COSTA GUIPUZCOANA - DIA 01. Zarautz - Getaria - Zumaia

9 de Noviembre de 2012.

Llevaba tiempo queriendo regresar al País Vasco y es que me apetecía muchísimo recorrer la costa guipuzcoana. Tenía ganas de perderme entre sus recovecos y abruptos acantilados, sorprenderme con sus bahías, playas y puertos, admirar localidades que se asoman a la orilla del mar, trepan por la ladera de una montaña o se acomodan al borde de un precipicio o al fondo de una ría.

Es por ello que este viaje tiene sabor a mar, discurriendo entre la desembocadura de la ría de Orio y el límite con Vizcaya. En mis diferentes paradas, asomadas a un Cantábrico cambiante y con frecuencia caprichoso, a la sombra de firmes acantilados, se irían sucediendo poblaciones como Mutriku, Deba, Zumaia, Getaria, Zarautz u Hondarribia. Todas ellas villas marineras que, conscientes de su pasado, se respetan a sí mismas, mostrándose señoriales y abiertas. Son lugares habituados desde antiguo al ir y venir de las gentes que los visitan, pero que no han perdido el amor de lo propio, de una cultura singular que se manifiesta en hábitos, tradiciones y una bien valorada gastronomía.

A pesar de haber llegado a horas intempestivas en la noche de ayer, no me costaría demasiado madrugar y a las ocho estaba ya de camino hacia Zarautz, pues no hay que olvidar que en esta época del año a la seis de la tarde es ya de noche y quería visitar hasta tres localidades importantes en la jornada de hoy.

Zarautz posee foro de villa desde 1237, por concesión del rey Fernando III, sus pescadores fueron hábiles en la captura de ballenas hasta el siglo XVI, y fue un importante centro de construcción de barcos de pesca durante mucho tiempo.

Plaza de la Música. Zarautz

Tampoco sería extraño ver por aquí a la reina Isabel II, siendo un verdadero espectáculo presenciar los baños en la playa de la reina castiza. La precedían doce forzudos bañistas que formaban una barrera humana para que las olas la alcanzaran ya menguadas. A Isabel le siguieron otros ilustres visitantes como la reina madre María Cristina, Alfonso XIII, Eduardo de Inglaterra, Balduino de Bélgica y su inseparable Fabiola.

Pero dejando a un lado sus datos históricos, si por algo es famosa la segunda localidad veraniega de Guipúzcoa, con permiso de San Sebastián, es por su amplia y hermosa playa, por donde comenzaría mi paseo.

Playa de Zarautz

De suave y fina arena tiene en su zona urbana casi dos kilómetros de largo. Es una playa muy abierta al oleaje, lo que le ha dado gran fama entre los aficionados al surf. En su extremo este se extiende un conjunto de dunas con una curiosa fauna de aves, reptiles y anfibios. Más allá, en el estuario donde se juntan las aguas del mar y las dulces procedentes de la ría, abundan las colonias de gaviotas.

Hay además dos elementos que caracterizan a dicha playa y a su paseo marítimo. Por un lado las curiosas y peculiares esculturas que te vas encontrando mientras paseas, con rocambolescas y extrañas formas. Por otro, aunque sólo se pueden ver en verano, la estampa típica que ofrecen sus coloridas casetas alineadas.

Playa de Zarautz

Playa de Zarautz

Playa de Zarautz

Pero Zarautz no es sólo su larga playa, ni mucho menos, sino que cuenta con otros importantes alicientes como su casco viejo, declarado conjunto monumental, con calles acogedoras e interesantes monumentos.

Uno de los más destacables es el palacio renacentista de Narros, construido en 1536, con un soberbio escudo encima de la puerta. Sería aquí donde Isabel II se alojaba en sus vacaciones estivales y donde recibió la noticia de su derrocamiento, partiendo desde este lugar al destierro.

Palacio de Narros. Zarautz

Importante también es la iglesia parroquial de Santa María la Real que simula a una fortaleza y en cuyo interior destaca una imagen gótica de la Virgen y un retablo barroco. Anexada a la misma se halla la casa - torre medieval de los Zarautz, que actualmente hace las veces de campanario.

Santa María la Real. Zarautz

Tampoco prescindiría en la visita de la villa de un sosegado paseo por la Kale Nagusia, es decir la arteria central del casco antiguo, una animada calle peatonal con numerosas tiendas y bares. La piedra y la madera abundan en las casas que la flanquean, entre las que destaca por su monumentalidad la torre Luzea, un magnífico ejemplar de la arquitectura civil del País Vasco construida en piedra de sillería.

Torre Luzea. Zarautz

Casco Antiguo. Zarautz

El palacio de Portu, actual sede del Ayuntamiento es otro importante edificio renacentista del siglo XVI en el que la piedra y la forja de los balcones establecen una armónica relación. Su portada también es interesante.

Casa Portu. Ayuntamiento. Zarautz

Otros edificios emblemáticos que se cruzarían en mi camino serían el convento de San Francisco, las antiguas murallas, el convento de Santa Clara y la ermita de San Pelayo.

Convento de los Padres Franciscanos. Zarautz

No quería dejar Zarautz sin al menos conocer por fuera uno de los mejores restaurantes no sólo del País Vasco sino de España. Efectivamente me estoy refiriendo al del genial Carlos Arguiñano, el televisivo cocinero que tan buenos momentos nos ha hecho pasar en la pantalla. El lugar no le va a la zaga a su cocina, pues se encuentra situado en una preciosa casona – palacete frente al mar. Lástima que tuviera que dejar la degustación de sus exquisiteces para un futuro, espero no demasiado lejano.

Restaurante Carlos Arguiñano. Zarautz

Sólo cuatro kilómetros me separaban de Getaria, cuya visión me había acompañado desde varios puntos de Zarautz, especialmente de su famoso “ratón”, un islote que toma el nombre de su forma y que está unido a tierra firme por un espigón artificial.

Ratón de Getaria desde la Playa de Zarautz

Getaria

Getaria

Por cierto que la relación entre ambas villas no siempre fue amistosa. Buen ejemplo de ello sería cuando en el año 1878 las traineras de ambas localidades colaboraron en la pesca de una ballena, codiciada presa que, aprovechando la noche, los getariarras se llevaron para sí. Hubo pleitos por la propiedad del cetáceo, y entre el ir y venir del papeleo la carne se estropeó. Al final, vendieron los despojos al Ayuntamiento de San Sebastián, y el esqueleto todavía puede verse en el acuario de esta ciudad.

Nada más entrar en Getaria una imponente estatua de Juan Sebastián Elcano, recuerda que la localidad es cuna del marino que, tras combatir al lado de Cisneros y el Gran Capitán, dio por primera vez la vuelta al mundo probando a golpe de vela que la tierra era esférica. Murió en la mar en el año 1525 víctima del escorbuto, participando en la conquista de las islas Molucas.

Monumento a Juan Sebastián Elcano.Getaria

El casco antiguo de la localidad ofrece una magnífica conjunción de arquitectura señorial y popular. Los edificios nobles se concentran en torno a la iglesia formando con ella una línea defensiva. Entre los más importantes cabría destacar los que se pueden ver en la calle Elkano, un auténtico muestrario de casas de pescadores con muros y balcones pintados de colores. Otro interesante ejemplo son las casas góticas de la calle San Roke, uno de los tesoros de la arquitectura de la localidad aunque apenas se sabe nada del origen de las mismas. En los bajos de estas antiguas torres urbanas existen bodegas de chacolí con bóvedas ojivales. Muy cerca también cabría destacar las casas – torre de Zarautz – Jauregia y de Ochoa Ibañez de Olano, adosadas entre sí, de la primera mitad del siglo XV y construidas con carácter residencial y defensivo en un estratégico lugar para dominar la entrada a la villa desde el puerto. Pero, por si acaso, no quedáramos contentos con todo lo anterior, en la calle Mayor se puede contemplar una casa señorial barroca de tres plantas construida con piedra arenisca, grandes balconadas y un soberbio escudo de armas.

Calle Mayor. Getaria

Casas-Torre. Getaria

Pero si existe un edificio que destaque por encima de los demás, ostentando el título de Monumento Nacional y siendo una de las grandes joyas góticas del País Vasco, ese sería la iglesia de San Salvador, cuyo porte exterior denota la función de defensa del puerto y de la población que cumplió en el pasado. En el túnel que se abre bajo el templo  se instalaba una batería que repelía cualquier ataque posible. También en este sacro lugar se celebró el Consejo General en el que, en 1397, Guipúzcoa fue declarada provincia. En el interior destacan sus espléndidas bóvedas de crucería y un buen conjunto de imágenes.

Iglesia de San Salvador. Getaria

Iglesia de San Salvador. Getaria

Otro de los principales atractivos de Getaria reside en pasear por su puerto, en donde las naves, los muelles y el resto de instalaciones se encuentran protegidas por el famoso monte de San Antón, conocido también como “el Ratón” por su parecido a este roedor. Estuve tentado en acercarme hasta su faro desde donde había leído se divisa una panorámica especialmente llamativa de la costa, pero el hecho de querer acabar de visitar Getaria y quedarme todavía una última localidad antes de que anocheciera, me harían desistir de la idea.

Puerto de Getaria

Monte San Antón. Getaria

Tras estar un rato fijándome en su sabor marinero, con sus casas que asoman con balconadas de madera y tejados a dos aguas, así como en sus numerosos restaurantes donde sirven pescado siempre fresco y en la misma actividad del puerto y en cómo algunos pescadores manipulaban anchoas, besugos o merluzas, me volvería a desplazar hasta los restos de las antiguas murallas en los que se pueden apreciar las troneras de una de las muchas baterías con las que contó en el pasado la población.

Antes de marcharme de la localidad no desaprovecharía la oportunidad de degustar algunos de los deliciosos pintxos de sus numerosas tabernas, así como de admirar los exteriores de otros dos edificios en los que no había recabado en mis anteriores paseos. Por un lado el antiguo Ayuntamiento, construido en piedra arenisca de sillería y con el escudo de Getaria labrado en su fachada representando una ballena arponeada, lo que permite dejar constancia de la importancia del cetáceo en la economía del lugar en épocas pasadas. Tanto es así que destaca el dato de que el rey Alfonso VIII se reservaba para él la mitad de la primera ballena capturada cada año. Por otro lado, la torre Aldamar, perteneciente en el pasado a una importante familia noble que pondrían sus naos al servicio del Emperador Carlos V en Túnez.

Antigua Casa Consistorial. Getaria

Torre Aldamar. Getaria

Para aquellos que puedan estar interesados existe también un museo dedicado a Cristóbal Balenciaga, en el que se exhibe una colección de abrigos, trajes y vestidos realizados por el creador de alta costura que nació en Getaria en 1895. Yo prescindiría de su visita ya que el tiempo apremiaba y todavía quería conocer Zumaia, el último destino que había previsto para la jornada.

Ya de camino a Zumaia, no podría evitar hacer una brevísima parada en Askizu, ligeramente retirada hacia el interior, para conocer la iglesia de San Martín de Tours, de indudable estilo gótico y citada ya en 1526 entre las beneficiarias del donativo que hizo Juan Sebastián Elcano en su testamento.

Iglesia de San Martín de Tours. Askizu

Lo primero que me encontraría nada más llegar a Zumaia, situada entre acantilados y montes verdes, sería la desembocadura del río Urola y, junto a ella, la playa de Santiago.

Ría de Zumaia

La villa fue fundada en el siglo XIV sobre terrenos de marisma en torno al desaparecido hospital de Santa María, un hito del camino de Santiago. Hoy es un cotizado lugar de veraneo.

Una vez aparcado el coche y antes de llegar al casco urbano, observaría, en medio de un jardín, la Casa – Museo de Zuloaga, en la que se encuentra también el estudio del pintor y que forma, junto con la capilla de Santiago, un espléndido conjunto.

Después no dudaría en perderme por su casco urbano, donde encontraría interesantes edificios como la torre Jauregui, muy reformada pero con elementos que desvelan su pasado medieval; la casa – palacio de Ubillos, con un bonito patio renacentista y ventanas góticas; la casa Olazabal, construida por el secretario del rey Felipe IV, con una preciosa fachada principal con balcones de hierro forjado y dos bellos escudos de la familia, y el palacio de Foronda, cuyo estilo recuerda en las formas la arquitectura de los castillos medievales, al ser fiel reflejo del gusto imperante entre la nobleza y la alta burguesía a finales del siglo XIX y principios del XX.

Fuente de San Juan y Palacio de Olazabal. Zumaia

Palacio de Zumaia

Tras conocer los principales representantes de la arquitectura urbana, me encaramé a lo alto de la villa para contemplar la iglesia parroquial de San Pedro, sobria e imponente, sobrepasando la línea de los tejados, con sus muros sostenidos por potentes contrafuertes y su torre cuadrada. Es un buen ejemplo del gótico vasco a la vez que modelo de la iglesia marinera que tuvo funciones defensivas. El interior destaca por su amplio espacio gótico de nave única con bóvedas de crucería. El retablo de Juan de Anchieta, con la magnífica efigie de San Pedro sentado en su cátedra, es una de las joyas de la escultura religiosa de Guipúzcoa. La iglesia cuenta también con una tabla flamenca en la capilla de San Bartolomé y otro retablo gótico en la de San Antón.

Iglesia de San Pedro. Zumaia

Me quedaba muy poco tiempo de luz por lo que tras una fugaz visión de su puerto pesquero, me dirigí a paso ligero hacia el área costera y más concretamente hacia la playa de Itzurun, ya que en ella quería observar el denominado Flysch o rasa mareal, es decir diferentes formaciones de capas rocosas, compuestas por sedimentos y con una serie de características, que resumen, geológicamente hablando, las distintas etapas de la historia del planeta de alrededor de sesenta años. ¡Se dice pronto!

Acantilados Playa de Itzurun. Zumaia

Rasa Mareal. Playa de Itzurun. Zumaia

Flysch. Playa de Itzurun. Zumaia

Es un fenómeno de lo más interesante del que tenemos la suerte poder disfrutar sin salir de España, que brinda unas fotografías espectaculares, especialmente durante la marea baja, dado que sino el acceso es complicado o imposible en muchos tramos, por lo que es interesante te informes del horario de las mencionadas mareas. Además existe una ruta que une Zumaia con Deba que te permite disfrutar de este fenómeno durante varios kilómetros y que me quedaría con las ganas de realizar.

Flysch. Playa de Itzurun. Zumaia

Flysch. Playa de Itzurun. Zumaia

Flysch. Playa de Itzurun. Zumaia

Efectivamente, sólo podría disfrutar del Flysch y sus estratos durante un breve espacio de tiempo y es que no me imaginaba que lo que me encontraría sería algo tan especial, pues de saberlo hubiera tratado de planificarme de otra manera.

Sin embargo, sí que me daría tiempo a acercarme hasta la ermita de San Telmo, un pequeño templo, dedicado al patrón de los navegantes, que despunta como un faro sobre los acantilados de Itzurun, consiguiendo, gracias a su mágico emplazamiento, unas panorámicas inigualables al oeste de Zumaia. No podía haber mejor manera de acabar envuelto por la oscuridad.

Costa Vasca desde ermita de San Telmo. Zumaia

Acantilados Playa de Itzurun desde ermita de San Telmo. Zumaia


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