15 de Septiembre de 2013.
No recordaba un madrugón de estas características desde el
viaje a Egipto en 2008, que era el pan nuestro de cada día. Y tampoco me
acordaba de lo mucho que duelen, después de haber dormido tan poco y con el día
tan matador que habíamos tenido ayer.
Así que nada, me levanté como pude, me vestí rápidamente, pues
hacía un frío que se te metía en los huesos y comí un par de galletas con un
poco de agua, de lo que habíamos comprado la noche anterior. Después nos
dispusimos a esperar a que llegara el transporte que nos trasladaría al primer
punto del día. Sería un vehículo todo terreno que nos conduciría hasta lo más
alto que pudo del monte Penanjakan, un magnífico mirador natural desde el que
poder contemplar como amanecía sobre el volcán Bromo y sus alrededores. El
trayecto era una auténtica peregrinación de este tipo de vehículos, se veían
las luces de los faros mirases donde mirases, del mismo modo que una gran
polvareda que causaba el trasiego constante de los coches que marchábamos en procesión.
Por fin, llegaríamos al punto donde ya no se pude circular
más con vehículos y donde estos tienen que quedar estacionados, como
consecuencia de lo accidentado del terreno y a las 04.15 comenzaríamos una
ligera ascensión de tan sólo diez minutos, la cual fue bastante llevadera
gracias al frontal que llevaba para iluminarnos, porque no veía prácticamente
nada. Aunque la subida es algo empinada, yendo despacio y tranquilo, no plantea
el mayor problema. Tras este paseo nocturno, por fin, llegaríamos al punto de
observación bajo la oscuridad más absoluta y con la noche como protagonista. No
obstante, esta pronto empezó a sucumbir y en el horizonte se dejaban ver
pequeños atisbos de un color rojizo intenso, combinado con pequeños tonos
anaranjados, que ya permitían ver la silueta del temible volcán.
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Amaneciendo en los Volcanes Bromo y Batok |
Este ha entrado en erupción en multitud de ocasiones, la
última en el año 2010 y ha causado siempre un montón de víctimas mortales y ha arrasado
con todo lo que ha encontrado a su paso, por lo que es uno de los más
peligrosos de Indonesia.
La luminosidad cada vez era mayor y el volcán empezaba ya a
dejarse ver con su desproporcionado cráter Tengger y el humo blanco que
continuamente brota de él. La belleza era indescriptible y el paisaje desolador
y conmovedor a la vez. La imagen que estábamos presenciando era sublime y
espectacular.
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Amaneciendo en el Volcán Bromo |
El día seguía avanzando sin descanso y en unos minutos más,
la claridad era total, aún así todavía continuamos un buen rato allí, parados y
absortos, con la mirada perdida en el horizonte y en las dos grandes moles de
roca que teníamos presentes, pues además del Bromo, también estaba pegado a él,
el llamado Batok. Aunque la gente ya había emprendido el camino de regreso,
hacía unos minutos, como nosotros no teníamos que volver al coche hasta las
seis, decidimos pasar lo que restaba de tiempo con esta imagen tan majestuosa y
apurar hasta el último segundo.
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Amaneciendo en los Volcanes Bromo y Batok |
El legendario Gunung Bromo (2392 m.) pertenece al grupo de
montañas de Tengger y alcanza los diez kilómetros de ancho, estando flanqueado
por las cumbres del Kursi y el Batok. Tiene además una gran transcendencia
religiosa para los hindúes que todavía habitan en los alrededores del macizo.
De hecho es sorprendente ver siempre gente en las laderas del volcán, bien sean
excursionistas, bien agricultores, y ello a pesar de que puede volver a estallar
en cualquier momento.
Diez minutos antes de que diera la hora, retrocedimos sobre
nuestros pasos y a en punto estábamos ya en el vehículo, el cual se pondría en
marcha en cuanto nos montamos, para en tan sólo un cuarto de hora, hacer la
aproximación hasta lo que aquí se llama Laotran Pasir, es decir, “mar de
arena”, una increíble llanura de inmensas proporciones y que más parece un
paisaje lunar que uno del planeta tierra. Desde aquí afrontaríamos la conquista
del cráter de esta inmensa mole. Eran sólo las 6.15 y el conductor nos dijo que
teníamos, ni más ni menos, que hasta las 08.30 para hacer lo que nos diese la
gana, pero que lo único que nos pedía es que fuéramos puntuales.
Así que está
claro que comenzaríamos caminando entre el polvo hasta la misma base del Bromo. Y cuando digo sobre
el polvo, no hablo en plan exagerado, pues entre la ligera brisa que soplaba y
el continuo trasiego de los caballos que iban y venían transportando a
personas, hacían que se levantaran auténticas nubes de tierra, tremendas
humaredas que a veces parecía que te estabas pegando una ducha de partículas de
arena, por lo que no es descabellado sugerir el traer una mascarilla, pues
puede venir bastante bien.
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Llanura volcánica en la Base del Volcán Bromo |
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Camino hacia la Cúspide del Crater |
Tras unos treinta minutos caminando, llegaríamos, por fin, a
las escaleras compuestas por 253 peldaños, que te llevan directas a las vistas
del gran cráter, donde existe una barandilla de seguridad en los primeros
metros iniciales, tanto para el lado izquierdo como para el derecho. La subida
hasta este punto estaba atestada de gente, no podías subir más de dos o tres
peldaños seguidos sin tener que pararte hasta que podías volver a avanzar, por
lo que fue un poco desquiciante. Había personas que optaban por subir por los
laterales y aunque en algún momento estuve a punto de imitarles, dada la
pendiente y que suponía más sesión de polvo gris, al final decidí guardar fuerzas por si las
necesitaba más adelante. Al final la interminable subida mereció la pena,
especialmente cuando te encuentras ante las vistas de la caldera y la fumarola
blanca sulfurosa que brota de su interior, además de los alrededores, repletos
de colinas rapadas, suelos hundidos y ceniza y arena de distintos tonos negros
y grises, en un día inmejorable con el cielo azul radiante como el que hacía.
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Escaleras hacia la Cúspide del Crater |
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Cráter del Volcán Bromo |
Sería aquí donde mi cabeza empezaría a hacer de las suyas y
no se le ocurriría otra cosa que, dado que todavía eran las 07.00 y quedaba una
hora y media hasta el momento en el que teníamos que regresar al coche, comenzar
a fraguar la idea de rodear todo el borde del cráter. Algo que cuando se lo
comenté a Raúl, me miró como si estuviera loco, pero como ya me conoce de sobra
y sabía que lo iba a hacer, simplemente me dijo – “ten cuidado y te espero abajo, bye”.
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Recorriendo la Cresta del Cráter del Volcán Bromo |
Y entonces a eso que me puse, así que fui avanzando,
siguiendo las huellas que había, por la senda que no tiene pérdida y por la que
cabe sin problema una persona y poco a poco iría rodeando la delgada línea
donde se juntan las dos empinadas pendientes, la que te lleva hasta la caldera
y la que lo hace hasta el mar de arena.
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Recorriendo la Cresta del Cráter del Volcán Bromo |
Seguí caminando, sin mayor contratiempo, disfrutando de cada
nueva perspectiva que el inmenso cono y su entorno me iban ofreciendo. El
camino seguía sin entrañar ninguna dificultad salvo algunos tramos donde la
senda no era más ancha que mi cuerpo y los patios que tenía a cada lado, te
imponían cierto respeto, pero con algo de cuidado, nada que no fuera sencillo
salvar con precaución. Estaba emocionado, las vistas de la boca desde ciertos
puntos del recorrido eran realmente impactantes y algunos escalofríos recorrían
mi cuerpo al pensar lo que supondría un descuido en mi caminata.
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Cráter del Volcán Bromo |
Continué avanzando y a cada paso más vistas alucinantes del
interior del cráter y más bonitas de las que se veían desde la barandilla. Tras
media hora a un paso normal y tras salvar varios desniveles que me agotaron un
poco, llegaría a la mitad de la circunferencia, justo en frente de donde se
encontraba todo el mundo. Aquí pude presenciar otro escenario de los que son
difíciles de olvidar pues me encontré con una segunda llanura de arena
volcánica hacia el lado contrario del interior del volcán. Tras superar otro
fuerte desnivel llegaría hasta el punto más alto del cráter, donde había un
pináculo rodeado de unas telas, me imagino que para honrar alguna divinidad.
Nuevas vistas y nuevas exclamaciones de sorpresa ante lo que mis ojos eran
testigos, escenarios que no parecían de este mundo.
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Segunda Llanura Volcánica al otro lado del Volcán Bromo |
La cosa marchaba bastante bien, pues la ruta no estaba
siendo complicada y no se había dado ninguna situación de peligro, pero de
repente, en el último tramo la cosa empeoró ya que había pasos que no estaban
nada claros y con unos patios directos hacia la boca por un lado y hacía el
vació por otro y con el problema de que si daba la vuelta no me daría tiempo a
llegar a las 20.30 al coche. Así que mantuve la calma y comencé a buscar bien
las huellas de otras personas, que seguramente se encontraban en alguna parte.
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Recorriendo la Cresta del Cráter del Volcán Bromo |
Y efectivamente así fue, por lo que pude continuar por ese
camino. Tuve que descender un poco, volver a subir, pasar sentado con las
piernas colgando a cada lado de la cresta y arrastrando mi culo sobre la
templada arena volcánica, pero, por fin, conseguía solucionar el rompecabezas y
llegaba, de nuevo, hasta donde estaba la barandilla, un auténtico alivio al
final.
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Cráter del Volcán Bromo |
La conclusión es que después de lo vivido y aunque disfruté
como un enano, dicha excursión no es muy recomendable para hacerla en solitario,
si no se tiene una ligera experiencia en la montaña. Si no se tiene vértigo
creo que se puede afrontar hasta la mitad empezando por la izquierda al subir
las escaleras y siempre que se tenga una forma física normal. La parte derecha
es más complicada y más arriesgada por lo que conviene tenerlo en cuenta.
A las 08.15 estaba, de nuevo, al inicio de la escalinata,
donde me esperaba mi amigo con cierta cara de preocupación. Así que nada,
viendo que todo estaba en orden, emprendimos al trote el camino de regreso y a
las 08.29 estábamos allí. La verdad que ya estaban todos los miembros montados
y con las caras un poco largas, pero tampoco lo entendí mucho, ya que nosotros
al final cumplimos con el horario que nos habían establecido y encima llegando
un minuto antes de tiempo, para que luego digan, por lo tanto no tenían motivos
para enfadarse.
Desde aquí nos volverían a llevar a nuestro hotel, donde nos
tendrían preparada una cajita con el desayuno, que consistía en un plátano, un
huevo duro, un recipiente de agua mineral y un sándwich de queso con mermelada.
Así que a mí me sentaría como si tuviera manjares entre las manos, después del
tute que me había pegado. Tras asearme un poco y prepararlo todo de nuevo, a
las 09.15 estaban otra vez a por nosotros, para llevarnos a Probolinggo, donde
llegaríamos en una hora. Allí estaríamos otras dos horas, en un gran comedor,
donde cada vez iban llegado más grupos, pues debía ser el centro de reunión de
varias agencias, hasta que una nueva furgoneta pasaría a buscarnos a las doce
del mediodía para llevarnos directos, a unos franceses y a nosotros, a nuestro
siguiente destino: el hotel donde nos alojaríamos en las inmediaciones del
volcán Ijen.
Eso sí en el viaje haríamos una pequeña parada para comer en el
restaurante “Oriental Purnama” (Jl. Raya Pasir Putih, 89 – Situbondo), donde me
pediría unos noodles con pollo y dos zumos naturales. La comida por persona
sería de 52000 rupias. El lugar estaba bastante mejor que el de ayer y la
comida más rica.
Al hotel Catimor Homestay llegaríamos a las 17.30, tras
cinco horas de trayecto, con la parada a comer incluida, por lo que hoy la
paliza no iba a ser tan importante. Aún así el tute de coche empezaba a
dejarnos cada vez más baldados y agotados, por lo que al llegar decidiríamos
descansar hasta las 19.00 que servían la cena buffet (50000 rupias por persona).
Después y dado que el hotel tenía jardines en la parte delantera y un espacio
bastante amplio decidiríamos estar un rato al fresco, tampoco mucho ya que, una
vez más, mañana nos castigaban con un madrugón de campeonato.
A TENER EN CUENTA
- Si
vas a visitar la zona de los volcanes, creo que sería bueno llevar un saco
sábana, pues lo agradecerás en más de un hotel de la zona. Igualmente conviene
llevar ropa de abrigo para esta parte de Java, ya que las temperaturas por la
noche y al amanecer pueden rondar los 5 grados o incluso menos.
- No está de más llevar una pequeña linterna o un frontal para
los diez o quince minutos de subida por la noche hasta el mirador del monte
Penanjakan. Es casi asegurado que habrá más gente con ellos y podrás seguirles,
pero al ser un terreno irregular con piedras y zanjas, es mejor llevar cada uno
el suyo para evitar caídas.
- Si quieres rodear el cráter del volcán Bromo es
factible siempre que se haga con precaución y teniendo cuidado y con una
condición física normal y sin vértigo. Conviene llevar algo de agua y picoteo.
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