13 de Julio de 2012.
Desayunamos en la habitación, al
igual que en días anteriores, unos donuts y unos cartones de leche con
chocolate, bien fría, que habíamos comprado el día anterior. Lo bueno que en
Canadá, al igual que en USA, muchas habitaciones tienen microondas y
frigorífico, por lo que te apañas bastante bien a la hora de madrugar y
planificarte y no tener que buscar un lugar para tomar algo. Ya con la tripa
llena afrontaríamos los 105 km que separan Radium Hot Springs de Golden. En
este segundo haríamos una pequeña parada para ver el puente de madera sin apoyo
más largo de Canadá, llamado Kiching Horse Pedestrian Bridge. Aquí estaríamos
un rato, tampoco mucho, para poco después tomar la carretera que nos llevaría
al interior del Parque Nacional de Yoho.
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Kicking Horse Pedestrian Bridge.Golden |
Seguíamos conociendo el
maravilloso oeste canadiense, que curiosamente y según los geólogos, fue el
último pedazo de tierra en incorporarse al continente y lo hizo chocando
repetitivamente contra la placa americana. A cada empujón de la placa del
Pacífico, que se iba hundiendo debajo de la americana, antiguos fondos marinos
emergían en un proceso que acabó hace unos 65 millones de años, lo que acabó
con la verticalidad imponente de las Rocosas, consecuencia de esas colisiones
violentas, siendo Yoho otro pequeño trozo de ellas. Éste, que se pronuncia con
úes en lugar de oes, era una palabra de admiración de los indios de la raza
cree y aunque es el más pequeño de los cuatro parques que conforman las rocosas,
sin embargo también es el más bravo, con aguas espumosas, cimas amenazantes y lagos
glaciares.
Pronto haríamos el primer alto en
el camino para comenzar la ruta de las Wapta Falls, una de las cataratas más
grandes, no ya de las Rocosas, sino de todo Canadá. Miden 150 metros de ancho y
tienen una caída de 30 metros. La ruta son 5 km, ida y vuelta, y es casi llana
en todo su recorrido, salvo al final que salvas un pequeño desnivel. Conviene
no quedarse en el primer mirador, ya que si sigues a la derecha por una senda,
primero llegas a un repecho y luego hasta la orilla del río, donde las vistas
son muchísimo mejores desde ambos puestos, lo que pasa que no están
señalizadas.
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Senda hacia las Wapta Falls |
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Wapta Falls |
De vuelta al coche, retomaríamos
la carretera principal, para unos kilómetros más adelante, volver a desviarnos
para realizar la segunda caminata de la mañana, los “hoodoos”. Se supone que son
1,6 kilómetros de ida y vuelta, pero no se tiene en cuenta que hay que sumarles
algo más si se añade la última parte de la misma, donde hay una bifurcación
hacia los miradores superior e inferior , por lo que si lo haces todo, como
nosotros, al final te pones en unos 4 km. Esta sí que es una ruta dura, ya que
es en continuo ascenso y salvando un desnivel de 300 metros en tan pequeña
distancia, lo que hace que se la pueda calificar de rompe piernas. La
recompensa fue algo completamente inusual de lo que llevábamos visto hasta
ahora, un montón de rocas equilibradas encima de altos pilares creados por la
glaciación. A mí me encantó, a mi amigo no tanto, pero hay que reconocer que
curioso y original es y que al menos para mí, sí que mereció la pena el
esfuerzo. Desde el mirador inferior se ven un poco lejanas y distantes, por lo
que creo que merece más la pena el superior, ya que las acabas teniendo al
lado, por lo que aconsejo que si se quiere prescindir de alguno se haga del
inferior antes que del otro.
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Hoodoos |
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Hoodoos |
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Hoodoos |
Después de acabar con las piernas
algo cargadas de la bajada, conduje hasta el siguiente destino, el Natural
Bridge, donde encontramos un mirador desde el que pudimos observar las vistas
soberbias y la virulencia erosionadora del río Kiching Horse, cuyas gotas
perseverantes convirtieron lo que fue el lecho de una cascada en un puente
natural de piedra. Te sobrecogía la fuerza con la que iba el agua.
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Natural Bridge |
A unos 11 km de aquí, se
encontraba el lago Emerald, un fabuloso lago de color turquesa, donde
decidiríamos comernos los sándwiches de rigor y, últimamente, ya toda una
tradición. Un poco repetitivo, pero desde luego económico y rápido, por lo que
supone de ahorro y de más tiempo para disfrutar del entorno. Una vez que nos
relajamos con el almuerzo, dimos un breve paseo por la orilla del lago, antes
de continuar con los planes. Puedes rodearlo entero por un sendero de 5 km,
pero nosotros, como he comentado, sólo haríamos unos dos, en plan tranquilo y
con mucha calma. También puedes alquilar canoas en una de las orillas, pero son
carísimas, pues te cobran 35 dólares por una hora y 60 por dos horas. Nosotros
como ya lo hicimos en el este del país por 25 dólares, cuatro horas, pues como
que nos lo perdonamos.
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Emerald Lake |
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Emerald Lake |
Ya relajados, nos montamos de
nuevo en el coche y nos fuimos por la carretera que te conduce hacia las
Takakkaw Falls. Antes de llegar a ellas pararíamos en dos ocasiones. La primera
en el mirador Lower Spiral Tunnels, desde donde se puede observar como entran y
salen trenes de los túneles cavados en las montañas. Estos fueron realizados en
1909 por la Canadian Pacific Railway. Lo singular de esta complicada obra de
ingeniería son las espirales que conforman el túnel dentro de la propia
montaña, pero evidentemente no se ve, por lo que se queda en un simple hecho
anecdótico y te quedas como estás. La segunda parada es mucho más interesante
ya que ves la unión de dos ríos, el Kiching Horse y el Yoho. Es sorprendente
ver el volumen de tantísima agua y la fuerza con la que discurren ambos y que
en esa unión no se mezclen el color de las aguas. Se distingue perfectamente el
color blanco de uno y el color turquesa del otro, incluso después de ser ya uno
sólo.
Y ahora sí, después de estas dos
paraditas, llegábamos a la, sin igual, cascada: la “Takakkaw” que para los
nativos significa “maravilloso”, “magnífico” y no podían haberla definido mejor
ya que así es, algo descomunal. Una caída de 254 metros proveniente del glaciar
Daly, que forma parte del campo de hielo Waputik y encima con el máximo caudal
que se produce entre Junio y Julio. Nos fuimos acercando por la ruta de 1,6 km
de ida y otros tantos de vuelta y ante la fuerza del agua pronto me quedaría sólo.
Según me iba aproximando y teniéndola más encima, comencé a empaparme y a
calarme hasta los huesos, ya que al despeñarse la masa de agua sobre el lecho
de rocas que tiene justo debajo genera una nube de vapor de agua inmensa. Pero
no me importaba, estaba sobrecogido, atrapado por la fuerza de la naturaleza,
muy emocionado ante el panorama que tenía la suerte de estar disfrutando. Era
un momento mágico, inolvidable. Además a estos especiales instantes había que
sumarle la compañía de dos increíbles arco iris con más luz e intensidad de los
que jamás había contemplado, tenía un nudo en la garganta del que me fue
difícil deshacerme y es que sin lugar a dudas había sido el momento más
emocionante vivido en Canadá hasta este momento.
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Takakkaw Falls |
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Takakkaw Falls |
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Takakkaw Falls |
Después de estos minutos en
solitario tan intensos, me volví a unir a Javi y nos fuimos otro rato a
contemplarla desde un poco más lejos ya que queríamos empacharnos de ella hasta
intentar hartarnos, lo que a pesar de permanecer allí como pasmarotes durante
más de hora y media, no conseguimos. Pero eran ya las ocho de la tarde y no
había más tiempo para seguir disfrutando de Yoho, este increíble parque que
siempre voy a recordar con un cariño especial.
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Takakkaw Falls |
Pronto llegaríamos a nuestro
hospedaje en el pueblo de Lake Louise, el Hi Lake Louise, tipo albergue, pero
con habitaciones dobles y los baños y las duchas compartidas. Cenaríamos en una
hamburguesería cercana al centro de interpretación del pueblo, que no me
acuerdo como se llamaba, muy cerca de un supermercado y regentada por chinos.
Estaba todo bastante bueno y nos salió por 20 dólares por persona.
El día llegaba así a su fin con
cierta incertidumbre, pues para mañana anunciaban lluvias, por primera vez desde que nos encontrábamos en Canadá, más allá de las típicas tormentas de verano, por lo que ya veríamos que tal lo
llevábamos.
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