Hoy mis anfitriones me volvían a levantar temprano, las siete, con la idea de que nos diera tiempo a visitar, tranquilamente, los lugares que me quedaban por conocer, teniendo en cuenta que a las dos tenía que estar en la estación de autobuses para tomar el que me llevara al aeropuerto.
Para esta jornada me habían dejado aquellos sitios que estaban un poco más alejados del centro y que para llegar hasta ellos era necesario el coche o algún medio de transporte extra como el metro o el autobús. En mi caso me llevarían en coche a los mismos, comenzando con el llamado Holmenkollen, el más alejado de Oslo y como a unos quince kilómetros. Este nombre hace referencia a una torre de saltos de esquí blanca situada en la ladera de la montaña y que es visible, además, desde muchos de los puntos del puerto. En ella se celebraron los juegos olímpicos de invierno de 1952 y todos los años se disputa el Campeonato Internacional de Esquí. Además pudimos disfrutar de unas vistas increíbles del fiordo que baña la capital y de esta misma.
HolmenKollen |
Después de las fotos de rigor, nos dirigimos, de nuevo en coche, a menos de diez minutos, a otra de las grandes atracciones de la ciudad: el llamado parque Vigeland, en el que se puede admirar toda la obra dejada por este artista.
Una de las razones por la que volvimos a madrugar tanto estaba motivada en que querían enseñarme este parque sin apenas gente para que pudiera disfrutar mejor de las esculturas existentes en él y pudiera hacer fotos, ya que como podría comprobar media hora más tarde, este maravilloso parque se llena pronto de hordas de turistas y es ciertamente complicado obtener buenas tomas de rincones concretos, por lo que aconsejo madrugar si quieres tener un poco de tranquilidad.
Gustav Vigeland es el escultor más importante de Noruega. Sus esculturas recrean la figura humana en formas macizas, poderosas y muy expresivas. En este espacio realizó su esfuerzo más notable, creando hasta 200 esculturas de hombres, mujeres y niños.
Nuestros pasos nos llevarían, en primer lugar, a un paseo jalonado por esculturas de figuras humanas que representan las distintas etapas de la vida: mujeres alegres, abuelos felices, recién nacidos tristes, etc. Aquí trataríamos de imitar a las figuras inertes y adoptar muchas de sus posturas para fotografiarnos de la misma manera, lo que nos hizo pasar un buen rato y echarnos unas risas antes de llegar a una gran fuente rodeada por más esculturas y esqueletos subidos a árboles en distintas posiciones.
Parque Vigeland |
Parque Vigeland |
Tras esto y subiendo unos escalones llegaríamos a una gran plaza donde está la obra cumbre de Vigeland: un monolito de veinte metros de altura tallado en granito. Es la roca esculpida en este material más grande del mundo. El obelisco tiene 121 imágenes humanas representando los diferentes ciclos de la vida: hombres y mujeres naciendo, amando, aprendiendo, etc. Fueron necesarios 14 años de trabajo continuo para crear esta maravilla. Rodeando la piedra hay treinta grupos escultóricos de personas en las más diversas situaciones y con los más variados gestos.
Parque Vigeland |
Parque Vigeland |
Parque Vigeland |
Tampoco hay que marcharse de este parque sin acudir a una pequeña placita por debajo del puente de las esculturas, donde existe una nueva imagen esculpida de un feto a tamaño real y varios bebés en diferentes posturas y gestos.
El parque Vigeland es, sin duda, un parque para el paseo sosegado, para la observación detenida y pausada de cada detalle de sus esculturas y, por supuesto, para ir sin prisas, lo que hizo que cuando quisiéramos marcharnos de aquí fueran ya casi las doce de la mañana.
Parque Vigeland |
También en coche, nos desplazaríamos al último lugar que podría visitar en Oslo, el museo de Edvard Munch, que el día anterior nos lo habíamos encontrado cerrado por llegar tarde. Tras pagar la entrada de 95 coronas, en este caso sólo, pues mi hermana y mi cuñado decidieron no entrar, encontraría en poco tiempo el famoso cuadro de “El Grito” en una sala vigilada por un guardia de seguridad y en la que no se permite hacer ninguna fotografía. Parece que los noruegos aprendieron del robo que sufrirían de esta obra en el año 2004 y que dos años más tarde volverían a recuperar. Aquí pasaría un largo rato contemplándola antes de continuar visitando las demás salas del museo y así poder ver nuevas pinturas, grabados y dibujos de este autor.
Museo Edvard Munch |
Museo Edvard Munch |
Después de la visita sólo quedaría tiempo para tomarnos unas buenas cervezas frías en una terraza y caminar hasta la estación de autobuses donde me despediría de la familia después de haber pasado un increíble fin de semana disfrutando, junto a ellos, de la capital noruega y todo sin yo haberme molestado en preparar absolutamente nada, experiencia de lo más grata y que volvería a repetir sin dudarlo. El vuelo de Ryanair despegaría puntual a las 16.50, llegando en hora a Madrid a las 20.35.
Consejos: Además de en el Museo Munch también puedes contemplar el grito en la Galería Nacional en el centro de Oslo y es que el autor realizó hasta cuatro pinturas prácticamente idénticas.
Si no dispones de coche puedes llegar al parque Vigeland en el tranvía 12 o en metro, bajándote en la estación de Majorstua.
Para llegar al salto de esquí Homelkollen puedes tomar la línea 1 de metro hasta la parada Holmekollen y luego subir una gran cuesta siguiendo los carteles indicadores.
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