Llevaba tiempo queriendo regresar al País Vasco y es que me
apetecía muchísimo recorrer la costa guipuzcoana. Tenía ganas de perderme entre
sus recovecos y abruptos acantilados, sorprenderme con sus bahías, playas y
puertos, admirar localidades que se asoman a la orilla del mar, trepan por la
ladera de una montaña o se acomodan al borde de un precipicio o al fondo de una
ría.
Es por ello que este viaje tiene sabor a mar, discurriendo
entre la desembocadura de la ría de Orio y el límite con Vizcaya. En mis
diferentes paradas, asomadas a un Cantábrico cambiante y con frecuencia
caprichoso, a la sombra de firmes acantilados, se irían sucediendo poblaciones
como Mutriku, Deba, Zumaia, Getaria, Zarautz u Hondarribia. Todas ellas villas
marineras que, conscientes de su pasado, se respetan a sí mismas, mostrándose
señoriales y abiertas. Son lugares habituados desde antiguo al ir y venir de
las gentes que los visitan, pero que no han perdido el amor de lo propio, de
una cultura singular que se manifiesta en hábitos, tradiciones y una bien
valorada gastronomía.
A pesar de haber llegado a horas intempestivas en la noche
de ayer, no me costaría demasiado madrugar y a las ocho estaba ya de camino
hacia Zarautz, pues no hay que
olvidar que en esta época del año a la seis de la tarde es ya de noche y quería
visitar hasta tres localidades importantes en la jornada de hoy.
Zarautz posee foro de villa desde 1237, por concesión del
rey Fernando III, sus pescadores fueron hábiles en la captura de ballenas hasta
el siglo XVI, y fue un importante centro de construcción de barcos de pesca
durante mucho tiempo.
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Plaza de la Música. Zarautz |
Tampoco sería extraño ver por aquí a la reina Isabel II,
siendo un verdadero espectáculo presenciar los baños en la playa de la reina
castiza. La precedían doce forzudos bañistas que formaban una barrera humana
para que las olas la alcanzaran ya menguadas. A Isabel le siguieron otros
ilustres visitantes como la reina madre María Cristina, Alfonso XIII, Eduardo
de Inglaterra, Balduino de Bélgica y su inseparable Fabiola.
Pero dejando a un lado sus datos históricos, si por algo es
famosa la segunda localidad veraniega de Guipúzcoa, con permiso de San
Sebastián, es por su amplia y hermosa playa,
por donde comenzaría mi paseo.
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Playa de Zarautz |
De suave y fina arena tiene en su zona urbana casi dos
kilómetros de largo. Es una playa muy abierta al oleaje, lo que le ha dado gran
fama entre los aficionados al surf. En su extremo este se extiende un conjunto
de dunas con una curiosa fauna de aves, reptiles y anfibios. Más allá, en el
estuario donde se juntan las aguas del mar y las dulces procedentes de la ría,
abundan las colonias de gaviotas.
Hay además dos elementos que caracterizan a dicha playa y a
su paseo marítimo. Por un lado las curiosas y peculiares esculturas que te vas encontrando mientras paseas, con
rocambolescas y extrañas formas. Por otro, aunque sólo se pueden ver en verano,
la estampa típica que ofrecen sus coloridas casetas alineadas.
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Playa de Zarautz |
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Playa de Zarautz |
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Playa de Zarautz |
Pero Zarautz no es sólo su larga playa, ni mucho menos, sino
que cuenta con otros importantes alicientes como su casco viejo, declarado
conjunto monumental, con calles acogedoras e interesantes monumentos.
Uno de los más destacables es el palacio renacentista de Narros, construido en 1536, con un soberbio
escudo encima de la puerta. Sería aquí donde Isabel II se alojaba en sus
vacaciones estivales y donde recibió la noticia de su derrocamiento, partiendo
desde este lugar al destierro.
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Palacio de Narros. Zarautz |
Importante también es la iglesia parroquial de Santa María la Real que simula a una
fortaleza y en cuyo interior destaca una imagen gótica de la Virgen y un
retablo barroco. Anexada a la misma se halla la casa - torre medieval de los Zarautz, que actualmente hace las
veces de campanario.
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Santa María la Real. Zarautz |
Tampoco prescindiría en la visita de la villa de un sosegado
paseo por la Kale Nagusia, es decir
la arteria central del casco antiguo, una animada calle peatonal con numerosas
tiendas y bares. La piedra y la madera abundan en las casas que la flanquean,
entre las que destaca por su monumentalidad la torre Luzea, un magnífico ejemplar de la arquitectura civil del
País Vasco construida en piedra de sillería.
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Torre Luzea. Zarautz |
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Casco Antiguo. Zarautz |
El palacio de Portu,
actual sede del Ayuntamiento es otro
importante edificio renacentista del siglo XVI en el que la piedra y la forja
de los balcones establecen una armónica relación. Su portada también es
interesante.
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Casa Portu. Ayuntamiento. Zarautz |
Otros edificios emblemáticos que se cruzarían en mi camino
serían el convento de San Francisco,
las antiguas murallas, el convento de Santa Clara y la ermita de San Pelayo.
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Convento de los Padres Franciscanos. Zarautz |
No quería dejar Zarautz sin al menos conocer por fuera uno
de los mejores restaurantes no sólo
del País Vasco sino de España. Efectivamente me estoy refiriendo al del genial Carlos Arguiñano, el televisivo
cocinero que tan buenos momentos nos ha hecho pasar en la pantalla. El lugar no
le va a la zaga a su cocina, pues se encuentra situado en una preciosa casona –
palacete frente al mar. Lástima que tuviera que dejar la degustación de sus exquisiteces
para un futuro, espero no demasiado lejano.
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Restaurante Carlos Arguiñano. Zarautz |
Sólo cuatro kilómetros me separaban de Getaria, cuya visión me había acompañado desde varios puntos de
Zarautz, especialmente de su famoso “ratón”, un islote que toma el nombre de su
forma y que está unido a tierra firme por un espigón artificial.
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Ratón de Getaria desde la Playa de Zarautz |
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Getaria |
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Getaria |
Por cierto que la relación entre ambas villas no siempre fue
amistosa. Buen ejemplo de ello sería cuando en el año 1878 las traineras de
ambas localidades colaboraron en la pesca de una ballena, codiciada presa que,
aprovechando la noche, los getariarras se llevaron para sí. Hubo pleitos por la
propiedad del cetáceo, y entre el ir y venir del papeleo la carne se estropeó.
Al final, vendieron los despojos al Ayuntamiento de San Sebastián, y el esqueleto
todavía puede verse en el acuario de esta ciudad.
Nada más entrar en Getaria una imponente estatua de Juan Sebastián Elcano,
recuerda que la localidad es cuna del marino que, tras combatir al lado de
Cisneros y el Gran Capitán, dio por primera vez la vuelta al mundo probando a
golpe de vela que la tierra era esférica. Murió en la mar en el año 1525
víctima del escorbuto, participando en la conquista de las islas Molucas.
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Monumento a Juan Sebastián Elcano.Getaria |
El casco antiguo
de la localidad ofrece una magnífica conjunción de arquitectura señorial y
popular. Los edificios nobles se concentran en torno a la iglesia formando con
ella una línea defensiva. Entre los más importantes cabría destacar los que se
pueden ver en la calle Elkano, un
auténtico muestrario de casas de pescadores con muros y balcones pintados de
colores. Otro interesante ejemplo son las casas góticas de la calle San Roke, uno de los tesoros de la
arquitectura de la localidad aunque apenas se sabe nada del origen de las mismas.
En los bajos de estas antiguas torres urbanas existen bodegas de chacolí con
bóvedas ojivales. Muy cerca también cabría destacar las casas – torre de Zarautz – Jauregia y de Ochoa Ibañez de Olano,
adosadas entre sí, de la primera mitad del siglo XV y construidas con carácter
residencial y defensivo en un estratégico lugar para dominar la entrada a la
villa desde el puerto. Pero, por si acaso, no quedáramos contentos con todo lo
anterior, en la calle Mayor se puede
contemplar una casa señorial barroca
de tres plantas construida con piedra arenisca, grandes balconadas y un
soberbio escudo de armas.
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Calle Mayor. Getaria |
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Casas-Torre. Getaria |
Pero si existe un edificio que destaque por encima de los
demás, ostentando el título de Monumento Nacional y siendo una de las grandes
joyas góticas del País Vasco, ese sería la iglesia
de San Salvador, cuyo porte exterior denota la función de defensa del
puerto y de la población que cumplió en el pasado. En el túnel que se abre bajo
el templo se instalaba una batería que
repelía cualquier ataque posible. También en este sacro lugar se celebró el
Consejo General en el que, en 1397, Guipúzcoa fue declarada provincia. En el
interior destacan sus espléndidas bóvedas de crucería y un buen conjunto de
imágenes.
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Iglesia de San Salvador. Getaria |
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Iglesia de San Salvador. Getaria |
Otro de los principales atractivos de Getaria reside en
pasear por su puerto, en donde las
naves, los muelles y el resto de instalaciones se encuentran protegidas por el
famoso monte de San Antón, conocido
también como “el Ratón” por su parecido a este roedor. Estuve tentado en
acercarme hasta su faro desde donde había leído se divisa una panorámica
especialmente llamativa de la costa, pero el hecho de querer acabar de visitar
Getaria y quedarme todavía una última localidad antes de que anocheciera, me
harían desistir de la idea.
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Puerto de Getaria |
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Monte San Antón. Getaria |
Tras estar un rato fijándome en su sabor marinero, con sus
casas que asoman con balconadas de madera y tejados a dos aguas, así como en
sus numerosos restaurantes donde sirven pescado siempre fresco y en la misma actividad
del puerto y en cómo algunos pescadores manipulaban anchoas, besugos o
merluzas, me volvería a desplazar hasta los restos de las antiguas murallas en los que se pueden apreciar las
troneras de una de las muchas baterías con las que contó en el pasado la
población.
Antes de marcharme de la localidad no desaprovecharía la
oportunidad de degustar algunos de los deliciosos pintxos de sus numerosas
tabernas, así como de admirar los exteriores de otros dos edificios en los que
no había recabado en mis anteriores paseos. Por un lado el antiguo Ayuntamiento, construido en piedra arenisca de sillería y
con el escudo de Getaria labrado en su fachada representando una ballena
arponeada, lo que permite dejar constancia de la importancia del cetáceo en la
economía del lugar en épocas pasadas. Tanto es así que destaca el dato de que
el rey Alfonso VIII se reservaba para él la mitad de la primera ballena
capturada cada año. Por otro lado, la torre
Aldamar, perteneciente en el pasado a una importante familia noble que
pondrían sus naos al servicio del Emperador Carlos V en Túnez.
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Antigua Casa Consistorial. Getaria |
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Torre Aldamar. Getaria |
Para aquellos que puedan estar interesados existe también un
museo dedicado a Cristóbal Balenciaga, en el que se
exhibe una colección de abrigos, trajes y vestidos realizados por el creador de
alta costura que nació en Getaria en 1895. Yo prescindiría de su visita ya que
el tiempo apremiaba y todavía quería conocer Zumaia, el último destino que había previsto para la jornada.
Ya de camino a Zumaia, no podría evitar hacer una brevísima
parada en Askizu, ligeramente retirada hacia el interior, para conocer la
iglesia de San Martín de Tours, de
indudable estilo gótico y citada ya en 1526 entre las beneficiarias del
donativo que hizo Juan Sebastián Elcano en su testamento.
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Iglesia de San Martín de Tours. Askizu |
Lo primero que me encontraría nada más llegar a Zumaia,
situada entre acantilados y montes verdes, sería la desembocadura del río Urola
y, junto a ella, la playa de Santiago.
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Ría de Zumaia |
La villa fue fundada en el siglo XIV sobre terrenos de
marisma en torno al desaparecido hospital de Santa María, un hito del camino de
Santiago. Hoy es un cotizado lugar de veraneo.
Una vez aparcado el coche y antes de llegar al casco urbano,
observaría, en medio de un jardín, la Casa
– Museo de Zuloaga, en la que se encuentra también el estudio del pintor y
que forma, junto con la capilla de
Santiago, un espléndido conjunto.
Después no dudaría en perderme por su casco urbano, donde
encontraría interesantes edificios como la torre
Jauregui, muy reformada pero con elementos que desvelan su pasado medieval;
la casa – palacio de Ubillos, con un
bonito patio renacentista y ventanas góticas; la casa Olazabal, construida por el secretario del rey Felipe IV, con
una preciosa fachada principal con balcones de hierro forjado y dos bellos
escudos de la familia, y el palacio de
Foronda, cuyo estilo recuerda en las formas la arquitectura de los castillos
medievales, al ser fiel reflejo del gusto imperante entre la nobleza y la alta
burguesía a finales del siglo XIX y principios del XX.
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Fuente de San Juan y Palacio de Olazabal. Zumaia |
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Palacio de Zumaia |
Tras conocer los principales representantes de la
arquitectura urbana, me encaramé a lo alto de la villa para contemplar la iglesia parroquial de San Pedro, sobria
e imponente, sobrepasando la línea de los tejados, con sus muros sostenidos por
potentes contrafuertes y su torre cuadrada. Es un buen ejemplo del gótico vasco
a la vez que modelo de la iglesia marinera que tuvo funciones defensivas. El
interior destaca por su amplio espacio gótico de nave única con bóvedas de
crucería. El retablo de Juan de Anchieta, con la magnífica efigie de San Pedro
sentado en su cátedra, es una de las joyas de la escultura religiosa de
Guipúzcoa. La iglesia cuenta también con una tabla flamenca en la capilla de
San Bartolomé y otro retablo gótico en la de San Antón.
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Iglesia de San Pedro. Zumaia |
Me quedaba muy poco tiempo de luz por lo que tras una fugaz
visión de su puerto pesquero, me dirigí a paso ligero hacia el área costera y
más concretamente hacia la playa de
Itzurun, ya que en ella quería observar el denominado Flysch o rasa mareal, es decir diferentes formaciones de capas
rocosas, compuestas por sedimentos y con una serie de características, que
resumen, geológicamente hablando, las distintas etapas de la historia del
planeta de alrededor de sesenta años. ¡Se dice pronto!
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Acantilados Playa de Itzurun. Zumaia |
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Rasa Mareal. Playa de Itzurun. Zumaia |
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Flysch. Playa de Itzurun. Zumaia |
Es un fenómeno de lo más interesante del que tenemos la
suerte poder disfrutar sin salir de España, que brinda unas fotografías
espectaculares, especialmente durante la marea baja, dado que sino el acceso es
complicado o imposible en muchos tramos, por lo que es interesante te informes
del horario de las mencionadas mareas. Además existe una ruta que une Zumaia
con Deba que te permite disfrutar de este fenómeno durante varios kilómetros y
que me quedaría con las ganas de realizar.
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Flysch. Playa de Itzurun. Zumaia |
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Flysch. Playa de Itzurun. Zumaia |
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Flysch. Playa de Itzurun. Zumaia |
Efectivamente, sólo podría disfrutar del Flysch y sus
estratos durante un breve espacio de tiempo y es que no me imaginaba que lo que
me encontraría sería algo tan especial, pues de saberlo hubiera tratado de
planificarme de otra manera.
Sin embargo, sí que me daría tiempo a acercarme hasta
la ermita de San Telmo, un pequeño
templo, dedicado al patrón de los navegantes, que despunta como un faro sobre
los acantilados de Itzurun, consiguiendo, gracias a su mágico emplazamiento,
unas panorámicas inigualables al oeste de Zumaia. No podía haber mejor manera de
acabar envuelto por la oscuridad.
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