato visitando sus bancales incas y su peculiar iglesia. Y, ¿qué es lo que la hace peculiar?, pues que el campanario se encuentra separado del resto de la construcción, algo que siendo tan sencilla no deja de llamar la atención. El motivo no es otro que los que la construyeron no fueron capaces de lograrlo sin que se les viniera abajo y por tanto optaron por esta solución.

Aldea de Socaire

Y ahora sí y tras otros 30 kilómetros más, vendría otro de los platos fuertes del día: las maravillosas lagunas altiplánicas Miscanti y Miñiques vigiladas muy de cerca por los grandiosos volcanes del mismo nombre. La entrada son 2500 pesos.

Reserva Nacional de Los Flamencos

Reserva Nacional de Los Flamencos
Además en el camino tendríamos la suerte de ver en el arcén a un zorro del desierto que permanecía completamente inmóvil.

Zorro del Desierto.Reserva Nacional de Los Flamencos

La altitud empezaba ya a notarse bastante y es que nos encontrábamos a unos 4200 metros de altura pero, afortunadamente, a ninguno de los miembros del grupo le afecto.
La primera parada la hicimos en la laguna Miscanti, donde a una distancia prudencial de la orilla para no dañar su frágil ecosistema, se encuentra un pequeño camino que te permite ir paseando y así observar el entorno espectacular y privilegiado en el que te encuentras y que por muchas fotos que se puedan ver, nada es igualable a presenciarlo en persona. Francisco nos dejaría en el comienzo del mismo y nos recogería al terminar este. La verdad que es increíble lo que sucede en los viajes pero parecía que ya nos conocíamos de hace un mes, por lo que fuimos de lo más pachorros haciéndonos fotos y admirando lo que teníamos delante nuestra. Cuando llegamos, Francisco, nos diría que estaba bien lo de ir relajados, pero no tanto, pues nos quedaban todavía algunas sorpresas.

Reserva Nacional de Los Flamencos


Volcán y Laguna Miscanti

Laguna Miscanti

Laguna Miscanti


Y efectivamente y un poco más adelante, llegaríamos a la más pequeña pero también igual de bella que su compañera, la laguna Miñiques, donde un mirador te permite recrearte y perderte en tus pensamientos indefinidamente.

Laguna Miñiques

Laguna Miñiques

El tiempo se nos terminaba y debíamos emprender el camino de regreso, pero todavía haríamos una última parada antes de llegar a San Pedro. Esta sería para conocer el pueblo de Toconao, por el que comenzaríamos por su Iglesia donde nos sorprendería el bautizo de uno de los niños del pueblo. Espectantes nos quedamos en el exterior junto con el resto de la multitud que esperaba ansiosa por algo. No tardaríamos mucho en saber porqué. De repente el padre de la criatura saldría al exterior y empezaría a lanzar caramelos y monedas por doquier y además con saña y fuerza, tanto que como alguna nos hubiera golpeado en nuestras pobres cabezas, hubiéramos terminado con una brecha. Esta es una tradición especialmente destinada a los chavales por lo que son ellos los que se pelean por conseguir los preciados regalos. Después del acontecimiento, visitaríamos su interior y lo más característico, sin duda es el pelo natural de las figuras que representan a los Santos. Algo que ya pude ver en Perú.

Iglesia de Toconao

Iglesia de Toconao

Iglesia de Toconao

Tras otro paseo por el pueblo y reirnos a carcajadas viendo como una llama escupía a uno de los integrantes de la excursión por tratar de darla de comer, algo que no había tenido oportunidad de presenciar en vivo y en directo y que es digno de ver, volveríamos a San Pedro donde llegaríamos a las 14.20.

Llama en Toconao

Disponía de poco tiempo para comer, ya que a las 15.00 había contratado otra excursión para por la tarde. Y mira por donde que mientras buscaba un lugar para zampar algo rápido, me encontraría con el grupo de españoles con el que habíamos compartido andanzas por la mañana y que también estaban haciendo lo mismo que yo, por lo que me acogieron, sin pensárselo, y al final acabaríamos todos comiéndonos unas empanadas con algo de bebida. (3700 pesos por persona).

Con cinco minutos de retraso llegaríamos a la puerta de la agencia en la calle Caracoles, la más famosa de San Pedro, desde donde salía nuestro mini bus y que ya se encontraba esperándonos. Una vez en su interior, Simón, nuestro nuevo guía, se presentaría y nos contaría en que iban a consistir las experiencias de la tarde, hecho lo cual, nos dirigimos hacia el primer destino. En esta ocasión el autobús era algo más grande, siendo como unas 15 personas.

La laguna Cejar de un azul brillante nos estaba esperando para darnos la bienvenida (2000 pesos la entrada), bueno mejor dicho, su compañera de al lado. En ella iba a poder vivir una de las sensaciones que más ganas tenía de sentir desde hacía ya bastante tiempo: no poder hundirme, bajo ningún concepto, en una masa de agua cuya profundidad supera los 25 metros. Y ello sin hacer el más mínimo esfuerzo para mantenerme a flote. El motivo de ello no es otro que la gran cantidad de sal y litio que posee, compitiendo e incluso superando, al mar muerto en Jordania.

Laguna Cejar

Laguna Cejar

La sensación fue única a pesar de que sus aguas estaban heladas. Sí, pasé bastante frío y aunque se pueda pensar que es el desierto y hace mucho calor, la verdad es que al ser invierno la temperatura no superaba los 25 grados, por lo que tampoco apetecía mucho bañarse en agua fría. El sacrificio mereció la pena al comprobar tras dejarme caer de espaldas en ella y tras dejar de patalear con las piernas, pues es la primera reacción normal, que podía ponerme de la postura que me apeteciese que no me hundía. De pie, de costado, con las piernas en alto, etc. Ya podía hacer lo imposible por hundirme que nada de nada. La verdad que disfruté como un niño.


Laguna Cejar

Decir que hay unas cuantas casetas de madera para poder cambiarse pero ante la gran cantidad de afluencia de visitantes, también es verdad que resulta harto complicado hacerse con una que esté libre. Por lo que mi consejo es que con la ayuda de una toalla o llevando la ropa de baño ya encima, terminas antes.

Se me olvidaba comentar el motivo por el cual no se puede bañar uno en la laguna Cejar. Este no es otro que sus fondos están compuestos de costras de sal como las del Salar de la mañana y esto haría que en el momento que pisaras, al ser de poca profundidad, sobre ellas, te causaría heridas importantes en los pies. Así que si vas por tu cuenta ya sabes por qué en esta no hay nadie.

Cuando ya estuvimos todos cambiados y listos, seguimos hasta la siguiente parada: los ojos del salar. Dos inmensas pozas, una al lado de la otra, cuyo nombre viene dado debido a que vistas desde el cielo son dos ojos perfectos. Puedes bañarte en una de ellas, pero ya no flotas como en la de Cejar, por lo que ya no tiene gracia y más cuando la tarde estaba terminando y empezaba a hacer más fresco. En la otra no puedes bañarte, sencillamente, porque el salir de ella es bastante complicado al no tener apoyos.

Ojos del Salar

Lo que sí es realmente divertido hacer en ellas son fotos pues al ser auténticos espejos, actúan como tales y así si te sitúas en un lado y en frente hay alguien fotografiándote, los resultados son espectaculares.

Ojos del Salar

Ojos del Salar

El sol empezaba a caer por lo que nos fuimos sin prisa pero sin pausa a ver la puesta de sol a la maravillosa laguna Tebinquinche (2000 pesos la entrada), de poca profundidad pero de una gran belleza. 

Laguna Tebinquinche

Laguna Tebinquinche

Laguna Tebinquinche

Pero el secreto de la puesta de sol aquí, además del entorno de la propia laguna, está en presenciar como la cordillera de los andes en la lejanía va cambiando de color y sorprendiéndote con todo tipo de policromías: morados, verdes, naranjas, rojos. Un auténtico deleite para los sentidos y para sentir un sinfín de emociones. Si a esto encima le añades un pisco chileno con snacks y chocolates, pues que se puede decir, que es uno de esos momentos difícil de olvidar en la vida.

Los Andes desde Laguna Tebinquinche


Los Andes desde Laguna Tebinquinche

Los Andes desde Laguna Tebinquinche

La noche había hecho ya acto de presencia y con ella el frío del desierto, por lo que ya sólo restaba volver a San Pedro. Nada más llegar nos iríamos todos a cenar a un restaurante que conocía uno de ellos por una recomendación. Se llamaba Baltinache y en él, además de la carta, te ofrecen un menú degustación que va cambiando según el día. Riquísimo todo. (10000 pesos con bebida y propina incluida). Se me olvidó comentar que en Chile te cobran un 10% sobre el precio correspondiente en concepto de propinas.

Cena en Restaurante Baltinache. San Pedro de Atacama

Así terminaba mi día, pues en cuanto terminamos de cenar nos fuimos, como histéricos, cada uno a su alojamiento, pues mañana tocaba pegarse un madrugón de los de campeonato.

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