12 de Julio de 2012.
Antes de despedirnos de Banff, al
menos de momento, no queríamos dejar sin hacer una de las rutas más populares y
bonitas del parque, además de ser apta para todo tipo de público. Hablo del
Johnston Canyon, que te permite llegar a las profundidades de un cañón a lo
largo de unas pasarelas colgadas en la roca, además de poder ir disfrutando de
las vistas del río y de la fuerza del agua que lleva el mismo.
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Johnston Canyon |
El premio de realizar esta cómoda
ruta son las dos espectaculares cascadas con las que te encuentras a la mitad y
al final del recorrido: la Lower Falls y la Upper Falls. La ruta tiene un
recorrido de unos cinco kilómetros, ida y vuelta, haciendo ambas. En la primera
de ellas lo mejor de todo es meterte por un pequeño túnel excavado en la roca,
después de cruzar el puente que hace de mirador y así sentir plenamente la
fuerza de la catarata, pues sales a un pequeño recodo de la pared por donde
esta se desprende, donde casi puedes alcanzarla con la mano. Por supuesto que
te calas hasta los huesos, pero es gratificante en días con calor, como el que
nos estaba acompañando hoy.
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Lower Falls. Johnston Canyon |
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Lower Falls. Johnston Canyon |
En la segunda, al no estar
indicado, mucha gente llegaba sólo a la parte baja de la misma y se iba, por lo
que conviene saber que en la parte alta hay también otro mirador desde donde se
obtiene otra perspectiva bien chula de la misma y en donde te encuentras con un
cartel que te felicita por terminar el camino: ¡CONGRATULATIONS!
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Upper Falls. Johnston Canyon |
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Upper Falls. Johnston Canyon |
El contra de la caminata, lo gran
masificada que está, era tremendo la cantidad de gente que había, una auténtica
romería, ya que al ser una de las más bonitas del parque y al no tener casi
desnivel, pues es normal que la gente quiera hacerla, por lo que conviene
madrugar para evitar agobios.
Hoy se nos habían pegado un poco
las sábanas al levantarnos, por lo que esta ruta la acabaríamos a eso de las
12.00, hora en la que saldríamos hacia el parque de Kootenay, que toma su
nombre de unos de los dos ríos que transcurren por su interior y cuya entrada
estaba muy cerca de la ruta que acabábamos de hacer.
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Kootenay National Park |
Lo primero que nos encontraríamos
sería el paso que conecta el parque de Banff, perteneciente al estado de
Alberta con este nuevo parque que corresponde al estado de la Columbia
Británica, por lo que pisábamos un nuevo Estado. Pero lo más interesante del
Vermillion Pass, que así se llama este lugar, es el enorme cartel de madera que
te indica que aquí está uno de los puntos de la división continental, es decir
que según en que lado de la línea geográfica imaginaria caigan las aguas, irán
al océano Pacífico, o bien al océano Atlántico. Las rocosas tienen varios de
estos puntos, de hecho ya pude ver otro cuando estuve por Yellowstone hace dos
años.
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Continental Divide. Vermillion Pass |
Kootenay ofrece al igual que el
resto de parques, multitud de rutas, pero tiene el inconveniente de que muchas
de ellas suelen ser rutas largas, previstas para dedicar todo un día para
realizarlas tranquilamente, por lo que si no te sobra el tiempo no es factible
poder llevarlas a cabo. Como este era nuestro caso, nos tuvimos que conformar
con adaptarnos a las circunstancias y hacer alguna de las pocas que son más
cortas.
La primera de ellas sería la del
Marble Canyon de 0,8 km. Lo primero que nos llamó la atención es la devastación
y la desolación que un incendio puede llegar a causar, se te ponen los pelos de
punta y se te encoge el corazón, ya que ves las consecuencias del que se
produjo en el año 2003 y que acabó con un 12% del parque, casi nada. Además
duró 40 días. Sí, no me he equivocado, 40 días, y los medios humanos y
materiales fueron descomunales.
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Marble Canyon |
Una vez que digerimos el tétrico
paisaje, comenzamos a andar y pudimos ver un profundo cañón donde las paredes
casi llegan a tocarse y en cuyo fondo discurre con fuerza el agua, chocando
brutalmente contra las paredes y creando saltos y formas en las rocas
sorprendentes. Esta ruta se puede realizar fácilmente en media hora, pero como
nos recreamos lo suyo, pues al final nos fuimos al doble de tiempo.
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Marble Canyon |
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Marble Canyon |
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Marble Canyon |
Lo siguiente que queríamos hacer
era ver unas pozas naturales de color ocre que estaban muy cerca, pero tuvimos
la mala suerte de que el puente que te permite llegar hasta ellas estaba
destrozado, así que no tuvimos que quedar con las ganas y dejar sin ver las
Paint Pots.
Siguiendo la carretera, unos
kilómetros más adelante de estas piscinas, había otra cascada, la Numa Falls,
al lado del aparcamiento, vamos que no había hasta ellas ni 100 metros, pero
aunque el salto es bastante humilde, sin embargo la fuerza con la que va el
agua y las paredes verticales y totalmente lisas entre las que transcurre hace
que también mereciese la pena la parada. Este sería además un buen lugar y
momento para comernos los sándwiches que nos habíamos preparado por la mañana y
así descansar un rato.
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Numa Falls |
Después de esta tregua,
seguiríamos unos cuantos kilómetros y tras una media hora larga, llegaríamos al
Sinclair Pass, un paso de montaña que te ofrece otra buena visión de las Rocky
Mountains y del valle de Kootenay.
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Sinclair Pass |
Desde este punto, comenzaríamos
la bajada del fuerte desnivel de este puerto de montaña y en un rato nos
plantaríamos en el parking que da acceso al Lago Olive. Pero ¡Sorpresa!, había
una cinta de plástico y unos carteles que indicaban que tanto este como toda la
zona se encontraba cerrada y la razón no era otra que se trataba de uno de los
lugares preferidos por los osos para hacer sus merendolas. Hoy no estábamos
teniendo demasiada suerte, pero aquí, tengo que reconocer que me pondría un
poco caprichoso y se me antojó que quería ver el laguito, por lo que aunque
toda la zona se encontraba acordonada y con carteles de prohibido el paso, pasé
por debajo de la cinta y me acerqué hasta uno de los carteles de información,
mientras Javi permanecía en el coche tan tranquilo con su música puesta. La
ruta eran sólo 250 metros hasta la orilla del lago y volver, pero justo donde
empezaba la senda, me volví a encontrar la entrada precintada y todo en
silencio y evidentemente sin un alma, lo que ya no me gustó demasiado y me di
media vuelta, pensando que seguramente un poco más adelante habría algún
pequeño mirador para poder ver el jodido lago que se me resistía.
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Restricciones por Osos en el Olive Lake |
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Restricciones por Osos en el Olive Lake |
Efectivamente así fue, unos
metros más allá de este primer aparcamiento, había otra enorme explanada para camiones y desde aquí sí que se podía
ver el lago desde la carretera, por lo que volvimos a parar para poder
plasmarlo en fotos y al menos disfrutar unos minutos de ese color esmeralda tan
intenso de sus aguas. De nuevo aquí, volvía a haber algún que otro cartel,
anunciando el peligro de osos grizzli en la zona y que no se aconsejaba salir
de los vehículos, pero bueno, salí del coche, crucé la carretera, avancé unos
metros por el arcén y allí tenía el dichoso laguito para mí sólo. Tiré un par
de fotos, me recreé unos minutos y me fui pitando de allí por si las moscas, o
mejor dicho por si los osos, y para no tentar demasiado la suerte.
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Olive Lake |
Pronto estaríamos atravesando un
pequeño cañón llamado Sinclair Pass, de paredes rojas, lo que era señal que
llegábamos a Radium Hot Springs y por tanto el lugar donde hoy nos íbamos a
alojar y también que terminaban nuestras aventuras de hoy.
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Sinclair Canyon |
Nuestro alojamiento se llamaba
Park Inn y eran las 17.30 cuando estábamos dejando las maletas en la habitación,
una hora estupenda para ponernos el atuendo necesario e irnos a pasar lo que
quedaba del día a unas piscinas naturales que estaban tan sólo a dos
kilómetros. El complejo tiene dos piscinas, una de agua fría (28 grados) y otra
caliente (38 grados) procedente de las fuentes termales. ¡Qué gozada! La verdad
que nos supo a gloria después del tute que llevábamos todos estos días
anteriores. Realmente necesitábamos algo así porque estábamos un poco fundidos
y salimos como nuevos de allí.
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Radium Hot Springs |
A la salida ya estaba anocheciendo,
por lo que compramos unas empanadas de carne en un supermercado cercano, de las
que se hacen en el microondas y como la habitación tenía de estos, pues allí
que nos las zampamos, antes de meternos en la cama.
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